Esto se ha acabado. Oficialmente, el
Festival de Cannes termina el día 27, pero la sensación aquí es de que ya está todo el pescado vendido, que la visita de
Robert Pattinson (que ha vuelto a desatar la locura entre fans y reporteros solo dos días después de que lo
hiciera
su novia, Kristen Stewart) ha puesto el punto y final a la 65ª edición.
Muchos acreditados se han marchado, los pasillos del Palais, centro de
operaciones del certamen, están extrañamente tranquilos, no han
repartido revistas de esta décima jornada (hasta ahora podías llenar una
mochila cada día) y no hay problema para encontrar un sitio libre donde
sentarse y escribir. Aunque mañana se presentan los dos últimos títulos
de la sección oficial, ‘Mud’ y ‘The Taste of Money’, parece que los
medios han considerado
‘Cosmopolis’ como la última verdadera candidata a la Palma de Oro. Personalmente, me alegraría por
David Cronenberg, cuya obra
admiro, pero no creo que merezca el galardón este año.
Cosmopolis
Para mí, el cine es un rostro hablando.
(David Cronenberg)
Esta
vez he querido dejarme llevar por la curiosidad y he estado preguntando
y leyendo opiniones (no suelo hacerlo para evitar que condicionen mis
textos). Considero muy representativo, tanto del film como del trabajo
de un bloque importante de la prensa, que haya tanta confusión sobre el
tema y las intenciones de
Cronenberg, hasta el punto de que la mayoría ha decidido ponerse de acuerdo en que
‘Cosmopolis’
es un relato sobre el fin del mundo y/o del capitalismo. Y no es eso, o
al menos no esencialmente. Se habla del fin de una era, de cambio, pero
ante todo
se analiza el modo de vida capitalista, absurdo, inhumano, vacío. En la rueda de prensa, alguien planteó al realizador si había hecho la primera película del nuevo milenio;
Cronenberg fue claro: “No te creas eso, ¡es publicidad!”. Una periodista habló sobre el pesimismo y la claustrofobia del film, y
Pattinson respondió que aunque todavía no sabe de qué va
‘Cosmopolis’
sí tiene claro que hay esperanza en ella. Así es, si bien dependerá de
cada espectador encontrarla o no. En este sentido, el último trabajo de
Cronenberg
me recuerda a ‘Videodrome’, quizá su obra maestra (desde luego uno de
sus trabajos más logrados), siguiendo el protagonista una evolución
similar.
‘Cosmopolis’, adaptación de la novela homónima de
Don DeLillo, arranca con un lento
travelling
(recurso habitual del canadiense) que recorre unas largas limusinas
blancas, hasta llegar a dos personajes que visten elegantes trajes
oscuros. Son Eric Packer (
Pattinson) y su guardaespaldas (
Kevin Durand).
Eric pregunta cuál es su coche y expresa el deseo de ir a cortarse el
pelo, al sitio de siempre, en la otra punta de Nueva York. Su escolta
cree que no es una buena idea, la visita del presidente paralizará la
ciudad, y hay peluquerías más cercanas, pero Eric está decidido. Le
esperan las horas más trascendentales de su vida. Lo busca desde el
primer momento, inconscientemente. A lo largo del día mantendrá
sustanciosos encuentros con diferentes personajes, siempre que es
posible dentro de su lujosa limusina (mismo vehículo que Leos Carax
emplea en
‘Holy Motors’),
vista como una provocación por parte de un grupo de manifestantes que
denuncian los abusos del sistema financiero. Eric no oye nada del
exterior, no le interesa. Sí le preocupa su salud y su protección. Tras
las primeras escenas, el protagonista llega a parecer un
paranoico rey del siglo XXI, aislado del mundo en el vientre de un impenetrable submarino sobre ruedas.
