domingo, 26 de enero de 2014

Así iba a ser 'The Hateful Eight', el 'western' que Tarantino ya no hará

Cazarrecompensas, generales del ejército, un intrigante francés... Salen a la luz detalles del proyecto abandonado por el director, que tenía intención de filmar en 70mm. Por CINEMANÍA

asi iba a ser the hateful eight el western que tarantino ya no hara

En cuestión de días, el western The Hateful Eight ha pasado de ser la próxima película de Tarantino a uno de esos proyectos del cineasta que probablemente nunca veremos. Enfadado por la rapidísima filtración del guión después de haberlo compartido con tres actores y sus agentes, Tarantino decidió cancelar los preparativos del filme y pasar a otra cosa, dejando atrás la que habría sido su primera incursión ortodoxa en el género western. Ahora, dado que el libreto circula por Hollywood, medios online como The Wrap y Badass Digest que han accedido a él publican algunos detalles sobre el malogrado proyecto sin entrar en spoilers concretos sobre el desarrollo del argumento.
The Hateful Eight
La primera, en la frente: Tarantino tenía intención de filmar The Hateful Eight en 70 mm. de espectacularidad visual; como recordarás, recientemente Paul Thomas Anderson recuperó el apabullante formato para The Master. Por supuesto, eso habría dado pie a inmensas panorámicas propias del Oeste, aunque los aspectos argumentales revelados apuntan más hacia un drama bastante claustrofóbico —dos son los escenarios dominantes: una diligencia y una tienda— y apoyado sobre los diálogos entre los personajes.
Según lo que cuentan en The Wrap, el guión presenta un western coral con papeles obvios para Michael Madsen y Bruce Dern, así como los habituales Samuel L. Jackson y Christoph Waltz. Jackson y Madsen seguramente serían un par de cazarrecompensas que regresan a un pueblo llamado Red Rock para cobrar una suculenta suma. Sus personajes, un antiguo general del ejército de la Unión y un hombre llamado John Ruth, dominan los dos primeros capítulos del guión: Las Stage to Red Rock y Son of A Gun. El resto de capítulos que componen el filme se titulan Minnie's, The Four Pasggengers (sic) y Black Night, White Hell.
Por el camino, estos personajes coinciden con un hombre llamado Chris Mannix y el chófer de su diligencia, que lleva un prisionero y tres cadáveres de bandidos atados al techo. Todos juntos llegan a una pequeña tienda que toman como refugio ante una ventisca. Sin embargo, en vez de los propietarios del comercio, dentro se encuentran con cuatro hombres: un general sureño (probablemente Dern), un supuesto verdugo, un francés llamado Bob (¿Waltz?) y un vaquero llamado Joe Gage. Ahí tenemos a los ocho protagonistas que menciona el título. El recuerdo de Reservoir Dogs es lo primero que viene a la mente, cuando la web indica que desconfianza, café y violencia es lo que se desata a continuación.
No cuentan más por respeto a Tarantino, aunque adelantan que hay una escena de ruleta rusa, vómitos y mucha falsedad. Dejando a un lado la tristeza absoluta que nos produce perdernos esto en 70 mm., pasemos a las dudas prácticas: ¿publicará finalmente el cineasta el guión en forma de libro? La premisa ya nos ha dejado con los dientes muy largos...
The Hateful Eight


15 clásicos del cine que marcan tendencia

Los años no pasan para ellas: estas películas influyeron e influyen sobre infinidad de pasarelas, escaparates y armarios. Por YAGO GARCÍA

15 clasicos del cine que marcan tendencia

Podemos hablar lo que queramos sobre reconocimientos, olvidos clamorosos, premoniciones con vistas a los Oscar y otros asuntos propiamente cinéfilos. Pero una cosa está clara: los dos elementos de los Globos de Oro 2014 que más han dado que hablar en las redes sociales han sido el parodiadísimo vestido de Jennifer Lawrence y los sufrimientos que Emma Thompson padeció a causa de sus tacones. Los cuales, además, llevaron a la británica a causar una pequeña conmoción en la entrega de los SAG, compareciendo con zapato plano ante sus compañeros del Sindicato de Actores. ¿Anecdótico? ¿Frívolo? Seguramente. Pero también significativo, porque estos dos incidentes nos recuerdan que el cine y la moda son hermanos siameses, más que parientes lejanos.
Por si tienes dudas, CINEMANÍA te ofrece aquí 15 películas que no sólo han pasado a la historia por su peso específico, sino también por sus efectos sobre pasarelas, escaparates e infinidad de guardarropas de todo el mundo. Una influencia que, en la mayoría de los casos, no se queda en sus épocas respectivas, sino que sigue coleando en la actualidad. Si las ves con el ojo puesto en la elegancia de sus vestuarios, estas cintas tendrán sobre ti el mismo efecto que aquella lección de Meryl Streep a Anne Hathaway (en El diablo viste de Prada) sobre la genealogía del azul cerúleo.

