Estadística:
domingo, 6 de abril de 2014
Carteles de la Semana (31 Marzo-06 Abril)
Estadística:
Lambert Wilson, maestro de ceremonias de la 67ª edición
El actor francés Lambert Wilson tendrá el honor de llevar la
inauguración de la 67ª edición del Festival de Cine de Cannes, el
próximo miércoles 14 de mayo, y dará la bienvenida a Jane Campion,
Presidenta del Jurado de este año, así como al resto de miembros, en el
escenario del Palais des Festivals.
Sucesor de Audrey Tautou, quien deslumbró en el 66º Festival, Lambert Wilson ha sido precedido como maestro de ceremonia por Vincent Cassel (2006) y Edouard Baer (2008 y 2009). Lambert Wilson también presentará la ceremonia en la que será anunciado el Palmarés, el sábado 24 de mayo.
Este artista polifacético, que se describe a sí mismo como un "ermitaño sociable" y encarna a la perfección la elegancia, vive su vida artística entre el teatro, el cine y la canción. En el séptimo arte, ha destacado por la variedad de sus papeles, que van naturalmente del humor al suspense, de las películas de autor a las comedias románticas. Está acostumbrado a trabajar con grandes personalidades de la industria en Francia, como André Téchiné, Benoît Jacquot, Bertrand Tavernier y Alain Resnais.
Participó en varias realizaciones de Alain Resnais ('Same Old Song', 'Not on the Lips', 'Private Fears in Public Places' y 'You Ain’t Seen Nothin' Yet'), las cuales le permitieron combinar sus pasiones, el teatro y el cine, en un género cinematográfico inimitable, característico de Resnais.
Estuvo por primera vez en Cannes en 1985, con 'Rendez-vous', de André Téchiné, que protagonizaba junto a una principiante Juliette Binoche. Posteriormente, ha participado en la Selección, como actor y como Presidente del Jurado de Un Certain Regard (1999).
A nivel internacional, destacó por su personaje "Merovingio" en 'The Matrix Reloaded' y 'The Matrix Revolutions' en 2003. En 2010, durante la 63ª edición del Festival de Cannes, llamó particularmente la atención de la industria gracias a su interpretación en 'De dioses y hombres', de Xavier Beauvois, una película que se alzó con el Gran Premio del Jurado y por la que Lambert Wilson sería nominado posteriormente al premio César al Mejor actor.
Sucesor de Audrey Tautou, quien deslumbró en el 66º Festival, Lambert Wilson ha sido precedido como maestro de ceremonia por Vincent Cassel (2006) y Edouard Baer (2008 y 2009). Lambert Wilson también presentará la ceremonia en la que será anunciado el Palmarés, el sábado 24 de mayo.
Este artista polifacético, que se describe a sí mismo como un "ermitaño sociable" y encarna a la perfección la elegancia, vive su vida artística entre el teatro, el cine y la canción. En el séptimo arte, ha destacado por la variedad de sus papeles, que van naturalmente del humor al suspense, de las películas de autor a las comedias románticas. Está acostumbrado a trabajar con grandes personalidades de la industria en Francia, como André Téchiné, Benoît Jacquot, Bertrand Tavernier y Alain Resnais.
Participó en varias realizaciones de Alain Resnais ('Same Old Song', 'Not on the Lips', 'Private Fears in Public Places' y 'You Ain’t Seen Nothin' Yet'), las cuales le permitieron combinar sus pasiones, el teatro y el cine, en un género cinematográfico inimitable, característico de Resnais.
Estuvo por primera vez en Cannes en 1985, con 'Rendez-vous', de André Téchiné, que protagonizaba junto a una principiante Juliette Binoche. Posteriormente, ha participado en la Selección, como actor y como Presidente del Jurado de Un Certain Regard (1999).
A nivel internacional, destacó por su personaje "Merovingio" en 'The Matrix Reloaded' y 'The Matrix Revolutions' en 2003. En 2010, durante la 63ª edición del Festival de Cannes, llamó particularmente la atención de la industria gracias a su interpretación en 'De dioses y hombres', de Xavier Beauvois, una película que se alzó con el Gran Premio del Jurado y por la que Lambert Wilson sería nominado posteriormente al premio César al Mejor actor.
La primera Fiesta del Cine de 2014 logra un 15% más de espectadores
La quinta edición de la Fiesta del Cine cerró el miercoles alcanzando 1.842.444 entradas vendidas en sus tres días de duración, nuevo récord que supera en un 15% las cifras del año pasado. Por CINEMANÍA
Dada la buena acogida de esta última edición, la FAPAE ha anunciado que también aumenta el plazo de la iniciativa Miércoles al cine, con entradas a precio reducido ese día de la semana, que se prolonga así hasta el próximo 9 de julio. Según los datos facilitados por la consultora Rentrak, ayer miércoles y último día de la Fiesta del Cine, se vendieron 818.534 entradas, un 93% más que el mismo día de la semana anterior. La película más vista durante estos tres días ha seguido siendo Ocho apellidos vascos, que continúa su éxito imparable en cabeza de la taquilla por tres semanas consecutivas.
Marvel ya tiene planeadas nuevas películas hasta 2028
El mapa de próximos proyectos de Kevin Feige en Marvel Studios abarca los próximos 14 años. Si la película de Gunn triunfa, habrá 'spin-offs' individuales de 'Guardianes de la galaxia'. Por CINEMANÍA
Con más de 8.000 personajes en nómina, planes para infinitas secuelas y la aplicación del mismo tratamiento de recasting que en la saga James Bond a las aventuras de los superhéroes más icónicos, los próximos 14 años parecen más que cubiertos. De hecho, Bob Iger, presidente de Disney, también interviene en el reportaje y adelanta que, si Guardianes de la galaxia es un exitazo, probablemente veamos más de los personajes del filme de James Gunn. "Podríamos hacer spin-off de los miembros del grupo, eso implica a Star-Lord, Gamora, Drax, Groot y Mapache Cohete con sus propias películas", afirma Iger.
