sábado, 29 de noviembre de 2014
Carteles con Ñ: 'The Imitation Game', 'Invencible', 'Carlitos y Snoopy', 'Samba' y 'Puro vicio'
Esta última semana destacamos el lanzamiento de nuevos carteles en español de películas como 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)', 'Invencible (Unbroken)', 'Carlitos y Snoopy. La Película de Peanuts', 'Samba', 'Puro vicio', 'Into the Woods', 'Dando la nota - Aún más alto', 'Luna en Brasil', 'St. Vincent', 'La distancia más larga' y 'Perdiendo el norte', de la que encontraréis hasta tres carteles, así como los correspondientes a 'Yo mate a mi madre' y 'Los amores imaginarios',
los dos primeros trabajos de Xavier Dolan (inéditos en España) que
Avalon va a proyectar de manera especial en algunas ciudades españolas.
Todos ellos, juntos pero no revueltos, tras el salto.
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Tráiler español de 'Chappie', lo nuevo de Neill Blomkamp
La división española de Sony Pictures ha lanzado el correspondiente tráiler en castellano de 'Chappie', la nueva cinta del guionista y director Neill Blomkamp, responsable de 'Distrito 9' y 'Elysium'.
Este relato fantástico cuenta la historia de dos mafiosas que roban un
robot con inteligencia artificial para manipularlo según sus fines
perversos. Sharlto Copley prestará su voz al robot Chappie, mientras que
Ninja y Yolandi Visser, voces del movimiento contracorriente
sudafricano Zef y miembros del dúo de música rap-rave Die Antwoord,
interpretarán a los dos gánsteres. Hugh Jackman, Sigourney Weaver y Dev
Patel completan el reparto de esta cinta que llegará a los cines
españoles en marzo de 2015.
¿Irías a un festival a ver telefilmes?
El certamen Zoom de Igualada lleva 11 años avisando de que las películas para TV no son sólo cosa de los sábados por la tarde.
Son los patitos feos del mundo audiovisual: aunque grandes del oficio como Steven Soderbergh (Behind The Candelabra) o el pionero Roberto Rossellini (que los consideraba como el futuro del cine) les hayan dedicado su esfuerzo, los telefilmes siguen despertando, bien indiferencia, bien pitorreo. Algo hasta cierto punto comprensible, porque las sombras de Estrenos TV, del canal estadounidense Lifetime (infatigable proveedor de historias ‘basadas en hechos reales’) y de esas soñolientas horas de después de comer, con las cadenas rellenando su parrilla a base de material de saldo, son demasiado alargadas. Así pues, ¿es posible un festival centrado sólo en películas hechas para televisión? Pues sí, lo es, y no sólo eso: lleva 11 años en marcha, y su nueva edición se está celebrando ahora mismo. Nos referimos al Zoom 2014, el certamen de telefilmes de Igualada (Barcelona), que cerrará sus puertas mañana 30 de noviembre.
“La factoría americana ha hecho mucho daño: de ahí es de donde nace la idea del ‘telefilme del sábado tarde”, nos explica Anna Cervera, directora ejecutiva de Zoom 2014. Pese a dicho escollo, Cervera está muy orgullosa de su certamen, y tiene razones para ello. El festival Zoom nació en 2003, “como una muestra de telefilmes europeos, cuando en Europa comenzaba a cimentarse una producción televisiva de calidad”, y su edición de este año ha abierto las puertas a trabajos procedentes de Taiwán y Malasia. Así mismo, estrena un showcase de episodios piloto para mostrar los trabajos de nuevos creadores. Y, a falta de cifras definitivas tras la clausura, su capacidad para convocar asistentes es tirando a alta: en Cannes o Toronto, que 200 personas se congreguen para un estreno puede ser desdeñable, pero que esa cifra de público se dé cita en una población de 38.000 habitantes, para ver la tv movie El café de la Marina (dirigida por Silvia Munt) sí que resulta digno de mención.
Y más digno de mención si contamos con que llevar a cabo un festival de pequeño formato en tiempos de crisis no es moco de pavo. “Hemos pasado un par de años en la cuerda floja”, reconoce Anna Cervera. Y prosigue: “En esta edición hemos salido a flote gracias a patrocinios privados y al apoyo del Ayuntamiento”. Por otra parte, las palabras de la directora de Zoom nos hacen pensar que Cataluña es un terreno muy propicio para un certamen de telefilmes: Cervera menciona “una época gloriosa en la que TV3 estrenaba más de 20 telefilmes al año”, y la edición 2014 de Zoom cuenta como uno de sus hitos en la proyección de un capítulo de la serie catalana El Crac, con la presencia de su actor protagonista Joel Joan.
Contando con todo esto, ¿qué razones le daría Anna Cervera a un espectador para que se acercara al festival Zoom? “Que le permitirá ver ficción de calidad hecha para televisión, en pantalla grande y sin cortes publicitarios”. La directora del certamen nos recuerda que otros países de Europa, como Alemania, no sólo no consideran al telefilme como un producto de segunda clase, sino que también cuentan para realizarlos con “auténticos maestros que van trasvasándose del mundo del cine”. A lo mejor los casos de Rainer Werner Fassbinder y Werner Herzog, que nunca se cortaron en trabajar para TV, cuentan como precedentes ilustres. “Con el auge de las series, el cine para televisión está siendo reivindicado”, avisa también Cervera. Y nosotros recordamos que éste podría ser uno de los futuros posibles del cine.