La caja de Pandora (G. W. Pabst, 1929)

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Recoger la moda de toda una década (la de 1920) y propulsar su evolución hacia el futuro: ese fue el efecto de este clásico. Los vestidos con cintura baja, los collares de perlas y los estampados orientales concebidos por Gottlieb Hesch para su protagonista Louise Brooks se hicieron tan populares como el copiadísimo pelo a lo garçonne de la actriz, y convirtieron a La caja de Pandora en todo un referente estético, tanto en la pantalla como fuera de ella.
Y además… El copiadísimo vestido de novia lucido por Claudette Colbert en Sucedió una noche (Frank Capra, 1934) y el look tan estiloso como polémico que Marlene Dietrich y el diseñador Travis Banton presentaron en Deseo (Frank Borzage, 1936) quedan como sendos hitos de entreguerras.

Lo que el viento se llevó (Victor Fleming y otros, 1939)

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Con mano de hierro, el productor David O. Selznick forjó una película que habría de hacer historia. No nos referimos sólo a la descomunal taquilla del filme, ni a sus ocho Oscar, sino también al hecho de que el vestido blanco y verde (de Walter Plunkett) lucido por Vivien Leigh en una de sus primeras escenas quedó como el patrón de costura más vendido en EE UU durante la década posterior. Aún hoy puede encontrarse en eBay.
Y además… Imposible olvidar el rol de Katharine Hepburn como icono de la moda: bien llevando diseños de Howard Greer (La fiera de mi niña, 1938), bien de Adrian (Historias de Filadelfia, 1940), bien de Plunkett (La costilla de Adán, 1940) la gran Kate divulgó formas revolucionarias de vestir… y de vivir.

Gilda (Charles Vidor, 1946)

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Esta película ha pasado a la historia por los escándalos que provocó más que por su calidad. Pero el striptease que nunca fue de Rita Hayworth y la bofetada que Glenn Ford propinaba a la actriz no pueden hacernos olvidar los vestidos de Jean Louis. El diseñador francés, que vistió a Hayworth en nueve filmes, consagró la combinación de palabra de honor y guantes de ópera (en negro o en rojo, preferiblemente) como el uniforme de la mujer fatal.
Y además… El vestuario de Bette Davis en La extraña pasajera (I. Rapper, 1942) sigue inspirando colecciones, como una de zapatos de Manolo Blahnik. Y recordemos que, en español, las chaquetillas de punto deben su nombre a Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940).

Vacaciones en Roma (William Wyler, 1954)

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Pensar en Audrey Hepburn y evocar Desayuno con diamantes es todo uno. Pero en Vacaciones en Roma la actriz vivió un romance con las creaciones de la diseñadora Edith Head (8 Oscar, 35 nominaciones) tan intenso como el de su personaje con el de Gregory Peck. O tal vez más: la productora Paramount obsequió a la actriz con todo el vestuario que había usado durante el rodaje, lleno de líneas rectas que sacaban partido de su silueta de sílfide. El diseño de Givenchy que la actriz lució en los Oscar de 1955 también trajo cola.
Y además… Repasar la moda de los 50 en el cine y no mencionar a Marilyn Monroe sería un pecado. La combinación entre las curvas de la actriz, un vestido blanco de Travilla y la ventilación del metro de Nueva York (en La tentación vive arriba, 1955) bastó para provocar una revuelta en la avenida Lexington.

La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954)

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Dado que Grace Kelly había pisado las pasarelas antes que los platós, es normal que ella y Edith Head formasen un tándem tan efectivo. Y no sólo en lo tocante a diseños como esa falda de chiffon que sigue quitando el hipo, sino también a la elección de complementos. Mientras el pelma de James Stewart observaba a sus vecinos, muchos miembros del público hacían lo propio con el bolso de Hermès portado por su sufrida novia. Un modelo que, aún hoy, es conocido como 'bolso Kelly'.
Y además… La soltura de Brigitte Bardot en …Y Dios creó a la mujer (Roger Vadim, 1956) escandalizó a los biempensantes, y también popularizó en todo el mundo ese look playero de la Costa Azul diseñado por Pierre Balmain.

Al final de la escapada (Jean-Luc Godard, 1960)

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El debut largo de Godard supuso una conmoción para el mundo del cine, y también para el del vestir. Y eso que la película no contó con un diseñador de vestuario, sino sólo con el guardarropa de Jean Seberg: la malograda actriz elevó su look (camisetas de rayas, pantalones chinos, zapatillas y pelo corto) a seña de identidad para la mujer moderna de entonces. Y también, en gran medida, para la de ahora. ¿Recuerdas el pixie cut con el que Emma Watson nos conmocionó en 2012? Pues eso.
Y además… En el extremo opuesto al puritanismo de Godard, Cleopatra (J. L. Mankiewicz, 1963) vistió a Elizabeth Taylor con una colección de superlujo cuya influencia sigue coleando. Y no olvidemos tampoco la silueta andrógina de Mia Farrow en La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968).

