La muerte del actor a los 40 años no sólo ha consternado a sus
compañeros de la franquicia: también despierta la pregunta de qué pasará
con ésta sin su personaje. Por YAGO GARCÍA
Describir el dolor provocado por la muerte de un amigo es
un esfuerzo condenado, las más de las veces, a chocar contra los límites
del lenguaje. Más aún si esa persona falleció de forma tan imprevisible
como truculenta, y si tu relación con ella nació en términos laborales
para después, poco a poco, hilvanarse en torno a una causa común.
Los tuiteos en memoria de Paul Walker publicados por sus compañeros de la saga
Fast & Furious son una buena prueba de todo esto: en aquellos firmados por
Vin Diesel y por el director
James Wan (Saw, Expediente Warren) se trasluce,
además de una consternación fruto de la pérdida, la incertidumbre en
torno a un trabajo que se verá drásticamente mutilado a partir de ahora.
Para empezar, la muerte de Paul Walker ha puesto patas arriba el rodaje de
Fast & Furious 7: ayer
mismo, 1 de noviembre, el personal de la película debería haberse
reunido para preparar el último tramo del rodaje, previsto para enero en
el desierto de Abu Dhabi. Tras una reunión entre Wan
y los ejecutivos de
Universal, la producción de la cinta ha sido pospuesta
sine die, algo
que da al traste con la fecha de estreno prevista hasta ahora (el 11 de
julio de 2014). Pero hay más: hasta ahora, Vin Diesel aseguraba que
Fast & Furious llegaría hasta la novena entrega. Algo a lo que ayudaron tanto los descomunales ingresos del serial como el regreso de
Michelle Rodriguez al reparto y el espíritu de equipo surgido en los platós. Recordemos que, durante el rodaje de
Fast & Furious: A todo gas (2001),
los rumores apuntaban a que Diesel y Walker no se tragaban. Dichas
tiranteces, caso de que existieran, se habrían transformado con los años
en una amistad entrañable. Lo cual hará que una situación de por sí
compleja se vuelva todavía más difícil.
Un golpe en el peor momento
Ahora, con Walker fuera de escena, ¿qué futuro aguarda a
Fast & Furious? Puede que, tratándose de una obra orientada al público
palomitero, esta
pregunta resulte ociosa. Pero nosotros creemos que no lo es, por dos
razones. La primera es que estamos ante una de las franquicias más
rentables con la que cuenta hoy en día un estudio de Hollywood. La
segunda, que el personal de la saga ha demostrado tomarse esta
extremadamente en serio, hasta el punto de ganarse el aprecio (moderado a
veces, o directamente a regañadientes) de parte de la crítica. La firma
de Wan,
un director sin perfil de estrella pero de
solvencia probadísima y con ciertos galones de autor, habría supuesto un
nuevo empujón a esta escalada cuando se estrenara
Fast & Furious 7. Está claro, pues, que a
Dom Toretto le quedan muchas llantas por quemar. Otra historia es saber cómo serán sus andanzas sin la compañía de
Brian O'Conner, su 'amigo-enemigo' de toda la vida.
Del lado menos escrupuloso surge la opción de
reemplazar a Walker por otro actor, que
se encargaría del papel de O'Conner como si no hubiera pasado nada.
Pero esto resulta, a todas luces, inverosímil: no sólo por una cuestión
de respeto al intérprete fallecido, sino también porque Walker llevaba
14 años haciéndose cargo del personaje. Su rostro era ya icónico, y el amor que le profesaba el
fandom era
muy grande, como prueba el enorme interés del público ante la noticia
de su muerte. Recurramos a una comparación que rodea al serial desde su
primera entrega, y preguntémonos si tendría sentido una secuela de
Le llaman Bodhi que buscase a otro rostro para sustituir a
Patrick Swayze. La respuesta, claramente, sería "no".
Por otra parte, en
The Hollywood Reporter (vía Europa Press) encontramos otra solución posible:
buscar un final honroso para Brian O'Conner. Es
decir, hacerle desaparecer de la historia tan dignamente como sea
posible, posiblemente mediante una muerte repentina. Diesel sabe de lo
que hablamos: nada más comenzar la segunda parte de
xXx se nos informaba de que su personaje
Xander Cage había
muerto durante el intervalo entre las dos películas, algo que obedecía a
la negativa por parte del actor a participar en la secuela. Estamos
ante una salida más razonable, pero también más dolorosa. La cual,
además, obligará a hacer encaje de bolillos con el montaje y el guión de
Fast & Furious 7 a fin de evitar (no podemos decir aún si con éxito) la sombra de la chapuza.
¿Hay alguien irreemplazable en Hollywood?
Por otra parte, insistamos en el detalle de las secuelas en proyecto. En mayo de este año, Vin Diesel afirmó que
Fast & Furious sumaría un total de
nueve películas, durante
las cuales el destino de los personajes principales quedaría sellado.
Diesel también comentó en otras ocasiones que el ex director de la saga
Justin Lin, el escritor
Chris Morgan y
él mismo habían elaborado un extenso tratamiento de guión donde se
determinaba este desarrollo. ¿Cómo seguir con el plan una vez que el
coprotagonista de la historia se ha ido para no volver?
Si la saga sigue su curso podría especularse con la creación de
un nuevo personaje que reemplazase a O'Conner. Una
vez más, la competencia de los responsables determinará si esta salida
resulta digna. Como precedente ilustre, recordemos que el personaje de
Frankie Pentangeli (Michael Gazzo) apareció en
El Padrino II para compensar el abandono de
Richard Castellano, el intérprete del sicario
Clemenza. Y adviértase también que, pese al cuidado de
Coppola y de
Mario Puzo, más de un fan de la familia
Corleone considera
hoy en día que a dicha sustitución (resaltada irónicamente en un
diálogo al comienzo de la película) se le ven las costuras del parche.
Por otra parte, aun asumiendo que la muerte de Paul Walker es una
tragedia, ¿tiene sentido que dediquemos tantas líneas a discurrir sobre
el futuro de
Fast & Furious? Pues probablemente sí:
hablamos de una franquicia multimillonaria nacida de un filme de serie B
al que casi nadie se tomaba en serio, y cuya pujanza vino debida al
entusiasmo quienes participaron en ella. Como bien sabe Hollywood, las
historias de éxito inesperado siempre despiertan simpatía. Y saber que
este relato se verá truncada por la muerte (accidental, para colmo) de
alguien que, según múltiples testimonios, era además un individuo muy
apreciable, resulta un sonoro anticlímax. Uno diría, de hecho, que un
giro tan chapucero y tan poco lógico sólo podía haber sido obra del peor
de los guionistas: la vida real.