sábado, 18 de octubre de 2014

21 cosas que (probablemente) no sabías de ‘Pulp Fiction

Todo lo que necesitas saber sobre el clásico entre clásicos de Tarantino (menos el contenido del maletín).
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20 años ya. Y muy bien aprovechados, por lo que parece: desde aquel día de octubre de 1994 en el que Pulp Fiction llegó a los cines, son cientos los filmes que han tratado de emular al que, aún ahora, sigue siendo el título mejor valorado de la filmografía de Quentin Tarantino. Un clásico indiscutible que escandalizó en su día, que recaudó millonadas, que le deparó su único Oscar (compartido con Roger Avary) al director, y que ahora sigue metiéndose en el saco (o en el maletín, más bien) a las nuevas generaciones de cinéfilos dados su atrevimiento formal, su humor ultraviolento y esos pies de Uma Thurman que cualquiera querría masajear aun a riesgo de su vida.
Como ya te hemos informado, Tarantino celebra esta semana un fiestón para conmemorar el vigésimo aniversario de su película, proyectándola en el cine New Beverly de Los Ángeles: el hecho de que él sea el dueño de dicha sala tendrá que ver algo en el evento, suponemos. Y, como aquí queremos a Butch, Jules, Vincent, Fabienne, Mia, Marsellus y otras piltrafas del hampa como si fueran de nuestra familia, les rendimos tributo con este completísimo informe.

Del corto a la ¿trilogía?

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Como tenemos entre manos una película complicada, atengámonos a los hechos básicos: Pulp Fiction nació de una historia breve que el francés Roger Avary, futuro coguionista del filme, quería convertir en cortometraje. Su título era Pandemonium Regins, y su correspondencia en el producto final hubiese sido la historia del boxeador Butch y su reloj de oro. Viendo que la cosa tenía posibilidades, Quentin decidió expandir la idea hasta convertirla en una trilogía de películas: Avary dirigiría la primera, él la segunda y el último capítulo recaería en un tercer director cuyo nombre nunca sabremos. Pero la realidad se impuso, y un Tarantino enfrascado en la postproducción de Reservoir Dogs acabó cayendo en la cuenta de que lo de las tres entregas era a lo mejor un poco megalómano…

¿Qué pasa con la pulpa?

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Como todos sabemos a estas alturas, el título Pulp Fiction designaba a las novelas y revistas impresas en papel barato (el llamado “pulp” por los impresores), dedicadas a narrar historias de crimen y misterio. Lo que en español llamaríamos “novelas de quiosco”, vamos. ¿Por qué optó Tarantino por bautizar así a su criatura? Pues porque quería que el filme evocara la sensación de leer esas publicaciones: “Quería usar los tópicos más gastados del género, y después sacarlos de quicio”, explicó el director. “Se trataba de coger situaciones y personajes que todos conocemos (como el matón que se enamora de la mujer de su jefe), aplicarles las normas del mundo real, y ver cómo se desarrollaban”.

Cuentas pendientes en el videoclub

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A la hora de escribir el guión de Pulp Fiction, Tarantino optó por mudarse a Amsterdam: sus días en la capital holandesa, que inspiraron cierto memorable diálogo entre Vincent Vega Jules Winfield, le permitieron ponerse morado de cannabinoides en un coffee shop llamado Betty Boop… y dejar una considerable cuenta sin pagar en un videoclub local. Por lo visto, Quentin tenía la mala costumbre de alquilar películas en este establecimiento, de nombre Cult Clash, para después ‘olvidarse’ de los plazos de devolución. Al final, la suma de sus multas ascendió a la friolera de 180 euros. Teniendo en cuenta que Tarantino trabajó en el negocio videográfico antes de dedicarse a la dirección de cine, este detalle nos parece muy feo. Además, seguro que el muy aprovechado las devolvía sin rebobinar.

¿Quién me financia una obra maestra?

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Según los libros de historia, Pulp Fiction fue una de las películas que consolidaron el dominio de Miramax sobre el cine indie (y también sobre el no indie) en los años 90. Pero, antes de contactar con los hermanos Bob y Harvey Weinstein, Tarantino y el productor Lawrence Bender firmaron un acuerdo con Jersey Films, la compañía de Danny DeVito. ¿Cuál fue el problema? Pues que esta empresa dependía a su vez de TriStar, productora que se negó a darle luz verde a Pulp Fiction por “demasiado rara y demasiado violenta”. Cabe preguntarse qué caras pusieron los ejecutivos de turno tras del estreno del filme.

Los mil y un repartos posibles

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Reunir un reparto para Pulp Fiction fue una tarea complicada por tres razones. La primera, que Tarantino estaba empeñado en que todos los actores principales cobrasen lo mismo, sin importar su caché. La segunda, que el guión estaba pobladísimo de individuos en busca de un rostro. Y, la tercera, que le director no se aclaraba acerca de qué interpretes quería en la película. El caso más famoso es el de Vincent Vega: aunque Tarantino quiso desde el principio a John Travolta, el productor Harvey Weinstein se empeñó en fichar para el papel a un Daniel Day Lewis entusiasmado por la posibilidad. Como sabemos, Quentin se salió con la suya, resucitando la carrera del actor, condenado (o eso parecía) a vivir bajo la sombra de Danny Zucco Tony Manero para los restos. Por su parte, Mickey Rourke (que dijo ‘no’ sin siquiera leerse el guión, algo que después lamentaría) y Matt Dillon recibieron ofertas para interpretar a Butch el boxeador antes de que el papel recayese en Bruce Willis: el cachas aún no tan calvo, a quien los grandes estudios consideraban una estrella en decadencia, no perdió la ocasión de tarantinizarse. Pero podíamos decir que la decisión de cásting más complicada fue la correspondiente a la protagonista femenina…

“¡Dime que sí, Uma!”


