¿Quieres ganarte un puesto entre los seres malignos con más glamour? Pues sigue estos ejemplos, y consigue un animal doméstico a tu altura. Por YAGO GARCÍA
El gato de Blofeld
Le vimos en... Desde Rusia con amor, Operación Trueno, Sólo se vive dos veces, 007 al servicio secreto de Su Majestad, Diamantes para la eternidad y Nunca digas nunca jamás.
Propietario: Pues quién va a ser, Ernst Stavro Blofeld, jefe supremo de la organización criminal SPECTRA.
¿Por qué mola? Los agentes secretos (Sean Connery, Roger Moore, George Lazenby) y los intérpretes del villano (Telly Savalas, Donald Pleasance, incluso Max Von Sydow) vienen y van, pero este felino persa de pura raza y ojos azules permanece como testigo mudo de sus asechanzas para quitar de enmedio a James Bond. Siempre elegante, y siempre impasible, podemos decir que el gato de Blofeld ha sido el enemigo más estable y longevo de la saga de 007, contando incluso con un doble que le suplanta en ocasiones peligrosas. ¿Oirá sus maullidos Daniel Craig en Bond 24?
El mono nazi
Le vimos en... En busca del Arca perdida.
Propietario: Un matón de las calles de El Cairo, a sueldo del III Reich.
¿Por qué mola? El pérfido arqueólogo Belloq y el agente de la Gestapo Toth imponían lo suyo, y todos deseamos que Indiana Jones les mandase a criar malvas. Pero esta pareja de villanos se nos hicieron menos odiosos, pese a todo, que este agente doble chillón y con rabo, capaz de seducir (de aquella manera) a la mismísima Marion Ravenwood. Si su amor por los dátiles no hubiese sido su perdición, nosotros mismos nos hubiéramos encargado de usar sus sesos como ingrediente para un sorbete.
La cacatúa de Whiplash
La vimos en... Iron Man 2.
Propietario: Ivan Vanko (Mickey Rourke), supervillano con reclamaciones sobre propiedad intelectual.
¿Por qué mola? Puestos a indicarnos que el personaje de Rourke no era el malo más malo de la historia (ese honor le correspondería a Sam Rockwell), Jon Favreau podría haberle adjudicado una mascota menos exótica. Pero, seamos sinceros: tras haber visto al actor en compañía de sus chihuahuas, cualquier otra cosa nos hubiera sabido a poco.
Los pingüinos volantes
Les vimos en... Batman vuelve.
Propietario: Oswald Cobblepot (Danny DeVito), rey de las cloacas de Gotham City.
¿Por qué molan? Tener como emblema a un ave no voladora y conocida por su torpe andar puede resultar algo ridículo... Salvo si Tim Burton anda en el ajo: en manos del director, por entonces aún en espléndida forma, los también llamados 'pájaros bobos' se convirtieron en kamikazes a reacción, dispuestos a arrasar la ciudad del Hombre Murciélago. Tras revisar el filme, nunca verás de nuevo El viaje del emperador con los mismos ojos.
Lucifer
Le vimos en... La Cenicienta.
Propietaria: La malvada madrastra de rigor, y sus 'adorables' hijitas.
¿Por qué mola? Ya os avisamos que, en este informe, los felinos iban a abundar. Y, entre las filas de los gatos malignos, Lucifer puntúa muy alto. Notablemente sobrealimentado, seguramente a base de devorar indefensos ratoncitos, provisto de una sonrisa que hiela la sangre y con unas garras más grandes que él, Lucifer (conocido como 'Lussiferr' por algunos fans españoles, gracias al doblaje en castellano neutro) no es sólo uno de los archienemigos de la protagonista, sino que se las hace pasar canutas a Gus y Jack, sus amiguitos roedores.
Precious
La vimos en... El silencio de los corderos.
Propietario: Jame 'Buffalo Bill' Gumb (Ted Levine), asesino en serie con problemas de identidad sexual y amor por la peletería.
¿Por qué mola? Hemos dudado bastante a la hora de incluír a Precious en nuestra lista: al fin y al cabo, esta perrita Spaniel no sólo tiene que aguantar los chillidos de un amo rematadamente cursi (por mucho que su hobby sea despellejar a chicas con sobrepeso), sino que, además, sus ladridos ayudan a Jodie Foster a despachar al criminal. Pero, precisamente por eso, sospechamos que la cánida guarda en su interior un resentimiento y una furia asesina equiparables a los de Hannibal Lecter. La verdad, nos ponemos en su lugar.
Picasso
Le vimos en... El quinto elemento.
Propietario: Jean-Baptiste Emmanuel Zorg (Gary Oldman), criminal intergaláctico con pelazo.
¿Por qué mola? Como recordaremos más adelante, los villanos de ciencia-ficción también tienen sus mascotas. El pobre Picasso no es precisamente la más carismática del lote, y dada su jovial expresión, sospechamos que en el fondo es un buenazo. Pero hay algo en el que nos inquieta, y es que, como decía el gran Terry Pratchett hablando de los delfines: "Nunca te fíes de una criatura que siempre sonríe, porque seguro que trama algo".
Baldomero
Le vimos en... La saga Austin Powers.
Propietario: El mismísimo Doctor Maligno (Mike Myers), ser maligno donde los haya.
¿Por qué mola? Emparentado, parodia mediante, con el gato de Ernst Stavro Blofeld, el pobre Baldomero (Mr. Bigglesworth en el original inglés) es una advertencia viviente para todos los supervillanos con mascota. Seres malignos del mundo, si vuestros planes incluyen permanecer ultracongelados durante décadas, aseguraos de que el pelaje de vuestros mininos quede a salvo del proceso a no ser que os gusten los gatos esfinge. Por otra parte, y como corresponde, Mini-Yo (Verne Troyer) tiene también a su Mini-Baldomero a juego: es más mono...
Iago
Le vimos en... Aladdin.
Propietario: Jaffar, gran visir conspirador y con un turbante enorme.
¿Por qué mola? Según una larga tradición, el secuaz del villano de turno puede ejercer como secundario cómico si la historia así lo requiere. Llevando más lejos este postulado, la incursión de Disney en Las mil y una noches convirtió a este loro tan locuaz en uno de los principales activos de la película. De hecho, en la serie de animación correspondiente, Iago desertaba de las filas del mal y se sumaba a los protagonistas. Aunque, eso sí, seguía llevándose a matar con Genio y Alfombra.
El Rancor
Le vimos en... El retorno del Jedi.
Propietario: Jabba el Hutt, obeso y viscoso gangster intergaláctico.
¿Por qué mola? Según el canon oficial de Star Wars, la mascota oficial de Jabba es un tal Salacious Crumb, especie de monicaco con pico de loro que se sienta en su trono, le gorronea la comida y le ríe las gracias. No obstante, si tú tuvieras que elegir entre dicha criatura y una bestia de varias toneladas de peso, dientes como cuchillas y una fuerza bruta capaz de poner en apuros a Luke Skywalker, siempre dispuesto a devorar a tus enemigos con sólo pulsar un botón ¿qué elegirías? Exacto: nosotros también pensamos lo mismo.
Esto, más bien no.