Belle de Jour (Luis Buñuel, 1967)

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Fetichista hasta el final, Buñuel se agenció los servicios del mismísimo Yves Saint Laurent para vestir a Catherine Deneuve en esta película. Algo que, además de convertir en inseparables a la actriz y al diseñador, dotó de un matiz de lujuria a las faldas de tubo, las blusas de seda, los tacones altos y otros elementos hasta entonces inocuos. Los señores de clase alta jamás mirarían a sus esposas de la misma manera.
Y además… Mientras Saint Laurent sexualizaba el vestuario de la mujer burguesa, Paco Rabanne metalizaba el sexo del futuro con su trabajo para Barbarella (Vadim, 1968). ¿Quién eres tú, Polly Magoo?  (William Klein, 1966) ofrece otro catálogo de excesos de la época.

Bonnie and Clyde (Arthur Penn, 1967)

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Si la moda de los 70 estuvo bañada por la retromanía fue, en gran medida, debido a este filme de la década anterior. El cual, además de servir como posible punto de arranque para el ‘Nuevo Hollywood’, demostró que los jerseys de punto, las faldas rectas, las boinas y los pañuelos al cuello de Theadora Van Runkle podían ser un acierto siempre que se combinaran con unos ojazos como los de Faye Dunaway. Estamos hablando de la película favorita de Kate Moss: eso quiere decir algo, seguro.
Y además… Antes de Dunaway y Bonnie and Clyde, la estampa de Julie Christie en Doctor Zhivago (David Lean, 1965) había llevado a muchas chicas del Swinging London a ataviarse cual damiselas rusas. Después, gracias a Mia Farrow y El gran Gatsby (Jack Clayton, 1974), el estilo flapper de los ‘felices 20’ volvió a ser actualidad.

Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976)

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Al igual que la bipolar personalidad de Travis (Robert De Niro), este filme oscila entre dos extremos irreconciliables: por una parte, tenemos a Cybill Shepherd derramando lisura, y por otra a esa Jodie Foster cuyo trágico personaje resulta un compendio de estéticas destroyer desde la pamela a los zapatos de plataforma, pasando por las maxigafas, el top (o la camisa anudada al ombligo) y el minishort. Para colmo, la ropa militar y el pelo mohicano harían furor poco más tarde gracias a la revolución punk del 77: ¿adivinas qué película tuvo la culpa?
Y además…  Aunque algunos sufran vahídos al recordarlo, Calvin Klein calificó al look de Ali MacGraw en Love Story, todo él gorritos de punto, abrigos y tableados, como “el gran estilo de la moda en EE UU”.

Annie Hall (Woody Allen, 1977)

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Pantalones, sombreros de ala ancha, chalecos, camisas y corbatas… Tres décadas después de que Katharine Hepburn reivindicase el uso femenino de estas prendas, Diane Keaton revalidó su estatus para ellas con un argumento simple: los conjuntos que lucía en la película provenían de su propio guardarropa. No olvidemos que este mismo filme lanza una pulla antológica hacia Jack Nicholson y Anjelica Huston, entonces pareja trendsetter donde las hubiera.
Y además… Mientras Woody y Diane marcaban estilo en Manhattan, Brooklyn vibraba con los ritmos disco de Fiebre del sábado noche (John Badham, 1977): solapas astronómicas para ellos, vestidos sueltos colores pastel para ellas.

La chica de rosa (Howard Deutch, 1986)

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Efectivamente: el vestido que Molly Ringwald luce en la escena cumbre de esta película ha envejecido fatal. Pero admitamos que, en el resto del metraje, la diseñadora Marilyn Vance (habitual en los trabajos de John Hughes, aquí guionista y productor) nos dio buenas razones, bien para añorar una época de eclecticismo en los complementos y contrastes demenciales en cortes y colores, bien para recordar por qué algunos llaman a los 80 “la década que asesinó al estilo”. Sobre gustos…
Y además… Sin desdeñar el look aeróbico y bailón de Jennifer Beals en Flashdance (1983), reconozcamos que el streetwear de la época tiene el rostro de Madonna en Buscando a Susan desesperadamente (Susan Seidelman, 1985).

Armas de mujer (Mike Nichols, 1988)

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Olvidemos por un momento el peinado de Joan Cusack y dejemos algo claro: aunque la malísima Sigourney Weaver cite a Coco Chanel, aquí quienes mandan son Giorgio Armani y Comme Des Garçons. Chaquetas de hombreras sin cuellos, camisas de seda, joyería sobria y cardados son los elementos de la armadura con la que Melanie Griffith afronta su combate por el éxito laboral, y por el amor de Harrison Ford. Tener una mente para los negocios y un cuerpo para el pecado conlleva estas cosas.
Y además… Tal vez la Meryl Streep de Memorias de África (S. Pollack, 1985) reivindicase lo retro, pero es recordar American Gigoló (P. Schrader, 1980) y ponernos a entonar “Armani, Armani, A-A-Armani”, cual los Pet Shop Boys más desatados.