Son los patitos feos del mundo audiovisual: aunque grandes del oficio como Steven Soderbergh (Behind The Candelabra) o el pionero Roberto Rossellini (que los consideraba como el futuro del cine) les hayan dedicado su esfuerzo, los telefilmes siguen despertando, bien indiferencia, bien pitorreo. Algo hasta cierto punto comprensible, porque las sombras de Estrenos TV, del canal estadounidense Lifetime (infatigable proveedor de historias ‘basadas en hechos reales’) y de esas soñolientas horas de después de comer, con las cadenas rellenando su parrilla a base de material de saldo, son demasiado alargadas. Así pues, ¿es posible un festival centrado sólo en películas hechas para televisión? Pues sí, lo es, y no sólo eso: lleva 11 años en marcha, y su nueva edición se está celebrando ahora mismo. Nos referimos al Zoom 2014, el certamen de telefilmes de Igualada (Barcelona), que cerrará sus puertas mañana 30 de noviembre.
“La factoría americana ha hecho mucho daño: de ahí es de donde nace la idea del ‘telefilme del sábado tarde”, nos explica Anna Cervera, directora ejecutiva de Zoom 2014. Pese a dicho escollo, Cervera está muy orgullosa de su certamen, y tiene razones para ello. El festival Zoom nació en 2003, “como una muestra de telefilmes europeos, cuando en Europa comenzaba a cimentarse una producción televisiva de calidad”, y su edición de este año ha abierto las puertas a trabajos procedentes de Taiwán y Malasia. Así mismo, estrena un showcase de episodios piloto para mostrar los trabajos de nuevos creadores. Y, a falta de cifras definitivas tras la clausura, su capacidad para convocar asistentes es tirando a alta: en Cannes o Toronto, que 200 personas se congreguen para un estreno puede ser desdeñable, pero que esa cifra de público se dé cita en una población de 38.000 habitantes, para ver la tv movie El café de la Marina (dirigida por Silvia Munt) sí que resulta digno de mención.
Y más digno de mención si contamos con que llevar a cabo un festival de pequeño formato en tiempos de crisis no es moco de pavo. “Hemos pasado un par de años en la cuerda floja”, reconoce Anna Cervera. Y prosigue: “En esta edición hemos salido a flote gracias a patrocinios privados y al apoyo del Ayuntamiento”. Por otra parte, las palabras de la directora de Zoom nos hacen pensar que Cataluña es un terreno muy propicio para un certamen de telefilmes: Cervera menciona “una época gloriosa en la que TV3 estrenaba más de 20 telefilmes al año”, y la edición 2014 de Zoom cuenta como uno de sus hitos en la proyección de un capítulo de la serie catalana El Crac, con la presencia de su actor protagonista Joel Joan.
Contando con todo esto, ¿qué razones le daría Anna Cervera a un espectador para que se acercara al festival Zoom? “Que le permitirá ver ficción de calidad hecha para televisión, en pantalla grande y sin cortes publicitarios”. La directora del certamen nos recuerda que otros países de Europa, como Alemania, no sólo no consideran al telefilme como un producto de segunda clase, sino que también cuentan para realizarlos con “auténticos maestros que van trasvasándose del mundo del cine”. A lo mejor los casos de Rainer Werner Fassbinder y Werner Herzog, que nunca se cortaron en trabajar para TV, cuentan como precedentes ilustres. “Con el auge de las series, el cine para televisión está siendo reivindicado”, avisa también Cervera. Y nosotros recordamos que éste podría ser uno de los futuros posibles del cine.
‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’: diseccionamos el tráiler
Un análisis imagen por imagen del nuevo avance galáctico. ¿Qué nos tiene preparado J. J. Abrams?
Un minuto y medio de imágenes para dejarnos boquiabiertos… y un año largo para cavilar sobre su significado. Esa es la huella que, desde esta misma tarde, nos ha dejado el primer tráiler de Star Wars: El despertar de la Fuerza, nuestro regreso a la Galaxia Muy, Muy Lejana de la mano de J. J. Abrams. Siempre diestro en el arte de dosificar información, el creador de Perdidos ha entregado un avance al que no se asoman ni Han Solo, ni Luke Skywalker, ni Leia Organa, pero que llega lo bastante cargado de rostros nuevos, y de imágenes ya conocidas, como para hacernos desear que los meses pasen raudos hasta el 25 de diciembre de 2015, fecha de estreno del filme. Tras haber diseccionado al límite ese título tan abierto a interpretaciones, nosotros hemos inspeccionado el tráiler imagen a imagen en busca de posibles pistas y easter eggs: aquí tienes el resultado de nuestra búsqueda.
“Ha habido un despertar, ¿lo has sentido?”: esas son las primeras palabras del tráiler de El despertar de la Fuerza. Ahora bien, ¿quién las pronuncia? El timbre grave y el tono rasposo no ayudan precisamente a detectarlo, pero ¿podría tratarse de un Luke Skywalker viejuno?
Por cosas de las localizaciones de rodaje (uno no se va a Dubai buscando nieve) sabíamos que buena parte de esta película transcurrirá en un planeta desértico, el cual no tiene por qué ser necesariamente Tatooine. Y ahí, entre las dunas, vemos a un jadeante John Boyega bañado en sudor y con tal cara de pasmo que parece que ha visto a Darth Vader. El actor lleva una armadura imperial, lo cual da crédito a los rumores según los cuales encarna a un soldado de asalto renegado. Y esa forma de entrar en cuadro, mediante un respingo, ¿no nos recuerda precisamente a un despertar? Señalemos, por otra parte, que estamos ante el primer soldado de asalto negro, el cual además no sonará (por razones obvias) como el actor neozelandés Temuera Morrison, que presta su voz a los esbirros imperiales desde El ataque de los clones.
