Al igual que Jennifer Lawrence, que estuvo a punto de decir "no" a 'Los juegos del hambre', estos intérpretes tuvieron la suerte de pensárselo dos veces. Por CINEMANÍA
Pues bien: ahora la Lawrence es una estrella internacional por derecho propio (aunque nosotros ya la teníamos fichada desde Winter's Bone y X-Men: Primera generación) y nadie puede deshacer eso. Y todos estos intérpretes también lo son o lo fueron, pese a haber estado a punto de decir "no" a esos papeles que les han garantizado un lugar en la historia. ¿Quieres saber quiénes fueron? Pues sigue leyendo...
Daniel Radcliffe y Harry Potter
Con 11 años recién cumplidos, el futuro intérprete del mago con gafas no tenía aún mucho control sobre su carrera, así que la idea de darle a Potter con la puerta en las narices fue desus padres. El señor y la señora Rowling Radcliffe, que trabajan en el mundo del cine, replicaron con un cortés "gracias pero no, gracias" a un Chris Columbus entusiasmado con Daniel tras verle en una versión televisiva de David Copperfield. "Cuando el plan era que las seis películas se rodaran seguidas, y en Los Ángeles, mi madre se negó en redondo", declaró Radcliffe años más tarde. "Después, cambió el plan: las películas se rodarían de dos en dos, y en Inglaterra. Entonces ella accedió". Menos mal...
Christian Bale y Batman
"Estaba entre bambalinas, me acababan de poner el traje y esperaba a que me llamasen para ir al plató. Entonces pensé: 'estoy agobiado, no puedo respirar, me duele la cabeza... Esto no va a salir bien". Así recuerda Bale el rodaje de Batman Begins, una película durante cuya producción lo pasó tan mal que estuvo a punto de despedirse para siempre del papel, de Christopher Nolan y de las azoteas de Gotham. Por fortuna, más que los ataques de pánico pesaron la sensatez y, sobre todo, el miedo a hacer el ridículo:"Para quitarme el traje hacían falta tres personas, y si me hubiese puesto a correr por ahí gritando y tratando de desnudarme yo sólo hubiese parecido un gilipollas", reconoció Christian.
Ian McKellen y Gandalf
Imagínate un duelo entre el mago más enrollado de la Tierra Media y el mismísimo Magneto: ¿quién ganaría? Pues, en nuestro universo, el Amo del Magnetismo estuvo a punto de llevarse el gato al agua. A sus años, y comprometido con la saga X-Men, el veterano Sir Ian no podía permitirse los viajes continuos entre Toronto y Nueva Zelanda que le hubiesen permitido compaginar los dos papeles. Por suerte, Peter Jackson sabía lo que se estaba jugando, y aceptó cambiar por completo el calendario de rodaje de El Señor de los anillos para que McKellen pudiese intervenir sin problemas. Algo que repitió para el rodaje de El Hobbit, y gracias a lo cual Martin Freeman pudo seguir actuando en la serie Sherlock.
Marlon Brando y Don Vito Corleone
Convencer a los directivos de Paramount de que Brando era el actor perfecto para El Padrino le costó muchos sudores a Francis Ford Coppola. Y quien pasó las de Caín para persuadir a Brando de que el 'Don' estaba escrito para él fue Alice Marchack, la secretaria del actor. Según ella, Marlon montó en cólera cuando leyó el guión, exclamando: "No pienso glorificar a la Mafia". ¿Cómo se las apañó Marchack para seducir al actor? Sencillo: soplándole que los productores barajaban el nombre de Laurence Olivier. "¡Ese tío no da el pego como un capo!", volvió a exclamar Brando, y acto seguido preparó ese maquillaje (bolas de algodón en las mejillas, pelo engominado, ojeras falsas) que le granjeó el papel.