10 actores que podrían ser el nuevo Indiana Jones (y que no son Bradley Cooper)
Son guapos, son listos, les sienta bien el sombrero y son nuestros candidatos para relevar a Harrison Ford como nuestro arqueólogo favorito. Por YAGO GARCÍA
Como nosotros somos muy aficionados a las listas, y también a buscarles candidatos a los papeles más solicitados del momento (el del Doctor Extraño, sin ir más lejos) hemos reunido una colección de intérpretes para relevar a Harrison Ford como el arqueólogo más popular de la historia del cine. Todos ellos son guapos, les queda bien el sombrero y se desenvolverían igual de bien en las aulas de una universidad que en los templos malditos de rigor. ¿Cuál de nuestros elegidos te pega más para ser 'Indy'?
Hugh Jackman
A favor: Por mucho que Los miserables nos permitiese comprobar en pantalla grande las aptitudes musicales del australiano, Jackman parece destinado a llevar las garras y las patillas de Lobezno para toda la eternidad. Ahora bien: en el caso de que Hugh decida reorientar su carrera en terrenos menos mutantes, ¿qué mejor para lograrlo que interpretar a otro personaje mítico, para el cual le vendrían que ni pintadas sus capacidades atléticas y su humor socarrón?
En contra: La idea de ver a Hugh Jackman cambiando las garras de adamántium por el sombrero y el látigo resulta de lo más prometedora, salvo si tenemos en cuenta el detalle de que nuestro hombre no ha dado visos de cansarse de Lobezno, un personaje al que (admite) le debe su carrera en Hollywood y que sólo abandonará en caso de que la calidad de los filmes descienda drásticamente. Además, en la agenda del australiano está ya copada hasta 2017, cuando se estrene la secuela de Lobezno inmortal.
George Clooney
A favor: Reconozcámoslo: esto sería un sueño hecho realidad. Porque, series televisivas aparte, el doctor Jones siempre ha tenido para nosotros el perfil de un señor madurito pero en plena forma, y dotado con virtudes que Clooney sabe encarnar a la perfección. ¿Inteligencia y erudición? Le sobran. ¿Valor y atrevimiento? Pues también. ¿Timidez aparente que esconde a un cansadamas infatigable? Por favor, seamos serios...
En contra: A las capacidades necesarias para dar vida al nuevo 'Indy' hay que sumar la predisposición a embarcarse en un gran blockbuster con opción a secuelas. Y es precisamente aquí donde George Clooney nos falla: dejando aparte el hecho de que el actor vaya camino de las 53 primaveras (cuando rodó En busca del Arca perdida, Harrison Ford tenía 38 años), sus miras parecen puestas exclusivamente en sus propios trabajos como director y en productos de calité firmados, preferiblemente, por amigos suyos.
Brad Pitt
A favor: Complejo donde los haya, el personaje de Indiana Jones abarca dos facetas bien diferenciadas. Por un lado, pocos de los que le han visto repartiendo latigazos podrían imaginárselo metido en un aula. Y, por otro, dudamos que sus alumnos se crean las aventuras que ese profe tan serio vive en sus ratos libres. De la misma manera, Brad Pitt oculta tras su fachada de sex symbol a un productor muy astuto y a un intérprete amante de los riesgos. Ya se sabe, a veces sí hay una "X" que marca el lugar...
En contra: Todavía no sabemos si el señor de Jolie iba en serio al anunciar su jubilación anticipada. Pero sí es cierto que, a estas alturas, Brad sólo tiene una película pendiente de estreno (el drama bélico Fury) en la que, cosas de la vida, comparte elenco con Shia LaBeouf. Y, por lo demás, su agenda como actor aparece monda y lironda. A no ser que sus seis hijos se toman muy en serio la tarea de convencerle para que haga de 'Indy', las expectativas de verle en plan arqueológico son escasas.
Christian Bale
A favor: Harrison Ford tiene sobre sí una rara distinción: le ha puesto cara a Indiana Jones y a Han Solo, dos de los personajes más populares de la historia del cine. Contando con esto, ¿a que molaría ver al mismísimo Batman cambiando el traje de murciélago por el sombrero y el látigo? Bale, además, aportaría al papel una intensidad muy agradecida, máxime tras cierto bajón con calavera...
En contra: Una vez más, nos encontramos con un candidato aquejado de blockbusteritis. Y es que, tras tres películas dándolo todo en las calles de Gotham, Christian Bale no parece muy predispuesto a embarcarse en más sagas épicas con secuelas en lontananza. Además, tengamos en cuenta que el doctor Jones es, pese a sus proezas, un tipo de complexión media, algo que podría provocarle un serio dilema a nuestro hombre: "Si para esta peli no tengo que ponerme escuálido, ni tampoco echar músculos... ¿Cómo leches preparo el papel?".
Jean Dujardin
A favor: Como sabemos, Spielberg y Lucas crearon a Indiana Jones inspirándose esos seriales de aventuras que se produjeron a destajo durante los 30 y los 40. Así las cosas, para evocar entre el público esa sensación añeja y con encanto, ¿quién mejor que el protagonista de The Artist? Dujardin no sólo tiene un Oscar, sino que también le sobra experiencia en el género de aventuras y humor gracias a la saga OSS 117: mucho cuidado con él.