Conscientes de que el personaje de Mia Wallace iba a resultar muy popular entre el público, los mandamases de Miramax se empeñaron en que lo interpretase una gran estrella: entre las candidatas de más tronío se hallaron Michelle Pfeiffer (la preferida de Tarantino), Meg Ryan, Daryl Hannah, Joan Cusack Isabella Rosellini, además de una Halle Berry jovencísima y de la comediante Julia Louis Dreyfuss (Seinfield, Veep). Pero, por más actrices que pasaran por su despacho, Quentin tenía claro que “ella” era Uma Thurman. Según la leyenda, el director consiguió que la actriz le diera el sí mediante el expeditivo método de llamar por teléfono a su casa y leerle el guión completo de la película. Una de dos: o Thurman cayó entonces en la cuenta de que la película iba a ser un clásico instantáneo, o símplemente accedió para que aquel tipo tan pesado con acento de Illinois se callara de una maldita vez.

¿Cómo van las propinas, Steve?


Entre tanto marasmo en los despachos, Tarantino fue a tiro hecho a la hora de adjudicar dos roles breves, pero memorables: Harvey Keitel fue su única opción para interpretar al Señor Lobo, en parte porque el actor le había echado una mano al sacar adelante Reservoir Dogs, y en parte porque sabía que bordaría el papel. En cuanto a la aparición de Steve Buscemi como ‘Camarero Buddy Holly’ en el restaurante Jackrabbit Slim’s, ésta se debió a una refinada mala leche: como recordarás, el personaje de Buscemi en Reservoir Dogs se niega a dar propina a la camarera durante la escena inicial, así que a Quentin le pareció muy divertido adjudicarle al actor un rol que se gana la vida sirviendo mesas. Y con un disfraz bastante feo, además.

El ídolo del grunge y el inyectable de adrenalina

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Tan mítica como impactante (según se dice, una espectadora del Festival de Nueva York se desmayó al verla), la escena del inyectable de adrenalina sirvió a Tarantino para lograr uno de los momentos cumbre de la película, amén de para exhibir su enorme colección de juegos de mesa. Pero también le creó algún quebradero de cabeza que otro: en principio, Quentin pensaba reservarse el papel del camello Lance (Eric Stoltz), pero prefirió renunciar a él para así poder centrarse en sus cometidos detrás de la cámara. Por otra parte, según ha afirmado Courtney Love, el cineasta le ofreció el rol del traficante a Kurt Cobainde acuerdo con esta versión de la historia, el líder de Nirvana se habría negado a aparecer en la película, pero aun así habría agradecido la oferta mencionando a Tarantino en los créditos de In Utero, el que habría de ser su último álbum de estudio.

Sobredosis inversa


La escena de la adrenalina merece otro comentario aparte: a fin de evitar que el sensible esternón de Uma Thurman sufriese daños, Tarantino optó por filmarla al revés. Es decir, que en el plató John Travolta presionó la jeringa contra el pecho de su partenaire, para después levantarla rápidamente. El movimiento fue invertido en postproducción, con los resultados que todos conocemos. Sabiendo esto, la cara que pone Rosanna Arquette nos extraña un poco menos.

Una canción de amor griego (y egipcio)


Además de a ese diálogo tan tierno entre Tim Roth Amanda Plummer, el comienzo de Pulp Fiction está asociado indefectiblemente a la canción Misirlou interpretada por Dick Dale. Un tema con mucha historia, porque fue compuesto en Anatolia (Turquía) en 1927, y muy trágico en el fondo, puesto que su letra habla del amor imposible de un chico griego por una joven egipcia. Dale, cuya familia procedía de Líbano, se había acostumbrado a oír la canción en casa, y en sus conciertos solía marcarse el punto de interpretarla usando una sola cuerda de su hiperveloz guitarra surfera. Según Tarantino, la canción apareció en el filme porque su estilo le recordaba a las composiciones de Ennio Morricone.

Entre Chuck Berry, Godard y Fellini


Por supuesto, teníamos que reservarle un hueco en este informe al famoso baile entre Vincent Vega (Travolta) y esa Thurman descalza y sibilina. En sí misma, la escena supone un recordatorio de que, bajo sus modos de gañán, Tarantino esconde a un auténtico erudito del cine: está inspirada por un momento bailongo en Bande á part (la película de Jean-Luc Godard en cuyo honor bautizó a su productora) y su coreografía viene de Ocho y medio, el clásico surrealista-autobiográfico de Federico Fellini. Señalemos que Uma Thurman no las tenía todas consigo durante el rodaje: cansada de la insistencia de Quentin, quien se empeñó en que ella y John replicasen al original movimiento por movimiento, la actriz hizo notar que You Never Can Tell (la canción de Chuck Berry que suena durante la escena) no le gustaba nada. La respuesta de Tarantino: “Tú hazlo y confía en mí: va a ser perfecto”. Y lo fue, qué duda cabe.

