Tras la magistral (y aún inédita)
‘Paranoid Park’, el realizador Gus Van Sant regresa al mainstream pero no abandona su capacidad narrativa, a pesar de ceder a ciertas concesiones propias del cine más comercial. En ‘Mi nombre es Harvey Milk’ se aproxima al episodio histórico de las luchas políticas en favor de los derechos homosexuales del activista que da nombre al título, en un biopic típico pro Oscar, de gran factura y con un resultado certero a pesar de ello.
La cinta está protagonizada por un sublime Sean Penn, que nos deja una lección magistral de absorción de su personaje, de capturar su esencia y mostrarla con enorme sutileza, riqueza de matices y gran sencillez. Gran valedor del resultado final y cuyo trabajo supone una ejemplar traslación del mensaje principal de la historia.
La valentía de
Van Sant al afrontar la temática de la reivindicación homosexual (algo que “parece” superado en los tiempos que corren) se distancia a la perspectiva que afrontara en ‘Mi Idaho privado’, para asumir una implicación más intensa, intentando llegar más allá y propagar su mensaje. Pero todo ello sin caer en el ensalzamiento sobredimensionado de la figura de su protagonista. Hubiese sido lo fácil y tentador (y habitual en recientes biopics como ‘Una mente maravillosa’ o ‘En la cuerda floja’). Sin embargo, en la película, el realizador se resiste a mostrarnos al mártir, que marcara toda una lección de obstinación y activa lucha por la dignidad y el respeto, como si fuera un héroe. En este aspecto es dónde más brillante resulta la película. En mostrar los hechos históricos y reales, bien compaginados con momentos íntimos de la figura de Harvey Milk, con equilibrado criterio, sin entronizarlo, sino aproximándose.
En la historia conocemos el recorrido que, durante la década de los setenta, un idealista decide abrir las puertas del armario para los políticos homosexuales. Se autoproclama cabeza destacada, a modo de espejo en el que reflejarse, y así irrumpir en la conservadora e intolerante política americana, centralizada en la ciudad californiana de San Francisco. Allí, desde el distrito de Castro como núcleo esencial, Harvey Milk desarrolló con constancia y clarividencia una defensa intensa y prolongada por alcanzar un cargo en el ayuntamiento local y abrir la muralla (se presenta repetidas veces a supervisor). Lleno de optimismo e ilusión que contagia más allá de su creciente círculo próximo.
Van Sant exhibe una narración astuta, precisa, extremadamente realista (apoyada en imágenes de archivo muy bien insertadas), que resulta despojada de tintes melodramáticos gracias a un gran equilibrio. Y eso que en la historia de Harvey Milk se afrontan multitud de temas diferentes que pueden dar pie a ello (tolerancia, lealtad, amor, reivindicación,...).
Mención aparte, y especial, merece el extraordinario trabajo interpretativo de
Sean Penn. Que compone un trabajo vibrante, emotivo, a ratos fascinante y totalmente convincente, gracias al despliegue sutil de matices. Un hombre de gran coraje, consciente de su papel en la sociedad, de gran discurso entre la masa, pero de compleja e intensa vida íntima que Penn borda con suma perfección. En apenas unos planos, Penn logra irradiar la esencia y la química de su personaje. También es cierto que está bien secundado por unos actores bien dirigidos: Josh Brolin, James Franco, Diego Luna…
La labor de afrontar, desde la ficción, a un personaje casi icónico de la lucha por las libertades de la comunidad homosexual no era fácil por dos razones. En primer lugar por tener como antecedente obvio el
documental ‘The times of Harvey Milk’, de Rob Epstein, que se alzó con el Oscar en 1985 y, en segundo lugar, porque hoy día pudiera parecer algo anacrónico retomar su historia cuando en la actualidad la situación resulta distinta (aunque si bien es cierto que mucho menos precisamente en territorio usamericano). Pero, la buena labor del guión (a cargo del implicado Dustin Lance Black) ha sabido abordar desde una perspectiva amplia pero certera, la trayectoria del protagonista, que arranca en las escaleras del metropolitano de Nueva York (con flechazo incluido) y concluye con 30.000 personas portando velas por las calles de San Francisco.
‘Mi nombre es Harvey Milk’ se estrena el próximo viernes 9 de enero.
Texto:Jesus leon
Vía:Blogdecine