En contra: Dujardin es un tipo con mucho talento. Y también es francés. Extremadamente francés, de hecho, algo que choca contra la noción de que (pese a su cultura cosmopolita) 'Indy' resulta más yanqui que una hamburguesa con patatas. Tal y como suele trabajar Hollywood con los talentos europeos, es más probable que veamos a este actor haciendo de villano (¿una versión actualizada del pérfido Bellocq, por ejemplo?) que llevándose el rol principal.
Joseph Gordon-Levitt
A favor: Hasta ahora, nuestro informe ha apostado por actores que ya no cumplen los 40. Urge una transfusión de sangre joven, y el chico de Looper está aquí para proporcionárnosla: Gordon-Levitt no sólo tiene 33 añitos, sino que también conoce a Spielberg gracias a su trabajo en Lincoln y (como vimos, por ejemplo, en El caballero oscuro: La leyenda renace) las cosas de la acción no se le dan nada mal. Además, tiene cara de chico listo. Piensa en todo esto, y dinos si no te lo estás imaginando ya con un sombrero fedora.
En contra: Recordemos que Gordon-Levitt se ha ganado ya los galones de director de culto con Don Jon, trabajo éste que le presagia un futuro más cercano a los cinefórums que a los taquillazos industriales... O, al menos, un futuro de ensueño (o de pesadilla) al frente de Sandman, la adaptación del tebeo de Neil Gaiman de la que nuestro chico se hará cargo para DC Comics. Un proyecto muy interesante, pero que seguramente no le dejará tiempo para las cosas de la arqueología.
Nathan Fillion
A favor: ¿Te parece raro ver aquí el nombre del protagonista de Castle? Pues no lo es tanto, porque jonesianos de todo el mundo han apostado por él en webs y foros. La verdad es que la elección no es tan descabellada, porque Fillion ya sacó al aventurero que lleva dentro en Firefly, la serie de Joss Whedon, y en su continuación cinematográfica Serenity. Por otra parte, no olvidemos que se trata de un señor con carisma y capaz de ganarse el afecto del público.
En contra: Da igual que el perfil de Nathan Fillion no sea precisamente el de una gran estrella: Ford tampoco era el actor más cotizado de Hollywood cuando se estrenó En busca del Arca perdida, y ya sabemos cómo le fue después. Ahora bien, con los años Fillion ha ganado unos cuantos kilos de más, y ahora mismo no tiene la pinta de un sujeto atlético. A nosotros, de hecho, nos parece más apto como intérprete del nuevo Marcus Brody: seguro que lo clavaba.
Sam Rockwell
A favor: Es un actorazo (¿de verdad no le has visto en Moon?) pero no es un divo, y es lo bastante discreto como para parecer tu vecino de al lado... O un profesor universitario de los años 30 con pajarita. Además, Rockwell ha trabajado en Iron Man 2, con lo que los mecanismos de las superproducciones no le son ajenos. Si en Disney están pensando en un profesional solvente más que en una gran estrella, este es su hombre.
En contra: Colgarle a alguien el sambenito de "veneno para la taquilla" es una puñeta, pero hasta el momento (y en lo que al cine de espectáculo se trata) Rockwell ha dado pruebas de funcionar mejor como secundario de altos vuelos que como protagonista. Además, Rockwell estrenará en breve Don Verdean, película de Jared Hess (Napoleon Dynamite) en la que da vida a "un arqueólogo dispuesto a todo para ganar popularidad". ¿Te suena eso de algo?
Michael Fassbender
A favor: Sí, lo sabemos: a estas alturas, decir que 'Fassy' es un actorazo capaz de hacerse con cualquier papel es un tópico... Pero no por ello deja de ser una verdad como un templo. Además, recordemos que se trata de un señor capaz de compaginar el cine de palomitas con el arte y ensayo sin despeinarse. ¿Será el reboot de Indiana Jones su último peldaño hasta la condición de mito viviente?
En contra: Como admiradores que somos de Michael Fassbender, hemos de avisar de que el germano-irlandés va camino de quemarse por sobreexposición. Aparte de la secuela de Prometheus y de ese proyecto sin título de Terrence Malick en el que coincidirá con Ryan Gosling, Christian Bale, Cate Blanchett y un largo etcétera, Michael también tiene en preparación Assassin's Creed, una película de aventuras con mucho de histórico y de sobrenatural. A lo mejor, sería prudente para él invocar lo de "una y no más, Santo Tomás".
Josh Brolin
A favor: Cuando se estrenó No es país para viejos, todos pensamos que el hijo de James Brolin iba para superestrella. Lástima que después llegara Jonah Hex y... Bueno, en fin, que pasase lo que pasó. Una pena, porque Josh es un tipo tan serio como solvente, capaz de meterse en cualquier papel (véase su interpretación del ex presidente de EE UU en W) y que todavía espera ese gran blockbuster que le convierta en un actor de primerísima fila.
En contra: Volvemos al mismo problema con el que nos topamos al hablar de Sam Rockwell. Es cierto que Josh Brolin da la talla como el que más en la película que sea, pero su especialidad parecen ser más los tipos torvos con doble fondo (o triple) que los héroes hechos y derechos. Aunque el doctor Jones diste mucho de ser un angelito, es probable que le pegue más un actor capaz de convencernos desde el principio de sus buenas intenciones.