Ben Stiller, los comanches y la sodomía


Nuestro tercer repaso al trasfondo musical de Pulp Fiction tiene implicaciones de lo más sórdidas. Taradas, incluso. Porque, para la escena en la que Marsellus Wallace (Ving Rhames) se ve objeto de las atenciones anales de dos palurdos psicópatas, Tarantino quería emplear My Sharona, el éxito New Wave publicado por el grupo The Knack en 1979. ¿Dónde estuvo el problema? Pues en que Ben Stiller se había reservado ya los derechos del tema para Bocados de realidad. Inasequible al desaliento, nuestro hombre buscó en la colección de discos de sus amigos Chuck Kelley Ada Lovelace hasta dar con el sustituto ideal: Comanche, otro instrumental surfero, en este caso grabado por The Revels. “Después de ver la película, nadie podrá escuchar esta canción sin pensar en la sodomía”, declaró un orgulloso Tarantino cuando se estrenó el filme.

¿Seguro que esto está en la Biblia?


Decididamente, no tenemos perdón de Dios: llevamos ya medio reportaje, y aún no hemos hecho mención a la parrafada bíblica que Jules Winnfield suelta antes de matar a una de sus víctimas. Una parrafada que, todo sea dicho, no se encuentra en el libro sagrado: si buscas el versículo 17 del capítulo 25 del Libro de Ezequielverás que el texto se limita a señalar: “Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán que yo soy Jehová, cuando diere mi venganza en ellos”. Lo del camino del hombre recto y la tiranía de los hombres malos fue extraído por Tarantino del guión de Karate Kiba, un filme de artes marciales fechado en 1976 y protagonizado por su admirado Sonny Chiba (el futuro Hattori Hanzo de Kill Bill). Según reconoce el cineasta, muy chulo él, ni siquiera se molestó en comprobar si el original bíblico se correspondía con el texto de la cita.

La tirita en la nuca del gángster


El hecho de que el imponente Marsellus Wallace luzca una tirita en la nuca ha sido objeto de especulaciones de todo tipo: según algunos, esa cicatriz indicaría que el personaje ha vendido su alma, la cual habría sido extraída por Satán a través de una abertura en el cráneo. La realidad, nos tememos, es mucho más prosaica: Ving Rhames se había cortado al afeitarse la cabeza. Al ver la tirita, Tarantino consideró que ese detalle atraería el ojo del espectador, y optó por rodar su famoso discurso a Bruce Willis (“Es el orgullo, que intenta joderte”) desde un único ángulo, en lugar de mediante el rutinario recurso al plano y contraplano.

La maldita maleta


Efectivamente: ahora nos toca abordar el elemento de Pulp Ficton más discutido, rebatido y especulado a lo largo de las décadas: el contenido de esa maleta que brilla por dentro, y cuyos cierres tienen la combinación “666″. ¿Qué se halla en su interior? ¿Será el alma de Marsellus Wallace? ¿Serán los diamantes robados por los protagonistas de Reservoir Dogs, como aseguraba el primer borrador del guión? ¿Será el traje dorado de Elvis Presley? Pues, si nos atenemos a las palabras de Tarantino, nada de eso: el recipiente sólo contiene “un par de bombillas pintadas de naranja”. En 2007, durante una entrevista con el amiguete Robert Rodriguez para promocionar Grindhouse, Quentin se decidió a hacer público el misterio de una vez por todas, pero debió pasar algo raro porque, justo en ese momento, la película se cortó… A juzgar por la cara de Rodriguez, no obstante, la revelación debió ser de aúpa.

Un arsenal de culto


Enumerar todos los guiños que contiene Pulp Fiction nos llevaría un reportaje entero, y tampoco es plan. Sólo dejemos constancia de que el cineasta aprovechó para colar referencias a sus películas favoritas prácticamente en cada escena, y que dicha tendencia llega a su máxima expresión cuando Bruce Willis busca un arma adecuada en la casa de empeños de Zed: el martillo corresponde a The Toolbox Murders (1978), el bate de béisbol a Los intocables (Brian DePalma, 1987), la sierra eléctrica a La matanza de Texas y, finalmente, la katana a una larguísima lista de filmes japoneses de artes marciales, en la que (siendo Quentin como es) seguramente figurarán Los siete samuráis Shogun Assassin.

