Dos académicos confiesan haber votado por '12 años de esclavitud'
sin haberla visto para no ser acusados de racistas. ¿Qué dice eso de los
premios más importantes de Hollywood, y del criterio con el que se
elige a sus ganadores? Por YAGO GARCÍA
Sobre los casos y las cosas de la
Academia de Hollywood se ha escrito muchísimo, sobre todo en lo tocante a las votaciones de los Oscar. Por ejemplo, fue muy sonado el informe de
Los Angeles Times que,
hace dos años, definía a los miembros de la institución como una masa
de varones (77% de sus miembros) blancos (94%) y con una edad media de
62 años (según
la misma fuente, sólo un 14% de los académicos están aún por cumplir
los 50). Una demografía, en suma, que no se ajusta demasiado, o más bien
en absoluto, ni al perfil de quienes trabajan en las películas ni al
del público que las ve. Si estas cifras suponen un descrédito para los
'hombrecitos' dorados, una noticia publicada esta semana por el mismo
diario hace que éstos resulten aún menos fiables: dos miembros de la
Academia
han reconocido que votaron por
12 años de esclavitud como Mejor Película
sin haberla visto.
Dichos académicos (que, lógicamente, permanecen en el anonimato) admiten que prescindieron de ver el filme de
Steve McQueen por considerar que
"sería demasiado desagradable". Y señalan que se vieron obligados a votar por la cinta, ganadora a la postre en la categoría reina de los Oscar,
"debido a su relevancia social". Así mismo,
Los Angeles Times apunta que la campaña promocional de
12 años de esclavitud entre los votantes se apoyó en dicha relevancia, con un eslogan (
"Ahora es el momento") que apuntaba directamente a la conciencia de los miembros de la institución.
"Esa clase de votos políticamente correctos forman parte del ADN de la Academia", comenta en el reportaje
Tony Angellotti, el veterano experto en marketing que diseñó las promociones pre-Oscar de
Shakespeare in Love, El indomable Will Hunting y
Erin Brockovich, entre muchas otras.
El caso es que, en la gala de los Oscar de este año, el 75 aniversario del estreno de
Lo que el viento se llevó (ganadora
de ocho premios en 1940) fue ignorado elegantemente: elogiar a una de
las mayores apologías fílmicas de la esclavitud parecía fuera de lugar,
máxime cuando podía homenajearse a la también mítica (y apolítica)
El mago de Oz. También está claro que la Academia esperaba que
12 años... ganase uno de los premios gordos: de ahí que
Sidney Poitier, el primer afroamericano ganador del premio al Actor Principal, entregase el trofeo al Mejor Director, y que
Will Smith hiciese lo propio con el de Mejor Película. Incluso la presentadora
Ellen DeGeneres se
permitió una broma sobre todo ello, apuntando que las acusaciones de
racismo lloverían sobre la Academia en el caso de que Steve McQueen y su
película no saliera del teatro Dolby con uno o varios trofeos a
cuestas. Añadiendo a estos datos la confesión de los dos miembros de la
Academia, quienes consideraban una injusticia el hecho de que
Gravity se quedase sin el premio a Mejor Película tienen un argumento muy valioso.
Por otra parte, a quienes quieran echar pestes sobre el cuerpo de
votantes de la Academia, la entrevista a uno de sus miembros (también
anónimo) publicada la semana pasada por
The Daily Beast les vendrá de perlas. Comentada con sorna por medios como
Flavorwire, donde se la calficaba de
"terrorífico vistazo al cerebro vacío del votante medio de los Oscar",
la charla ofrece el retrato de un sujeto al que la calidad de los
trabajos a concurso le importa más bien poco. El entrevistado señala,
por ejemplo, que
El lobo de Wall Street le pareció
"una película sin alma ni ningún personaje con el que te puedas identificar", que el aspecto más llamativo de
La gran estafa americana fue que
"Amy Adams tiene pocas tetas para llenar ese vestido" o que la clave para llevarse un Oscar no reside en el talento ni en el esfuerzo promocional, sino en
"la simpatía". Sin ir más lejos, el académico de marras reconoce haber votado por
Alfonso Cuarón como Mejor Director, no porque su labor en
Gravity le pareciese extraordinaria, sino porque el cineasta mexicano fue
"muy humilde y muy majo" en el almuerzo de los nominados.
Podría decirse que la Academia de Hollywood cuenta con 5.756 miembros
en sus filas, y que una muestra de tres personas no es suficiente como
para generalizar sobre la actitud de todos ellos. Lo cual sería cierto.
Pero también es cierto que las opiniones reflejadas en las entrevistas
de
Los Angeles Times y de
The Daily Beast resultan de
lo más impropias, tratándose de personas cuyas decisiones determinan los
premios más importantes de la industria estadounidense. Unos premios,
además, cuya repercusión en la taquilla de los filmes ganadores sigue
siendo importantísima. Tal vez esto debería llevarnos a replantear la
expectación que nos causan los Oscar, tanto en sus prolegómenos como en
la propia ceremonia.