Crónica y palmarés de los Premios Platino
El cine iberoamericano celebró anoche en Panamá su primera gran fiesta, con un mensaje unánime "Larga vida a los Premios Platino" y una gloriosa ganadora 'Gloria'. Por IRENE CRESPO
En una gala muy musical (Carlos Baute, Carlos Vives, Shaila Dúrcal, Diego Torres, Fanny Lú, Los Gaitanes), celebrada en el teatro Anayansi de Panamá en el marco de su Festival de cine internacional, las cinematografías de los 22 países iberoamericanos sacaron pecho y celebraron su primera gran fiesta en la que todos, premiados y presentadores, repitieron una y otra vez la voluntad de unirse, de que esto sea sólo un primer paso para una mejor comunicación y unión de talentos, con distintas nacionalidades… y acentos. Precisamente, la traducción simultánea que hizo Eugenio Derbez, "presentador suplente", de español mexicano en el que hablaba la presentadora (y su mujer), Alessandra Rosaldo, al español castizo fue uno de los puntos de la noche. Esas eses líquidas, las jotas del Jjjjoder. Y la Virgen de la Macarena, claro.
"Unámonos todos contra la piratería. La próxima vez que vean anunciadas el título Piratas del Caribe no las vean, no le dejen a la taquilla estadounidense el dinero que necesitamos nosotros", dijo Derbez, que el año pasado consiguió superar a El laberinto del Fauno con No se aceptan devoluciones como película de habla hispana más taquillera de EE UU y por la que anoche ganó el premio al mejor actor. "Niño, te cogiste la gala pa' ti solo", le dijo la actriz cubana Laura de la Uz. Y así fue. Casi. Porque Gloria se llevó tres de las cuatro nominaciones a las que aspiraba, entre ellas, el premio gordo a mejor película.
Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba sonaba entre las favoritas (al menos en la sala de prensa), pero no se llevó ninguno de los cuatros premios a los que estaba nominada (película, actor, dirección y guión). España estuvo representada en el palmarés con el documental de Diego Galán, Con la pata quebrada, y en la mejor coproducción iberoamericana El médico alemán, Wakolda (y por sus participaciones en Gloria y Futbolín). Bueno, y también pasaron por el escenario Javier Cámara, Jorge Sanz, Lucas Vidal y Victoria Abril como presentadores; y Miguel Ángel Muñoz, protagonista de uno de los gags de la noche y desde ya el photobombeador oficial de los Platino.
Crear una identidad común y una marca de cine iberoamericano que una talentos y salve la falta de recursos y pueda luchar contra el cine de Hollywood. "El Oscar será de oro, pero esto es de Platino", dijo Emilio Kauderer, mejor música original por Futbolín (Metegol), al recoger esa estatuilla con forma de mujer que ha diseñado Javier Mariscal y cuyos ganadores eligió un jurado formado por personalidades de la industria cinematográfica.
"Larga vida" dijo de nuevo Paulina García, (merecidísima) mejor actriz por la chilena Gloria, la película que se llenó de gloria (¡cómo evitarlo!) en estos primeros premios Platino. Y así sea: larga vida.
PALMARÉS COMPLETO PREMIOS PLATINO DE CINE IBEROAMERICANO 2014
MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA DE FICCIÓN
GANADOR: Gloria
Heli
La jaula de oro
Las brujas de Zugarramurdi
Roa
Vivir es fácil con los ojos cerrados
El médico alemán
MEJOR DIRECCIÓN
GANADOR: Amat Escalante (Heli)
Sebastián Lelio (Gloria)
David Trueba (Vivir es fácil con los ojos cerrados)
Lucía Puenzo (Wakolda, El médico alemán)
MEJOR GUIÓN
GANADOR: Sebastián Lelio, Gonzalo Maza (Gloria)
Daniel Sánchez Arévalo (La gran familia española)
David Trueba (Vivir es fácil con los ojos cerrados)
Lucía Puenzo (Wakolda, El médico alemán)
MEJOR MÚSICA ORIGINAL
GANADOR: Emilio Kauderer (Futbolín)
Karin Zielinski (El limpiador)
Joan Valent (Las brujas de Zugarramurdi)
MEJOR INTERPRETACIÓN MASCULINA
GANADOR: Eugenio Derbez (No se aceptan devoluciones)
Antonio de la Torre (Caníbal)
Víctor Prada (El limpiador)
Ricardo Darín (Tesis sobre un homicidio)
Javier Cámara (Vivir es fácil con los ojos cerrados)
MEJOR INTERPRETACIÓN FEMENINA
GANADOR: Paulina García (Gloria)
Nashla Bogaert (¿Quién manda?)
Marian Álvarez (La herida)
Karen Martínez (La jaula de oro)
Laura de la Uz (La película de Ana)
Natalia Oreiro (Wakolda, El médico alemán)
MEJOR PELÍCULA DOCUMENTAL
GANADOR: Con la pata quebrada, de Diego Galán
Cuates de Australia
La eterna noche de las doce lunas
O día que durou 21 anos
Sigo siendo
MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN
GANADOR: Futbolín
Anina
El secreto del medallón de jade
Justin y la espada del valor
Una história de amor e fúria
PREMIO CAMILO VIVES A LA MEJOR COPRODUCCIÓN IBEROAMERICANA
GANADOR: Wakolda, El médico alemán, de Lucía Puenzo
Anina
Esclavo de Dios
La jaula de oro
PREMIO PLATINO HONORÍFICO
Sonia Braga
"Yo fui la asistente de una actriz famosa (y sobreviví para contarlo)"
Drogas, videncia, enfermedades venéreas y café de Starbucks: tras leer estos recuerdos de la ex ayudante de una estrella de cine, se te quitarán las ganas de trabajar en Hollywood. Por CINEMANÍA
¿A qué estrella apuntan las revelaciones del texto? Pues no se sabe, aunque algunos rumores (en su web de origen, y en otros medios como Filmdrunk) apuntan tanto a Kate Hudson como a Anne Hathaway, Halle Berry, Cameron Diaz y Sandra Bullock, entre otras. Pero, leyendo lo que cuenta la anónima autora, casi que preferiríamos no saberlo. La confidente arranca a toda máquina, indicando que empezó a trabajar con la actriz de marras creyendo que iba a encargarse de labores de producción... Pero que una de las primeras tareas que recayeron sobre ella fue la de decirle al novio de su jefa que ella quería abandonar la relación. "Puedes pensar que cortar con alguien vía SMS es lo peor", comenta la ex asistente. "Pero no: Mandar a tu ayudante para que corte con él sí que es lo peor. Y fue muy triste, porque él no sabía nada".