El ’tarantinoverso’ desencadenado


Escribiendo Pulp Fiction, Tarantino dio los primeros pasos en esa continuidad subterránea que recorre casi todas sus películas: además de la (finalmente abortada) referencia a los diamantes robados por el Señor Blanco y compañía, la película tiene otro vínculo con Reservoir Dogs en el hecho de que Vincent Vega es el hermano de Vic Vega, ese Señor Rubio aficionado al corte de orejas. Por otra parte, basta con ver las dos partes de Kill Bill para saber que los cigarrillos Red Apple y la cadena de hamburgueserías Gran Kahuna (“La piedra angular de todo nutritivo desayuno”, como diría Jules) son presencias habituales en el planeta privado de Quentin. Para que ahora digan que los universos compartidos son la última novedad de Hollywood…

Pulpa de Palma (de Oro)


Pese a los numerosos detractores con los que Tarantino contaba en los 90 (que si Reservoir Dogs había supuesto un peldaño más en la degeneración moral del cine, que si su violencia era injustificable, y tal) Pulp Fiction gozó de un considerable éxito crítico tras su estreno. Algo ratificado cuando, para sorpresa de muchos, el filme se llevó la Palma de Oro en Cannes 1994: el jurado presidido por Clint Eastwood optó por concederle el premio gordo a la cinta, que se alzaba así sobre filmes firmados por Kieslowski (Tres colores: Rojo), Abbas Kiarostami (A través de los olivos) y otros cineastas de mucho relumbrón intelectual. Dicho fallo, huelga decirlo, despertó cierta polémica: para la historia quedan los gritos de esa espectadora que llamó “¡Fascista!” al director cuando éste recogía su trofeo, así como la rotunda higa con el que Quentin respondió desde la tribuna.

Haneke no le ve la gracia


Entre los más ilustres detractores de Pulp Fiction brilla con luz propia Michael Haneke: el director austríaco (La pianista, La cinta blanca, Amor) reconoció haber sufrido un considerable shock durante un pase de la película “en una sesión matinal llena de chavales”. “La escena en la que le pegan un tiro en la cabeza a un chico negro me horrorizó, pero el público pensó que era genial y se partió de risa”, comentó el espantado cineasta, quien acto seguido concibió Funny Games (1997) como una protesta ante tamaña banalización de la violencia. Es decir, que una de las películas más extremas de todos los tiempos nació como homenaje al bueno de Marvin. Con esto, Michael erró el tiro aún más que Vincent Vega: Funny Games fue acogida por entusiasmo por los fans del terror y el gore.

La precuela que nunca veremos

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Como es sabido, Tarantino gusta de coleccionar proyectos inacabados como otros coleccionan canguros de porcelana. En esa lista tan larga, figura un filme que debería haberse titulado The Vega Brothers Double V Vega, y que debería haber funcionado a la vez como precuela de Reservoir Dogs y de Pulp Fiction, mostrándonos el pasado del sádico Señor Rubio y del desastroso Vincent. Tarantino se pasó años insistiendo en que quería rodar la película, incluso durante las ruedas de prensa para presentar Kill Bill, y al constatar que Travolta y Michael Madsen no estaban por la labor barajó la idea de cambiar la premisa, usando como protagonistas a otros miembros del clan Vega de los que no hemos oído hablar aún. No obstante, en 2007 admitió que todos los actores se habían puesto “demasiado gordos”“Es poco probable que llegue a rodarla”, concluyó.

Poniendo orden en el asunto



Uno de los aspectos más celebrados de Pulp Fiction es su montaje acronológico, que juega con los flashbacks, los flashforwards y otros flashes para volver aún más mareante las historias cruzadas del guión. Por ello, no han faltado los aficionados al fan edit que han querido plantarle un órdago a Tarantino reorganizando la película a la usanza clásica, empezando por el principio (el monólogo de Christopher Walken, contando la historia del reloj de oro custodiado por vía rectal) y acabando por el último momento del relato, que debería ser ese “Zed está muerto, nena”. Las iniciativas a este respecto han llegado hasta el punto de volver a montar el metraje entero, pero (una vez que los ángeles del copyright han hecho de las suyas) actualmente son más habituales las ediciones resumidas como la que te mostramos arriba.

Via:cinemania

Avance ‘Feast’, el nuevo corto de Disney

Encaríñate inmediatamente de Winston, el cachorro protagonista del corto animado que acompañará las proyecciones de 'Big Hero 6'.
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Estamos de acuerdo en que el robot hinchable Baymax tiene muchas papeletas para convertirse en uno de los personajes más adorables de Big Hero 6, pero el nuevo estreno animado de Disney también tiene otra bomba de relojería riquiña en su interior: el cachorro Winston. Este pequeño Boston terrier lleno de energía es el protagonista canino del corto Feast, que acompañará las proyecciones de la primera película de animación de la Casa del Ratón basada en personajes Marvel. Como ya te contamos, Feast despertó gran entusiasmo en el Festival de Annecy con su historia de la la relación gastronómica entre Winston y su dueño humano durante 12 años, siempre desde el punto de vista del perro. Con este avance podrás ver al can en movimiento y anticipar algunas de las situaciones del corto hasta que llegue diciembre. Cuidado: es extremadamente fácil encariñarse con él.


Big Hero 6 se estrena el 19 de diciembre.

