miércoles, 22 de febrero de 2012

Por qué 'Moneyball' no debería ganar el Oscar


Seguimos a la contra de las nominadas a Mejor Película. Hoy la emprendemos con 'Moneyball', los algoritmos neperianos del béisbol y los escupitajos de Brad Pitt. Por ANDREA G. BERMEJO
por que moneyball no deberia ganar el oscar
Simplemente queríamos ir al cine, desconectar: echar el rato con una de deportes, ellos, y observar atentamente y sin pestañear a Brad Pitt, nosotras. Nos equivocamos. En Moneyball no pescamos ni bates ni a Brad Pitt en su mejor momento. A cambio, nos tragamos un detallado informe de cómo funcionan las cosas en el negocio del béisbol en EE UU. A modo de vendetta, como hemos hecho con las otras nominadas que no queremos que se lleven el Oscar (Los descendientes, Midnight in Paris, The Artist o Tan fuerte, tan cerca) te presentamos algunas razones por las que Moneyball se debería quedar a dos velas el próximo 26 de febrero.

1. Fría reina de hielo
¿Dónde está la emoción? Moneyball es más fría que un témpano. Redonda, inteligente y original, es como esas niñas que sacan dieces en el colegio y que te caen mal. Demasiado mental, calculada, pensada. No contiene escenas de alegría o celebración de las victorias deportivas, ni abrazos entre machotes ni una mísera subtrama romántica a la que aferrarse. Brad Pitt solventa las querencias de su personaje hacia los demás con movimientos sutiles, casi imperceptibles, como escuchar una mixtape de su hija, o perdirle al personaje de Jonah Hill que haga las maletas sin decirle en ningún momento que es la pera limonera . Ni una palmadita, ni un abrazo, ni la mínima carantoña.

2. Muy poco trabajo de campo
¿Agarrar bien el bate, mandar la pelota lejos y correr hasta la última base? ¡Ja! Igualita que el deporte que describe, Moneyball es más compleja de lo que a primera vista podría parecer. En béisbol es más sencillo hacer un home run que enterarse de las reglas del juego, sobre todo, si te pones a explicar el funcionamiento de las ligas americanas o por qué los equipos humildes no pueden competir con aquéllos de grandes presupuestos. Ya lo advertíamos en nuestra crítica, ni rastro de partidos. Ni siquiera hay pachangas. En Moneyball no se suda ni se levanta polvo del campo de juego. Lo más atlético que vas a ver es el lanzamiento de escupitajo en vaso. Es una película de despachos y de diálogos. Una película –no es casual que Aaron Sorkin firme el guión– de pensar y estar concentrado. Y para eso, podrían haber nominado El topo, ¿que no?

3. Porcentajes y estadísticas
Sesuda, cerebral y antirromántica,  Moneyball ensalza las matemáticas por encima de la superación personal. ¿Hay algo menos deportivo que eso? Basándose en el bestseller de Michael Lewis The Art of Winning an Unfair Game, analiza la revolución en el mundo del béisbol que lideró Billy Beane al conseguir que el equipo del que era gerente general, los Oakland Athletics, plantase cara a otros de la liga con mayor presupuesto. Mucha gráfica y mucho porcentaje –enarbolados por el gordito crack de la estadística al que interpreta Jonah Hill–. ¿Cómo van a competir los números con Clooney poniéndole ojitos a su mujer en coma o con los zapatos de Dujardin?

4. Demasiada testosterona
No, no nos quejamos por las abundantes escenas de vestuario en las que descamisados y atléticos jugadores profesionales de béisbol enseñan pectoral. Simplemente anotamos que Moneyball es una película de maromos. ¿Cuántas mujeres salen en total? Dos: Robin Wright (la ex mujer de Brad Pitt) y Kerris Dorsey (su hija). Aunque a Brad se le caiga la baba con su niña y tome una decisión al final de la película más propia de una mami hogareña que del hombre rudo que es, la cuota femenina en pantalla es un escándalo. Podría ofender a todas aquellas feministas que no se dejen aturdir por los ajustaditos pantalones del uniforme oficial del equipo.

5. En chándal y a lo loco
Eso sí que no. ¿Era necesario plantarle ese chándal a Brad Pitt? ¿De verdad? ¿Y que escupiese en un vaso cada dos por tres? Parece que este año en Hollywood han apostado por afear a sus chicos favoritos. Pasamos las camisas hawaianas de Clooney en Los descendientes pero los chándals domingueros de Brad Pitt no tienen perdón. Vamos, que a su lado Jonah Hill parece listo para pasear por Cibeles. ¿Y el gremio de gerentes de equipos deportivos… no ha puesto queja?

6. Los flashbacks de Sorkin
Creíamos que Aaron Sorkin estaba por encima del bien y del mal. Y de los flashbacks. Al guionista de El ala oeste de la Casa Blanca y La red social le suponíamos un minimalismo y un saber estar clásico que ahora no termina de casarnos con el recurso del rebobinado. ¿O es que tal vez las escenas de la juventud de Billy Beane –en las que se nos explica el porqué de su desencanto– las firmó su coguionista, Steven Zaillian?


