sábado, 1 de noviembre de 2014
Cuando se esnifa coca en el cine, ¿qué se aspira de verdad?
Un director de cine es un señor que intenta hacer real una historia sacada de la imaginación de unos guionistas (o de la suya propia). No vale sólo con tener buenos actores y que el lenguaje del libreto sea verosímil. Los efectos especiales también forman parte de los recursos que hacen la historia más creíble. Lejos queda ya el bote de ketchup para simular la sangre o el maniquí que salta por los aires cuando al protagonista le ponen una bomba en el coche. Al igual que las heridas de bala surgen al explosionar pequeñas bolsas de sangre artificial en el cuerpo de los actores, las drogas en el séptimo arte también tienen su truco.
El encargado de elaborar la receta de los narcóticos falsos es el director de arte. Simular un porro, una raya de coca o unas metanfetaminas está entre las tareas de quien vigila el decorado. Pero, como dice el refrán, cada maestrillo tiene su librillo (de papel de fumar).
La principal sustancia que rodea la trama de El Niño es la cocaína, una droga que ha interpretado un papel protagonista también en El lobo de Wall Street o en series de televisión como Homeland. Para simular la cocaína en la gran pantalla se pueden utilizar diversas sustancias. En el caso de la última película de Martin Scorsese, los encargados de decorado emplearon vitamina D en polvo, y para la serie estadounidense se elaboran dos tipos distintos de sustancias con el fin de que escenifiquen la cocaína en mesa y la que va a ser esnifada.
“Normalmente es almidón de maíz (la clásica maicena), pero tienes que poner un poco de polvos de talco dentro porque el almidón es demasiado pegajoso y duro”, señala en una entrevista Gillian Albinski, director de arte de Homeland. Y si las líneas del guion indican que el protagonista tiene que esnifar cocaína, el actor aspira, en realidad, lactosa en polvo o vitamina B —también en polvo—, disponibles en cualquier tienda de nutrición.
Cuidado, eso sí, con la droga fabricada, porque repetir tantas veces una escena ha dejado secuelas en algunos actores. Así lo contaba divertido en otra entrevista Jonah Hill, Donnie Azoff en El lobo de Wall Street, que pasó en cama un mes y medio con una bronquitis, debido a las numerosas ocasiones en las que aspiraba vitamina D.
En otras películas, la droga que aparece en el guion es la heroína, una sustancia bastante parecida a la cocaína. De ahí que los ingredientes que emplean los directores de arte no varíen demasiado. Cuando en una escena la heroína es en polvo, se suele mezclar leche en polvo e Inositol, un compuesto orgánico perteneciente a la familia de la vitamina B. En las partes en las que se cocina la droga, se calientan soda y azúcar, en lugar de Inositol. Para las jeringuillas, se utilizan agujas de punta redondeada.
En el caso de las metanfetaminas, los actores se llevan a la boca unos simples caramelos. Un aliento a menta, fresa o naranja dejan las pastillas que fabrica Walter White en Breaking Bad. Y para simular el crack, la ayudante de dirección de arte de The Inevitable Defeat of Mister and Pete, Kim Slosek, explicó que únicamente bastaba con dejar caer unas gotas de Krazy Glue, un pegamento estadounidense, en una pila de soda para hornear.
Varias son las películas en las que los directores de arte se niegan a que los actores fumen de verdad. Sobre todo, cuando en el guión está escrita la palabra porro. En momentos como estos, los encargados del decorado y el atrezzo pueden adquirir marihuana sin THC, el ingrediente que provoca el efecto de dicha droga, o simplemente quemar orégano. Así lo hacen en Homeland, donde Morgan Saylor —la actriz que interpreta a Dana Brody— tiene varias escenas en las que finge fumarse un canuto.
Unos efectos especiales tan creíbles que pueden dejar a muchos con un mal sabor de boca.
Via:cinemania
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