Léa Seydoux se escaquea de presentar 'Diario de una camarera', mientras Sebastian Schipper decepciona con 'Victoria'.
¿De qué se habla en la Berlinale hoy? De que Léa Seydoux ha dejado plantado al festival. Iba a venir para presentar la nueva versión de Diario de una camarera que ha dirigido Benoit Jacquot, pero en lugar de eso está en algún lugar mo muy lejos de Berlín dándose el lote con James Bond.
¿Qué hemos visto? 1. Diario de una camarera, de Benoit Jacquot. Se necesitan varias buenas razones para hacer una película que en su día ya hicieron Renoir primero y Buñuel
después, y en favor de Jacquot hay que decir que su versión de la
novela de Mirbeau es otra cosa: los otros dos hicieron sátira, el trata
de hacer un estudio de personaje. El problema es que, en sus torpes
manos -¿cuántas buenas películas tiene este hombre?-, esta doncella que
observa a la burguesía del 1900 no tiene mucho no tiene mucho: quizá
haya querido de dotarla de una personalidad impenetrable, aunque lo que
le han salido son retazos de personalidades distintas mal cosidos entre
sí. 2. Ixcanul, de Jayro Bustamante:
es la primera película guatemalteca que compite en la Berlinale en toda
su historia, y lo cierto es que es guatemalteca hasta decir basta. De
la Guatemala profunda. Ambientada en el seno de una aislada comunidad
maya, es una fábula bien bonita sobre cómo la inocencia del hombre
primitivo está condenada a sufrir el abuso de la civilización. La
miembro del jurado Claudia Llosa seguro que le da su voto: los parecidos con La teta asustada son obvios. 3. Victoria, de Sebastian Schipper: una cámara dardenniana –sí, de las que apuntan al cogote—acompaña a una joven que se mete en serios problemas a través de la noche berlinesa. Toda la película consiste en un solo plano secuencia de 140 minutos,
y es obvio que esa machada es la única razón de ser de la película.
Pero el precio a pagar es muy alto. Posiblemente porque al director le
dio pereza repetir tan gigantesca toma cientos de veces –clavar una
coreografía de dos horas y veinte sin que algo salga mal es imposible–,
la película está llena de errores y de personajes que, encarnados por
actores que durante el rodaje fueron invitados a improvisar, se empeñan
en comportarse de forma estúpida.
¿Qué has comido? Lo que los alemanes llaman un “plato de cervecería”. Esencialmente, carne de cerdo asada con verduras. Y una birra.
¿Con quién has hablado? Con Werner Herzog, que no tiene abuela y está convencido de que su Queen of the desert es una obra maestra; con Charlotte Rampling, que es una mujer encantadora pero que tiene una mirada tan intimidatoria como la lengua de una cobra; y con Andrew Haigh, un tipo majísimo que, en plan broma maliciosa, ha sugerido que su inspiración para hacer una película tan buena como 45 Years son todos los años que pasó trabajando como asistente de edición en las películas tan malas que Ridley Scott lleva años haciendo.
¿Qué esperas de la jornada de mañana? Varias cosas: El botón de nácar, un nuevo documental de Patricio Guzmán que nos recuerda lo terrible que fue la dictadura de Pinochet; Mr. Holmes, una nueva aproximación a la figura de Sherlock Holmes, esta vez interpretado por Ian McKellen; y, cómo no, Knight of Cups, lo nuevo de Terrence Malick, que pinta muy mal. Tres cosas nuevas pero que suenan a viejas.
Berlinómetro: 45 Years, de Andrew Haigh, y en menor medida
Taxi, de Jafar Panahi, son las dos únicas películas realmente buenas del
concurso hasta la fecha. Darren Aronofsky, presidente del jurado, es un
tipo no especialmente agradable pero sí bastante listo, así que seguro
que las tiene clichadas.
Via:Cinemania
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