Pretty Woman (Garry Marshall, 1990)

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Tras los excesos de los 80 llegó la contención noventera. Algo ejemplificado por la metamorfosis con la que Julia Roberts pasa de prosti escandalosa a señora elegantísima. La huella de este filme no sólo afecta a diseñadores como Stella McCartney, sino también a la propia actriz: Julia conserva ese vestido marrón a topos blancos en el que estás pensando, y se lo prueba regularmente para vigilar su línea.
Y además…  ¿Quieres tirar por lo llamativo? Pues fíjate en los tops y las faldas animal print de Patricia Arquette en Amor a quemarropa (Tony Scott, 1993). Y, aunque Parque Jurásico (S. Spielberg, 1993) no sea una película fashionista ni por asomo, el look campero de Laura Dern también tuvo su influencia.

Fuera de onda (Amy Heckerling, 1995)

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¿Cuántas variedades distintas pueden tener los cuadros escoceses? No sabemos el número exacto, pero sí que 53 de ellas aparecen en el vestuario de esta película. Y es que Alicia Silverstone no sólo ejemplificó aquí la moda pijoadolescente de los 90 con sus tableados, sus sombreros y sus calcetines altos, sino que también se apropió de un estampado que, por entonces, parecía patrimonio exclusivo de la moda grunge.
Y además… El estilo de Fuera de onda tuvo un claro precedente (y un fuerte competidor) en los modelazos exhibidos por la serie Sensación de vivir: sus chicas no pasaban un capítulo sin lucir estampados florales, denim y botas de caña baja.

Los Tenenbaum: Una familia de genios (Wes Anderson, 2001)

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La moda cinematográfica de los dosmiles tuvo un arranque espectacular… Que nos llevó en un viaje sin escalas a los 70. Siempre detallista, Anderson vistió a Gwyneth Paltrow con un completo guardarropa vintage en cuyos abrigos de pieles,pasadores de pelo, vestidos de tenis y bolsos de colección brillaban los nombres de Hermès, Lacoste y Fendi. Todo ello mucho más agradable para la vista que el chándal de Ben Stiller, dónde va a parar.

Y además… También apostando por lo retro, Tom Ford cerró la década derrochando elegancia en Un hombre soltero (2009). En términos más juveniles, y también más discutibles, recordemos los chalecos de ante, la joyería y los piercings de Evan Rachel Wood y Nikki Reed en Thirteen (C. Hardwicke, 2003).

[Crónica Sundance 2014] Esperar juntos; visionar solos

La organización ha desatado las hostilidades entre los representantes de la prensa al dar por finalizados los pases especialmente concebidos para ellos. Toca buscarse la vida con o sin las amistades perdidas. Por VÍCTOR ESQUIROL

