Tal día como hoy hace 23 años, Tim Burton y Johnny Depp estrenaron su primera película juntos. Esta colección de datos te ayudará a entender de dónde viene la nieve. Por YAGO GARCÍA
Un monigote trágico
Corrían los 70, y un chico algo raro (muy aficionado al cine por lo demás) arrastraba las contradicciones de crecer en un lugar tan soleado como Burbank (California) teniendo él mismo un carácter más bien brumoso. A fin de expresar esa frustración, el chico realizó un dibujo que representaba a un adolescente con tijeras en lugar de manos: ¿hace falta que te digamos cómo se llamaba el chaval, y qué película acabaría dirigiendo cerca de 20 años más tarde? Exacto: Tim Burton cargó con el concepto de Eduardo Manostijeras durante mucho, mucho tiempo, pero sólo pudo llevarlo a cabo cuando los éxitos de Bitelchús y Batman le ascendieron a la primera liga de directores de Hollywood.
Caroline Thompson y el musical que no fue
Antes de poner manos a la obra en la película, Burton había imaginado esta como un musical: según decía, el concepto de su historia le parecía "operístico". Pero el director cambió de idea tras contactar con Caroline Thompson, una joven escritora (y novia de Danny Elfman, su músico de cabecera) que habría de debutar junto a él como guionista de cine. Tras hincharse a ver viejas películas de terror de la Universal, Thompson dio forma a un libreto definido por ella misma como "una carta de amor a Tim Burton". "Es la persona más inteligente que conozco, pero le cuesta muchísimo hablar", resumió la escritora, que se reencontraría con Tim en 2005 para firmar el texto de La novia cadáver.
¿Tom Cruise Manostijeras?
Salvo por un cambio de estudio antes del rodaje (cuando Warner vendió los derechos del proyecto a 20th Century Fox), la producción de Eduardo Manostijeras fue bastante sosegada y sin incidentes. Pero, si nos ponemos a indagar en los cástings para el personaje principal, la cosa es bien distinta: Burton sondeó, entre otros actores, a Gary Oldman, Tom Hanks (que rechazó el papel para embarcarse en el castañazo de La hoguera de las vanidades) y a un Robert Downey Jr. inmerso en su etapa más drogadicta. Pero el intento de fichaje más inesperado, o casi, fue el de Tom Cruise: en pleno proceso de validación crítica tras Rain Man, Cruise se mostró muy interesado en trabajar con Burton, pero con la condición de que la historia tuviese un final feliz. Huelga decir que el director le mandó a hacer puñetas.
'Jacko' quiere hacer que nieve
Un rumor muy repetido sobre Eduardo Manostijeras es que el rol protagonista fue escrito para que lo interpretara Michael Jackson. Esto no fue exactamente así, pero tiene su historia: en 1989, Caroline Thompson y el diseñador de producción Anton Furst (responsable de los decorados de Batman) fueron invitados al rancho Neverland para discutir la producción de una posible película con el músico. A través de la pareja, el 'Rey del Pop' se enteró de que el proyecto estaba en marcha, y quedó tan enamorado de la historia que trató de protagonizarla. Está claro que, de haber logrado 'Jacko' su propósito, la película hubiese sido muy distinta a aquella que todos conocemos...
...Y entonces llegó Johnny
Tenía 27 años, había aparecido con pequeños papeles en Pesadilla en Elm Street y Platoon, y debía su fama internacional a la serie de TV Nuevos policías. Se llamaba Johnny Depp, y a fin de conseguir el papel principal de Eduardo Manostijeras tuvo que adelgazar 11 kilos, además de mantener la apariencia del personaje en el más estricto secreto: los mandamases de Fox pensaban que, de revelarse esta antes de tiempo, el impacto mediático del estreno quedaría muy menguado. Muy impresionado por el guión, que le había hecho "sentirse como un bebé recién nacido", Depp estudió a fondo la filmografía de Charles Chaplin (el escaso diálogo del personaje, con sólo 169 palabras, obligaba a usar la mímica a fondo) y se llevó los guantes con tijeras a casa para practicar sus movimientos. Por supuesto, Burton y Johnny se cayeron fenomenal, iniciándose así una relación de amistad y trabajo que ha durado la friolera de 23 años... Y lo que le queda.
