Las memorias del gigoló Scotty Bowers han creado polémica en la Meca del Cine revelando los nombres de algunos clientes (y clientas) presuntamente heterosexuales. Nosotros nos hacemos eco recordando los casos de actores y actrices que vivieron escondiéndose. Por YAGO GARCÍA
Randolph Scott y Cary Grant, en un momento de compañerismo.
Scotty Bowers, un chapero y proxeneta que hizo su agosto en el Hollywood de los 50, ha removido viejas polémicas publicando Full Service, un libro de memorias en el que destapa intimidades de sus clientes (y clientas) durante esta época. Las confesiones de Bowers apuntan a cosas ya sabidas (a estas alturas, ¿es una sorpresa saber que a Cole Porter le iban los chicos?) pero también ocultan alguna sorpresa que otra: nosotros nos hacemos eco de ellas recordando a esas estrellas de Hollywood que, por unas razones o por otras, pasaron la vida ocultando sus afectos.
Rodolfo Valentino
Del primer sex symbol de Hollywood se dijo (casi) todo en términos de cama y parejas. Aunque muchos de esos rumores fueron provocados por su aspecto andrógino, alejado de los cánones de la virilidad tradicional, lo cierto es que los dos matrimonios del protagonista de Los cuatro jinetes del Apocalipsis y El hijo del caíd fueron con mujeres lesbianas (en concreto, con las también actrices Jean Acker y Natalia Rambova). Según la rumorología, su verdadero amante era otro rompecorazones de la época, el latino Ramón Novarro.
Greta Garbo
Mientras que Marlene Dietrich, otra diva andrógina de la época, vivía su bisexualidad sin tapujo alguno (suspirando, eso sí, por el amor imposible de Billy Wilder), la gélida y maravillosa sueca siempre se mantuvo fiel a su discreción. Aunque su habitual compañero de reparto John Gilbert le propuso matrimonio infinitas veces, llegando a ser plantado por ella ante el altar, la heroína de Ninotchka siempre se mostró sorda a sus encantos, estando más inclinada, según varios testimonios, a los encantos de otras actrices como Louise Brooks, que afirmó haber tenido una breve relación con ella. Por lo visto, mantuvo un romance de décadas con la dramaturga Mercedes de Acosta.
Cary Grant y Randolph Scott
El protagonista de Con la muerte en los talones se vio en uno de los mayores apuros de su vida en 1935: harta de los rumores que le asociaban (íntimamente) con Randolph Scott, la productora Paramount había encargado un reportaje fotográfico para demostrar que entre sus dos estrellas no había nada especial. El tiro salió por la culata, porque las imágenes mostraban a Grant y a Scott (que llevaban casi 10 años conviviendo, y que compartía alegremente una mansión en California) con un sospechoso grado de intimidad. Sobre la relación entre ambos se ha especulado mucho, indicándose que los dos actores contrajeron matrimonio varias veces (Cary, cinco, y 'Randy', dos) y que, siendo como eran un par de tacaños, les venía bien tener una leonera en la que compartir gastos. Pero testimonios como los del director George Cukor (él mismo homosexual) indican que, efectivamente, allí había tomate.
Katharine Hepburn y Spencer Tracy
La relación entre ambos fue carne de polémica desde el principio, entre otras cosas porque nunca llegaron a casarse (él, como católico que era, no quería pedir el divorcio de su esposa). Pero lo cierto es que, según muchos testimonios, la pareja de La costilla de Adán vivieron una unión razonablemente feliz. A lo cual varias biografías añaden un elemento crucial: ambos eran bisexuales, lo cual les permitió compaginar su romance con affaires e infidelidades de toda índole. Sin ir más lejos, Scotty Moore asegura en sus memorias que la Hepburn tuvo relaciones con "al menos 150 mujeres" durante su convivencia con el actor. Tras la muerte de Tracy, otras fuentes adjudican a Hepburn romances otoñales con la tenista Martina Navratilova, por ejemplo.