[cronica sundance 2014] esperar juntos visionar solos

“Y hasta aquí hemos llegado. Un placer conocerle y haberle servido en todo lo que estuviera en mi mano.”; “¿Tan pronto nos despedimos? ¡Pero si todavía quedan tres días de festival!”; “A mí que registren... sólo soy un voluntario. Además, me ha llegado que era usted el que resoplaba con el video de Lady Gaga.”; “Sí, pero...”. Pero nada. Se acabó, y punto. Los miembros acreditados de la prensa y la industria nos hemos quedado, de un día para otro, sin pases exclusivos. Nada que no estuviera previsto en el programa designado por la organización del festival, quien a buen seguro debía dar por asumido que a estas alturas ya habríamos visto todo lo que merecía ser visto. El caso es que siempre hay alumnos que se dejan algunos deberes para el último día. “No hagas hoy lo que puedas hacer mañana". Y con el problema del trabajo acumulado nos topamos.
A partir de ahí, las enseñanzas de Perdidos entran una vez más en nuestra vida. En la Isla, los había que defendían el “Vivir juntos; morir solos” y lo que por el contrario se posicionaban a favor del “Cada hombre por su cuenta”. En Park City hasta hoy reinaba lo primero. El buen rollo. Nos cedíamos, los unos a los otros, el sitio en las colas de espera: “Por favor, ha llegado usted antes”; “¡Ni hablar! He visto cómo estaba usted primero. ¡Insisto!” Sonrisas, reverencias y bromas de complicidad... hasta que nos quedamos sin privilegios, y si te he visto, no me acuerdo: “¡Ni te acerques a mi sitio, completo desconocido!”. Como con Suzanne Collins, resulta que las alianzas que habías ibo cosechando durante todos estos días han servido sólo para tener más cerca al pardillo al que le vas a clavar la puñalada trapera.
Con lo bien que parecíamos llevarnos... y con lo bien que nos habría ido la compañía al menos en la primera película de esta jornada. I Origins es el esperado segundo largometraje de Mike Cahill, director que en su debut titulado Another Earth nos demostró, efectivamente, que el cine es sobre todo una experiencia hecha para ser compartida. Para ser desmenuzada, diseccionada, analizada... comentada en familia. Donde no llegue mi intelecto (con respecto al de Mr. Cahill, se entiende) llegará el mío sumado al de mi amigo. Y donde no lleguen las teorías de ambos, lo harán las nuestras sumadas al de que aquel otro conocido que también ha visto la película.
Con esta sensación te dejaba aquella imperfecta y aun así estimulante película en la que se descubría la existencia de un planeta idéntico al nuestro. Las posibilidades, dentro de la sinopsis, eran casi infinitas; las interpretaciones (las nuestras, claro) que surgían después del visionado, también. Está por ver si, después de habernos peleado un poco los unos con los otros, de haber trazado nuevos pactos a ultimísima hora y de haber trampeado con los sistemas de seguridad de los cines de Park City, vamos a tener la mente debidamente preparada para el reto que se le viene encima.
Sin más tiempo para la especulación y los codazos, empieza por fin I Origins, y lo hace de la manera que preveíamos. Mike Cahill, que ahora está solo en las tareas de guionista, cede al estilo (en su acepción más o menos vacía) el protagonismo a la hora de proceder con las presentaciones. Un científico (Michael Pitt) con una algo inquietante fijación por los ojos conoce en una fiesta a una extraña enmascarada (la catalana Àstrid Bergès-Frisbey) de la que se enamorará perdidamente. Antes, por cierto, nos ha pedido que prestemos atención a unos globos oculares que podrían cambiar el destino de toda la humanidad. No es para menos, pues los ojos (sobre todo los humanos) son directamente como el universo. Todo cabe en ellos: todas las formas y colores imaginables, todas las identidades únicas y, quizás por todo esto, todas las vidas habidas y por haber.
¿Se entiende? ¿No? Que no cunda el pánico, la verdad es que no importa demasiado. Al menos durante la primera mitad del filme, en que la ciencia, como era de esperar, no es el objetivo, sino la vía para llegar a algo de alcance / comprensión mucho más, precisamente, universal. La primera hora de I Origins desconcierta en el mal sentido: los mecanismos del cine romántico más previsible toman las riendas: chico conoce a chica; la pierde de vista pero la vuelve a recuperar (nada de spoilers, palabra) gracias a una imposible alineación de astros. El mundo entero parece depender de los dos tortolitos, y el espectador, haya acudido acompañado o solo a la cita, va comprendiendo que lo que está viendo, por muy misticismo con el que se haya querido recubrir, es exactamente lo que parece. La fachada como único elemento del edificio...
... Hasta que el personaje de Brit Marling (quién si no) toma protagonismo y se rompe el continuo espacio-tiempo. El factor científico, usado hasta el momento como mera cháchara de cara a la galería, muta en ciencia-ficción, usada ahora como motor espiritual del producto. De la paja (mental, también) al alma. Hasta la primera parte del filme parece recobrar sentido. Una serie de giros argumentales propician un cambio radical en las preferencias de Cahill, y en estas nuevas, el cineasta de New Haven, saca el mejor partido de su cine. De nuevo, se establece un interrogatorio (cuyo tema principal no es otro que la fe, casi nada) entre artista y receptor. El primero suministra con pasión contagiosa las herramientas y las pistas; el segundo las usa como mejor se adecuen a su estado de ánimo que, por supuesto, en parte viene determinado por lo que está viendo. Y la experiencia fílmica vuelve a compartirse, quizás no con el de al lado, pero sin duda con lo de enfrente, cerrándose así un círculo casi perfecto.
Antes de retomar la Competición toca pararse en Next, donde aparte de aguardar -avancémoslo ya- una de las sorpresas más agradables de este 30º Sundance (y a juzgar por la recepción en el Marc Theatre, firme candidata a la hora de alzarse con el Premio del Público), lo hace también la certeza de que, a la hora de caminar por este paisaje al que llamamos “vida”, no hay nada mejor que una buena compañía. La voz del santurrón Jack Shephard vuelve a resonar en el coco: “Si no vivimos juntos... vamos a morir solos”. Me cago en la conciencia... En Land Ho!, dos ex-cuñados muy entraditos en edad (presentados por dos directores aparentemente tan dispares como Aaron Katz y Martha Stephens) se reúnen después de mucho tiempo para ponerse al día. Lo que pasa es que uno de ellos considera que no hay mejor lugar / momento para ello que un viaje a Islandia, esa isla de la que van a descubrir que no estaba tan devastada como habían querido creer.
Cuando estábamos acabando de reponernos de la winterbottomada de The Trip to Italy, aparece este último garbeo (?) en versión nórdica, sólo que en esta ocasión el protagonismo no está al otro lado de la cámara, sino delante de ella, donde dos personajes ficticios adquieren con asombrosa categoría de “reales-como-la-vida-misma.” Estamos pues mucho más cerca del Entre copas de Alexander Payne. Entre Paul Eenhoorn y Earl Lynn Nelson se establece una química sólo quebrantable por alguna que otra bronca ocasional... que no hará sino reforzar el vínculo que les une. Los diálogos, situaciones y pruebas a las que se verán sometidos fluyen con una naturalidad, y con un aprovechamiento del entorno que consigue que, en más de una ocasión, nos olvidemos de que estamos viendo una película. Porque más que una buddy movie, estamos ante lo que es un -merecidísimo- homenaje a una etapa vital; a un invierno mucho más cálido y agradable de lo que nos habían querido vender. El trono de productor ejecutivo en esta pequeña gema indie lo ocupa, por cierto, el divertido, tierno y marcianito David Gordon Green... y todo cobra aun más sentido.
Desde luego mucho más que Jamie Marks is Dead, nuevo trabajo de uno de los protegidos del Instituto Sundance. Carter Smith deja atrás el -buen- recuerdo (por así llmarlo) de la ya casi olvidada Las ruinas, pasando del terror más cafre (pertenece a aquella película uno de los grandes logros, en forma de angustiosa amputación, de la historia del gore) al más sugerente. Esta adaptación del texto original de Christopher Barzak, nos lleva, una vez más en este Sundance, a la América interior que, esta vez sí, prescinde de imposturas y se muestra como lo que seguramente es: un violento atolladero levantado sobre los cadáveres de las víctimas de las que nadie quiere oír ni media palabra.
La película empieza haciendo justicia a su título. El cuerpo inerte de Jamie Marks, un alumno de instituto víctima del acoso escolar, es encontrado en las afueras de su pueblo natal. No es un relato negro, o tal vez sí. Tampoco es una teenage movie, ¿o...? Lo que sí es seguro es que tiene el tratamiento de un cuento de fantasmas que tampoco acaba de manifestarse como sugiera su naturaleza más obvia. Los esquemas que dicta el manual son dejados de lado para concebir una extraña obra de arte dotada de una lógica única... tanto que a veces cuesta demasiado entrar en su juego. Para entendernos, no es terror porque no pretende serlo... y porque a veces el resultado final es ridículamente desconcertante. Es, seguro, la demostración de que a día de hoy, siguen existiendo caminos alternativos para llegar a los sitios que creemos (y sólo creemos) conocer.
Por último, la parada obligatoria en el reino de la no-ficción la encontramos en The Internet’s Own Boy: The Story of Aaron Swartz. El documentalista Brian Knappenberger sigue ahondado en su propio retrato de la red de redes, sólo para darnos cuenta de la magnitud casi inabarcable del monstruo, lo cual es sin duda uno de los objetivos de esta película que podría haberse titulado también Aaron Swartz is Dead, o incluso ¿Quién mató a Aaron Swartz? La fugaz pero intensísima vida de uno de los cofundadores de Reddit (así como uno de los mayores defensores de la propiedad intelectual de dominio público) es desmenuzada a lo largo de poco más de hora y media (y con un plan de viaje poco innovador pero efectivo), primero para comprender el fondo humano del protagonista, y después (y ahí viene lo interesante), para que nos horripilemos, no del gobierno que llevó al chaval literalmente al límite, sino de unos tiempos ofuscados por su propia codicia y, peor aún, estupidez. Es, al menos sobre el papel, uno de los capítulos más imprescindibles de la también imprescindible historia de internet, reflejo aterrador e híper-preciso de las luces y sombras de nuestra era.
Más sobre Sundance 2014 en CINEMANÍA:
Crónica 8: Insomnio
Crónica 7: Descargando tensión
Crónica 6: La insoportable levedad del ego
Crónica 5: Infancia recuperada
Crónica 4: Finánciate como puedas
Crónica 3: Adaptándose al cambio
Crónica 2: ¡Muévete!
Crónica 1: Teoría general de las aperturas
Sundance: Guía de supervivencia