Via:cinemania

Por qué 'Los descendientes' no debería ganar el Oscar


Seguímos leyéndoles la cartilla a las nominadas a Mejor Película: en esta ocasión, les toca recibir a Alexander Payne, a George Clooney y a sus camisas hawaianas. Por YAGO GARCÍA

por que los descendientes no deberia ganar el oscar
Cuatro estrellas en nuestra crítica. Un 89% de media en Rotten Tomatoes, y un 7 en la siempre inestable puntuación de iMDB. Tanta unanimidad cansa, ¿verdad? Por eso, tras darle lo suyo a The Artist, devolver a Midnight In Paris de un tortazo a la Belle Époque y dejar claro de qué pies cojea Tan fuerte, tan cerca, Los descendientes es la nueva película en sufrir el vapuleo anual de CINEMANÍA, en el que os explicamos cuáles son las razones por las que no debería llevarse el premio. Compitiendo contra un Scorsese más afable que nunca (La invención de Hugo) y contra la favorita muda de Michel Hazanavicius, el filme de Alexander Payne no está entre las grandes apuestas de este año, pero por si surge la sorpresa, ahí van nuestros reparos.
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1. Un Payne bajo de bilis
Comencemos repasando la carrera del autor de este filme: la demolición del sistema escolar de EE UU (y el pistoletazo de salida de Reese Whiterspoon) en Election, el logro de volver entrañable a un Jack Nicholson particularmente odioso (A propósito de Schmidt) y una historia de desamor, desamistad y cata de vinos con un poso muy amargo en Entre copas. Ante semejantes chorros de vitriolo, la loa a la paz familiar, a las duras y a las maduras que, en el fondo, supone Los descendientes nos resulta un trabajo a medio gas, concebido con los gustos del público demasiado en mente. Vale, Payne se esfuerza por desmitificar el paisaje de Hawai (la mayor parte del tiempo, ojo) y en sus personajes no queda mucho atisbo de esperanza, pero en comparación con sus obras anteriores, las cuales no se llevaron un solo Oscar, resulta un trabajo realizado ex profeso para gustarle al público... y también a los académicos.
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2. ¿Tiene mérito ver a un Clooney feo?
Entre el barullo que rodeo a Los descendientes incluso antes de su estreno destacaban especialmente las palabras dirigidas a George Clooney. O, mejor dicho, al trabajo que le había llevado al sex symbol masculino y madurito de Hollywood afearse a la medida de su papel. Que si se ha puesto muy fondón, que si mira qué mal le sientan esas camisas, que si qué penita da el pobre haciendo de individuo patético... Las cosas, como son: Clooney es un actor de lo más solvente que aquí realiza su trabajo, ni más ni menos. El hecho de que su carrera sólo le haya reportado un Oscar como secundario (Syriana) no debería ocultar el hecho de que mermar a posta el atractivo físico de un intérprete es un viejo recurso cazaestatuillas. El cual no debería incidir en nuestra estima general sobre una película, y menos aún positivamente: para algo tiene él ya su propia nominación, no te fastidia...
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3. Su premisa es poco verosímil...
Imagina que tu pareja sentimental queda en coma tras un accidente. Mientras lloras la desgracia, la última en afectar a una relación ya deshecha por el desamor, descubres que antes de sufrirla tu costilla te puso los cuernos a base de bien. ¿No preferirías echar tierra sobre el asunto antes que buscar al amante para pedirle cuentas? Especulaciones aparte, Los descendientes basa buena parte de su (intencionado) patetismo en un punto de partida artificioso, cuyo propósito es... Mostrarnos a Clooney en situaciones de acusada precariedad emocional, acunado por el sonido de las guitarras de Hawai. Abundaremos más sobre ello en nuestro próximo epígrafe.
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4. ...y su evolución resulta forzada
A fin de no llenar este texto de spoilers, no nos centraremos en la conclusión de la historia del personaje de Clooney (y de su barriga, y de sus camisas). Sólo afirmaremos que, si las miramos con lupa, las pesquisas nos llevan a un desenlace que, aunque efectivo en la butaca, resulta artificioso cuando se lo piensa en frío. Para empezar, si Payne (que también ejerce de guionista, adaptando la novela de Kaui Hart Hemmings, y tiene su nominación correspondiente) hubiese optado por soslayar este aspecto de la trama, personajes como el de Shailene Woodley, la verdadera revelación de este filme y un olvido tremendo en las nominaciones a actriz de reparto, hubiesen brillado más y hubiesen adquirido una relevancia necesaria. Y, para seguir, si lo que queremos es un investigador cornudo, ya tenemos al Gary Oldman de El topo. Y a esa no la han nominado a Mejor Película.
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5. Los ricos, ¿también lloran?
Más allá de la anécdota que la recubre, la verdadera duda que vertebra Los descendientes es la que sigue: un especulador inmobiliario duda sobre si vender o no un terreno de su propiedad. Su familia, compuesta por parásitos que viven de las rentas, le presiona para que firme, pero él duda, y duda, y duda... Hasta el punto de que la verdadera raíz del conflicto (los problemas étnicos derivados de la anexión de Hawai por los EE UU, nada menos) queda en un segundo plano con respecto a los devenires sentimentales. Sólo con haber rascado un poco más, con haber aplicado algo más de esa bilis tan suya, Payne podría habernos contado un fragmento de la historia de su país en el que Hollywood apenas se ha fijado. Pero, al fin y a la postre, esto sólo le sirve de pretexto para mostrar un bonito paisaje.
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6. Una historia para hacernos sentir bien
Sumando todos estos factores, Los descendientes se queda en lo que los estadounidenses llaman una "feel good movie": una película que nos reconcilia con nosotros mismos, que nos saca del cine con calorcillo en el alma y con el deseo urgente de acurrucarnos en el sofá junto a nuestros seres queridos para ver un docu de La 2 y comer helado. Muy bien planteada, muy bien rodada, pero básicamente eso. Una fábula más con moraleja, desprovista de la capacidad de su autor para inquietarnos y para revolvernos, incómodos, en la butaca. Visto el cariz del resto de nominadas de este año, no es ninguna sorpresa hallarla en el noneto de finalistas. Pero su mayor pecado es precisamente ese: no haber querido ser algo más.