Ante semejante panorama, la ayudante personal piensa lo inevitable: "Oh, Dios mío, ¿qué clase de trabajo estoy haciendo?". Pero lo peor estaba por llegar. Si no te lo crees, ojo a este planning: "Antes de mudarme a vivir con ella, me levantaba todos los días a las cuatro de la mañana para llegar a su casa y empezar la rutina del día: llevarle el té, la comida, todas sus vitaminas. Después de mudarme, empezaba a las cinco yendo a un Starbucks a por su café, se lo ponía en la mesita de noche, preparaba té, arrancaba el ordenador, imprimía la agenda del día, revisaba su correo electrónico...". La rutina laboral, cuya mera lectura puede hacerte echar el bofe, también abarcaba un viaje diario a una sucursal de Barnes & Noble (popular cadena de librerías estadounidense) para comprar libros, aunque "ella solía leer sólo los primeros capítulos para luego no hacerles ni caso". ¿Faltaba algo más? Pues sí, porque la estrella también tiene un hijo. "Si ella tenía un rodaje, tenía que llevar al crío y a la niñera, y también estar al tanto para llevarme al chico de ahí si le entraba una rabieta".
Bueno, hasta aquí el curro parece extenuante, pero los trabajos bien pagados suelen llevar su ración de estrés. Ahora bien: nuestra heroína empieza a oler a cuerno quemado cuando los camareros de un bar cercano a la casa de su jefe empiezan a invitarla a copas y a decirle "Sabemos por lo que estás pasando". Es entonces cuando el relato se vuelve más y más delirante: "Una vez recibí una llamada de última hora porque, según me dijo: 'Tengo que ver a mi terapeuta, y después de una sesión no puedo conducir". Una vez hecho el viaje, y con la actriz dentro de la oficina, la asistente se fija en el nombre que figura en la puerta y... "¡Era una quiromante! A mi jefa le estaban leyendo las líneas de la mano, porque en una tienda de regalos le habían dado un cupón de descuento. Era una adivina. Y yo me quedé pensando: 'He dejado una reunión familiar para llevarte a ver a una adivina'. La tía podría haber llamado a un vidente de esos que salen por la tele de madrugada, y yo me hubiese quedado en casa".
Llegados a este punto, podemos ser comprensivos: al fin y al cabo, el programa de Sandro Rey no se emite en EE UU. Ahora bien, ¿faltaba algún elemento para que la ecuación se saliese de madre? Pues sí: las drogas. Entre las obligaciones de nuestra protagonista se hallaba "ir a recoger las, abrir comillas, 'hierbas', cerrar comillas" que su jefa consumía habitualmente. Cuando leemos "al principio creía que era una infusión para dormir, o algo así, porque ella era muy naturista", pensamos que, o bien la autora es muy ingenua, o nos está tomando el pelo. Lo duro llega después: "Una vez fuimos a un festival de cine, así que viajé hasta allí antes que ella para preparar su vestuario. Cuando ella llega, me pregunta: '¿Cogiste el tema?'. ¿Qué tema? 'Bueno, puse algo de material en tu bolso". Es decir, que la chica hizo un viaje en avión llevando encima una cuantiosa cantidad de maría, y sin saberlo.
Una vez más, conviene tomarse las cosas con calma: sabemos que los actores y actrices aficionados a la marihuana son legión, y la ex asistente reconoce que su jefa le había hablado del asunto anteriormente. Pero la siguiente anécdota con la que nos encontramos invoca directamente a la vergüenza ajena, porque otra de sus tareas incluía ir a la farmacia a por medicinas (esta vez, sin comillas). Un buen día, se le ocurre mirar a qué trastorno corresponde el medicamento de turno, y... "Me di cuenta de que tenía que avisar a algunas personas acerca de cierta enfermedad de transmisión sexual. Llamé al ex novio y le dije: 'Harías bien en ir a que te hicieran una prueba, porque dudo mucho que ella te diga nada'. Y él me respondió: '¡Oh, mierda, gracias!'. Su relación se había acabado hacía siete meses, y en casos así lo mejor que puedes hacer es avisar".
Videntes, marihuana, enfermedades venéreas... Y tacañería. Porque la gota que colmó el vaso fue la siguiente: "Teníamos planeado ir juntas a un festival de cine, ya que ella me había dicho que no podía hacer el viaje sin mí. (...) Y en el último momento ella me dice: 'Tú no vienes. Estoy saliendo con un chico, y va a quedarse allí un día' (...) Ella quería usar mi billete para ahorrarse pagarle a él el viaje". Así las cosas, la autora del artículo renunció a su puesto de trabajo, enterándose poco después de que su antigua jefa no había tenido nunca en nómina a la misma asistente durante más de seis meses seguidos. Por supuesto, el escepticismo es aconsejable a la hora de leer esta historia. Pero estamos seguros de que, si las anécdotas que te hemos contado fuesen llevadas al cine, la película resultante dejaría en mantillas a El diablo viste de Prada. ¿Alguien se anima a ponerle rostro a esa actriz tan puñetera?