Con ese ojo cibernético tan redondo y tan abierto, esos ruiditos a medio camino de los de una unidad astromecánica y los de Wall-E y esa forma tan similar a una pelota de playa, el droide que aparece en el tráiler resulta entrañable desde el minuto uno. Por una parte, pensamos que el cacharro debe ser importante para la trama, ya que de no ser así Abrams no malgastaría su valioso tiempo mostrándolo. Por otra, nos preguntamos si no se tratará del sucesor de R2-D2 (esperemos que no) como mascota diminuta y protestona de la saga. Pero lo que nos mosquea no es nada de eso: este droide parece tener mucha prisa por llegar a alguna parte… o, más bien, parece estar huyendo de algo. ¿De qué?
Las filtraciones nos lo habían indicado, y ahora tenemos la confirmación definitiva: los soldados de asalto imperiales han vuelto. De hecho, estos stormtroopers de nueva generación (¡ojo a sus armaduras remozadas y rediseñadas!) parecen disponerse a hacer honor a su nombre. Es decir, preparándose para asaltar un enclave desconocido. ¿Serán la primera oleada de una ofensiva contra la Nueva República? ¿Se las habrán apañado para mejorar esa puntería legendariamente mala?
La aparición de Daisy Ridley en el avance nos demuestra dos cosas. La primera, que nuestras oraciones pidiendo más heroínas con personalidad y agallas para Star Wars parecen haberse cumplido: no hay más que ver la propiedad con la que la chica pone en marcha su vehículo para salir despendolada por el desierto (al igual que en el caso del droide, cabe preguntarse que es lo que le hace tener tanta prisa). La segunda revelación: los diseños para vehículos personales de la Galaxia Muy, Muy Lejana no parecen haber mejorado con los años, sino todo lo contrario. Porque, en comparación con este speeder tan cuadradote, y tan parecido a los vehículos de la serie Star Wars Rebels, aquel utilitario hecho trizas que Luke Skywalker pilotaba en la primera película del serial parece un Porsche Cayenne.
Un nuevo gancho para nostálgicos en el tráiler de Star Wars: El despertar de la Fuerza: la reaparición, en toda su gloria, de los buenos y viejos cazas Ala-X. También objeto de un rediseño muy estiloso, aunque con la chapa y pintura bastante descascarillada, estos vehículos que hicieron historia en las batallas de Yavin IV y Endor están en la buena forma suficiente como para marcarse un vuelo rasante sobre las aguas de un lago. Un momento: si hasta ahora sólo hemos visto imágenes en un lugar desértico, ¿significa esto que hemos cambiado de mundo, o es que los cerebros de la saga han descubierto de golpe que puede haber varios ecosistemas en un planeta? En todo caso, quedémonos con esa imagen de Oscar Isaac hecho todo un Wedge Antilles a los mandos de su nave.
En un paisaje nevado, que podría hallarse en el mismo planeta que la imagen anterior (y que, en lo tocante a nuestro mundo, seguramente se hallará en Escocia), avistamos a un sujeto con una túnica de negro color. Y no, no se trata de Luke: por si la voz en off no lo dejase lo bastante claro, el color rojo de su sable de luz nos avisa de que estamos ante la primera visión de un guerrero Sith en la nueva trilogía. O quién sabe si de una guerrera… En todo caso, desde el doble sable de Darth Maul no habíamos visto un arma láser tan fardona, con esos ‘gavilanes-luz’ que complementan a la hoja principal, dándole un aire subidamente medieval al conjunto: puede que no sean muy prácticos, pero molan, y contribuyen a que ese arma elegante para tiempos más civilizados se parezca menos que nunca a una katana japonesa. Por otra parte, el toque religioso aportado por ese aspecto cruciforme podría tener algo que ver con los Inquisidores, esa orden de caza-Jedi a la que (de nuevo, según los rumores) podrían pertenecer los villanos de esta historia.
La pantalla se mantiene en negro, la voz del narrador nos recuerda que el lado luminoso de la Fuerza también existe… Y, con la fanfarria de John Williams sonando de nuevo a plena potencia, presenciamos lo que seguramente sea el momento más bonito del tráiler: nuestro querido Halcón Milenario, tan desvencijado como siempre, marcándose piruetas acrobáticas por el cielo de ‘Parece-Tatooine’ en pleno combate cerrado contra dos cazas TIE. Efectivamente: parece que lo del regreso del Imperio no era un farol. Y, constatado esto, nosotros nos preguntamos: ¿quiénes irán a bordo de nuestro carguero corelliano favorito? Como postre, tras los créditos, el característico zumbido de un sable de luz al encenderse nos deja con un nudo en la garganta…
Los warsies más avezados han notado (o, mejor dicho, han dejado de notar) dos cosas interesantes en el tráiler de The Force Awakens. La primera: el avance sólo incluye imágenes de humanos y de droides, pero no de criaturas alienígenas. Por otra parte, ninguno de los personajes clásicos de la saga aparece en el clip. Ambas cosas podrían corresponder a la intención de Abrams de no ‘quemar’ el factor sorpresa de la nueva película, así como de mantener a sus fans en vilo y a la espera de los regresos de Harrison Ford, Mark Hamill, Carrie Fisher, Peter Mayhew (Chewbacca) y nuestros droides de cabecera. Una vez más, J. J. demuestra que a astuto no le gana nadie: mirad qué cara de satisfacción tiene en la foto de arriba…
Via:cinemania
Un minuto y medio de imágenes para dejarnos boquiabiertos… y un año largo para cavilar sobre su significado. Esa es la huella que, desde esta misma tarde, nos ha dejado el primer tráiler de Star Wars: El despertar de la Fuerza, nuestro regreso a la Galaxia Muy, Muy Lejana de la mano de J. J. Abrams. Siempre diestro en el arte de dosificar información, el creador de Perdidos ha entregado un avance al que no se asoman ni Han Solo, ni Luke Skywalker, ni Leia Organa, pero que llega lo bastante cargado de rostros nuevos, y de imágenes ya conocidas, como para hacernos desear que los meses pasen raudos hasta el 25 de diciembre de 2015, fecha de estreno del filme. Tras haber diseccionado al límite ese título tan abierto a interpretaciones, nosotros hemos inspeccionado el tráiler imagen a imagen en busca de posibles pistas y easter eggs: aquí tienes el resultado de nuestra búsqueda.
