Tina Fey y Amy Poehler siguen manejando con soltura los premios de
la prensa extranjera de Hollywood. Para la historia: la despedida
triunfal de 'Breaking Bad', el discurso de Jacqueline Bisset ('Dancing
on the Edge') y la victoria de Leonardo DiCaprio. Por YAGO GARCÍA
Anoche,
cinemaníacos, nos sorprendimos a nosotros
mismos sentados ante el escritorio, con un ojo puesto en la TV y otro
en el monitor del ordenador, flexionando los dedos para no perdernos un
detalle de la gala de los
Globos de Oro 2014. Y, por lo pronto, mientras esperábamos a que las presentadoras
Tina Fey y
Amy Poehler soltasen
sus ocurrencias, el ritual preliminar de la alfombra roja (más largo
que nunca en la historia de estos premios, según insistían nuestros
compañeros de la
NBC) nos permitió constatar bastantes cosas.
Comprobamos, por ejemplo, que a
Zooey Deschanel se le puede acabar el turno como
manic pixie dream girl oficial de Hollywood si no se mantiene lejos de las garras del bótox, o que el
look de
Amy Adams era
un campo de batalla sobre el cual pugnaban ese rojo intenso que a la
actriz le sienta tan bien con un escotazo tal vez excesivo. Aunque
asumimos que esto es discutible, a nosotros nos encantó ver a
Lupita Nyongo'o (12 años de esclavitud) hecha toda una bruja escarlata, y a
Cate Blanchett convertida toda ella en un triunfo de
Armani. Así mismo, como señaló en Twitter nuestra compañera
Mariló García, Amber Heard apareció con un conjunto que parecía empeñada en batir el récord de
Angelina Jolie y
sus faldas con raja sobredimensionada. Si los Estopa la hubieran visto,
habrían acabado componiendo no ya una rumba, sino un disco conceptual.
No debemos olvidar tampoco ni a
Margot Robbie (El lobo de Wall Street),arrebatándole el sentido a los espectadores más
fashionistas a fuer de blanca y radiante, ni el
fotón que tuvo como protagonistas a
Emma Thompson, sus hijas y un
Bono extremadamente
chanante.
También fueron dignas de mención, por la parte masculina, esas gafotas de pasta lucidas por
Kevin Bacon (hipnóticas, en serio) y esas chaquetas de terciopelo que parecían diseñada por los peores enemigos de
Kevin Spacey y
Matthew McConaughey, sus infortunados portadores. Mientras la barba de
Michael Fassbender desataba
verdaderos torrentes de hormonas en las redes sociales (puedes ver la
foto más abajo), a nosotros nos llegaban al alma el gesto de ese
Bryan Cranston tan
señor, oscilando entre un resignado "a ver si cae esta vez" y un
anhelante "de esta noche no pasa", y el continente mucho más duro de un
Aaron Paul nominado
por primera vez como secundario televisivo. ¿Se atrevería la Asociación
de la Prensa Extranjera de Hollywood a provocar las iras de
Walter White y
Jesse Pinkman? Esa pregunta, lo confesamos, se solapaba en nuestra mente con otra más puñetera: ¿es que nadie le dijo a
Leonardo DiCaprio que
le hacía falta una talla más de esmóquin? Aun así, pensar con claridad
era difícil cuando el público, motivado por la presencia de
Jennifer Lawrence en
la alfombra, emitía un sonido similar al descrito por Obi-Wan Kenobi
cuando la Estrella de la Muerte destruyó el planeta Alderaan. 'J-Law', a
todo esto, provocó uno de los primeros GIFs multipropagados de la noche
al hacerle una
fotobomba a Taylor Swift...
Y, pasados por fin los preliminares, ahí que iban una Fey y una Poehler muy puestas a presentar la gala, saludando con cariño
"a todas las mujeres y los hombres gays que nos están viendo desde sus casas". Ah, y también (cosa de Amy) a calificar a
Tom Hanks de
"tesoro nacional". Muy aplaudida fue su referencia a
Meryl Streep (griposa y ausente el año pasado) y a ese
Martin Scorsese tan entrañable. Ah, y según las chicas, el argumento de
Gravity es el que sigue:
"George Clooney preferiría flotar y perderse en el espacio antes que pasar un minuto con una mujer de su misma edad". Cuidado, amigas, que
Ricky Gervais se buscó la ruina por menos...