Disney: 'La bella durmiente', de Clyde Geronimi
Se había convertido por méritos propios en uno de los éxitos de
taquilla más contundentes de la compañía, el segundo consecutivo desde ‘Peter Pan’ (id, Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske, 1953) y uno de los filmes más queridos por los amantes del cine Disney. ‘La Dama y el Vagabundo’ (‘Lady and the Tramp’, Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske, 1955) asentaba de nuevo el poderío de los estudios y daba renovadas alas al “tío Walt” para poder proponer a su público prácticamente lo que le viniera en gana. Y eso fue precisamente lo que hizo.
Dejando pasar cuatro años en los que la producción tuvo que hacer frente a multitud de retrasos —su estreno inicial se había previsto para 1957—, el que el máximo responsable de la productora estuviera inmerso en la construcción del primer “Disneyland” y atento al gran éxito que estaban cosechando sus ideas para televisión, había supuesto un severo traspiés en el correcto avanzar de ‘La bella durmiente’ (‘Sleeping Beauty’, Clyde Geronimi, 1959), no contando el equipo creativo con el constante apoyo en el que hasta entonces se erigía el visionario cineasta en las míticas reuniones de producción.
Tanto es así, que muchas y diversas fueron las alteraciones y paradas que sufrió el libreto de la cinta, viendo los seis guionistas acreditados como las decisiones que iban tomando para llevar a su concreción la historia de la princesa Aurora, el príncipe Felipe, las tres hadas madrinas y la pérfida Maléfica se interrumpían por las intermitentes injerencias de un Disney que no tenía reparos en rechazar ideas que el equipo de escritores ya había dado por más que válidas.
Crisol de los dos cuentos que se desarrollan alrededor del personaje de esa joven que, por culpa de una maldición, deberá dormir hasta recibir el primer beso de amor, la habilidad de los encargados del guión de este maravilloso cuento que es ‘La bella durmiente’ es especialmente reseñable. Y no sólo por la obvia eliminación de los pasajes más crudos de las narraciones de Perrault o los Grimm —la segunda parte de ambos relatos es de lo más truculento— sino por el espléndido desarrollo de personajes que mejoraba ostensiblemente lo que los legendarios autores habían llegado a plasmar en sus páginas.
De hecho, con respecto a los otros dos filmes de princesas con los que ‘La bella durmiente’ entra directamente en liza —supongo que no hará falta decir cuáles son, ¿no?—, el tratamiento que se da aquí al príncipe es bastante más sólido que el de mera comparsa que recibía en los anteriores algo que, suponemos, es directa consecuencia del unánime aplauso que recibieron tanto Peter Pan como el carismático Vagabundo. Eso sí, en lo que concierne a Aurora poca es la evolución que se muestra aquí en relación a Blancanieves y Cenicienta, recayendo de nuevo el peso del protagonismo en unos “secundarios” de lujo.
Y si he entrecomillado el término “secundarios” es porque en ‘La bella durmiente’, el protagonismo que con anterioridad se había reservado a los enanitos o los ratones es aquí aumentado hasta hacer de Flora, Fauna y Primavera auténticos motores con los que hacer avanzar la trama. El bonachón carácter de las tres madrinas de Aurora, esas carismáticas personalidades perfiladas con tres brochazos y medio y el hecho de que de ellas dimane un muy alto porcentaje del humor que destila el filme, las convierte de un plumazo en las más queridas de la función.
En firme contraposición a ellas tenemos, cómo no, a la villana de la producción, una Maléfica a la que muy pronto veremos en carne y hueso encarnada por Angelina Jolie y que, a mi parecer, si bien en diseño supera a las madrastras de Blancanieves o Cenicienta y su altiva presencia, rubricada por ese extraño tocado que tanto habla de lo maligno de su condición, se lleva toda la atención del espectador en las escenas que aparece, no puede decirse lo mismo de su personalidad y de las supuestas motivaciones que la llevan a maldecir a Aurora.
No es que aquellas que ostentaban las citadas madrastras fueran de una solidez a prueba de bombas, pero eran un ápice más creíbles que la rabieta en la que se apoya Maléfica para, por no haber sido invitada al bautizo de Aurora, maldecirla con una muerte segura una vez la princesa llegue a sus dieciséis primaveras. De todas formas, tampoco podemos pedir una profundidad insondable a una villana que cumple a la perfección su cometido y que, sin duda, se encuentra entre las más reconocibles de cuántas han visto la luz bajo el sello Disney.
Aunque durante mucho tiempo los responsables de ‘La bella durmiente’ barajaron el utilizar una partitura completamente original para volver a dotar al filme de esa singular vida que ya habíamos visto hasta entonces en la práctica totalidad de las producciones de la compañía, y algunos de los compositores habituales de los estudios trabajaron en ideas con las que musicar los setenta y cinco minutos de metraje, fue la insistencia de Walt la que finalmente dotó a la película de uno de sus mejores y más ajustados valores.