Via:blog de cine

‘Trilogitis’: 10 trilogías de cine que no hacían ninguna falta

¿De verdad hace falta endosarle dos secuelas a cualquier filme de éxito? Repasamos los ejemplos más clamorosos, de las precuelas de 'Star Wars' a 'El Hobbit'.
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Ella sabrá lo que hace: al fin y al cabo, con tanto pirata que pulula por la industria del entretenimiento, J. K. Rowling parece conservar dos virtudes cardinales como son el cariño hacia sus personajes y el respeto al público. Pero, por mucho el texto de marras sea de lectura obligatoria en el colegio Hogwarts, por aquí nos parece que un libro tan breve como Animales fantásticos y dónde encontrarlos no da para una trilogía. Es más: este futuro spin off de la saga Harry Potter parece un ejemplo estupendo de una plaga que arrasa en Hollywood desde hace mucho tiempo, tan letal como la de los universos compartidos, o incluso más.
Hablamos de la trilogitis, un desorden que empuja a directores y productores (sobre todo a estos últimos) a endosarle dos secuelas, como mínimo, a sus películas de éxito. Secuelas que, en general, suelen estar de más, sobre todo porque el primer filme no solía ser para tanto en el fondo. Como paciente cero de la plaga podríamos señalar a George Lucas, el hombre que convenció a la industria de que eso de contar una historia en tres entregas quedaba muy clásico, y además daba grandes réditos en taquilla. Y mencionar aquí al patriarca galáctico nos viene al pelo, porque el caso de trilogitis que hemos elegido para iniciar nuestro repaso es el de…

Las precuelas de Star Wars (George Lucas, 1999-2005)


¿Por qué nos sobran? A la hora de analizar trilogías desastrosas, hay que contar con algo muy importante: algunas fallan por concepto (cuando maldita la falta que hacía expandir la historia original) y otras por ejecución. Es decir: la idea era buena, pero su forma de llegar a la pantalla resultó tirando a fatal. Tras largos debates y mucha meditación Jedi, nosotros hemos decidido que el caso de La amenaza fantasma, El ataque de los clones La venganza de los Sith cabe en el segundo cesto. Porque, cuando uno acude al cine ansiando encontrar las respuestas a preguntas cruciales de la existencia humana (¿cómo se convirtió Anakin Skywalker en Darth Vader? ¿Qué fueron exactamente las Guerras Clon? ¿Era Obi-Wan Kenobi así de pelma en su juventud, o fue la falta de riego?) y, en su lugar, se da de morros con Jar Jar Binks, con los malditos midiclorianos y con unas fallidas pretensiones de profundidad emocional y política, es que al Ala-X le falla el carburador. Por más que tengan sus defensores, estos filmes acabaron resultando amasijos de ideas a medio cocer (Lucas, recordemos, nunca ha planificado su saga de manera rigurosa) aliñados con una dirección de actores que no parecía haber evolucionado mucho desde esos “¡Más rápido!” “¡Más intenso!” que sacaron de sus casillas a Harrison Ford allá por 1977.

Robocop (1987-1993)


¿Por qué nos sobran? El espabilado de Paul Verhoeven, siempre en el límite de la genialidad y el cachondeo, le coló una canasta de tres puntos a Hollywood con su primigenia Robocop en 1987: si los productores querían una cinta vendible de acción y ciencia-ficción, el holandés acabó entregando una febril sátira de la cultura yuppie y el neoliberalismo que, para colmo, esquivó por los pelos la clasificación X debida a su extrema violencia. “Visto que esta cosa rojeras ha triunfado en taquilla, ¿cómo seguir exprimiendo el limón?”, se preguntaron los ejecutivos. Y la respuesta fue: “Fichando a un guionista un poco más facha que George Bush”. Es decir, a Frank Miller. El futuro autor de Sin City se empleó a fondo con sus libretos, pero las intromisiones del estudio fueron tales que Robocop 2 (Irvin Kershner, 1990) acabó resultando una sombra de la diatriba bestial que pudo haber sido. Y, a la altura de Robocop 3 (Fred Dekker, 1993), la saga sufrió el abandono de sus protagonistas (un Peter Weller que ni se molestó en aparecer, y esa Nancy Allen que al menos tuvo el gesto de dejarse matar frente a la cámara) cual si de un serial de serie B se tratase. Ante tal acumulación de despropósitos, está claro que la historia debería haber acabado sencillamente con aquel “Mi nombre es Murphy”.

Matrix (Hermanos Wachowski, 1999-2003)


¿Por qué nos sobran? Aunque algunos hoy lo negarán como bellacos, la imagen de Keanu Reeves alzando el vuelo al final de Matrix (1999) le puso un nudo en la garganta a medio mundo cinéfilo. Cuatro años más tarde, y aun a riesgo de pecar de pejigueras, algunos pensamos que hubiese sido el justo colofón para un relato que, como probaron sus continuaciones, no pasaba de ser un ejercicio de cyberpunk con pretensiones filosóficas. El empeño de los Wachowski por dotar de densidad conceptual a la guerra entre humanos y máquinas es, desde luego, loable, pero su forma de llevarlo a cabo es harina de otro costal: la superpersecución automovilística de Matrix Reloaded sólo sirvió para alargar innecesariamente un filme sin demasiado fuste, mientras que las fiestas mayumaná en Sión daban un poco de vergüenza ajena. Y por mucho que Matrix Revolutions elevase un poco el listón, lo endeble de sus diálogos ‘existenciales’ hacía sospechar que el filósofo Jean Baudrillard tenía algo de razón cuando tachó a Andy Lana de seudointelectuales a sueldo del capital.