Mia Farrow y Rosemary
La ex de Woody Allen no tuvo que enfrentarse a Satanás tras aceptar su personaje en La semilla del diablo, pero casi: quien se cerró en banda fue nada menos que su marido de entonces, Frank Sinatra. Ateniéndose a aquello de "la mujer, con la pata quebrada y en casa", 'La Voz' se enfureció cuando su señora se fue a rodar con Roman Polanski, propinándole (dicen) alguna paliza que otra y poniendo en marcha una demanda de divorcio en pleno rodaje. La estresada Farrow suplicó al productor Robert Evans que se buscase a otra, pero por suerte este la persuadió para continuar. La resistencia de Mia tuvo su recompensa, en forma de Globo de Oro.
Meryl Streep y Margaret Thatcher
Los fans de la Streep que consideren que La Dama de Hierro era demasiado indulgente con la ex primera ministro pueden estar tranquilos: la actriz piensa igual. Tan mal le cae la Thatcher a la actriz estadounidense que esta se negó a aceptar el papel, y tuvo que ser Phyllida Lloyd (quien ya la había dirigido en Mamma Mia) quien la convenciera, con el argumento de que ese rechazo la ayudaría a darle al personaje su punto justo de mala leche. Antes de conseguir su ansiado tercer Oscar, y un Globo de Oro de propina, a Meryl le esperaba otra prueba de fuego: pasar tres meses estudiando el lenguaje corporal de 'Maggie' en vídeos y noticiarios.
Leonardo DiCaprio y Jack Dawson
Si hacemos caso a las malas lenguas, 'Leo' se convirtió en el galán ideal para varias generaciones gracias a cierta medida anatómica, situada debajo de su cintura. Porque el actor tenía que elegir entre participar en Titanic o en Boogie Nights, y el rumor de que Paul Thomas Anderson se decidió entre él y Mark Wahlberg mediante un concurso de longitud genitourinaria es demasiado jugoso como para no tenerlo en cuenta. Pero a DiCaprio aún le quedaban dudas, y no acabó de decidirse hasta que Kate Winslet aceptó el papel de Rose: al igual que la británica, Leonardo considera que padecer bajo las órdenes de James Cameron (y tirarse de la tabla, aunque había sitio para los dos) le sirvió para poder elegir sus papeles, y no sólo para eso: "Acompañar a mi madre y a mi abuela al estreno de la película en Londres fue uno de los mejores momentos de mi vida", dice.
Audrey Hepburn y Holly Golightly
Lo sentimos por las y los fans que llevan su rostro en la mochila y que la tienen como modelo existencial, pero tal y como la concibió Truman Capote la protagonista de Desayuno con diamantes no deja de ser lo que ahora llamaríamos "una chica de alto standing". Y la Hepburn, que de tonta no tenía un pelo, era consciente de ello cuando rechazó la oferta de encarnarla diciendo "yo no sé interpretar a una puta". En ello, por otra parte, tuvo mucho que ver su marido Mel Ferrer, que no quería ver a una Audrey embarazada pidiendo diez dólares para el tocador. Tras pensárselo mucho, la actriz aceptó el papel, pero con la condición de que fuese Blake Edwards quien dirigiera la película.
Tom Hanks y Forrest Gump
Recién salido del duro rodaje de Philadelphia, y temeroso del encasillamiento, Hanks le puso aRobert Zemeckis una condición aparentemente insoluble para aceptar el papel: que todas las andanzas del personaje siguieran la cronología de los hechos históricos. El actor confiaba así que el rol de Forrest fuese a parar a John Travolta o Bill Murray, los otros nombres barajados por Zemeckis, pero finalmente tuvo que dar su brazo a torcer.
Robert Pattinson y Edward Cullen
"No quería ser la estrella de una película para adolescentes" es el lamento que repite el actor inglés desde que, en 2008, un filme de serie B basado en un best seller se convirtió en fenómeno mundial. Pattinson acabó aceptando el rol de vampiro fosforito debido a sus ganas de trabajar con Kristen Stewart (y mira en qué ha acabado la cosa), y bromeó afirmando que sus dudas se debían a que "Edward tiene tableta en los abdominales" y él no. Pese a todo, una vez libre de la obra de Stephenie Meyer, no se lo ha pensado dos veces antes de arrojarse a los enfermizos brazos de David Cronenberg.