Aun así, las chanzas de Fey y Poehler (quien, por cierto, se marcó una imitación de
Scarlett Johansson con mucha mala baba) iban resultando rítmicas, agudas y, en general, acogidas con aplausos por la concurrencia. Incluso por ese
Jonah Hill a quien dedicaron cierto chiste de masturbaciones y piscinas. Según nos recordaron, el sarao duraría cerca de tres horas,
"o, como diría Scorsese, 'el primer acto". Hanks y una
Sandra Bullock multicolor (su vestido causó torrentes
tuiteros, tanto
a favor como -sobre todo- en contra) comparecieron para presentar el
premio a la Actriz Secundaria, que fue a parar a Jennifer Lawrence por
La gran estafa americana. La
chica de oro de Hollywood no se cayó durante su camino al estrado, tal
vez gracias a un par de manos bienintencionadas, pero estuvo de lo más
jadeante a la hora de agradecerle la confianza al director
David O. Russell.
Channing Tatum y
Mila Kunis anunciaron el premio de
Jacqueline Bisset (Dancing on the Edge) como
Mejor Actriz Secundaria de Miniserie. La inglesa, que se estrenaba como
ganadora tras cinco nominaciones (la primera, como Actriz Más
Prometedora en 1969), se tomó su tiempo para llegar hasta la estatuilla,
que sostuvo entre sollozos antes de comenzar su discurso de
agradecimiento, tan largo, entrecortado y vengativo (
"A los que me han echado mierda encima: iros al infierno") que
no bastó ni con la música para ponerle fin. Y, en este momento,
recordamos cuál es uno de los grandes clásicos de la gala de los Globos:
las abundancia de pausas publicitarias, no por breves menos
incordiantes.
Acto seguido, se plantaron frente al público
Naomi Watts (deslumbrante) y
Mark Ruffalo para
el premio a la Mejor Miniserie o Telefilme. El cual cayó cual colleja
sobre todos aquellos que obstaculizaron la producción de
Behind the Candelabra por "demasiado gay". La misma pareja presentó el premio a la Actriz Principal de Miniserie:
Elizabeth Moss (Top of the Lake) se mostró emocionadísima, y no es para menos. Quedar por encima de
Jessica Lange, Helena Bonham-Carter, Helen Mirren y
Rebecca Ferguson no es algo que suceda todos los días, ni siquiera aunque los
fans de
Mad Men te adoren a muerte.
Matt Damon, siguiente presentador, se presentó como
"el basurero" (replicando a un pullazo anterior de Fey y Poehler) y declaró haberse olvidado las gafas para presentar a
Capitán Phillips como nominada a Mejor Película Dramática. Durante la siguiente pausa para
publi (sí, otra más), Jennifer Lawrence lanzó otra bomba, pero no fotográfica sino verbal, en la sala de prensa: a la actriz de
Los juegos del hambre le gustaría lanzarse en breve a la dirección.
¿Quién dijo que los chistes étnicos no estaban ya de moda en
Hollywood? Porque Fey y Poehler se quedaron a gusto mencionando una
hilarante lista de presuntos miembros de la Asociación de la Prensa
Extranjera (¡al rico estereotipo!) antes de dar paso al presidente de
esta, Theo Kingma. El cual, todo hay que decirlo, tuvo el gesto de
sinceridad de llamar a su intervención
"la pausa para ir al baño" antes de que
Jonah Hill y Margo Robbie demostrasen ser una pareja cómica de altura al presentar la nominación de
El lobo de Wall Street: gracias a su elegante manera de solventar un fallo del
teleprompter, el público se rió con ellos casi más que con las anfitrionas, lo cual es decir mucho.