Via:Cinemania

Por qué 'Midnight in Paris' no debería ganar el Oscar


Quejas y motivos para arruinar la fiesta parisina de Woody Allen o por qué su película de viajes en el tiempo no debería llevarse los votos de la Academia. Por DANIEL DE PARTEARROYO

por que midnight in paris no deberia ganar el oscar
El serial de CINEMANÍA donde damos motivos por los que las 9 candidatas de este año a la categoría más importante de los Oscar no merecen llevarse ni por asomo la preciada estatuilla a casa pone ahora contra las cuerdas a Midnight in Paris. Después de haber vapuleado a la favorita, The Artist, y a la que nadie se explica qué demonios hace entre las nomindas, Tan fuerte, tan cerca, le ha llegado el turno al filme de Woody Allen, que cubre el cupo de prestigio arty pero, realmente, sería una extremada sorpresa que llegara a ganar. No obstante, por si acaso, aquí están nuestro motivos por los que creemos que no debería hacerlo.
Midnight in Paris
1. Contra la nostalgia... toma dos tazas.
La tesis de Midnight in Paris es relevante y muy acertada: no hay que parapetarse en la nostalgia de otras épocas o modos de hacer supuestamente mejores. Porque es contraproducente, no sirve para nada y, ante todo, puedes hacer el tonto porque esos tiempos es posible que no fueran tan mejores como te crees. El único problema (aparte de que, es una pena, resulte imposible aplicar el axioma a la propia filmografía de Woody Allen) es que la forma de la película va por un camino totalmente opuesto. La odisea temporal por los París pretéritos del escritor que interpreta Owen Wilson debería ser tan desmitificadora como su mensaje, pero el poder de fascinación que ejerce sobre el espectador con su glamour, su bohème y su pendoneo artístico lleva justo a lo contrario.
Midnight in Paris
2. El name-dropping es cansino e innecesario.
El desfile de grandes figuras del arte localizables en París durante los años 20 del siglo XX y los 90 del XIX es muy chulo y sirve para hacer guías de personajes y referencias culturales tan útiles como la nuestra, pero ¿qué aporta realmente? Algunos de ellos, como Gertrude Stein, Ernest Hemingway o incluso Salvador Dalí tienen relevancia para la historia y el viaje de conocimiento personal del protagonista, pero otros parecen mencionados sólo por el mero placer de hacerlo y buscar el guiño del espectador con lecturas. Por ejemplo, ¿qué hace T. S. Eliot aparte de enunciar su nombre cual celebritie chanante ("Hola, soy T. S. Eliot")? Por no hablar del nivel Reader's Digest de otras apariciones... ¿soy el único al que el gag acerca de El ángel exterminador con Luis Buñuel le produzco un insoportable ataque de vergüenza ajena?
Midnight in Paris
3. Es otra postal más de los Woody Allen Tours por Europa.
Desde que el cineasta de Manhattan decidió sacarle partido a ese lugar común sobre lo mucho que gustan sus películas en Europa y lo poco que lo hacen en EE UU, ha enfocado la última etapa de su carrera como una forma de dedicarse a viajar por el Viejo Continente sin necesidad de jubilarse, sino rodando pelis en cada ciudad europea que se le ponga a tiro. Los Ayuntamientos, claro, encantados con los vídeos turísticos que se sacan de la manga; aunque sean bichos como Vicky, Cristina, Barcelona. En este caso, la París rutilante (gentileza de Darius Khondji) hasta tiene su propia colección de postales mudas como prólogo. Pues nada, próxima parada: Roma. En 2013, visita a Alemania. Así da gusto viajar.
Midnight in Paris
4. Eso de que es "la mejor de Allen en años" ya cansa.
Lo venimos escuchando desde hace años, casi con cada nueva película del neoyorquino. "La mejor desde Desmontando a Harry". Frase que luego pasó a ser sustituida, tímidamente, por "la mejor desde Match Point". Pero lo cierto es que hace unos cuantos lustros que lo que nos ofrece el autor de Manhattan no es como lo que era. Algo, por otro lado, comprensible por el ritmo que lleva. Aunque durante este tiempo cada uno tendrá sus propias elecciones de filmes más rescatables del cineasta judío (los míos son Todo lo demás y Si la cosa funciona; denúnciame), su última peli nominada en la categoría gorda fue Hanna y sus hermanas. Después, de vez en cuando, ha rascado nominaciones al guión, e incluso él como director fue candidato con Balas sobre Broadway en 1994... pero ninguno de sus numerosos largos fue considerado para Mejor Película. ¿Por qué Midnight in Paris sí? ¿Es mejor que Delitos y faltas, Maridos y mujeres, Misterioso asesinato en Manhattan, Desmontando a Harry o Match Point, por nombrar sólo algunas de las más recordadas? Premiar al neoyorquino por este título sería hacer un muy flaco favor a etapas más meritorias de su filmografía.
Midnight in Paris
5. ¿O lo que importa es la taquilla?
Este es un dato innegable. Midnight in Paris es la película más taquillera de la carrera de Woody Allen. Eso puede ser algo que la Academia quiera recompensar, pues para eso son los premios de la industria: para felicitarse entre sí. Pero si miramos cuáles son las otras películas que ha superado en su constante recaudación de dinero, vemos que se trata de Hanna y sus hermanas, Manhattan y Annie Hall. Vaya. Tres rotundas obras maestras, de las que sólo la última recibió el reconocimiento de los Oscar (ganó película, dirección, guión y Diane Keaton como actriz). La comparación entre la fantasía parisina con los tres pilares de su filmografía es lo bastante elocuente como para que no sea necesario seguir dándole vueltas.
Midnight in Paris
6. En realidad, a Woody Allen todo esto le da igual.
Y bien que hace. Es decir, si uno de los directores de cine más veces nominado en los Oscar no acude nunca a la ceremonia de entrega ni estuvo presente cuando Annie Hall arrasó (a ver, ¡si hizo falta el 11-S para que Allen fuera a uno de estos saraos por primera vez!) nos ponemos pragmáticos y en la piel de los académicos y concluimos que no merece mucho la pena otorgar un premio a alguien a quien le dan completamente igual y no los necesita para obtener reconocimiento, prestigio ni financiación para sus futuras películas. Todavía si en vez de la estatuilla fueran cheques de viaje...

