Ser una agente secreto que se mueve entre tipos con superpoderes tiene sus desventajas, y también sus ventajas. Entre las primeras podemos contar que los fans se mofen de ti por tu falta de habilidades extraordinarias, y entre las segundas que filmar una película sobre tus aventuras cuesta muy poco dinero: como nos recuerdan desde Slashfilm, la Viuda Negra, nada menos, pudo haberse beneficiado de este último detalle en 2004, cuando el guionista David Hayter (X-Men) trató de convertirla en la protagonista de un tórrido thriller de espionaje ambientado durante la caída de la Unión Soviética. No hace falta decir que el proyecto se fue al traste, lo cual acabó resultando una bendición gracias a la cual nuestra querida Natasha Romanoff acabó luciendo la percha de Scarlett Johansson y codeándose con Iron Man y el Capitán América. En espera, claro, de esa aventura en solitario con la cual Marvel nos tienta ocasionalmente, pero que nunca acaba de llegar.
Mientras aguardamos a que la Viuda Negra tenga su oportunidad para masacrar villanos en solitario, nosotros recordamos que su película de 2004 no es una excepción: antes de que los éxitos de Batman Begins e Iron Man convenciesen a Hollywood de que los aventureros disfrazados eran rentables de verdad, poner en marcha una producción superheróica era algo condenado casi indefectiblemente al fracaso. Por cada proyecto que llegaba a la pantalla grande, docenas se quedaban por el camino para convertirse en pequeñas leyendas que en ocasiones hacen lamentarse por las ocasiones perdidas, pero que en otros provocan suspiros de alivio ante lo que podrían haber sido altas dosis de vergüenza ajena. Aquí te presentamos algunos ejemplos.
Dazzler
A finales de los 70, el mundo parecía haberse vuelto loco. Y Marvel, también: allá por 1977, cuando la música disco daba sus últimos coletazos antes de ser barrida por la marea punk, el jefazo de la Casa de las Ideas Jim Shooter trató de subirse al carro de Fiebre del sábado noche mediante un acuerdo con la discográfica Casablanca, a resultas del cual nació Dazzler. Uno de los secundarios más amados y odiados de la franquicia X-Men, esta superheroína cantante y luminosa debería haber tenido una franquicia multimedia para ella solita, incluyendo cómics, discos y una película protagonizada por Bo Derek y Robin Williams, con Donna Summer, Cher y los grupos Kiss y Village People ejerciendo de villanos. ¿Es una broma? Podéis estar seguros de que no.
¿Por qué no se hizo? Pues, básicamente, porque el proyecto era demasiado disparatado como para salir adelante, máxime en una época en la que el público de EE UU estaba ya harto de las bolas de espejos y los zapatos de plataforma. Aun así, a ‘Dazz’ no le fue demasiado mal en los cómics, lo que propició una resurrección del proyecto con Daryl Hannah como posible protagonista. Dicha tentativa también acabó en agua de borrajas, aunque el guión fue reciclado en forma de una novela gráfica publicada en 1984. Y, el año pasado, Bryan Singer anunció que la mismísima Lady Gaga encarnaría al personaje en X-Men: Días del futuro pasado. Por suerte, o por desgracia, su plan no se hizo realidad…
El Spiderman de James Cameron
En 1985, ‘gracias’ a los turbios manejos de la productora Cannon, el nombre de James Cameron había sonado como posible director de una aventura de Peter Parker. Y, aunque ese proyecto (al que el cineasta, señalemos, nunca se sumó oficialmente) acabó en un desastre absoluto, nuestro canadiense tridimensional se tomó la cosa arácnida muy en serio: llegado 1992, y con los millones recaudados por Terminator 2 quemándole en el bolsillo, Cameron esbozó un interesante guión, dibujando además unos storyboards muy tentadores. Gracias a dichos documentos sabemos que su Spiderman hubiese contado con Electro y el Hombre de Arena como malos oficiales, y que le hubiera dado un par de giros interesantes a la idiosincrasia del personaje. Como, sin ir más lejos, una escena de sexo entre ‘Spidey’ y Mary Jane en la que el primero aprovechaba sus telarañas para un poco de bondage erótico.