Montgomery Clift
Desgraciado tanto dentro de la pantalla (los personajes atormentados eran su especialidad) como fuera de ella (véase el accidente que deformó su rostro en 1956), Montgomery Clift era tan aficionado a pasarse de rosca que su periplo vital fue conocido como "el suicidio más largo de la historia de Hollywood". Cuando sus amigas de confianza, como Elizabeth Taylor, no andaban cerca para consolarle, 'Monty' se desahogaba a base de chicos de alquiler, 'secretarios' muy particulares, alcohol y pastillas. Huelga decir que el desprecio que otros actores (especialmente John Wayne, durante el rodaje de Río rojo) mostraban por su estilo de vida no ayudaba a mejorar las cosas.
Laurence Olivier
Pobre Vivien Leigh: tan contenta que estaba ella habiéndose casado con el actor shakespeariano por antonomasia... Y va y se lo encuentra haciendo cosas feas entre bambalinas con el cómico Danny Kaye. Esto es una leyenda de difícil comprobación, pero lo cierto es que ni Leigh ni la segunda esposa de Sir Laurence, Joan Plowright, desmintieron nunca los rumores según los cuales el hombre que le tiraba los tejos a Tony Curtis en Espartaco estaba tan metido en el armario que, si se descuida, acaba en Narnia. Además, claro está, de ser un tipo bastante intratable que llevaba a sus parejas (masculinas y femeninas) por la calle de la amargura.
Burt Lancaster
Las insinuaciones que señalan al hombre de El halcón y la flecha como un bisexual de armas tomar deben ser abordadas con tino: Lancaster, rojeras de pro, nunca ocultó su simpatía con la causa gay, y se significó como activista contra el sida durante sus últimos años. Pero lo cierto es que a este actor y productor, casado tres veces y padre de cinco hijos, se le adjudica una larga nómina de amantes masculinos entre los que figura, siempre supuestamente, el mismísimo Marlon Brando.
James Dean
Entre los muchos mitos que rodean al protagonista de Rebelde sin causa, está la que adjudica su rápido ascenso en Hollywood al ejercicio de la prostitución masculina. Pero, según su biógrafo William Bast, la cosa fue ligeramente menos sórdida: al parecer, a Dean le gustaban las ostras y los caracoles, y solía moverse por los ambientes gay de Los Ángeles, pero nunca acostumbró a cobrar por ello. Entre sus posibles amantes masculinos se contaría su compañero en Rebelde..., Sal Mineo, uno de los pocos actores del Hollywood antiguo que admitía abiertamente su homosexualidad.
Rock Hudson
En 1955, cuando la revista Confidential amenazó con hacer pública la homosexualidad de este sex symbol, su agente (y presunto amante) Henry Wilson cedió al chantaje revelando datos comprometedores sobre dos de sus clientes, los ídolos adolescentes Rory Calhoun y Tab Hunter, que acabó en prisión tras una redada en una fiesta gay. Irónicamente, Hudson acabaría contagiándose de sida: tras declarar públicamente que padecía cáncer de hígado, el actor reconoció en 1986 que su enfermedad era el llamado por entonces 'cáncer gay', lo que equivalía a una salida pública del armario. Su ex compañera de reparto en la serie Dinastía, Linda Evans, llegó a pensar que podía haberse contagiado de la enfermedad por haber besado a Hudson frente a la cámara.
Anthony Perkins
Profundamente encerrado en el armario, el actor de Psicosis tuvo relaciones íntimas con Rock Hudson, con el bailarín Rudolf Nureyev, con el compositor de Sweeney Todd Stephen Sondheim y con Grover Dale, coreógrafo y bailarín con el que mantuvo una relación estable... Antes de abandonarle para contraer matrimonio con la fotógrafa Berry Berenson (hermana de Marisa Berenson), con quien tuvo dos hijos. Pese no hacer pública su sexualidad, Perkins reconocía sentirse extraordinariamente inhibido en presencia de las mujeres, reconociendo no haber conocido hembra hasta los 39 años. Murió en 1992 a consecuencia del sida.
Via:Cinemania