Via:Cinemania

Las 50 películas más polémicas de la historia


'Ciudadano Kane', 'Psicosis', 'El exorcista', 'Holocausto caníbal'... Te presentamos una colección de filmes que pusieron los pelos de punta a la censura. Por CINEMANÍA / TF

Son blasfemas. Son peligrosas. Son intolerables. Y, en muchos casos, también son obras maestras de la historia del cine. Hablamos de esas películas que afilan las tijeras de la censura, que ponen de los nervios a las personas de orden, motivan boicots y manifestaciones (y, a veces, atentados) y que son, en definitiva, polémicas. En la lista que te ofrecemos a continuación hay una buena cantidad de excrementos fílmicos, realizados sólo para aprovecharse del morbo del espectador, pero también de cintas que han pasado a la historia tras sufrir persecuciones de todo tipo. Demostrando, de paso, que el arte de verdad (casi) siempre es peligroso para 'los de arriba'. ¿Te atreves a comprobarlo? Pues, para empezar, tenemos un ejemplo inmejorable...

Ciudadano Kane (1941)

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La película: El magnate de la prensa William Randolph Hearst no se tomó nada bien que Orson Welles usara su vida como premisa de esta sátira. Hearst trató de eliminar el filme por todos los medios a su alcance, logrando convertirla en un fracaso de taquilla. Pero, cuanto más clamaba contra ella, el público le identificaba más con el protagonista.
Momento más polémico: Kane (Welles) se enamora de Susan (Dorothy Comingore), un trasunto bastante claro de Marion Davies, la amante de Hearst.

Zoolander (2001)

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La película: La comedia de Ben Stiller sobre el modelo que no sabe girar a la derecha sigue prohibida en Malasia a día de hoy. Échale las culpas a su argumento…
Momento más polémico: Zoolander describe Malasia como un estado corrupto que proporciona mano de obra infantil a las grandes firmas de moda occidentales.

La Edad de Oro (1930)

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La película: Español tenía que ser: Luis Buñuel montó un escándalo en París estrenando su segunda película, una sátira contra la Iglesia. El revuelo resultante hizo que las autoridades francesas prohibiesen el filme hasta los años 50, mientras que en EE UU no se estrenó hasta 1979.
Momento más polémico: En la secuencia final, un texto del Marqués de Sade nos avisa de que vamos a ver al personaje más depravado del mundo. Quien emerge de un siniestro castillo tras esta advertencia no es otro que Jesucristo.

Terminator (1984)

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La película: El primer hit de James Cameron no tenía nada de controvertido… Hasta que el escritor Harlan Ellison se percató de la similitud de su argumento con uno de los guiones que él había escrito para la serie Dimensión desconocida. Tras el proceso de rigor, Cameron se vio obligado a incluirle en los créditos.
Momento más polémico: La premisa de los soldados viajando en el tiempo, idéntica a la de la historia de Ellison.

Instinto básico (1992)

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La película: ¿El sexo? ¿La violencia? ¿Los descruzamientos de piernas? Qué va: lo que realmente causó revuelo acerca del thriller de Paul Verhoeven fue el hecho de que el personaje de Sharon Stone fuese bisexual. Menuda la armaron los activistas gays…
Momento más polémico: Roxy (Leilani Sarelle), la novia de la Stone, intenta matar a Michael Douglas tras enterarse de que se ha acostado con ella.

El acorazado Potemkin (1925)

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La película: Esta película es una obra maestra del cine, y también una pieza de propaganda política encargada por la URSS. Está claro que, en los países capitalistas, no cayó demasiado bien: en España no pudo verse hasta 1977.
Momento más polémico: Hambrientos y maltratados, los marineros del Potemkin se rebelan contra sus oficiales. ¿Lo has pillado, tovarich?

¡Salvaje! (1954)

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La película: Un nuevo modelo de héroe, vestido de cuero, a lomos de una moto y con las facciones de Marlon Brando, llega a la pantalla. El filme fue acusado de promover la delincuencia juvenil: en Gran Bretaña no se estrenó hasta 1968, y con una clasificación X.
Momento más polémico: Ante la pregunta: “¿Contra qué te estás rebelando?”, el personaje de Brando responde: “¿Qué puedes ofrecerme?”.