¿Por qué no se hizo? Como era su costumbre en los 90, Cameron puso su Spiderman en manos de la productora Carolco, lo que ocasionó una kafkiana batalla legal entre dicha empresa, la Cannon y otras tres productoras. Llegado 1995, Carolco entró en bancarrota tras el megabatacazo de La isla de las cabezas cortadas, y, tras unos cuantos litigios más, los derechos fílmicos del Trepamuros fueron a parar a Sony. A resultas del embrollo, James decidió mandar las telarañas a hacer puñetas y centrarse en la realización de Titanic. Por mucho que nos entristezca su abandono, dudamos de que se arrepintiera de la decisión.
La Wonder Woman de Joss Whedon
¿Qué sonidos emitieron los y las fans del mundo cuando el autor de Buffy, cazavampiros fue fichado por DC y Warner para llevar sus cómics al cine? Mejor no imaginárselo: baste con señalar que, en 2005, Whedon se puso manos a la obra con la misión de rodar un filme protagonizado por Diana de Themyscira. Experto en personajes femeninos aventureros y con agallas, el director y guionista prometió una fidelidad casi total a los cómics, amén de una considerable carga ideológica en su libreto. “No quiero que [el personaje] intimide al público por ser feminista”, explicó, “sino por ser la puñetera Wonder Woman, una mujer que puede matarte con la punta del meñique”.
¿Por qué no se hizo? En 2007, tras dos frustrantes años dando vueltas de despacho en despacho, un consternado Whedon descubrió que sus jefes habían comprado otro guión sobre Wonder Woman, ambientado en la Segunda Guerra Mundial y mucho más parco en escenas espectaculares (con la subsiguiente rebaja en el presupuesto del filme). Así pues, Joss se apeó del proyecto, largándose con armas y bagajes a Marvel: una alianza que, como habría de probar Los Vengadores, resultó de lo más provechosa para ambas partes. En cuanto a nuestra princesa amazona favorita, aparecerá en 2016 como secundaria en Batman v Superman: Dawn of Justice, mientras que su filme en solitario aún permanece en el limbo.
El Watchmen de Terry Gilliam
A mediados de los 80, Terry Gilliam se puso en contacto con cierto guionista de cómics llamado Alan Moore: “Joel Silver me ha contratado para adaptar Watchmen al cine”, dijo el director, “y como tú escribiste ese cómic, quiero saber cómo harías la película”. Según contó Gilliam, la respuesta de Moore fue sencilla: “Yo, directamente, no la haría”. Dado que esta versión del filme hubiese contado con Arnold Schwarzenegger como el Doctor Manhattan, con Robin Williams como el Comediante y Richard Gere como Búho Nocturno, amén de con un guión de Sam Hamm (Batman) que se apartaba mucho del original, lo mismo Moore llevaba razón…
¿Por qué no se hizo? Aun descartando la posibilidad (plausible, por otra parte) de que el muy ocultista Moore le hubiera puesto dos velas negras a sus responsables, lo cierto es que la preproducción de Watchmen fue un infierno que se alargó durante 21 años, y del que Terry se apeó al decidir que, para para hacerle justicia las viñetas originales, haría falta una miniserie televisiva en vez de un largometraje. Tras una sucesión de parones y batallas legales, finalmente fue Zack Snyder quien se llevó el gato al agua en 2008. Y, nos guste o no su filme, podemos dar gracias porque él fuese el responsable último del filme: la combinación entre el mal fario de Terry Gilliam y el cabreo místico de Alan Moore se nos antoja de un destructivo que asusta.