¿De quién es esa voz?
“Ha habido un despertar, ¿lo has sentido?”: esas son las primeras palabras del tráiler de El despertar de la Fuerza. Ahora bien, ¿quién las pronuncia? El timbre grave y el tono rasposo no ayudan precisamente a detectarlo, pero ¿podría tratarse de un Luke Skywalker viejuno?
Un soldado en el desierto
Por cosas de las localizaciones de rodaje (uno no se va a Dubai buscando nieve) sabíamos que buena parte de esta película transcurrirá en un planeta desértico, el cual no tiene por qué ser necesariamente Tatooine. Y ahí, entre las dunas, vemos a un jadeante John Boyega bañado en sudor y con tal cara de pasmo que parece que ha visto a Darth Vader. El actor lleva una armadura imperial, lo cual da crédito a los rumores según los cuales encarna a un soldado de asalto renegado. Y esa forma de entrar en cuadro, mediante un respingo, ¿no nos recuerda precisamente a un despertar? Señalemos, por otra parte, que estamos ante el primer soldado de asalto negro, el cual además no sonará (por razones obvias) como el actor neozelandés Temuera Morrison, que presta su voz a los esbirros imperiales desde El ataque de los clones.
¡Corre, droide, corre!
Con ese ojo cibernético tan redondo y tan abierto, esos ruiditos a medio camino de los de una unidad astromecánica y los de Wall-E y esa forma tan similar a una pelota de playa, el droide que aparece en el tráiler resulta entrañable desde el minuto uno. Por una parte, pensamos que el cacharro debe ser importante para la trama, ya que de no ser así Abrams no malgastaría su valioso tiempo mostrándolo. Por otra, nos preguntamos si no se tratará del sucesor de R2-D2 (esperemos que no) como mascota diminuta y protestona de la saga. Pero lo que nos mosquea no es nada de eso: este droide parece tener mucha prisa por llegar a alguna parte… o, más bien, parece estar huyendo de algo. ¿De qué?
¿Apuntarán mejor esta vez?
Las filtraciones nos lo habían indicado, y ahora tenemos la confirmación definitiva: los soldados de asalto imperiales han vuelto. De hecho, estos stormtroopers de nueva generación (¡ojo a sus armaduras remozadas y rediseñadas!) parecen disponerse a hacer honor a su nombre. Es decir, preparándose para asaltar un enclave desconocido. ¿Serán la primera oleada de una ofensiva contra la Nueva República? ¿Se las habrán apañado para mejorar esa puntería legendariamente mala?
Daisy pisa el acelerador
La aparición de Daisy Ridley en el avance nos demuestra dos cosas. La primera, que nuestras oraciones pidiendo más heroínas con personalidad y agallas para Star Wars parecen haberse cumplido: no hay más que ver la propiedad con la que la chica pone en marcha su vehículo para salir despendolada por el desierto (al igual que en el caso del droide, cabe preguntarse que es lo que le hace tener tanta prisa). La segunda revelación: los diseños para vehículos personales de la Galaxia Muy, Muy Lejana no parecen haber mejorado con los años, sino todo lo contrario. Porque, en comparación con este speeder tan cuadradote, y tan parecido a los vehículos de la serie Star Wars Rebels, aquel utilitario hecho trizas que Luke Skywalker pilotaba en la primera película del serial parece un Porsche Cayenne.
Los X marcan la nostalgia
Un nuevo gancho para nostálgicos en el tráiler de Star Wars: El despertar de la Fuerza: la reaparición, en toda su gloria, de los buenos y viejos cazas Ala-X. También objeto de un rediseño muy estiloso, aunque con la chapa y pintura bastante descascarillada, estos vehículos que hicieron historia en las batallas de Yavin IV y Endor están en la buena forma suficiente como para marcarse un vuelo rasante sobre las aguas de un lago. Un momento: si hasta ahora sólo hemos visto imágenes en un lugar desértico, ¿significa esto que hemos cambiado de mundo, o es que los cerebros de la saga han descubierto de golpe que puede haber varios ecosistemas en un planeta? En todo caso, quedémonos con esa imagen de Oscar Isaac hecho todo un Wedge Antilles a los mandos de su nave.
“El lado oscuro…”
En un paisaje nevado, que podría hallarse en el mismo planeta que la imagen anterior (y que, en lo tocante a nuestro mundo, seguramente se hallará en Escocia), avistamos a un sujeto con una túnica de negro color. Y no, no se trata de Luke: por si la voz en off no lo dejase lo bastante claro, el color rojo de su sable de luz nos avisa de que estamos ante la primera visión de un guerrero Sith en la nueva trilogía. O quién sabe si de una guerrera… En todo caso, desde el doble sable de Darth Maul no habíamos visto un arma láser tan fardona, con esos ‘gavilanes-luz’ que complementan a la hoja principal, dándole un aire subidamente medieval al conjunto: puede que no sean muy prácticos, pero molan, y contribuyen a que ese arma elegante para tiempos más civilizados se parezca menos que nunca a una katana japonesa. Por otra parte, el toque religioso aportado por ese aspecto cruciforme podría tener algo que ver con los Inquisidores, esa orden de caza-Jedi a la que (de nuevo, según los rumores) podrían pertenecer los villanos de esta historia.
“¡Menudo montón de chatarra!”