Ichi The Killer (2001)

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La película: Tratándose de una de las obras más violentas de Takashi Miike (que ya es decir), esta historia de yakuza y asesinos en serie levantó ampollas en medio mundo. En España pudimos verla sin censura, por suerte.
Momento más polémico: La salvaje sesión de tortura sufrida por una prostituta: la pobre chica acaba con los pezones cortados.

Nosferatu, el vampiro (1922)

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La película: F. W. Murnau no se molestó en comprar los derechos de Drácula para adaptarla al cine: con unos cuantos cambios en la trama y en los nombres de los personajes, el maestro alemán iba que se mataba. Pero la viuda de Bram Stoker se percató del plagio y consiguió que las copias fuesen destruidas. Por suerte, un ejemplar del filme se salvó de la quema.
Momento más polémico: El joven Hutter viaja por Transilvania para conocer al misterioso Conde Orlok (Max Schreck). Cualquier similitud con la historia de Jonathan Harker, que viajó a Transilvania para conocer al Conde Drácula, es pura coincidencia.

Cocksucker Blues (1972)

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La película: El documental de Robert Frank sobre los Rolling Stones permanece inédito a día de hoy, porque la banda no quiere que se les vea consumiendo drogas al por mayor. Según una sentencia judicial, sólo puede proyectarse si el director está presente en la sala.
Momento más polémico: Según los testimonios, las imágenes de Mick Jagger esnifando cocaína como un poseso en el backstage.

A la caza (1980)

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La película: Dirigida por William Friedkin (El exorcista), esta historia sobre un asesino en serie que siembra el terror en los bares gays de Nueva York sufrió las acciones de activistas homosexuales, que trataron de sabotear su rodaje. La MPAA obligó a cortar casi una hora de metraje para no calificarla como X.
Momento más polémico: Durante un brutal interrogatorio, un sospechoso es obligado a masturbarse frente a un grupo de policías.

Fóllame (2000)

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La película: Sexo explícito, asesinatos y violaciones fueron los motivos por los que el filme de Virginie Despentes sufrió censuras de todo tipo en EE UU (donde se estrenó sin calificar, relegado a unos pocos cines), Reino Unido, Australia (donde fue prohibido) y otros lugares del mundo. En España fue clasificada X, pero la sentencia fue recurrida más tarde.
Momento más polémico: El plano de un pene erecto durante una escena de violación.

Performance (1970)

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La película: Protagonizada por un Mick Jagger en su época de mayor vicio, esta película de Nicolas Roeg resultó tan intensa que pasaron dos años hasta que una distribuidora quiso hacerse cargo de ella. El actor James Fox quedó tan traumatizado por su rodaje que pasó 10 años sin trabajar en ningún filme.
Momento más polémico: El viaje alucinógeno-homoerótico compartido por los personajes de Jagger y Fox.

Scarface, el terror del hampa (1932)

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La película: A Howard Hawks le salió tan bien este pionero filme de gángsters, basado en la vida de Al Capone, que los censores estadounidenses le obligaron a añadir a su título las palabras “La vergüenza de una nación”.
Momento más polémico: El tiroteo final, en el cual el protagonista Tony Camonte (Paul Muni) muere acribillado por la policía.

El precio del poder (1983)

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La película: Si Hawks despertó las iras de la censura con Scarface, Brian DePalma no podía ser menos. El director cedió a las presiones para recortar este remake ambientado en Miami, pero cambió las copias en el último momento para que su montaje original (clasificado X) llegase a los cines.
Momento más polémico: Tony Montana (Al Pacino) presencia como los narcos de una banda rival cortan en dos a uno de sus amigos con una motosierra.

Anticristo (2009)

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La película: Lars Von Trier, morboso como siempre, reconoce que este filme le salió un poco violento de más. Por eso, en algunos países, estrenó dos versiones: la ‘Católica’ (con todas sus escenas violentas) y la ‘Protestante’, algo atenuada.
Momento más polémico: Dependiendo de lo que tengas entre las piernas, puede ser el aplastamiento testicular de Willem Dafoe, o la escena en la que Charlotte Gainsbourg se corta el clítoris con unas tijeras.

Lolita (1962)

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La película: En la novela de Vladimir Nabokov, la protagonista homónima tiene 12 años. Con el consentimiento del autor, Stanley Kubrick fichó a una chica de 14 (Sue Lyon) para el papel. Pero eso no le libró de recibir presiones varias por parte de la censura de Hollywood y de la Legión Católica para la Decencia.
Momento más polémico: El profesor Humbert Humbert (James Mason) se lleva a Lolita (quien, por cierto, es su hijastra) a un motel. Nunca vemos lo que ocurre dentro, pero nos lo imaginamos.

Superstar: The Karen Carpenter Story (1987)

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La película: Todd Haynes (Lejos del cielo) debuta a lo grande con este biopic de la cantante Karen Carpenter rodado en stop motion con muñecas Barbie. Por desgracia, se le ‘olvidó’ comprar los derechos de autor de la música, con lo que se ganó una prohibición fulminante. Ahora bien, si buscas un poco en YouTube
Momento más polémico: El retrato de Richard Carpenter (hermano de la protagonista) como un perfeccionista maniático y un gay en el armario. Lo cual pudo tener alguna relación con las acciones legales emprendidas por el susodicho.