La Catwoman de Tim Burton
Antes de abandonar la bat-franquicia definitivamente, Tim Burton acarició dos proyectos que no llegaron a germinar. El primero fue Batman 3, con Billy Dee Williams (es decir, Lando Calrissian) interpretando a Harvey Dent (es decir, al maligno Dos Caras). Y, el segundo, un spin off de la saga en el que Michelle Pfeiffer hubiese repetido como la ladrona más felina y sibilina de Gotham City. Saber que esta película pudo haber sido, y que no fue, nos da ganas de maullar cual michos callejeros.
¿Por qué no se hizo? Según la Pfeiffer, esta versión de Catwoman se fue al garete por culpa del veleidoso Burton, quien sólo acarició la posibilidad de rodarla “durante muy poco tiempo” antes de irse a rodar Ed Wood con su amiguete Johnny Depp. Por desgracia, el proyecto siguió circulando por los despachos, hasta dar lugar a esa dantesca versión de 2004 que tanto nosotros como Halle Berry preferiríamos olvidar. Hizo falta la sutileza de toda una Anne Hathaway (El caballero oscuro: la leyenda renace) para que Selina Kyle volviera a sacar las garras como corresponde en pantalla grande.
El Batman de Darren Aronofsky
En 1997, tras haber casi enterado al Hombre Murciélago con Batman y Robin, Joel Schumacher tuvo una idea brillante para salvar la saga: adaptar Batman: Año Uno, el famoso cómic de Frank Miller y David Mazzuchelli sobre los orígenes del justiciero. Los jefazos de Warner pensaron que sí, que la cosa tenía futuro… pero que Schumacher no era el hombre adecuado para dirigir ese filme. En su lugar, reclutaron a un joven canadiense que acababa de cosechar un éxito underground con su Réquiem por un sueño, y que (como veremos a continuación) parece irreversiblemente gafado en lo que respecta al cine de superhéroes.
¿Por qué no se hizo? Pues porque ni Aronofsky ni Frank Miller, que le echó una mano con el guión, se aclaraban sobre lo que querían hacer. Tras presentar un libreto que hubiese borrado de un plumazo toda la mitología de Bruce Wayne tal y como la conocemos (¿¡cómo se les pudo ocurrir eliminar al mayordomo Alfred de la historia!?), la pareja salió con una idea aún más peregrina: adaptar El regreso del caballero oscuro, un cómic también mítico (y también de Miller) sobre un Batman viejuno, con Clint Eastwood de protagonista. Años más tarde, Aronofsky recibió la oferta para hacerse cargo de Batman Begins, declinando en favor de un tal Christopher Nolan con los resultados que todos conocemos. Y, en 2010, Darren volvió a apearse de un filme protagonizado por otro de sus superhéroes favoritos: Lobezno inmortal. Decididamente, a este chico no hay quien lo entienda.
X-Men Orígenes: Magneto
Gracias a Bryan Singer, los X-Men estaban en la cresta de la ola. Y, gracias a Ian McKellen, el Amo del Magnetismo se había convertido en uno de los supervillanos más populares del mundo. Así pues, tocaba capitalizar ambos éxitos dotando al personaje con una precuela spinoffizada, descrita por su presunto director David Goyer como “El pianista, pero con mutantes” y en la que hubiéramos presenciado los padecimientos de Magnus en la Alemania nazi. Amén, claro está, de su primer encuentro con un tal Charles Xavier.
¿Por qué no se hizo? En pocas palabras: X-Men Orígenes: Lobezno. El filme sobre la juventud del canadiense con garras padeció un recibimiento tan hostil (y es que, reconozcámoslo, era bastante infumable) que los planes para una serie de precuelas mutantes quedaron suspendidos sine die. Finalmente, el proyecto renació bajo la forma de X-Men: Primera generación, con lo que pudimos darnos el gustazo de ver a ese Michael Fassbender que no sólo atrae al metal.