Aplausos enormes acto seguido, porque tocaba citar a los nominados al
mejor actor televisivo de drama, y el nombre de Bryan Cranston fue el
primero en sonar. Y, como muchos esperábamos, volvió a oírse cuando se
anunció al ganador. Envuelto en una ovación astronómica, el único y
verdadero señor
Heisenberg agradeció
"esta maravillosa manera de despedirme de la serie", dedicó el premio a
Vince Gilligan y a sus compañeros, empezando por
Aaron Paul (
"¡Te quiero, tío!")
y, en general, quedó como un rey mostrándose breve además de emotivo.
Acto seguido era el propio Vince Gilligan quien cosechaba el galardón a
la serie dramática: escoltado por sus actores, Gilligan ofreció un
discurso muy 2.0, recordando a los
fans (
"o early adopters, como dicen en internet"), al que Aaron Paul puso un contundente remate secuestrando el
micro por las bravas para pronunciar ese
"Yeah, bitch!" que debería pasar a la historia.
Steve Coogan y
Philomena Lee: dúo británico para presentar la nominación de...
Philomena, efectivamente, la señora encarnada por
Judi Dench en el filme de
Stephen Frears. Siguiente premio: Mejor Banda Sonora en una película. Y sorpresa gorda, porque en lugar de los favoritos
Hans Zimmer (12 años de esclavitud) o
Steve Price (Gravity) la estatuilla cayó en las manos de
Alex Ebert, balbuceante (a juzgar por su discurso) compositor de
Cuando todo está perdido. Resulta
irónico, por otra parte, que haya que usar la música para desalojar del
estrado a un profesional de las corcheas. También fue una relativa
sorpresa la victoria de
Ordinary Love, la canción que unos
U2 ganadores de su segundo Globo (el primero fue por
Gangs of New York) aportaron a
Mandela: Del mito al hombre. Sí,
The Edge: todos sabemos que allá por los 80 fuísteis una de las voces
rockeras más significadas en contra del Apartheid, pero el "amén" final
como que quedó un poco mesiánico de más...
La raja de la falda de Amber Heard... Perdón, Amber Heard, toda ella, fue la encargada de pronunciar el nombre de
John Voight como ganador a Mejor Actor Secundario en Serie Dramática por
Ray Donovan. Dejando de lado las enhorabuenas al intérprete, eso nos entristeció: Aaron Paul no tendría ocasión de volver a pronunciar su
"yeah, bitches!" frente al micrófono.
Olivia Wilde anunció la nominación de
Ella como Mejor Comedia, nosotros nos preguntamos dónde se habían metido Tina y Amy... Y se desató el delirio cuando
Robert Downey Jr. llegó
para, impasible, y entre chascarrillos, explicar lo que iba a pagarle
cada una de las nominadas a Mejor Actriz de Comedia en caso de que se
llevasen el premio. Cuando
Amy Adams se hizo con la
estatuilla, logró recitar un enorme número de agradecimientos a toda
prisa: sólo hicieron falta un par de compases de fanfarria para hacerla
tomar soleta.
A continuación,
Keira Sedgwick y las gafas de Kevin Bacon llegaron para presentar a su hija y Miss Globos de Oro,
Sosie Bacon. A su vez Tina Fey, anunció
"en pro de la igualdad de género" a
un presunto hijo que se parecía mucho a Amy Poehler, y que nos hizo
echar unas risas a cuenta de Jacqueline Bisset y de los candidatos a su
paternidad. La misma pareja anunció el premio a mejor actriz en una
serie dramática de TV: gracias a
Robin Wright (otra presencia radiante), que se llevó el galardón por su interpretación en
House of Cards, recordamos que a veces compensa ser la bruja más mala del cuento. En la ficción, claro.