La pantalla se mantiene en negro, la voz del narrador nos recuerda que el lado luminoso de la Fuerza también existe… Y, con la fanfarria de John Williams sonando de nuevo a plena potencia, presenciamos lo que seguramente sea el momento más bonito del tráiler: nuestro querido Halcón Milenario, tan desvencijado como siempre, marcándose piruetas acrobáticas por el cielo de ‘Parece-Tatooine’ en pleno combate cerrado contra dos cazas TIE. Efectivamente: parece que lo del regreso del Imperio no era un farol. Y, constatado esto, nosotros nos preguntamos: ¿quiénes irán a bordo de nuestro carguero corelliano favorito? Como postre, tras los créditos, el característico zumbido de un sable de luz al encenderse nos deja con un nudo en la garganta…
Lo que no hemos visto
Los warsies más avezados han notado (o, mejor dicho, han dejado de notar) dos cosas interesantes en el tráiler de The Force Awakens. La primera: el avance sólo incluye imágenes de humanos y de droides, pero no de criaturas alienígenas. Por otra parte, ninguno de los personajes clásicos de la saga aparece en el clip. Ambas cosas podrían corresponder a la intención de Abrams de no ‘quemar’ el factor sorpresa de la nueva película, así como de mantener a sus fans en vilo y a la espera de los regresos de Harrison Ford, Mark Hamill, Carrie Fisher, Peter Mayhew (Chewbacca) y nuestros droides de cabecera. Una vez más, J. J. demuestra que a astuto no le gana nadie: mirad qué cara de satisfacción tiene en la foto de arriba…
Via:cinemania
‘Exodus: Dioses y reyes’: ¿Debería Christian Bale ser egipcio?
La epopeya bíblica de Ridley Scott con Christian Bale y Joel Edgerton
levanta quejas por el blanqueamiento de sus protagonistas, interpretados
por un galés y un australiano.
Por si no te habías enterado, la próxima semana se estrena una película pequeñita que corre el riesgo de pasar inadvertida: Exodus: Dioses y reyes. En ella, Ridley Scott cuenta la historia bíblica de Moisés con Christian Bale como protagonista. Lo cual no ha generado pocas críticas de antemano: ¿por qué elegir a un actor galés para interpretar a un hombre nacido en Egipto? No sólo se trata de la superestrella del filme, sino también la mayor parte del reparto principal: Joel Edgerton interpreta al faraón Ramsés II con gran cantidad de maquillaje bronceado sobre el cuerpo, Sigourney Weaver es la reina egipcia Tuya y Aaron Paul es Josué. Ante esta falta de diversidad étnica, la práctica habitual en los blockbusters de Hollywood, se han levantado algunas quejas y la respuesta de Scott, echando la culpa a las políticas de financiación de los grandes estudios, no ha sido muy políticamente correcta.
“No puedo levantar una película de este presupuesto, que depende de la devolución de impuestos en España, y decir que mi actor principal es Muhammad No-sé-cuántos de No-sé-dónde”, declaró el cineasta en Variety. “No conseguiría la financiación. Así que ese asunto ni siquiera se planteó”. Unas palabras bastante más airadas —y, en esencia, realistas— que la excusa de vaga diplomacia que dio meses atrás cuando trató el mismo tema en Yahoo: “Egipto ha sido y es una confluencia de culturas como resultado de su localización geográfica en un cruce de caminos entre África, Oriente Medio y Europa. Hemos contratado actores importantes de diferente etnicidad para reflejar esa diversidad cultural, desde iraníes a españoles y árabes. Hay muchas teorías diferentes sobre las etnias de Egipto y hemos discutido a fondo cuál es la mejor forma de representar esa cultura”. Pero, entonces, el asunto sí que se llegó a plantear, ¿o no? Si al final todo era cuestión de tener a una gran estrella y no a Muhammad No-sé-cuántos…
Por supuesto, Christian Bale también ha tenido que abordar el tema. “Lo que quiere decir Ridley, que me parece interesante, es: ¿qué aspecto tiene un egipcio? Especialmente en aquella época en la que era un imperio, un cruce de caminos entre Europa, Oriente Medio y África. Él diseñó el reparto de forma acorde con su idea”, ha explicado el actor en ET. “No sé si el hecho de haber nacido en Gales y sufrir esta piel que no soporta el sol debería determinar que Ridley dijera ‘En ese caso, no es la persona indicada para el papel’. Lo he hecho lo mejor que he podido y, desde luego, no iba a dejar pasar la oportunidad: es un papel extraordinario”.
¿Tú qué crees? ¿Piensas que Ridley Scott debería haber luchado por tener mayor diversidad étnica en los papeles principales de Exodus: Dioses y reyes? Mientras lo piensas, puedes ver el último tráiler de la película, recién salido del horno y con la épica por las nubes.
Exodus: Dioses y reyes se estrena el 5 de diciembre.
Por si no te habías enterado, la próxima semana se estrena una película pequeñita que corre el riesgo de pasar inadvertida: Exodus: Dioses y reyes. En ella, Ridley Scott cuenta la historia bíblica de Moisés con Christian Bale como protagonista. Lo cual no ha generado pocas críticas de antemano: ¿por qué elegir a un actor galés para interpretar a un hombre nacido en Egipto? No sólo se trata de la superestrella del filme, sino también la mayor parte del reparto principal: Joel Edgerton interpreta al faraón Ramsés II con gran cantidad de maquillaje bronceado sobre el cuerpo, Sigourney Weaver es la reina egipcia Tuya y Aaron Paul es Josué. Ante esta falta de diversidad étnica, la práctica habitual en los blockbusters de Hollywood, se han levantado algunas quejas y la respuesta de Scott, echando la culpa a las políticas de financiación de los grandes estudios, no ha sido muy políticamente correcta.