Lo que hay que ver

'Batman vs. Superman': Primeros rumores sobre el argumento

¿Cuáles son los planes de Lex Luthor? ¿Asistiremos a la génesis de la Liga de la Justicia? ¿Qué otros héroes de DC se asomarán al filme? Para saber si todos estos dimes y diretes son verdaderos tendremos que esperar hasta 2016. Por YAGO GARCÍA

batman vs superman primeros rumores sobre el argumento

Es lo que tienen las superproducciones: el pobre Ben Affleck se hace pupa en una pierna, el calendario de estrenos de Warner Bros. se enreda... Y, ale, ya tenemos que esperar un año más para ver Batman vs. Superman. Lo cual quiere decir que el encuentro entre el Hombre Murciélago y el último Kryptoniano (Henry Cavill, El hombre de acero) ha pasado a crear todavía más expectación que antes, si ello es posible. Y, para colmo, los chicos de Latino Review se han hecho eco de una serie de rumores divulgados en el foro NeoGaf, que podrían suponer un conjunto de enormes SPOILERS sobre el filme: las confidencias cubren casi todo el argumento, desde la identidad de los villanos a las apariciones de otros personajes de DC Comics, pasando por los avatares que Zack Snyder y los guionistas David S. Goyer y Chris Terrio tienen preparados para Clark Kent y Bruce Wayne. Os los ofrecemos a continuación.

Los villanos: músculo y cerebro

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Es decir: Lex Luthor Metallo. Según este conjunto de rumores, los chicos malos de la historia serán nuestro científico multimillonario psicópata favorito, por un lado, y por otro el cyborgpropulsado a base de kryptonita cuyo nombre ya sonó como villano de El hombre de acero. Lo cual aportaría al bando de los villanos tanto el retorcimiento imprescindible para despertar nuestro interés como el necesario grado de metralla en las escenas de acción. Algo, esto último, que se ve muy necesario si tenemos en cuenta el apartado siguiente.