Dos tontos muy tontos 2 está al caer y hay que promocionarla. Por eso (suponemos)
Jim Carrey abandonó sus usuales maneras poco sociables para presentar a
La gran estafa americana como nominada a Mejor Comedia, pullazo a
Shia LaBeouf incluido. Sorpresa generalizada cuando
Christoph Waltz, ese genio, anunció a
Jared Leto como Mejor Actor Secundario por
Dallas Buyers Club. Reconociendo que, para su rol, tuvo que hacerse la cera integral
"incluyendo las cejas", el premiado nos hizo olvidar (un poquito) que el tremebundo Michael Fassbender de
12 años de esclavitud también
estaba nominado. Y, mira tú por donde... Otro descanso publicitario. Y
es que, a estas alturas, ya echábamos de menos a los anuncios.
Copazo y zapatos en mano (
"Este rojo [el del forro] es mi sangre") la gran
Emma Thompson presentó a los nominados a Mejor Guión Original. Un premio cuyo ganador, anunciado con exquisito acento británico, fue
Spike Jonze (Ella). El consumado autor de historias desquiciantes fue otro de los galardonados entrañables de la noche:
"No se me da muy bien expresarme en inglés, y eso que es el único idioma que hablo", dijo antes de mencionar a la productora
Megan Ellison. Una presentación más, pero esta vez especial:
Laura Dern nos recordaba la nominación de
Nebraska, filme protagonizado por su padre
Bruce Dern.
Cuando
Julie Bowen y
Seth Meyers se
presentaron para anunciar al Mejor Actor en Serie Cómica, nos
recordaron dos cosas: la primera, que ninguno de los dos tiene un Globo
en la repisa. Y, la segunda, que les alegraba mucho que
Andy Samberg (Brookyln Nine-Nine) se llevase el premio. Y en estas estábamos cuando
Paolo Sorrentino y el productor
Nicola Giuliano subieron al estrado para recoger el premio a la Mejor Película Extranjera para
La gran belleza. Un trofeo que Sorrentino dedicó a
"Italia, un país loco y maravilloso" antes
de que otras dos locas maravillosas, Fey y Poehler, pillasen a su
odiada Julia Louis-Dreyfuss engulliendo un perrito caliente.
Jimmy Fallon y
Melissa McCarthy (a
la pobre, nos explicó el primero, le había caído una bolsa de arena en
la cabeza y se creía la esposa de Matt Damon) entregaron a
Michael Douglas (Behind the Candelabra) el
premio al Mejor Actor Principal en Miniserie o Telefilme. Con perilla
de coronel sureño, el actor nos reveló que Soderbergh y él comenzaron a
planear la película allá por 2000, durante el rodaje de
Traffic. Y también encomió a su compañero Damon (
"La única razón por la que tú estás aquí es que yo tengo más secuencias") y al director, amén de a lo que parecía el
staff completo de
HBO.
Jennifer Lee, la primera mujer en dirigir un filme
Disney, subía junto a su compañero
Chris Buck para recoger el premio de
Frozen a la Mejor Película de Animación.
Colin Farrell anunció a
A propósito de Llewyn Davies como candidata a Mejor Drama antes de que
Chris O'Donnell y la
khaleesi Emilia Clarke presentaran el premio a la actriz de serie cómica: en el momento en el que
Amy Poehler (Parks & Recreation) se
enteró de que era la agraciada, estaba recibiendo un masaje en la
espalda de manos de Bono en persona. La resultante relajación le debió
sentar muy bien, porque irrumpió en el estrado hecha un torbellino para
los agradecimientos de rigor.
A estas alturas de la noche, tanto "Bryan Cranston" como "Robin Wright" eran sendos
trending topics de Twitter en español. Pero quién se va a acordar de ello cuando, según el dúo de presentadoras,
Emma Stone "está buscando nuevos amigos". Estamos seguros de que
Woody Allen, a
quien la susodicha hizo entrega del Premio Cecil B. DeMille, estará
deseoso de atender esa solicitud y cuantas hiciesen falta. Pero el genio
de Manhattan tendrá tiempo de hacerlo durante el rodaje de su próxima
película, de modo que siguió fiel a su costumbre de no atender jamás a
ceremonias como esta. Destaquemos, por otra parte, que el montaje
conmemorativo de rigor se abrió con el hilarante encuentro en la tercera
fase de
Recuerdos, una de las películas menos recordadas (y más amargas) del actor y director. Y también que a
Diane Keaton, que
recogió el trofeo, le sigue quedando mejor que a nadie el traje de
chaqueta. La actriz y ex compañera del cineasta incluyó en su discurso
con aquella frase, tan
alleniana, de
"más que vivir para siempre en mis películas, preferiría hacerlo en mi apartamento". Y remató su discurso con una canción que, en su voz quebradiza, quedaba como hermosísima conmemoración de
"una amistad de 45 años".