Dicha insistencia no fue otra que el que el que terminara encargándose de escribir los pentagramas, lo hiciera siguiendo de la manera más fidedigna posible aquello que ese maestro de la música orquestal llamado Piotr Illyich Tchaikovsky había escrito a finales del s.XIX para el maravilloso ballet de ‘La bella durmiente’. Contando para ello con un nombre que, desde ese momento, estaría atado a la compañía durante tres lustros, la personalidad con la que queda impregnado el metraje a través de los temas del compositor ruso adaptados por George Bruns es de esas que ha logrado trascender los años hasta el punto de atribuirse al compositor estadounidense la autoría real de lo que aquí escuchamos.
Trasladando la compleja personalidad de un ballet de casi tres horas a la hora y cuarto durante la que se prolonga el filme, y echando mano de los motivos más reseñables de la obra de Tchaikovsky, terminan resultando tremendamente identificables la traslación del vals compuesto por el ruso al ‘Once Upon a Dream’ que se erige en tema de amor de la película, el juguetón motivo que se asocia a las hadas madrinas y, cómo no, el intrigante tema que, compuesto originalmente para el Gato con Botas en el ballet, Burns altera de forma sensible aquí con la inclusión de unos ominosos coros femeninos para acompañar a Maléfica.
Filmada en 70mm, lo que trajo de cabeza a unos animadores que no estaban acostumbrados a tener que dibujar en tanta amplitud, si hay algo que llama poderosamente la atención de ‘La bella durmiente’ es lo muy diferente que es su animación en términos generales con respecto a lo que la compañía había desarrollado cuatro años antes: poco o nada tienen que ver las redondeces y los cálidos diseños de ‘La dama y el vagabundo’ con lo experimental y estilizado de las figuras que aquí vemos y la sorprendente paleta de colores derivada del trabajo de Eyvind Earle.
Extrayendo ideas de obras de Durero, Van Eyck, Botticelli o Brueghel, la intervención del joven animador fue uno de los factores más determinantes del aspecto final de la cinta, al igual que había hecho en el pasado Tyrus Wong con ‘Bambi’ (id, David Hand, 1942), y lo que muy probablemente más influyó en la tibia recepción con la que el público de la época acogió a una cinta que no llegó a recuperar los seis millones de dólares que se invirtieron en su realización.
Lo que entonces no supieron apreciar es, a juicio del que esto suscribe, la belleza inherente a una de las cintas más atrevidas desde el punto de vista visual de cuántas la Disney ha llegado a producir a lo largo de sus décadas de existencia: no cabe duda de que, en aras de la consecución de esa belleza se descuidaron —aunque no en exceso— aspectos como la animación de los personajes en los fondos, que siempre aparecen muy esquematizados, pero ello no quita para que la fusión de la personalidad de Earle con el asombroso aprovechamiento del formato panorámico nos regale momentos de soberbios como toda la secuencia en el bosque.
Si a ello unimos la comicidad ya comentada de las hadas, o aquella que ostentan los reyes Stefan y Hubert —esa escena con el juglar siempre me arranca alguna que otra risotada—, el perfecto funcionamiento de la historia entre Aurora y Felipe y, por supuesto, el espectacular clímax final y el enfrentamiento entre el príncipe y el dragón, obtenemos un título mágico al que los años no han restado un ápice de lustre. Antes bien, si algo ha conseguido el paso del tiempo es poner en su sitio a uno de los mejores clásicos de la compañía, que a partir de aquí devendría en un progresivo empeoramiento de formas.
Dejando pasar cuatro años en los que la producción tuvo que hacer frente a multitud de retrasos —su estreno inicial se había previsto para 1957—, el que el máximo responsable de la productora estuviera inmerso en la construcción del primer “Disneyland” y atento al gran éxito que estaban cosechando sus ideas para televisión, había supuesto un severo traspiés en el correcto avanzar de ‘La bella durmiente’ (‘Sleeping Beauty’, Clyde Geronimi, 1959), no contando el equipo creativo con el constante apoyo en el que hasta entonces se erigía el visionario cineasta en las míticas reuniones de producción.
Fusionando a Perrault y los hermanos Grimm
Tanto es así, que muchas y diversas fueron las alteraciones y paradas que sufrió el libreto de la cinta, viendo los seis guionistas acreditados como las decisiones que iban tomando para llevar a su concreción la historia de la princesa Aurora, el príncipe Felipe, las tres hadas madrinas y la pérfida Maléfica se interrumpían por las intermitentes injerencias de un Disney que no tenía reparos en rechazar ideas que el equipo de escritores ya había dado por más que válidas.
Crisol de los dos cuentos que se desarrollan alrededor del personaje de esa joven que, por culpa de una maldición, deberá dormir hasta recibir el primer beso de amor, la habilidad de los encargados del guión de este maravilloso cuento que es ‘La bella durmiente’ es especialmente reseñable. Y no sólo por la obvia eliminación de los pasajes más crudos de las narraciones de Perrault o los Grimm —la segunda parte de ambos relatos es de lo más truculento— sino por el espléndido desarrollo de personajes que mejoraba ostensiblemente lo que los legendarios autores habían llegado a plasmar en sus páginas.
De hecho, con respecto a los otros dos filmes de princesas con los que ‘La bella durmiente’ entra directamente en liza —supongo que no hará falta decir cuáles son, ¿no?—, el tratamiento que se da aquí al príncipe es bastante más sólido que el de mera comparsa que recibía en los anteriores algo que, suponemos, es directa consecuencia del unánime aplauso que recibieron tanto Peter Pan como el carismático Vagabundo. Eso sí, en lo que concierne a Aurora poca es la evolución que se muestra aquí en relación a Blancanieves y Cenicienta, recayendo de nuevo el peso del protagonismo en unos “secundarios” de lujo.