El Superman Lives de Tim Burton
Sí: estamos hablando de esa película en la que Nicolas Cage hubiera vestido las mallas y la capa del último kryptoniano. Y que, para colmo, podría haber contado con un guión de Kevin Smith, si no fuese por el ‘pequeño’ detalle de que Burton y el director de Clerks se odian entre ellos a muerte. Nacida a resultas de de una larga serie de tentativas por resucitar a Clark Kent para el cine (una tarea difícil tras el desastre épico de Superman IV: En busca de la paz), a Superman Lives le faltó el canto de un duro para llegar a buen puerto: si todo hubiera ido según lo previsto, se hubiese estrenado en 1998.
¿Por qué no se hizo? Según el propio Burton, la preproducción de Superman Lives fue un pequeño gran infierno, con los productores exigiendo continuas reescrituras de guión y recortando el presupuesto cada dos por tres. Después de un año de esfuerzos (más extenuantes aún si recordamos que, al cineasta, los cómics no le gustan nada) y tras constatar que ‘Nic’ había engordado tanto que ya no le cabía el traje, Tim decidió mandar la película a freír espárragos e irse con su Johnny de su alma a rodar Sleepy Hollow. Dejando por el camino, eso sí, esas fotos de Cage vestido de ‘Supes’ que tanto se prestan al choteo. En 2002, J. J. Abrams también se dio un castañazo con su proyecto fallido Superman: Flyby, y finalmente fue Bryan Singer quien nos devolvió a Clark Kent con la muy tibia Superman Returns.
El Plastic Man de los hermanos Wachowski
Aunque no sea demasiado popular, Plastic Man es uno de los personajes más queridos del Universo DC: creado en 1941 por el dibujante Jack Cole, pasa por ser el primer superhéroe con poderes elásticos (vamos, que Stan Lee se inspiró bastante en él al crear a Mr. Fantástico) y, además, está loco como una cabra. De modo que, al ponerse al frente de una posible adaptación de sus aventuras al cine, los Wachowski decidieron otorgarle este personaje tan cómico e impredecible a un actor conocido por su desbordante expresividad y su talento para arrancarle carcajadas al público: un tal Keanu Reeves.
¿Por qué no se hizo? Con semejantes mimbres, ¿tú crees que alguien creyó alguna vez en Plastic Man, la película? Pues va a ser que no: el proyecto se desvaneció calladamente en el ‘Infierno de la preproducción’ con el correr de los 90. Aun así, Andy y Lana parecen seguir interesados en él, y siguen mencionándolo ocasionalmente en sus entrevistas. Quién sabe: si El destino de Júpiter acaba convirtiéndose en un blockbuster, tal vez el siguiente paso en sus carreras implique estirar a Keanu como un chicle usado…
La Justice League de George Miller
A mediados de los dosmiles, en espera de que Christopher Nolan volviese a convertir a Batman en una figura terrible y ominosa, el director de Mad Max (y de Happy Feet) decidió salirse por la tangente: en lugar de presentar a los héroes más icónicos de DC por separado, él reuniría a ‘Bats’, Flash, Wonder Woman, Linterna Verde, Superman y Aquaman en un solo filme, para después filmar sus aventuras individuales. Miller llegó a contar con un reparto completo, con un guión prometedor y con un acuerdo con WETA Digital (la empresa de Peter Jackson) para los efectos especiales. ¿Qué salió mal, entonces?
¿Por qué no se hizo? Tranquilos, que vamos a ello: pese a lo prometedora que resultaba (el actor Jay Baruchel, que hubiese interpretado al villano Maxwell Lord, la describió como “oscura, brutal, sangrienta y jodidamente épica”), o tal vez a causa de eso mismo, la Justice League de Miller hubiera precisado de un presupuesto de 287 millones de euros (ajustados). Y, dado que por entonces el cine de tipos con mallas no era la máquina de hacer dinero que es hoy, dicha cifra supuso su sentencia de muerte: habrá que ver cómo se le da ahora a Zack Snyder sacar adelante su filme sobre la selección superheróica de DC.
Via:Cinemania