Calígula (1979)

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La película: Los actores protagonistas (Malcolm McDowell, Helen Mirren y Peter O’Toole, entre otros) creían que estaban rodando una película histórica. El director Tinto Brass y el productor  Bob Guccione (fundador de la revista Penthouse) sabían que aquello era una porno.
Momento más polémico: Cinco años después del estreno, Guccione lanzó una versión ‘sin censura’ a la que habían sido añadidas escenas de sexo real.

Muñeco diabólico (1991)

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La película: En EE UU, y en la mayor parte de la Unión Europea, la historia del muñeco Chucky es un filme de terror tan cutre que da hasta risa. En el Reino Unido, arrastra tras de sí una triste leyenda negra: se la acusó de inspirar a los dos chavales que, en 1993, secuestraron, torturaron y asesinaron al niño James Bulger, de tres años de edad. La policía afirmó que esto no era cierto, pero aun así el rumor provocó que el filme fuese retirado de los videoclubes británicos.
Momento más polémico: Durante el combate final, Chucky es despedazado y cubierto de pintura azul. Los asesinos de Bulger también le mancharon de pintura antes de matarle.

El último tango en París (1972)

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La película: El doliente viudo Marlon Brando y la jeune fille Maria Schneider se embarcan en una relación de sexo sin compromiso, descrita por Bernardo Bertolucci de forma muy, muy gráfica. Clasificada X en EE UU, en España no pudo verse hasta 1978.
Momento más polémico: Brando descubre las bondades de la mantequilla como lubricante anal.

La vida de Brian (1979)

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La película: Los Monty Python alegaban, con toda la razón del mundo, que su película no trataba específicamente sobre la vida de Cristo. Pero eso no les salvó del ataque de grupos integristas cristianos: el filme fue prohibido en Noruega, en Irlanda y en varias ciudades del Reino Unido, además de enfrentarse a boicots en EE UU.
Momento más polémico: El cántico final de Always Look On The Bright Side Of Life (“dudú-bidú-bidú”), entonado por un coro de crucificados.

En los límites de la realidad (1983)

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La película: La tragedia se abatió sobre esta producción de Steven Spielberg cuando un accidente de helicóptero acabó con las vidas del actor Vic Morrow y de los niños Myca Dinh Lee y Renee Shin-Yi. Para colmo, según la ley, los pequeños no deberían haber estado en el plató en aquel momento.
Momento más polémico: El racista veterano de guerra Morrow sufre un castigo sobrenatural, convirtiéndose en un vietnamita acribillado por soldados estadounidenses.

El imperio de los sentidos (1976)

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La película: Repleto de sexo y de sangre, el filme de Nagisha Oshima rompió los difusos límites entre arte y pornografía narrando un caso real. Para evitar la estricta censura japonesa, el cineasta tuvo que registrar su película en Francia, lo que no le libró de prohibiciones diversas: en Gran Bretaña, no pudo estrenarse hasta 2011, mientras que en España fue clasificada X a principios de los 80.
Momento más polémico: La protagonista Eiko Matsuda estrangula a su amante en plena cópula, y después le corta el pene.

La parada de los monstruos (1932)

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La película: Pese a haber sido realizada antes de la puesta en vigor del Código Hays, la productora MGM obligó a cortar las escenas más brutales de esta película de terror circense: tras un accidentado preestreno, una mujer afirmó que el filme la había hecho sufrir un aborto. La polémica subsiguiente acabó con la carrera del director Tod Browning (Drácula).
Momento más polémico: La venganza de los freaks titulares contra la trapecista Cleopatra, que acaba convertida en un pato humano.

Henry: retrato de un asesino (1986)

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La película: Tan terrorífico resultó el debut como director de John McNaughton que tardó cuatro años en encontrar una distribuidora. En EE UU, fue estrenada sin la calificación de la MPAA, en el Reino Unido no pudo verse sin cortes hasta 2003, y el gobierno de Nueva Zelanda sólo permitió su exhibición en 2010.
Momento más polémico: Henry (Michael Rooker) y Otis (Tom Towles) matan a toda una familia. A Otis no le basta, así que viola a la mujer, ya cadáver. Entonces, descubrimos que todo es un vídeo, y que los asesinos están revisando su crimen en casa.

La última tentación de Cristo (1988)

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La película: Martin Scorsese, católico y de Little Italy, concibió este filme como un sentido acto de devoción. Los integristas católicos de todo el mundo no opinaron lo mismo: el estreno de la película fue boicoteado en varios países (incluida España) y, en Francia, un cine de París fue incendiado por exhibirlo.
Momento más polémico: Tentado por Satán, el mesías Willem Dafoe observa cómo hubiese sido su vida de no haber predicado su mensaje. Lo cual incluye una escena en la que le vemos haciendo el amor con María Magdalena (Barbara Hershey).

Holocausto Caníbal (1980)

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La película: Además de ser la antepasada lejana de películas como El proyecto de la Bruja de Blair y Paranormal Activity, esta película sobre matanzas en la jungla acabó con su director (Ruggero Deodato) en el banquillo de los acusados por asesinato, acusado de matar a algunos actores durante el rodaje.
Momento más polémico: Deodato demostró que escenas como la de la chica empalada eran pura ficción. Pero donde no hubo ni trampa ni cartón fue en las numerosas muertes de animales mostradas en la película.