Luthor será una figura en la sombra

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Según la fuente anónima de Latino Review, el papel de Lex será el de "un manipulador" que, además, "no tendrá muchas escenas junto a Superman". Lo sentimos por quienes salivaban ante el enfrentamiento de 'Supes' con su archienemigo, y también por aquellos a quienes un cara a cara dramático entre Henry Cavill y ese titán llamado Joaquin Phoenix les inspiraba un irrefrenable morbo. No obstante, hay otro personaje principal de la historia que sí podría verse las caras más a menudo con el mandamás de Lexcorp.

La entrometida señorita Lane

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Un personaje cargado de millones y de vida privada misteriosa es todo un cebo para los periodistas. Y, por ello, uno de los arranques de la historia sería (dicen los rumores) la investigación que el personaje de Amy Adams lleva a cabo sobre la vida de Luthor. Por otra parte, la misma fuente indica que el villano plutócrata compra el Daily Planet para mejorar su imagen pública. Algo que, en los cómics, ha ocurrido al menos en dos ocasiones, y que puede suponer un duro aprieto para la infatigable Lois y su ética profesional.

El mundo contra 'Supes'

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Vale, ya hemos dejado claro cuál será el punto de partida del chico de la capa, pero ¿cómo entra en escena su colega de Gotham City? Según la lista de rumores, Batman crea una organización mundial "del estilo de las Naciones Unidas" para evitar que el kryptoniano acabe destruyendo otra ciudad durante una de sus batallas: recordemos que Metropolis acababa hecha unos zorros tras el enfrentamiento final de El hombre de acero. Según se ve, los jefes de Warner y DC tienen un ojo puesto en la continuidad de las historias, algo que agradecemos.

Todo lo viejo es nuevo otra vez

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Otro detalle muy interesante acerca de 'Bats': por lo que se contó en NeoGaf, el Batman de Ben Affleck y Snyder será menos realista y más desaforado que el de Christian Bale Christopher Nolan. Por lo pronto, la fuente avisa de que tanto la Batcueva como el Batmóvil "serán muy espectaculares y recordarán a las películas de Tim Burton". Auguramos una gran polémica entre el fandom, con aficionados de uno y otro signo debatiendo sobre si esto resulta un beneficio o un paso atrás para el personaje.

El Chico Maravilla no es de fiar

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De la misma forma, parece que el nuevo Batman llegará ya con un pasado y un trasfondo. Los cuales, agárrate, tendrían que ver con Robin: antes del comienzo de la historia, se nos dice en la lista de rumores, el Hombre Murciélago y su discípulo habrían partido peras de forma poco amistosa. ¿Por qué? Pues porque "Robin traicionó a Batman de alguna manera". Tal vez eso conlleve la aparición de un tal Nightwing...

La llegada de la amazona peleona

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Por otra parte, si los rumores que aparecieron en NeoGaf son ciertos, ya sabemos cómo va a entrar en la historia Diana de Themiscyra, alias Wonder Woman (Gal Gadot): la heroína feminista "se hace pasar por una socia de las Industrias Wayne para recuperar un artefacto que perteneció a su pueblo". Bueno, hay motivos peores para cambiar la Isla Paraíso por el mundo patriarcal, sobre todo cuando el contrato de la actriz incluye una secuela. En cuanto al artefacto de marras, ¿alguien dijo macguffin? 

Una incorporación con agallas

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Esperad, cinemaníacos, porque parece que aún queda un héroe clásico de DC por sumarse a la fiesta: nada menos que Aquaman. Bueno, no exactamente: los rumores indican que el aventurero anfibio no usará su alias, así que o bien le conoceremos como Arthur Currie o bien como Orin, soberano de Atlantis. En todo caso, su presencia estará motivada por los efectos medioambientales de la maquinaria que el general Zod empleó en El hombre de acero para convertir la Tierra en un nuevo Krypton.

¡Oh, cielos, han matado a Clark!

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Entramos en terrenos espinosos y propensos a especulaciones: según el confidente, uno de los clímax de Batman vs. Superman llega cuando "Metallo mata a Clark Kent". Sí, habéis leído bien: a Clark Kent, no a Superman. ¿Qué quiere decir esto? Pues, a la luz del siguiente epígrafe, uno podría pensar que la muerte de su álter ego humano es una buena estratagema para un héroe que quiere zafarse del ojo público. Seguid leyendo y lo entenderéis.

El final es un nuevo comienzo

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Sin dar demasiados detalles, cosa que agradecemos mucho, las revelaciones llegan hasta el final de la película: el conflicto entre los dos superhéroes terminaría "con Superman viviendo en el exilio". Vaya, parece que la nueva versión fílmica de 'Supes' no gana para desgracias. Pero todavía hay más, porque dicho colofón incluiría el nacimiento de la Liga de la Justicia, "un equipo de superhéroes aprobado por el gobierno". ¿No os recuerda esto último a Los Vengadores y su vinculación con SHIELD? A nosotros bastante, la verdad. Lo cual, caso de ser cierto, dejaría claro que DC apuesta por dejarlo todo atado, bien atado y en condiciones de plantarle cara a Marvel con sus propias armas. Sólo el tiempo dirá si es así.

