Smaug ('El Hobbit') es más grande y tiene la voz de Benedict Cumberbatch, pero estos reptiles alados llegaron antes a la pantalla. Por YAGO GARCÍA
Draco
Escupió fuego (y vozarrón) en... Dragonheart (Rob Cohen, 1996)
Y le recordamos por... Su voz, que en inglés suena como la de Sean Connery y en nuestro idioma como la de todo un Paco Rabal. Ah, y también por ser uno de los primeros personajes digitales que no cantaban a distancia en cuanto se asomaban a la pantalla. Este sabio y anciano reptil, para colmo, se aliaba con un caballero (Dennis Quaid) junto al cual (antes de la batalla épica de rigor, claro) timaba a incautos campesinos de una forma similar a la de Clint Eastwood y Eli Wallach en El bueno, el feo y el malo.
Vermithrax Pejorative
Escupió fuego (faltaría más) en... El dragón del lago de fuego (Matthew Robbins, 1981)
Y le recordamos por... Esta película, hoy en día de culto, fue uno de los primeros intentos serios por plasmar un relato medieval-fantástico en el cine. Seguramente por eso se dio un batacazo monumental en taquilla, lo cual es una lástima: además de un guión bastante currado y un bilioso sentido del humor, El dragón del lago de fuego se beneficia de la bestia homónima, dotada con un nombre muy señorial y con un paladar exquisito para devorar doncellas vírgenes.
Norbert (o Norberta)
Escupió fuego (poco) en... Harry Potter y la piedra filosofal (Chris Columbus, 2001)
Y le recordamos por... Básicamente, porque nos ayudó a comprobar que Rubeus Hagrid está como una cabra, de las grandes. Mientras unos pasmados Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson hacen esfuerzos por creerse lo que están viendo, el orondo guardabosques se emociona viendo como este pequeño engendro de las tinieblas sale del huevo, lo cual acaba costándole una barba chamuscada. Además de la criaturita (que, para colmo, acabó resultando ser una hembra), recordemos a otros dragones potterianos como el Colacuerno húngaro de El cáliz de fuego y ese desdichado albino que custodiaba la bóveda del banco Gringott's (Las reliquias de la Muerte).
Desdentado
Escupió fuego (bueno, en realidad no) en... Cómo entrenar a tu dragón (D. DeBlois, C. Sanders, 2010)
Y le recordamos por... Aquello de no fiarse de las apariencias también se aplica a los reptiles gigantes con alas. Sin ir más lejos, Desdentado puede parecer un indefenso cachorrito (con mucho tonelaje, eso sí), pero en realidad es un soberbio ejemplar de la variedad Furia Nocturna. Y, pese a la mala fama de su especie, no sólo entabla una relación de lo más tierna con el buenazo del protagonista Hipo, sino que también se convierte en el puntal de una de las mejores películas de Dreamworks. Habrá que ver cómo se porta en la secuela...
Elliott
Escupió fuego (y jugó a las tres en raya) en... Pedro y el dragón Elliott (D. Chaffey, D. Bluth, 1977)
Y le recordamos por... ¿Existe Elliott de verdad, o es sólo el amigo imaginario de un niño maltratado y fugitivo? Bueno, tratándose de un filme Disney, asumamos que se trata de lo primero, que el bicho puede hacerse invisible a voluntad y que sus correrías por el pueblo pesquero de Passamaquoddy no tienen un origen siniestro. Lo que sí huele a cuerno quemado es la intención del Doctor Términus y su esbirro Hoagy de descuartizar al pobre dragón para usar sus órganos como medicinas. ¿Una inspiración para el Ron Perlman de Pacific Rim?
Los dragones de Londres
Escupieron fuego (al por mayor) en... El imperio del fuego (Rob Bowman, 2002)
Y les recordamos por... Vale: estos dragones se pasan el filme dejando el Reino Unido como un solar a base de llamaradas. Pero nosotros les disculpamos, ya que gracias a ellos descubrimos el porqué de esa obsesión pirómana de su especie: resulta que su alimento principal son las cenizas. Además, resulta que la culpa de todo la tiene Christian Bale, que siendo un chaval les despertó de su secular letargo sin ni siquiera invitarles a un café con leche o un colacao.
Maléfica
Escupió fuego (verde) en... La Bella Durmiente (VV. AA., 1956)
Y la recordamos por... Aquí no hay confusiones de género que valgan: desde el principio, sabemos que Maléfica es una dragona de armas tomar. ¿Por qué? Pues porque se trata de la bruja mala del cuento, que opta por una drástica metamorfosis a fin de que el príncipe de turno (que, por cierto, se llama Felipe) no le de el beso de amor verdadero a la dormilona titular. Considerada una de las mejores antagonistas de la historia de Disney, Maléfica tendrá en 2014 un biopic a su medida protagonizado por Angelina Jolie, que de cosas dragoniles sabe lo suyo...
El hermanastro de Grendel
Escupió fuego (nórdico) en... Beowulf (Robert Zemeckis, 2007)
Y le recordamos por... Seguro que al profesor Tolkien, experto en épica anglosajona y conservador acérrimo, le hubiera dado un paralís al ver cómo esta película interpretaba el poema en el que tanto se inspiró. Porque, si ya mandaba narices que el héroe y rey de los geatos (Ray Winstone, pixelado hasta el colodrillo) copulase con la madre de su peor enemigo (la señora de Pitt, luciendo curvas exponenciales), que de dicha unión naciese una bestia como la que nos ocupa resultaba de lo más inquietante. Claro, uno deja a Neil Gaiman (Sandman) llenar el guión de simbolismos mitológicos, y luego pasa lo que pasa.
Eborsisk
Escupió fuego (por duplicado) en... Willow (Ron Howard, 1988)
Y le recordamos por... Además de ser la prueba viviente de la que se arma cuando Warwick Davies quiere resolver una situación a golpes de varita mágica, este dragón demuestra que se puede ser a la vez un cachocarne bicéfalo más feo que pegarle a un padre y un refinado insulto. Resulta que el nombre de Eborsisk es un 'homenaje' a los críticos Gene Siskel y Roger Ebert, con los que tanto Ron Howard como el productor George Lucas tenían algunas cuentas por saldar. Peor lo llevó la pobre Pauline Kael, que prestó involuntariamente su apellido a un general con cara de cráneo...
Haku
Escupió fuego (bueno, él tampoco) en... El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001)
Y le recordamos por... En este informe hemos procurado alternar a los dragones con buen fondo con aquellos que se portan como unos hijos de su lagarta madre. Y hay que reconocer que, de entre los primeros, Haku resulta el más entrañable, a la par que el más elegante con esas ondluantes formas de ryu nipón. Vale que al principio parece un poco estirado, incluso displicente, pero a la larga resulta el mejor aliado de la pequeña protagonista, además de compartir con ella un romance tan blanco como precoz. Vamos, todo un ejemplo de ternura sin sacarina, esa que tan bien se le daba al jubilado maestro.