“No puedo levantar una película de este presupuesto, que depende de la devolución de impuestos en España, y decir que mi actor principal es Muhammad No-sé-cuántos de No-sé-dónde”, declaró el cineasta en Variety. “No conseguiría la financiación. Así que ese asunto ni siquiera se planteó”. Unas palabras bastante más airadas —y, en esencia, realistas— que la excusa de vaga diplomacia que dio meses atrás cuando trató el mismo tema en Yahoo: “Egipto ha sido y es una confluencia de culturas como resultado de su localización geográfica en un cruce de caminos entre África, Oriente Medio y Europa. Hemos contratado actores importantes de diferente etnicidad para reflejar esa diversidad cultural, desde iraníes a españoles y árabes. Hay muchas teorías diferentes sobre las etnias de Egipto y hemos discutido a fondo cuál es la mejor forma de representar esa cultura”. Pero, entonces, el asunto sí que se llegó a plantear, ¿o no? Si al final todo era cuestión de tener a una gran estrella y no a Muhammad No-sé-cuántos…
Por supuesto, Christian Bale también ha tenido que abordar el tema. “Lo que quiere decir Ridley, que me parece interesante, es: ¿qué aspecto tiene un egipcio? Especialmente en aquella época en la que era un imperio, un cruce de caminos entre Europa, Oriente Medio y África. Él diseñó el reparto de forma acorde con su idea”, ha explicado el actor en ET. “No sé si el hecho de haber nacido en Gales y sufrir esta piel que no soporta el sol debería determinar que Ridley dijera ‘En ese caso, no es la persona indicada para el papel’. Lo he hecho lo mejor que he podido y, desde luego, no iba a dejar pasar la oportunidad: es un papel extraordinario”.
¿Tú qué crees? ¿Piensas que Ridley Scott debería haber luchado por tener mayor diversidad étnica en los papeles principales de Exodus: Dioses y reyes? Mientras lo piensas, puedes ver el último tráiler de la película, recién salido del horno y con la épica por las nubes.
Exodus: Dioses y reyes se estrena el 5 de diciembre.
9 obras maestras que solo entienden sus directores
Viajes oníricos al fin de la noche, introspecciones peliaguadas e
imaginarios en llamas. Pero si algo une a estas películas es que son
todas brillantes, las entiendas o no.
El mismo día, Terry Gilliam y Jean-Luc Godard estrenan sus nuevas películas en nuestros cines. Una, The Zero Theorem, llega con retraso y la otra, Adiós al lenguaje, no podrá verse en 3D —pese a que quizás sea el único filme que realmente haga falta ver en 3D desde el último resurgir del formato—, pero como la cinefilia española a estas alturas tiene ya un máster en lamento y contrición se sobrepondrá a las circunstancias y verá los motivos para celebrar que dos de los autores más personales e intransferibles del cine actual sigan dejándose ver por aquí.
Además, lo hacen con sendas obras autorreflexivas y exploratorias de sus propias constantes, reflejos distorsionados de sí mismos que invitan a ser desentrañados y analizados con el fin de comprender la compleja personalidad de sus responsables un poco mejor. Animados por las propuestas de Gilliam y Godard, hemos querido recordar otro puñado de obras maestras del cine reciente, restringiéndonos al siglo XXI, tan misteriosas, íntimas e intrincadas. Todas ellas son como pedacitos del alma de sus autores, que quizás haga falta mirar con un prisma especial para terminar de asimilar del todo.
El último largometraje de David Lynch marcó su despedida del cine —temporal: el regreso de Twin Peaks se filmará en celuloide— para entregarse al potencial intrigante de la imagen digital, de la que saca un partido asombroso. La historia de la actriz interpretada por Laura Dern vuelve sobre motivos recurrentes de su obra, como la presencia de lo grotesco e irracional bajo las capas aparentes de la realidad, mientras el relato se va haciendo añicos en imágenes de locura y descomposición. Con su propio estilo, el de Lynch también fue un adiós al lenguaje.
Richard Kelly llevó la noción de la “ansiedad del segundo disco” hasta un nuevo nivel con su segunda película como guionista y director. Mastodóntica y excesiva desde su mera concepción hasta el estreno comercial retocado tras una lluvia de abucheos en el Festival de Cannes, Southland Tales es una película polimórfica, estruendosa y muy dispersa, pero también audaz, descarada y condenadamente divertida. Que se lo pregunten a Dwayne Johnson, consagrado aquí como cartoon humano. El mensaje distópico sobre el militarismo, la guerra contra el terror y la podredumbre de la industria del entretenimiento podrá estar más o menos destartalado, pero la rabiosa ferocidad del envoltorio le da tanta energía como una inyección de karma fluido.
Una de las fábulas definitivas sobre el arte de contar historias y el inmenso poder de la fantasía que deja por los suelos a Tim Burton y conecta directamente el ensueño narrador con sus facultades tanto curativas como venenosas. A la vez, es un prodigio de imaginación rodado a lo largo y ancho del planeta donde el director Tarsem Singh echó mano de su afición por el arte contemporáneo e imaginarios como los de Matthew Barney para darle un aspecto único al desarrollo del cuento que un acróbata convaleciente le relata a una niña en un hospital de los años 20 del siglo pasado.
Podríamos haber elegido Solo Dios perdona, pero como esta otra película es anterior a la fama mainstream de la que goza hoy en día Nicolas Winding Refn gracias a Drive y, de hecho, su fracaso en taquilla llevó a su productora a la bancarrota, quizás sea el ejemplo más adecuado para este artículo. Fue el primer filme en inglés del cineasta danés y contó con guión original de Hubert Selby Jr. sobre un guarda de seguridad (John Turturro) que investiga las circunstancias del asesinato de su mujer, pero su aproximación atmosférica a los recursos del thriller psicológico va en la línea enrarecida de las primeras películas sobrecargadas de Lars von Trier y es capaz de dejar a cualquier espectador tan descolocado como al pobre de Turturro un ascensor, entre Barton Fink y ésta.