La emoción fue intensa, pero tuvo pronto reemplazo:
Liam Neeson, una entidad cósmica en sí mismo, salió para anunciar
Gravity como nominada a Mejor Drama. Y nada menos que Batman (es decir,
Ben Affleck) presentó el premio a Mejor Director, que fue a parar a
Alfonso Cuarón: observado por una
Sandra Bullock emocionadísima (y que se llevó un
"gracias por no abandonar cuando entendiste 'te voy a dar un herpes' en vez de 'un ear piece [audífono]") lanzó una larguísima lista de agradecimientos de la que estuvo ausente
George Clooney. Qué cosas... Fey dejó a medias una referencia a
Michael Bay para anunciar a
Uma Thurman y
Chris Evans, que entregaron el premio a Mejor Serie Cómica a
Brooklyn Nine-Nine.
Entregadas ya las categorías televisivas, era el turno de que
Jennifer Lawrence entregase el premio a mejor actor dramático. Y lo que
muchos se esperaban, pero pocos se acababan de creer, ocurrió:
Leonardo DiCaprio (El lobo de Wall Street) se
extrañó de haber ganado en la categoría cómica, pronunció parabienes
para el resto de los nominados (¿era nuestra imaginación, o ese
Joaquín Phoenix con
coleta le miraba con malos ojos?) antes de darle las gracias a un
Scorsese deshecho en lágrimas. Por aquí nos seguimos preguntamos si es o
no una ironía que
Reese Whiterspoon, dama sureña donde las haya, anunciase la candidatura a Mejor Película Dramática de
12 años de esclavitud: mejor lo dejábamos estar, porque (acompañado de
Chris Hemsworth) Niki Lauda dejaba claro que ser una leyenda viviente de la Fórmula 1 no te asegura talento para la comedia. Menos aún cuando
Rush (nominada a Mejor Drama) deja claro que tu fama en el mundillo siempre ha sido la de un señor tan implacable como borde.
Embarazadísima y con un vestido de difícil catalogación,
Drew Barrymore presentaba la categoría de Mejor Comedia o Musical, que fue para
La gran estafa americana. Y,
más adelante, Tina Fey dejaban tieso al público anunciando a DiCaprio
(que acudía a presentar el premio a la actriz dramática) al grito de
"démosle una bienvenida cálida como la vagina de una supermodelo". El trofeo fue para
Cate Blanchett (Blue Jasmine), quien recorrió un camino kilométrico hasta el estrado a los sones de
Blue Moon, recogiéndose la falda y sin inmutarse. Otra de las guapas de la noche,
Jessica Chastain, anunció al mejor actor dramático del año: un inesperado
Matthew McConaughey.
Y, para rematar la noche anunciando la Mejor Película Dramática, comparecía
Johnny Depp, muy ronco y muy sexy él. El anuncio de
12 años de esclavitud como triunfadora arrancó una ovación monumental según
Steve McQueen avanzaba hacia la estatuilla.. Escoltado por el reparto de su filme casi al completo (el coproductor
Brad Pitt no
se había presentado en la gala), el británico pareció serio al
comienzo, para después revelar una insospechada jovialidad. En su lugar,
¿quién no se alegraría?
A nosotros también nos tocaba movernos, pero no en busca de ningún
trofeo, sino más bien de un merecido descanso. Nos despedimos con una
foto que demuestra cómo, pese a las críticas, el vestido de Jennifer
Lawrence se convirtió en tendencia mundial durante la gala. Para que
luego digan que esta chica no crea moda...
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Via:Cinemania