Acorralado, Rambo Rambo III (1982-1988)


¿Por qué nos sobran? Vayamos por partes: merced a un tema que, por entonces, hacía pupa (los veteranos de la guerra de Vietnam convertidos en parias sociales), a la interpretación de un Sylvester Stallone aspirante aún al reconocimiento crítico (sí, mucho reírse del “No siento las piernas”, pero a ver quién repite eso en casa) y a su violencia cotidiana, Acorralado queda como un filme, si bien coyuntural, muy aprovechable. Pero, aun a riesgo de que los fans de la acción ochentera se nos echen encima a machetazos, señalemos que lo peor que pudo pasarle a John Rambo fue convertirse en profeta del rearme moral y bélico impulsado por Ronald Reagan. Aun manteniendo una cierta ambigüedad ideológica en su guión, gracias a las aportaciones de un James Cameron sutil cual rinoceronte en celo, Rambo pervive en la memoria por su valor como icono de una época, pero vista hoy resulta un filme de tiros y explosiones muy rutinario. Y en cuanto a Rambo III… pues, amén de dar muy poquito la talla en lo que a calidad se refiere, ha acabado provocándole vergüenza ajena incluso al ‘halcón’ más enfebrecido del Pentágono: quién iba a decir que esos mujahidines afganos tan simpáticos acabarían dándose un garbeo por las Torres Gemelas trece años más tarde. Stallone, que de tonto no tiene un pelo, se desquitó regresando a las raíces más honestas del personaje en su muy apañada John Rambo de 2008.

Resacón en Las Vegas (2009-2013)


¿Por qué nos sobran? Que las fórmulas se agotan es un hecho tan triste como conocido, que suele cebarse especialmente en las sagas cómicas. Y, puestos a elegir un ejemplo, los filmes de Todd Phillips sobre la pandilla de amigos en perpetua bajona vienen que ni pintados. Hace cinco años, cuando Resacón en Las Vegas llegó a las salas, fue imposible no quedarse pasmado ante su capacidad para aprovechar una premisa muy escueta (el “trágame, tierra” que suele seguir a una noche de francachela) para provocar severos dolores de mandíbula a base de hipérbole. Y a base de Zach Galifianakis, de Bradley Cooper y del tigre de Mike Tyson, también. Pero, al estrenarse Resacón 2. ¡Ahora, en Tailandia!, las peores predicciones se cumplieron: cual si de una secuela de Loca academia de policía se tratase, el filme recurría al socorrido truco de contarnos la misma historia en una localización distinta y con los gags aún más exagerados. En cuanto a R3sacón (2013),  supuso un loable esfuerzo por poner punto y final a la saga a partir de una premisa (todos los actos tienen consecuencias, y todos los excesos se pagan, básicamente) que resultó lesiva para su potencial cómico. Dicho todo lo anterior, reconozcamos que ese epílogo valía su peso en oro.

Underworld (2003-2012)


¿Por qué nos sobran? A veces no son sólo las malas ideas o los deseos de exprimir la taquilla los que convierten una trilogía en fiasco: las vicisitudes empresariales también pueden agriar el guiso o, como en este caso, coagular el RH positivo. Después de que Underworld se convirtiese un éxito gracias a la fórmula “Matrix más vampiros más Kate Beckinsale y sus pistolas”, la ira de la compañía White Wolf (cuyos juegos de rol habían ‘inspirado’ el filme un poco más de lo legalmente aconsejable) mantuvo paralizada la franquicia durante la friolera de tres años. De este modo, Underworld: Evolution acabó concentrando cual sopicaldo lo que deberían haber sido dos películas en una sola, y no muy buena por lo demás. Tras el mediano paréntesis que supuso en 2009 la precuela Underworld: La rebelión de los licántropos (protagonizada por Michael Sheen, en su rol de hombre-lobo con pechopalomo), la muy postrera Underworld: El despertar llegó en 2012 para acabar de una vez por todas con la historia de Selene, Michael Corvin y su progenie, dejando a los fans fríos cual ataúd transilvano dada su más que obvia desgana. Por si todo esto fuese poco, Beckinsale podría regresar en otro filme más, al que se añadirían un spin off titulado provisionalmente Underworld: Next Generation y una serie televisiva. Algo objetable, si consideramos que a estas alturas lo de los chupasangres vestidos como para ir a una rave y esgrimiendo artillería ha pasado a ser un lugar común más visto que el TBO.

Hora punta (1998-2007)


¿Por qué nos sobran? Que el exceso de longitud puede acabar con cualquier chiste es algo conocido por cualquier humorista de talento, desde Bill Murray hasta Chiquito de la Calzada. Contando con ello, saber que Chris Tucker se convirtiese en el actor mejor pagado de Hollywood a la altura de Hora punta 3 (23 millones de euros, que se dice pronto) sólo puede ser acogido con estupor en el día de hoy. Y es que la saga policíaca de artes marciales y cachondeo protagonizada por el afroamericano y Jackie Chan empezó de forma más o menos modesta… Y durante sus dos entregas sucesivas se mantuvo así, siempre con un ‘solvente artesano’ como Brett Ratner a la dirección y ateniendo sus guiones a una sinopsis que el dependiente de nuestro videoclub favorito hubiera enunciado como “un poli negro y otro chino que dan muchas tortas, y te ríes y tal”. Tras sendos viajes a Hong Kong (en la segunda parte) y a París (en la tercera), los buenos amigos Tucker y Chan decidieron que ya habían tenido bastante, y se fueron cada uno a lo suyo: sabia decisión.