De hadas buenas y brujas muy malas
Y si he entrecomillado el término “secundarios” es porque en ‘La bella durmiente’, el protagonismo que con anterioridad se había reservado a los enanitos o los ratones es aquí aumentado hasta hacer de Flora, Fauna y Primavera auténticos motores con los que hacer avanzar la trama. El bonachón carácter de las tres madrinas de Aurora, esas carismáticas personalidades perfiladas con tres brochazos y medio y el hecho de que de ellas dimane un muy alto porcentaje del humor que destila el filme, las convierte de un plumazo en las más queridas de la función.
En firme contraposición a ellas tenemos, cómo no, a la villana de la producción, una Maléfica a la que muy pronto veremos en carne y hueso encarnada por Angelina Jolie y que, a mi parecer, si bien en diseño supera a las madrastras de Blancanieves o Cenicienta y su altiva presencia, rubricada por ese extraño tocado que tanto habla de lo maligno de su condición, se lleva toda la atención del espectador en las escenas que aparece, no puede decirse lo mismo de su personalidad y de las supuestas motivaciones que la llevan a maldecir a Aurora.
No es que aquellas que ostentaban las citadas madrastras fueran de una solidez a prueba de bombas, pero eran un ápice más creíbles que la rabieta en la que se apoya Maléfica para, por no haber sido invitada al bautizo de Aurora, maldecirla con una muerte segura una vez la princesa llegue a sus dieciséis primaveras. De todas formas, tampoco podemos pedir una profundidad insondable a una villana que cumple a la perfección su cometido y que, sin duda, se encuentra entre las más reconocibles de cuántas han visto la luz bajo el sello Disney.
Una decisión maravillosa
Aunque durante mucho tiempo los responsables de ‘La bella durmiente’ barajaron el utilizar una partitura completamente original para volver a dotar al filme de esa singular vida que ya habíamos visto hasta entonces en la práctica totalidad de las producciones de la compañía, y algunos de los compositores habituales de los estudios trabajaron en ideas con las que musicar los setenta y cinco minutos de metraje, fue la insistencia de Walt la que finalmente dotó a la película de uno de sus mejores y más ajustados valores.
Dicha insistencia no fue otra que el que el que terminara encargándose de escribir los pentagramas, lo hiciera siguiendo de la manera más fidedigna posible aquello que ese maestro de la música orquestal llamado Piotr Illyich Tchaikovsky había escrito a finales del s.XIX para el maravilloso ballet de ‘La bella durmiente’. Contando para ello con un nombre que, desde ese momento, estaría atado a la compañía durante tres lustros, la personalidad con la que queda impregnado el metraje a través de los temas del compositor ruso adaptados por George Bruns es de esas que ha logrado trascender los años hasta el punto de atribuirse al compositor estadounidense la autoría real de lo que aquí escuchamos.
Trasladando la compleja personalidad de un ballet de casi tres horas a la hora y cuarto durante la que se prolonga el filme, y echando mano de los motivos más reseñables de la obra de Tchaikovsky, terminan resultando tremendamente identificables la traslación del vals compuesto por el ruso al ‘Once Upon a Dream’ que se erige en tema de amor de la película, el juguetón motivo que se asocia a las hadas madrinas y, cómo no, el intrigante tema que, compuesto originalmente para el Gato con Botas en el ballet, Burns altera de forma sensible aquí con la inclusión de unos ominosos coros femeninos para acompañar a Maléfica.
‘La bella durmiente’, un cuento inolvidable
Filmada en 70mm, lo que trajo de cabeza a unos animadores que no estaban acostumbrados a tener que dibujar en tanta amplitud, si hay algo que llama poderosamente la atención de ‘La bella durmiente’ es lo muy diferente que es su animación en términos generales con respecto a lo que la compañía había desarrollado cuatro años antes: poco o nada tienen que ver las redondeces y los cálidos diseños de ‘La dama y el vagabundo’ con lo experimental y estilizado de las figuras que aquí vemos y la sorprendente paleta de colores derivada del trabajo de Eyvind Earle.
Extrayendo ideas de obras de Durero, Van Eyck, Botticelli o Brueghel, la intervención del joven animador fue uno de los factores más determinantes del aspecto final de la cinta, al igual que había hecho en el pasado Tyrus Wong con ‘Bambi’ (id, David Hand, 1942), y lo que muy probablemente más influyó en la tibia recepción con la que el público de la época acogió a una cinta que no llegó a recuperar los seis millones de dólares que se invirtieron en su realización.
Lo que entonces no supieron apreciar es, a juicio del que esto suscribe, la belleza inherente a una de las cintas más atrevidas desde el punto de vista visual de cuántas la Disney ha llegado a producir a lo largo de sus décadas de existencia: no cabe duda de que, en aras de la consecución de esa belleza se descuidaron —aunque no en exceso— aspectos como la animación de los personajes en los fondos, que siempre aparecen muy esquematizados, pero ello no quita para que la fusión de la personalidad de Earle con el asombroso aprovechamiento del formato panorámico nos regale momentos de soberbios como toda la secuencia en el bosque.
Si a ello unimos la comicidad ya comentada de las hadas, o aquella que ostentan los reyes Stefan y Hubert —esa escena con el juglar siempre me arranca alguna que otra risotada—, el perfecto funcionamiento de la historia entre Aurora y Felipe y, por supuesto, el espectacular clímax final y el enfrentamiento entre el príncipe y el dragón, obtenemos un título mágico al que los años no han restado un ápice de lustre. Antes bien, si algo ha conseguido el paso del tiempo es poner en su sitio a uno de los mejores clásicos de la compañía, que a partir de aquí devendría en un progresivo empeoramiento de formas.
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