Es necesario pararse a lamentar una vez más la temprana muerte de Satoshi Kon, sobre todo a la vista de su último largometraje. Un dispositivo permite acceder a los sueños de la gente y realizar modificaciones en su mente, lo cual se convierte en un grave problema cuando cae en las manos equivocadas. Christopher Nolan admiraba a Kon y bebió de Paprika hasta el desmayo para preparar Origen, pero este otro thriller incrustado en el mundo de los sueños no sólo desborda mucha más imaginación, sino que, además de moverse en el margen sin límites de la animación, conserva el ímpetu necesario para malear y jugar con su premisa hasta las últimas consecuencias.
El cine de terror lleva unos cuantos años instalado en una corriente revisionista que mira constantemente al pasado, a cierta idealizada época dorada del género, con ánimo la mayoría de las veces nostálgico, las mejores analítico, pero casi siempre embalsamador. El debut de Panos Cosmatos —sí, hijo del director George P. Cosmatos (Rambo: Acorralado – Parte II)— es la inteligente excepción que prefiere fijarse en un momento de cambio y crisis. Beyond the Black Rainbow comienza como una claustrofóbica fábula de sedación, imágenes lentas, colores desbordados y diálogos susurrados mientras nos identificamos con el lento despertar de una paciente prisionera en las instalaciones del instituo Arboria, un lugar de inspiración new age dedicado a la investigación científica y espiritual que procede de los 60. Sólo que la película se desarrolla en los 80 y, como irá desvelando el metraje, entonces el género de terror tenía otra sensibilidad difícil de amoldar a los planteamientos iniciales. La ruptura es inevitable. La desorientación que causa en el espectador, también.
Otra reflexión metacinematográfica sobre un momento histórico muy concreto del género de terror. Peter Strickland homenajea al giallo italiano de forma oblícua con la historia de un técnico de efectos de sonido británico (Toby Jones) de los años 70 que se traslada a Italia para trabajar en una productora de cine de terror. Una vez allí, la presión del trabajo y la atmósfera macabra que respira van infectando poco a poco su mente y, como le ocurría a la actriz Laura Dern en Inland Empire, llegará un momento en el que dejará de saber si lo que vive es real o una ficción que se va autoconsumiendo en bucles infinitos. Y si no lo sabe él, imagínate el público.
Siendo sinceros, nos gustaría estar hablando de Promises Written in Water (2012) porque esa otra película de Vincent Gallo sí que tiene pinta de ser un egotrip incomprendido, pero precisamente por eso, después de su desastroso recibimiento en el Festival de Venecia, el actor y director decidió que no vería la luz. Mientras seguimos esperando que cambie de opinión, recordamos que su anterior The Brown Bunny tampoco fue especialmente bien recibida a su paso por Cannes. Eso si, con el tiempo se le ha reconocido a esta road movie íntima, filmada en 16 mm y con un nivel de desnudez mucho más profundo que su tan cacareada felación, el estatus de culto que le corresponde como radiografía descarnada del desamparo emocional capaz de captar con precisión un estado de ánimo muy concreto: el de alguien que se siente como una colilla tirada al suelo y pisoteada, puede que con razón.
O lo que pasa cuando Charlie Kaufman, uno de los guionistas más aficionados a las muñecas rusas narrativas, se encuentra ante su debut como director: el acabose y el despilfarro de capas de realidad replicadas, ligeramente variadas o contenidas unas dentro de otras. Sinécdoques de una sinécdoque. Philip Seymour Hoffman brindó una de las interpretaciones más apasionantes de su carrera como este director de teatro a la deriva tanto en su vida como en su obra. Aunque, espera, creo que ambas eran en realidad la misma cosa, ¿no? Creo que tendré que volver a verla…
Via:cinemania
El mismo día, Terry Gilliam y Jean-Luc Godard estrenan sus nuevas películas en nuestros cines. Una, The Zero Theorem, llega con retraso y la otra, Adiós al lenguaje, no podrá verse en 3D —pese a que quizás sea el único filme que realmente haga falta ver en 3D desde el último resurgir del formato—, pero como la cinefilia española a estas alturas tiene ya un máster en lamento y contrición se sobrepondrá a las circunstancias y verá los motivos para celebrar que dos de los autores más personales e intransferibles del cine actual sigan dejándose ver por aquí.
Además, lo hacen con sendas obras autorreflexivas y exploratorias de sus propias constantes, reflejos distorsionados de sí mismos que invitan a ser desentrañados y analizados con el fin de comprender la compleja personalidad de sus responsables un poco mejor. Animados por las propuestas de Gilliam y Godard, hemos querido recordar otro puñado de obras maestras del cine reciente, restringiéndonos al siglo XXI, tan misteriosas, íntimas e intrincadas. Todas ellas son como pedacitos del alma de sus autores, que quizás haga falta mirar con un prisma especial para terminar de asimilar del todo.
Inland Empire (2006)
El último largometraje de David Lynch marcó su despedida del cine —temporal: el regreso de Twin Peaks se filmará en celuloide— para entregarse al potencial intrigante de la imagen digital, de la que saca un partido asombroso. La historia de la actriz interpretada por Laura Dern vuelve sobre motivos recurrentes de su obra, como la presencia de lo grotesco e irracional bajo las capas aparentes de la realidad, mientras el relato se va haciendo añicos en imágenes de locura y descomposición. Con su propio estilo, el de Lynch también fue un adiós al lenguaje.
