¿Un porvenir sin pantallas grandes, dominado por internet y el VOD?
Según el director de 'Interstellar', esto no será así ni de lejos. Por
CINEMANÍA
Basta con echarle un ojo a su filmografía para saber que a
Christopher Nolan le
van mucho las situaciones de crisis, los escenarios apocalípticos y las
fantasías especulativas. Y es suficiente con leer un par de entrevistas
para saber que el director de
El caballero oscuro: La leyenda renace, El prestigio y (próximamente)
Interstellar tiene
un concepto de sí mismo, digamos, un poco elevado. ¿Qué ocurre cuando
combinamos ambas facetas, y para colmo las aplicamos a un tema de
candente actualidad? Pues que obtenemos un
artículo (ojo, enlace sólo para suscriptores) como el que el cineasta británico publicó el lunes en el
Wall Street Journal. El veterano diario financiero de Nueva York dio cancha libre a Nolan para disertar sobre un asunto tan espinoso como
el futuro del cine en pantalla grande, lo
cual dio pie a que éste formulara una serie de opiniones que han
circulado mucho, y también han generado algún revuelo que otro, en la
internet anglosajona.
¿Cómo empieza Nolan? Pues a lo grande, claro está: citando a su colega
Quentin Tarantino. Según el genio de la gran mandíbula, comienza el artículo,
"existe un futuro en el que el cine pasa a ser 'televisión vista en público". Algo relacionado, apunta el cineasta, con que los medios digitales han transformado a los filmes en
"corrientes de datos", un panorama en el que la palabra mágica es
"contenido".
"Las
películas serán arrinconadas junto con otros proyectos bajo el
reduccionista término 'contenido', una palabreja que pretende ser
brillante, pero que en realidad trivializa unas diferencias formales de
gran importancia tanto para los creadores como para las audiencias", señala Nolan, quien insiste acto seguido en que esta situación no le hace nada de gracia, básicamente porque devalua al cine.
"El
'contenido' es algo que puede exhibirse en teléfonos móviles, relojes,
surtidores de gasolinera o cualquier otra cosa que tenga una pantalla, y
la idea ahora es que las salas de cine asuman su situación como una
'plataforma' más, sólo que con pantallas más grandes y sillas con
portavasos".
Más adelante, Nolan califica este posible futuro de
"siniestro", y deja caer que la actitud de la industria minusvalora la posición del cine
"a la cabeza de la cultura popular".
Su predicción es que, con el actual devenir de la industria, el cine
pasará a verse principalmente en casa, quedando relegadas las pocas
salas supervivientes a albergar
"eventos para películas centradas en los 'fans' o en franquicias". Aun así, el londinense opina que esta tendencia
"no durará". ¿Por qué? Pues porque los medios técnicos, en general, no son tan importantes como parecen:
"Una
vez llegados al punto en el que las películas no pueden ser definidas
por la tecnología, se desenmascaran sus poderosos fundamentos: la
atemporalidad, la sensación de estar en otro mundo, la experiencia de
compartir una narrativa". Y, a continuación, Nolan deja caer
algo que (según el lector) puede ser, bien una mentira enorme, bien una
verdad como un templo:
"A todos nos gusta quejarnos de esos
espectadores que nos incordian, pero la mayoría de nosotros sentimos una
punzada de decepción cuando nos sentamos en una sala de cine vacía".
De esta manera, tras pintarnos un panorama híbrido de
La última película de
Bogdanovich y sus propias fantasías superheroicas (¿cómo serán los cines de
Gotham City, a todo esto?), Nolan acaba mostrándose optimista.
"La
experiencia del público es distinta del entretenimiento doméstico, pero
no lo bastante como para que la gente la busque por sí misma", afirma.
"Es una experiencia que debe diferenciarse mediante otras maneras. Y lo hará". Según advierte el director, es el momento de que la industria se ponga las pilas, porque
"el
público le dará su dinero a los estudios, las salas y los directores
que valoren la experiencia de ir al cine y creen una dimensión distinta a
la del cine en casa, de la misma manera que el cine luchó contra el widescreen y el sonido estéreo cuando la televisión comenzó a pisarle los talones".
Esta revolución
nolaniana tendrá lugar a base de
"innovación,
experimentación y gastos, no de bajadas de presupuesto disfrazadas de
'mejoras' digitales o de trucos de feria orientados a subir el precio de
las entradas". ¿Es esto una invectiva contra el 3D? Porque se le parece mucho... En todo caso, resume Nolan,
"la
exhibición en sala es al negocio del cine lo que los conciertos a la
música. Y nadie va a un concierto para que le pongan un MP3 en un
escenario vacío". Los aficionados a la música electrónica, donde las actuaciones suelen desarrollarse a base de
sampling y
bases pregrabadas, podrían objetar a esto último, o al menos añadirle
matices, pero Nolan tiene más que decir: tras citar de nuevo a
Tarantino, atribuyéndole en parte el mérito de haber salvado a los
cinéfilos de
"la tiranía de las multisalas", es su turno para predecir
cómo serán los cines del futuro, nada menos.
Y, ¿cómo serán los cines del mañana, según Christopher Nolan? Pues agárrate, que vienen curvas:
"Los
cines del futuro serán más grandes y más hermosos que nunca. Emplearán
formatos muy costosos que no pueden adquirirse o reproducirse en casa
(como, irónicamente, el celuloide). Y seguirán gozando de exclusividad,
dado que los estudios se darán cuenta del tremendo valor económico que
deriva de lanzar sus productos de una forma impactante". Como guinda de la tarta, ojo a su última frase:
"Es
imposible no pensar que de una estructura tan abierta no surgirán
grandes obras. Y esa es la parte a la que no puedo esperar".
¿Son plausibles estas predicciones? ¿Cabe comparar el análisis de Nolan con otros, como por ejemplo
aquel de Martin Scorsese que
le daba menos importancia al formato de exhibición, y más a las
oportunidades de la nueva tecnología para allanarle el camino a los
cineastas jóvenes? Podríamos decir, también, que el británico está
ignorando al cine
indie y a los bajos presupuestos para hacer apología de formatos como
su amado IMAX.
Y también puede decirse que fenómenos como el de las salas de cine
diferenciadas o exclusivas le dan la razón. Pero sólo el tiempo pondrá o
quitará valor a sus predicciones: nosotros, por nuestra parte, a lo que
no podemos esperar es al estreno de
Interstellar el
7 de noviembre.