Superdetective en Hollywood (1984-1994)


¿Por qué nos sobran? Puestos a hablar de sagas protagonizadas por detectives socarrones de piel oscura, no podía faltar la que convirtió a Eddie Murphy en astro rompetaquillas. Tras una primera entrega que le hizo la peineta a Los cazafantasmas Indiana Jones y el Templo maldito en los rankings estadounidenses, la saga de Axel Foley tuvo dos entregas más, muy innecesarias ambas, y en las que se cumplieron las leyes impepinables en este tipo de maniobras: abandono de la (relativa) seriedad del original para potenciar los aspectos más cómicos de la franquicia, deserciones sucesivas en el reparto (a la altura de Superdetective en Hollywood III, sólo quedaban Murphy y Judge Reinhold) y una progresiva disminución de las recaudaciones. De las críticas no hablamos, porque siempre fueron tirando a horribles. Ahora bien: con esa carrera suya, que parece el Guadiana, a nadie debería extrañarle que Murphy lleve tiempo tratando de resucitar al bueno de Axel: si todo va bien, y tras muchísimas salidas en falso, Superdetective en Hollywood IV se estrenará en marzo de 2016, dirigida por… Brett Ratner. Esperemos que, por lo menos, la musiquilla sintetizada de Harold Faltermeyer se quede como estaba.

Solo en casa (1990-1997… y más allá)


¿Por qué nos sobran? Al leer este epígrafe, seguro que a más de un lector o lectora se le han vuelto los ojos del revés. ¿Es que las aventuras del pequeño Kevin tuvieron una tercera parte? Pues sí, y también una cuarta y una quinta, pero como estas dos últimas aparecieron en forma de telefilmes, vamos al lío centrándonos en la gran pantalla: con los veteranos ochenteros John Hughes (guión, producción) y Chris Columbus (director) rigiendo el cotarro y con el rostro adorable de Macaulay Culkin enamorando a las mamás del mundo (si ellas hubieran sabido…), la primera entrega se convirtió en el megabombazo de 1990 amasando 653 millones de euros. La secuela, pues, era inevitable… y la degradación, también: pese a un estreno más millonario que el de su predecesora, Solo en casa 2: Perdido en Nueva York (1992) acabó recaudando menos. En 1997, cuando Culkin ya era un púber amigo de la farra, Solo en casa 3 enfrentó a su sustituto (Alex D. Linz) contra un grupo de terroristas norcoreanos: estaba claro que los sufridos Joe Pesci Daniel Stern ya no estaban para recibir más golpes en la cabeza. Y de ahí a los infiernos del directo a dvd, no había más que un paso…

El Hobbit (Peter Jackson, 2012-2014)



¿Por qué nos sobran? Sabemos que, en su condición de director tolkieniano por antonomasia, Peter Jackson está en condiciones de hacer lo que quiera con la Tierra Media y sus cosas. Sabemos, también, que Martin Freeman, Ian McKellen, Cate Blanchett y compañía no sólo tienen nuestro amor incondicional, sino también el del público (y bien ganado que se lo tienen). Y afirmamos, para terminar, que a Evangeline Lily le quedan divinas esas orejillas en punta. ¿Por qué incluimos, pues, a la trilogía El Hobbit en este repaso? Pues porque, con resultados mejores o peores, es el ejemplo perfecto de la trilogitis que hoy en día afecta a Hollywood: tras los inconvenientes que todos sabemos (abandono de Guillermo Del Toro, desgracias varias en el rodaje), el neozelandés decidió expandir la novelita de J. R. R. Tolkien en tres películas muy, muy largas. Y, aunque su decisión funcione durante la mayor parte del metraje, en otras es incapaz de disimular que la anécdota original está estirada como un chicle. Habrá que ver cómo queda La batalla de los cinco ejércitos para saber el resultado final. Y, ahora, si nos disculpáis, tenemos que salir pitando, porque un batallón de elfos de Rivendel, de orcos de Mordor y de tolkienistas del mundo viene a por nosotros para hacernos pagar por semejante herejía…

Via:Cinemania

Elizabeth Peña nos ha dejado



La actriz Elizabeth Peña, natural de New Jersey y ascendencia latina, falleció el pasado día 14 debido a causas naturales tras haber superado una breve enfermedad. Tenía 55 años.

Peña fue una de las actrices que contribuyeron a abrir el camino de intérpretes latinos en las películas de Hollywood. Su primera aparición data de 1979 en el film 'El Super' (Leon Ichaso y Orlando Jiménez Real).
Durante los ochenta aparece en numerosas películas, siempre en papeles secundarios, caso de 'Un loco suelto en Hollywood' ('Down and Out in Beverly Hills', Paul Mazursky, 1986), 'La Bamba' (id, Luis Valdez, 1987), 'Nuestros maravillosos aliados' ('*batteries not includes', Matthew Robbins, 1987), o el excelente thriller 'Acero azul' ('Blue Steel', Kathryn Bigelow, 1989).