Nekromantik (1987)

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La película: Enfermiza como ella sola, la epopeya de amor necrófilo dirigida por Jorg Buttgereit fue prohibida en al menos cinco países, entre ellos Australia, Finlandia, Noruega, Singapur y el Reino Unido. En EE UU se estrenó sin calificación.
Momento más polémico: Para compensar la falta de ciertas partes eréctiles, la protagonista inserta un tubo de metal en el cadáver putrefacto de su amado. ¿Describimos lo que sigue, o ya es suficiente?

The Day The Clown Cried (1972)

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La película: Jerry Lewis creyó haber encontrado la salvación para su carrera dirigiendo y protagonizando un drama sobre el Holocausto. Sin embargo, el filme nunca llegó a estrenarse, según algunos por lo controvertido de su tema, y según otros porque era malísimo. Si quieres leer la historia completa, echa un vistazo a nuestro reportaje.
Momento más polémico: El payaso Lewis conduce a un grupo de niños al interior de una cámara de gas.

Los demonios (1971)

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La película: No digas “excesivo”, di “Ken Russell”. El fallecido director se pasó tanto de rosca con este drama sobre posesiones diabólicas en un convento que el filme sufrió severos cortes antes de su estreno. La versión íntegra se ha llegado a exhibir en cines, pero la futura edición en dvd a cargo de Warner Bros. sólo incluirá el metraje censurado.
Momento más polémico: Una horda de monjas, dirigidas por Vanessa Redgrave, asaltan y acosan sexualmente a una estatua de Cristo crucificado. Así como suena.

Rocío (1980)

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La película: Este documental de Fernando Ruíz Vergara no sólo ponía a caldo la tradicional romería andaluza, acusándola de ser un nido de señoritismo, sino que también señalaba el papel de las hermandades rocieras durante y después de la Guerra Civil. El autor fue multado con 10 millones de pesetas, y la película no pudo proyectarse  en Andalucía hasta 1985. Está disponible en YouTube.
Momento más polémico: El testimonio de un habitante de Almonte (Huelva) que señalaba a un cacique local como responsable de más de 100 fusilamientos. Para su exhibición en TV, la escena fue suprimida y reemplazada por un cuadro negro.

La pasión de Cristo (2004)

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La película: Contándonos la Crucifixión en clave gore, Mel Gibson se ganó el apoyo del catolicismo más rancio, pero también las iras de muchos que le acusaron de antisemita. Algo de verdad había, a qué negarlo.
Momento más polémico: El gobernador romano Pilatos quiere liberar a Jesús (Jim Caviezel), pero los sumos sacerdotes judíos le exigen que le mande al tormento.

Psicosis (1960)

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La película: Alfred Hichcock pidió a los cines que no permitiesen la entrada a aquellos espectadores que llegasen tarde a su película: no quería que se corriera la voz sobre su sorprendente final. El escándalo, sin embargo, no tuvo nada que ver con Norman Bates ni con su madre, sino con algo más oloroso.
Momento más polémico: ¿La escena de la ducha? Pues va a ser que no: la escena en la cual Janet Leigh se deshace de las pruebas de su desfalco tirándolas por el inodoro. Era la primera vez en la historia de Hollywood que un director enfocaba directamente al ‘señor Roca’.

Reservoir Dogs (1992)

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La película: Tras los katanazos de Kill Bill y el bate de béisbol de Malditos bastardos, el debut de Quentin Tarantino parece poca cosa. Pero no está de más recordar que, cuando se estrenó, la cinta llamó más la atención por su violencia que por su calidad fílmica: el mismísimo Wes Craven abandonó la proyección durante un pase en Barcelona. “Es el realismo lo que le asusta”, comentó Quentin.
Momento más polémico: El desorejamiento del policía a manos de Michael Madsen, resuelto por el director con una elegante panorámica.

La última casa a la izquierda (1972)

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La película: Menos mal que Wes Craven (sí, el mismo que se salió de Reservoir Dogs) se pensó dos veces lo de rodar este remake de El manantial de la doncella incluyendo sexo explícito. En el Reino Unido, la película sólo pudo verse sin cortes 36 años después de su estreno.
Momento más polémico: La larguísima escena de la violación, un hito en lo que a representaciones de la crueldad en cine se refiere.

Crash (1996)

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La película: ¡Hombre, una de David Cronenberg en esta lista, qué raro! Además de causar un considerable revuelo en el Festival de Cannes, el filme se enfrentó a las iras de la prensa sensacionalista británica: “¡Prohibid esta basura!”, clamó en su momento el Daily Mail.
Momento más polémico: Rosana Arquette invita a James Spader a un acto sexual poco ortodoxo, vía cicatrices.

Asesinos natos (1994)

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La película: Según las autoridades de EE UU, el filme de Oliver Stone ha inspirado un mínimo de 12 asesinatos en la vida real. La familia de una de las víctimas trató de denunciar al cineasta por su película, que fue recortada por la productora y prohibida en Irlanda.
Momento más polémico: El alcaide Tommy Lee Jones es descuartizado por los presos de su cárcel durante un motín. En la versión sin cortes, puede verse su cabeza clavada en una estaca.

La matanza de Texas (1974)

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La película: Tobe Hooper se salvó por un pelo de que su debut como director fuese clasificado X en EE UU, pero no de que este fuese prohibido en países como Brasil, Chile, Francia, Alemania Occidental y (de nuevo) Finlandia, Noruega e Irlanda.
Momento más polémico: La protagonista Marilyn Chambers se enfrenta a Caracuero y su familia en una inolvidable cena.