Las mascotas protagonizarán lo nuevo del equipo de la saga 'Gru, mi villano favorito'

Apenas se han estrenado hasta la fecha dos entregas de la franquicia ‘Gru, mi villano favorito‘, pero en Universal no podrían estar más satisfechos con el resultado, ya que han ingresado 1.500 millones de dólares solamente durante su paso por cines de todo el mundo. No tardaremos en ver una precuela protagonizada por los simpáticos minions y la tercera parte de la saga ya está fechada para el 30 de junio de 2017. Sin embargo, lo que ahora nos interesa es que el equipo detrás de esas cintas ya prepara una película totalmente ajena a ese universo y que se centrará en el mundo de las mascotas.

El proyecto aún no tiene título, pero sí se sabe que se ambientará en un apartamento de Manhattan, donde las mascotas se reúnen tras la marcha de sus dueños para contar humillantes historias sobre ellos y dar y recibir consejos sobre cómo ser más adorables. El líder de ellos es un Fox Terrier que ve amenazada su posición de privilegio por la llegada de un perro mestizo. Su rivalidad les llevará a acabar en las duras calles de Nueva York, donde se encontrarán con un aparentemente adorable conejo que en realidad es el líder de un ejército de mascotas abandonadas que ha jurado vengarse. Este último detalle es lo que parece más estimulante, ya que por lo demás parece una puesta al día de ‘Toy Story’ (John Lasseter, 1995) pero con animales en lugar de juguetes

El guión corre a cargo de Cinco Paul y Ken Daurio, quienes ya desempeñaron esa labor en ‘Gru, mi villano favorito’ (‘Despicable Me’, 2010) y su secuela, no siendo los únicos que repiten, pues Chris Renaud, que dirigió esas dos películas junto a Pierre Coffin, repetirá funciones aquí, contando en esta ocasión con la colaboración de Yarrow Cheney. Por mi parte, lo que más me motiva es que está confirmada la participación de Louis C.K. y Eric Stonestreet para prestar su voz a los dos protagonistas. El estreno está previsto para el 12 de febrero de 2016.


Vía | Deadline

Sundance y sus tópicos, la imagen de la semana

Siempre se dice que las superproducciones aburren porque resultan repetitivas, reciclan las mismas fórmulas una y otra vez, cuando lo cierto es que las películas independientes también abusan de una serie de ideas, esquemas y recursos de probado éxito entre público y crítica. Con lo cual podría decirse que, al fin y al cabo, la originalidad no tiene un gran peso cuando vamos al cine, ya se trate de ‘Robots vs. Zombis’ o ‘Charlando al anochecer’.

Como sabréis, mañana se clausura la 30ª edición del festival de Sundance, uno de las mayores escaparates para las producciones independientes, y de aquí surge la imagen de la semana. Desde hace unos años, han ido emergiendo una serie de tópicos en estas películas que suelen obtener buenos comentarios o entrar en el palmarés, poniendo en entredicho su valor artístico. En torno a esto gira el vídeo que tenéis arriba, una parodia en clave de falso tráiler titulado ‘This is Not a Sundance Movie’ en el que se lanzan dardos contra Michael Cera, Anna Paquin, ‘Precious’ (Lee Daniels, 2009) o ‘Bestias del Sur Salvaje’ (‘Beasts of the Southern Wild’, Benh Zeitlin, 2012).

Via:blog de cine

'Better Living Through Chemistry', tráiler y cartel de la comedia con Sam Rockwell y Olivia Wilde

Se supone que la función principal de un cartel es llamar la atención para atraer al público, y no lo contrario como ocurre con el de arriba. Aunque en él hayan pegado las caras de actores del calibre de Sam Rockwell y bellezas como Olivia Wilde, dudo mucho que este desastroso diseño le genere curiosidad a nadie. El tráiler también deja mucho que desear, pero tiene algún momento divertido.
Ya os hablamos anteriormente de ‘Better Living Through Chemistry’ cuando iba a ser protagonizada por Jeremy Renner y Jennifer Garner. Se trata de una comedia negra escrita y dirigida por los debutantes Geoff Moore y David Posamentier, sobre un aburrido farmacéutico que tras iniciar un romance con una explosiva mujer entra en una espiral de sexo, drogas y asesinato…
Ray Liotta, Jane Fonda y Michelle Monaghan completan el reparto. A Wilde la veremos próximamente en un pequeño papel en ‘Her’ (Spike Jonze, 2013) y de Rockwell —que acaba de participar en el remake de ‘Poltergeist’ (Tobe Hooper, 1982)— todavía tenemos que ver ‘A Single Shot’ (David M. Rosenthal, 2013), ‘Trust Me’ (Clark Gregg, 2013), ‘A Case of You’ (Kat Coiro, 2013) y ‘Laggies’ (Lynn Shelton, 2014).