Com paginó en todo momento sus trabajos en la gran y pequeña pantalla, en la que apareció en varios telefilms y numerosas series, caso de la muy exitosa 'Modern Family' (id, 2009 - ), en la que da vida a la madre de Sofía Vergara.

El último papel de Peña en el cine fue en la aún inédita 'Girl on the Edge' (Jay SIlverman, 2014).

Vía | rtve

Navot Papushado y Aharon Keshales filmarán el remake de 'Vengeance' de Johnnie To

Los aclamados directores de 'Big Bad Wolves' (id, 2013), Navot Papushado y Aharon Keshales han sido contratados por Sony para su primera película en suelo yanqui, un remake del thriller hongkonés 'Vengeance' ('Fuk Sau, 2009), dirigido por el siempre interesante Johnnie To.
El film de To narra una muy interesante historia sobre un asesino a sueldo que debe cumplir un trabajo por venganza mientras poco a poco pierde la memoria. El cantante Johnny Hallyday da vida al peculiar protagonista mientras el director nos deleita con su concepto sobre el cine de acción, del cual deberían aprender muchos directores actuales.
El tándem de directores se encargarán también de escribir el guión. Ya veremos si realizan cambios, como todo remake creo que debe tener, o siguen el original al pide de la letra. Teniendo en cuenta que su laureada película se parece sospechosamente a otra, casi podemos echarnos a temblar.
La filmografía de Johnnie To es un buen ejercicio cinéfilo que recomiendo a cualquiera.

Vía | Deadline

Warwick Davis tendrá un hueco en 'Star Wars: Episodio VII'

'Star Wars VII' contará con el regreso de otro viejo conocido de la saga. Warwick Davis se ha incorporado al extenso reparto de la nueva entrega que está dirigiendo J.J. Abrams. Será el tercer episodio en el que participe el actor después de dar vida al ewok Wicket en 'El retorno del Jedi' ('Star Wars: Episode VI Return of the Jedi', 1983) y a dos personajes, Weazel y Wald, en 'Star Wars: Episodio I - La amenaza fantasma' ('Star Wars: Episode I The Phantom Menace', 1999).

El propio Davis ha revelado la noticia a través del simpático vídeo que tenéis arriba, alojado en el canal oficial de Star Wars en YouTube, y donde recupera al cómico alter ego que interpreta en la muy recomendable serie 'Life´s Too Short' (2011). Por el momento se desconoce qué papel tiene reservado en 'Star Wars: Episodio VII' aunque por su experiencia es de suponer que no le reconoceremos bajo el disfraz de alguna de las criaturas fantásticas que poblarán la película.


Recordemos que la historia de 'Star Wars' continuará en los cines el 8 de diciembre de 2015. Mark Hamill, Carrie Fisher, Harrison Ford, Adam Driver, John Boyega, Daisy Ridley, Andy Serkis, Oscar Isaac, Domhnall Gleeson, Lupita Nyong'o y Max von Sydow encabezan el reparto del próximo estreno de la franquicia creada por George Lucas, ahora en manos de J.J. Abrams y Disney.

Via:blog de cine

'Dying of the Light', tráiler y cartel de la película que Nicolas Cage y Paul Schrader no quieren que veamos

Hay historias en Hollywood que llaman la atención mucho más que las propias películas de las que son consecuencia y hoy vengo a hablaros de uno de esos casos, pues aquí os traigo el cartel y el tráiler de 'Dying of the Light' (Paul Schrader, 2014), la nueva película de Nicolas Cage que el propio actor no quiere que veamos.
¿Qué puede llevar a Nicolas Cage, un actor que en los últimos años se ha dejado ver en infinidad de películas de calidad dudosa, a pedirnos que no veamos ? Pues ante todo solidaridad con Paul Schrader, su director y guionista que ha iniciado un boicot al que también se han unido Anton Yelchin, coprotagonista, y Nicolas Winding Refn, productor ejecutivo. Sus quejas se deben a que los productores expulsaron a Schrader de la sala de montaje e hicieron lo que les vino en gana con lo grabado por el guionista de 'Toro salvaje' ('Raging Bull', Martin Scorsese, 1980).

Aquí podéis ver la curiosa forma que han elegido para protestar, ya que se arriesgan a una millonaria demanda si hacen cualquier tipo de declaración criticando la película. Sabiendo esto, poco importa que la historia gire alrededor de un veterano agente de la CIA que se ve obligado a retirarse, pero que no tardará en volver a la acción cuando su protegido le hace saber que su némesis, un terrorista llamado Banir, ha reaparecido.

Lo cierto es que el tráiler tampoco tiene tan mala pinta, pero es una pena que le pase algo así a Schrader. Y lo peor es que no es la primera vez que le sucede, pues hace años también pasaron de él con la precuela de 'El exorcista' ('The Exorcist', William Friedkin, 1973) que había rodado. En esa ocasión se acabó lanzando el montaje de Schrader, aunque fue necesario que acudiera a los tribunales. ¿Volverá a pasar lo mismo? Lo único seguro es que el estreno de 'Dying of the Light' en Estados Unidos está previsto para el próximo 5 de diciembre.

Via:blog de cine