Faces Of Death (1978)

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La película: Una recopilación de escenas de muertes, cuanto más grimosas mejor. Algunas eran ficticias, pero el metraje contenía la suficiente cantidad de fiambres reales como para lucir la leyenda “Prohibida en más de 40 países” en su póster.
Momento más polémico: Cualquiera de las muertes auténticas. ¡Un poco de sensibilidad, por favor!

Perros de paja (1971)

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La película: Llevándose su característica violencia a Inglaterra, Sam Peckinpah causó un escándalo mundial mostrando la violación de Susan George a manos de su ex novio (Del Henney) y otro paleto de Cornualles.
Momento más polémico: Como en tantas otras ocasiones, a los censores les salió el tiro por la culata: al ser recortada, la escena de la discordia no sólo resultaba igual de desagradable, sino que la actitud de la víctima parecía aún más ambigua.

El exorcista (1973)

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La película: El filme de William Friedkin no sólo aterrorizó a medio mundo, sino que también creó infinidad de leyendas urbanas sobre posesiones diabólicas, satanismo encubierto y mensajes subliminales. ¿Recuerdas a Álex Angulo en El día de la Bestia? Pues por ahí iban los tiros.
Momento más polémico: Linda Blair se masturba con un crucifijo. Por si no fuese lo bastante desagradable, la nena lo hace en presencia de su madre.

El crimen de Cuenca (1980)

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La película: Pilar Miró se ganó un proceso militar, y la película un largo retraso en su estreno, tras la denuncia de una supuesta “asociación de ciudadanos”, disconformes con la visión que el filme daba de la Guardia Civil.
Momento más polémico: Las torturas de la Benemérita contra los dos protagonistas, labradores acusados (falsamente) de asesinato.

Saló, o los 120 días de Sodoma (1975)

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La película: ¿Qué pasa cuando juntas al Marqués de Sade con Pier Paolo Pasolini? Pues que te sale un filme como este, probablemente la única película europea ‘de autor’ que aparece en los manuales de referencia sobre cine gore. En Italia, su productor fue detenido por “obscenidad”, y el director fue asesinado antes del estreno. En España, por su parte, fue secuestrada judicialmente en 1978, llegando a los cines dos años más tarde.
Momento más polémico: Desde el banquete de excrementos, a la sucesión de asesinatos finales: hay donde elegir…

Irreversible (2002)

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La película: Antes de marearnos en primera persona con Enter The Void, Gaspar Noé nos desafió con este amargo relato de venganza. Lo único que salvó a Irreversible de la prohibición y los cortes fue que, en realidad, su guión hace cualquier cosa menos ensalzar la violencia.
Momento más polémico: La violación de Monica Bellucci. A no ser, claro está, que dejes de verla cuando el director muestra un asesinato a golpes de extintor de incendios.

A Serbian Film (2010)

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La película: Esta te suena, ¿verdad? El director del Festival de Sitges, Ángel Sala, fue acusado de exhibir pornografía infantil, tras una denuncia de la Fiscalía de Barcelona, por exhibir este filme en la muestra. Lo peor de todo: según nuestro corresponsal en el certamen, el filme era “aburridísimo”.
Momento más polémico: El protagonista Srdan Todorovic ve cómo violan a un recién nacido.

Viridiana (1961)

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La película: Las autoridades del franquismo se las veían muy felices, habiendo facilitado el regreso a España del exiliado Luis Buñuel. Hasta que, a instancias del Vaticano, comprobaron que el filme era una soflama anticatólica.
Momento más polémico: Los mendigos posan para hacerse una fotografía, imitando la composición de La Última Cena de Leonardo Da Vinci. ¿Para una foto, decimos? Bueno, la verdad es que la cámara no es muy ortodoxa…

El triunfo de la voluntad (1935)

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La película: Esta película de Leni Riefenstahl sería sólo una obra maestra del género documental, si no fuera porque la “voluntad” de marras es la de Adolf Hitler. En Alemania, el filme sólo puede proyectarse de manera restringida.
Momento más polémico: El desfile final, en el que Hitler arenga a sus tropas. Un tal George Lucas lo tomó como ejemplo para el final de La guerra de las galaxias.

La naranja mecánica (1971)

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La película: Con su misantropía habitual, Stanley Kubrick no perdonó a nadie en esta sátira ultraviolenta. La polémica suscitada por su estreno en el Reino Unido fue tal que el director prohibió su exhibición en Gran Bretaña, donde sólo pudo verse tras su muerte en 1999. A España llegó tras la muerte de Franco, en 1975.
Momento más polémico: Malcolm McDowell viola a una de sus víctimas mientras canta el tema de Cantando bajo la lluvia.

El nacimiento de una nación (1915)

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La película: D. W. Griffith, pionero del cine donde los haya, inventó (más o menos) el formato de largometraje con este filme, en el que también debutaron muchas técnicas narrativas que todavía se usan hoy. ¿Dónde está el problema? Pues en que Griffith también era un racista consumado, y su obra magna es también una oda al Klu-Klux-Klan y a la segregación racial.
Momento más polémico: El final, cuando los veteranos de la Guerra de Secesión unen sus fuerzas para luchar contra una banda de libertos negros. Los cuales, para colmo, están interpretados por  blancos con la cara pintada.

Via:cinemania