Cronenberg vuelve a plantear con
‘Cosmopolis’
un profundo viaje interior con un protagonista que va siendo
transformado de manera inevitable, imparable. Como otras creaciones del
canadiense, Eric, joven multimillonario alienado, sediento de
experiencias cada vez más radicales, se resiste al cambio hasta que
comprende que lo desea, que desea lanzarse al abismo en busca de un
nuevo equilibrio. Sujeto a la novela, que encuentra inspiradora,
Cronenberg
explora el efecto de las conversaciones, ideas y reflexiones en Eric,
cuyo modo de vida se derrumba con el paso de las horas, mientras el
mundo sigue su curso, frenético y despiadado. Se exprimen los diálogos,
lo hablado prima sobre lo visual, quedando una narración demasiado
estática,
teatral por así decirlo (si bien la puesta en escena es puramente
cinematográfica), con el handicap de que el protagonista debe permanecer
frío e indiferente durante gran parte del metraje, para entender su
necesidad de autodestrucción, de “encenderse”, y los demás personajes no
tienen peso suficiente como para servir de contraste. Así, la película
se vuelve
algo monótona, y la escasez de escenarios no ayuda. Tampoco se producen cambios drásticos en la carne del protagonista, un recurso que
Cronenberg explotó con lucidez en el pasado, se limita a lo psicológico.
Resulta
llamativo que en los tres últimos días, los focos de atención del
festival hayan sido tres ídolos juveniles, Kristen Stewart, Zac Efron y
Robert Pattinson, protagonistas de ‘On the Road’, ‘The Paperboy’ y
‘Cosmopolis’,
respectivamente, películas en las que explotan su sexualidad de una
manera atrevida, sin escrúpulos, como una señal de que han madurado y
van en serio. De los tres, el que más talento ha demostrado ha sido
Pattinson,
que confesó no haber realizado ninguna preparación especial para el
papel, simplemente lo interiorizó y se expresó por instinto, por
intuición, buscando reacciones honestas. Su trabajo es impecable.
Cronenberg
ha destacado a lo largo de su carrera por saber elegir y aprovechar a
sus actores, y no es casual que ya esté pensando en repetir con el
inglés, que todavía genera prejuicios por la saga ‘Crepúsculo’. El
abanico de secundarios formado por
Juliette Binoche, Paul Giamatti, Mathieu Amalric, Samantha Morton, Sarah Gadon, Jay Baruchel y Durand enriquecen el relato con breves pero inspiradas interpretaciones. No es
‘Cosmopolis’ esa apabullante obra maestra que quería ver, es “solo”
uno de los mejores trabajos de Cronenberg, una película
exigente y densa (imposible de desentrañar con un solo visionado),
turbadora y enigmática, hermosa e imperfecta. Estoy deseando volver a experimentarla.
Sesión sorpresa
Anoche estaba programada en una de las salas “pequeñas” del Palais (Salle Du Soixanteme) una
sesión sorpresa.
Según la hoja informativa, duraba una hora. Durante la semana surgió el
rumor de que el festival preparaba una presentación de avances de
algunas de las películas más esperadas de los próximos meses, incluyendo
‘Django Unchained’ (Tarantino), ‘The Master’ (P.T. Anderson) y ‘The
Grandmasters’ (Wong Kar-wai), entre otras. Tenía que ser eso. Imaginad
la expectación. Y ahora imaginad la decepción cuando resultó que el
rumor no era cierto del todo. En primer lugar, el acto apenas duró media
hora y la mayor parte de lo que nos proyectaron está en Internet desde
hace tiempo, el tráiler de ‘Brave’, de ‘Frankenweenie’... Una tomadura
de pelo. Las reacciones eran tan frías que el maestro de ceremonias, el
delegado Thierry Frémaux, casi pedía disculpas al presentar cada vídeo.
Pero no fue una total pérdida de tiempo, vimos dos avances interesantes
que nos dijeron eran estrenos mundiales exclusivos para
Cannes.
Efectivamente, nos mostraron un nuevo tráiler de
‘The Grandmasters’. Más o menos lo mismo que el que ya había, pero con
Zhang Ziyi,
que al parecer da vida a una mujer que decide seguir los pasos de su
padre y convertirse en una maestra de artes marciales. Imágenes
bellísimas a cámara lenta y música que eriza la piel. Deseando verla,
pero me temo que todavía hay que esperar mucho para el estreno (igual
hasta se estrena en Cannes 2013, dicen que
Wong Kar-wai sigue filmando nuevo material). La segunda bomba de la sesión fue el primer tráiler de
‘Only God Forgives’, lo nuevo de
Nicolas Winding Refn. Básicamente, parece ‘Drive 2’.
Ryan Gosling
encarna a un personaje similar, silencioso y violento (hay un plano
idéntico al de la famosa escena del ascensor), que decide amargar la
noche a dos hombres trajeados en un prostíbulo iluminado por luces de
neón. Me sedujo el precioso plano inicial pero la pelea me dejó
indiferente. Pero es de Refn, hay que verla. Se estrena a principios de
2013.