El querido amigo Vincent
Aparte de sus tribulaciones para encontrar un protagonista, Burton tenía el reparto de su película bastante claro desde el principio: Winona Ryder siempre fue su elección para la heroína Kim, por ejemplo, mientras que Dianne Wiest se implicó a fondo a fin conseguir financiación y alejar a los moscones del estudio. El cineasta también tenía muy claro que el creador de Eduardo no podía ser otro que Vincent Price, con quien ya había trabajado en su corto de animación Vincent y al que le unía una amistad entrañable. Pese a su avanzada edad (79 años) y un enfisema pulmonar que le impedía trabajar a jornada completa, Price echó el resto en la que habría de ser su última aparición en pantalla grande.
El chico bueno recurre al dopaje
La intervención de Anthony Michael Hall en Eduardo Manostijeras causó cierta polémica en su momento. No sólo porque el actor, conocido hasta entonces por sus papeles de pazguato entrañable en las películas de John Hughes (16 velas, El Club de los Cinco, La mujer explosiva), ofreciese una interpretación de lo más agresiva como Jim, el matón del instituto. Tampoco tuvo nada que ver el hecho de que Hall se recuperase por entonces de un conato de alcoholismo juvenil. Se trata de que, según la prensa canallesca, Hall habría usado esteroides para cambiar su físico tirando a tirillas por el tonelaje de un jugador de fútbol americano. Hall, eso sí, siempre ha desmentido estos rumores.
'Manostijeras' de pintura
Aparte de la casa natal de Eduardo (descrita por Burton como "el sitio donde vivirá Martha Stewart [famosa cocinera y decoradora] cuando sea vieja y esté loca"), la película apenas usó decorados: el barrio donde viven la familia Boggs y sus vecinos es una auténtica urbanización de Tampa (Florida) cuyas casas fueron pintadas de colores pastel por el equipo de la película. Los habitantes del lugar, que fueron realojados en un motel durante el rodaje, intervienen en muchas escenas del filme como extras. Por otra parte, cuando la producción se terminó y el equipo del filme se ofreció a repintar las viviendas, algunos vecinos se negaron, habiéndole cogido cariño al excéntrico colorido burtoniano.
"¡Esas nubes, que se estén quietas!"
¿Cuál fue el peor problema al que se enfrentó Tim Burton durante el rodaje de Eduardo Manostijeras? Pues, según comentó él mismo, el movimiento de las nubes en el cielo, que hacía muy difícil mantener el raccord en las escenas de exteriores. Por otra parte, el director también tuvo que enfrentarse a "una plaga de bichos grandes y negros" que obligaron a detener el rodaje durante un par de días.
Depp echa la papilla
Lector, ¿te gustaría llevar puesto un traje ceñidísimo, hecho con látex, cuero y el eskai de la funda de un sofá, durante más de doce horas al día? Combinado, además, con capas y capas de maquillaje cortesía de Stan Winston... Si tu respuesta es "no", tranquilo: Johnny Depp piensa lo mismo. La conjunción entre el atavío de Eduardo, confeccionado por el propio Tim Burton, y los calores de Florida hicieron que Depp sufriese un par de desmayos durante el rodaje, y que se arrancase a vomitar en al menos dos ocasiones. En fin, al menos Johnny pudo consolarse de estos sinsabores viviendo un incipiente romance con Winona Ryder...
Un Backstreet Boy en el mundo de Burton
Seguramente, la criatura más extraña que se asoma a las imágenes de Eduardo Manostijeras es Nick Carter. El futuro miembro de los Backstreet Boys, por entonces un tierno infante de 10 años, aparece brevísimamente (y en bañador) jugando frente a una casa, en la escena en la que Peg lleva a Eduardo a la urbanización por primera vez. Puedes verlo en el vídeo de arriba.
"Vamos, Robert, sal a bailar..."
Aunque no llegase a conseguirlo, Burton estuvo a punto de ponerle los cuernos a Danny Elfman, su compositor de toda la vida, cuando llegó el momento de ponerle música a Eduardo Manostijeras. El cineasta contactó nada menos que con Robert Smith, líder de The Cure y clara inspiración para el look del personaje principal. Por suerte o por desgracia, Smith estaba ocupado grabando el álbum Disintegration y no pudo aceptar el encargo: finalmente, tanto el susodicho disco como la partitura de Elfman resultaron sendos trabajos inolvidables, así que tal vez todas las partes salieran ganando.