Southland Tales (2006)
Richard Kelly llevó la noción de la “ansiedad del segundo disco” hasta un nuevo nivel con su segunda película como guionista y director. Mastodóntica y excesiva desde su mera concepción hasta el estreno comercial retocado tras una lluvia de abucheos en el Festival de Cannes, Southland Tales es una película polimórfica, estruendosa y muy dispersa, pero también audaz, descarada y condenadamente divertida. Que se lo pregunten a Dwayne Johnson, consagrado aquí como cartoon humano. El mensaje distópico sobre el militarismo, la guerra contra el terror y la podredumbre de la industria del entretenimiento podrá estar más o menos destartalado, pero la rabiosa ferocidad del envoltorio le da tanta energía como una inyección de karma fluido.
The Fall (2006)
Una de las fábulas definitivas sobre el arte de contar historias y el inmenso poder de la fantasía que deja por los suelos a Tim Burton y conecta directamente el ensueño narrador con sus facultades tanto curativas como venenosas. A la vez, es un prodigio de imaginación rodado a lo largo y ancho del planeta donde el director Tarsem Singh echó mano de su afición por el arte contemporáneo e imaginarios como los de Matthew Barney para darle un aspecto único al desarrollo del cuento que un acróbata convaleciente le relata a una niña en un hospital de los años 20 del siglo pasado.
Fear X (2003)
Podríamos haber elegido Solo Dios perdona, pero como esta otra película es anterior a la fama mainstream de la que goza hoy en día Nicolas Winding Refn gracias a Drive y, de hecho, su fracaso en taquilla llevó a su productora a la bancarrota, quizás sea el ejemplo más adecuado para este artículo. Fue el primer filme en inglés del cineasta danés y contó con guión original de Hubert Selby Jr. sobre un guarda de seguridad (John Turturro) que investiga las circunstancias del asesinato de su mujer, pero su aproximación atmosférica a los recursos del thriller psicológico va en la línea enrarecida de las primeras películas sobrecargadas de Lars von Trier y es capaz de dejar a cualquier espectador tan descolocado como al pobre de Turturro un ascensor, entre Barton Fink y ésta.
Paprika (2006)
Es necesario pararse a lamentar una vez más la temprana muerte de Satoshi Kon, sobre todo a la vista de su último largometraje. Un dispositivo permite acceder a los sueños de la gente y realizar modificaciones en su mente, lo cual se convierte en un grave problema cuando cae en las manos equivocadas. Christopher Nolan admiraba a Kon y bebió de Paprika hasta el desmayo para preparar Origen, pero este otro thriller incrustado en el mundo de los sueños no sólo desborda mucha más imaginación, sino que, además de moverse en el margen sin límites de la animación, conserva el ímpetu necesario para malear y jugar con su premisa hasta las últimas consecuencias.
Beyond the Black Rainbow (2010)
El cine de terror lleva unos cuantos años instalado en una corriente revisionista que mira constantemente al pasado, a cierta idealizada época dorada del género, con ánimo la mayoría de las veces nostálgico, las mejores analítico, pero casi siempre embalsamador. El debut de Panos Cosmatos —sí, hijo del director George P. Cosmatos (Rambo: Acorralado – Parte II)— es la inteligente excepción que prefiere fijarse en un momento de cambio y crisis. Beyond the Black Rainbow comienza como una claustrofóbica fábula de sedación, imágenes lentas, colores desbordados y diálogos susurrados mientras nos identificamos con el lento despertar de una paciente prisionera en las instalaciones del instituo Arboria, un lugar de inspiración new age dedicado a la investigación científica y espiritual que procede de los 60. Sólo que la película se desarrolla en los 80 y, como irá desvelando el metraje, entonces el género de terror tenía otra sensibilidad difícil de amoldar a los planteamientos iniciales. La ruptura es inevitable. La desorientación que causa en el espectador, también.
Berberian Sound Studio (2012)
Otra reflexión metacinematográfica sobre un momento histórico muy concreto del género de terror. Peter Strickland homenajea al giallo italiano de forma oblícua con la historia de un técnico de efectos de sonido británico (Toby Jones) de los años 70 que se traslada a Italia para trabajar en una productora de cine de terror. Una vez allí, la presión del trabajo y la atmósfera macabra que respira van infectando poco a poco su mente y, como le ocurría a la actriz Laura Dern en Inland Empire, llegará un momento en el que dejará de saber si lo que vive es real o una ficción que se va autoconsumiendo en bucles infinitos. Y si no lo sabe él, imagínate el público.
The Brown Bunny (2003)
Siendo sinceros, nos gustaría estar hablando de Promises Written in Water (2012) porque esa otra película de Vincent Gallo sí que tiene pinta de ser un egotrip incomprendido, pero precisamente por eso, después de su desastroso recibimiento en el Festival de Venecia, el actor y director decidió que no vería la luz. Mientras seguimos esperando que cambie de opinión, recordamos que su anterior The Brown Bunny tampoco fue especialmente bien recibida a su paso por Cannes. Eso si, con el tiempo se le ha reconocido a esta road movie íntima, filmada en 16 mm y con un nivel de desnudez mucho más profundo que su tan cacareada felación, el estatus de culto que le corresponde como radiografía descarnada del desamparo emocional capaz de captar con precisión un estado de ánimo muy concreto: el de alguien que se siente como una colilla tirada al suelo y pisoteada, puede que con razón.
Synecdoche, New York (2008)
O lo que pasa cuando Charlie Kaufman, uno de los guionistas más aficionados a las muñecas rusas narrativas, se encuentra ante su debut como director: el acabose y el despilfarro de capas de realidad replicadas, ligeramente variadas o contenidas unas dentro de otras. Sinécdoques de una sinécdoque. Philip Seymour Hoffman brindó una de las interpretaciones más apasionantes de su carrera como este director de teatro a la deriva tanto en su vida como en su obra. Aunque, espera, creo que ambas eran en realidad la misma cosa, ¿no? Creo que tendré que volver a verla…
Via:cinemania
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