Con modestia, pero sin pausa, estas películas se ganaron nuestro
amor pese a que en principio no nos hicieron esperar grandes cosas. Por
YAGO GARCÍA
En
CINEMANÍA seguimos con esas listas
heterodoxas que publicamos al final de cada año. Y, si estás al tanto de
nuestras costumbres, sabrás que tras el baño de sangre y celuloide
chamuscado que supone la colección de
películas más decepcionantes
nos toca ponernos simpáticos. Angelicales, incluso, porque a
continuación siempre toca recordar los filmes de los que no esperábamos
mucho (o no esperábamos nada) pero que, aun sin ser en muchos casos
obras maestras, acabaron recordándonos por qué amamos nuestro oficio. Si
no tienes suficiente con esta colección de sorpresas agradables, en la
que se dan cita no pocos títulos machacados por la crítica, puedes
releer nuestros repasos de
2011 y
2012.
Lo que nos esperábamos: A sus años,
Frank Langella está
empeñado en llevarse un Oscar, así que se ha embarcado en este cuento
con jubilado entrañable y simpático robot. Tendremos suerte si no nos
volvemos diabéticos al verla.
Lo que nos encontramos: Una de las mejores cosas que pueden decirse de un filme es que encierra muchas cosas diversas en su interior. Ese es el caso de
Un amigo para Frank, trabajo
donde se aúnan un cuento de ciencia-ficción de lo más solvente, una
trama criminal que deleitará a los amantes de los robos perfectos y una
reflexión sobre la memoria y sus heridas, reivindicando la imperfección
analógica frente la era digital y su obsesión por la eficiencia. Vista
la escasa atención que ha recibido el filme en listas y certámenes,
parece que esa modestia ha jugado en su contra, pero nosotros
recomendamos que no te la pierdas.
Lo que nos esperábamos: ¿Otra película sobre chicas
cool (con
Kirsten Dunst a la cabeza) enfrentadas a situaciones hilarantes en vísperas de un enlace matrimonial? Ya, claro, suponemos que el éxito de
La boda de mi mejor amiga no habrá tenido nada que ver...
Lo que nos encontramos: Aparte de su premisa nupcial y la presencia de
Rebel Wilson (aquí en funciones de novia), las comparaciones entre
Despedida de soltera y el filme de
Paul Feig son
casi totalmente ociosas. ¿Por qué? Pues porque, más que una comedia al
uso, estamos ante un festival de celos, envidias, chanzas políticamente
incorrectas y malos rollos, aliñado todo ello con una cantidad de
cocaína frente a la cual palidecería Tony Montana. Aunque no se libre
del todo de las moralejas, y aunque sus chistes cumplan su función, esta
cinta sabe convertir las sonrisas en muecas de incredulidad y vergüenza
ajena.
Lo que nos esperábamos: La presencia de un
James Franco tan enamorado de sí mismo como siempre es lo que le faltaba al festival autocelebratorio que
Seth Rogen y
Evan Goldberg han erigido en honor a sus egos y a los de sus amiguetes. Tanto presumir de mansión está feo, chicos.
Lo que nos encontramos: Efectivamente, en esta
película James Franco aparece como un cretino egocéntrico y con
pretensiones intelectuales. Lo bueno (o lo óptimo) es que lo hace a caso
hecho, como el resto de participantes en este bromazo. Además de como
un regalo para los detractores de
Michael Cera (qué cariño le cogimos a esa farola, ¿verdad?) y para los
fans de
Emma Watson, Juerga hasta el fin vale
como prueba de que la autoparodia es un arte que Hollywood debería
cultivar más a menudo. Para la historia quedan momentos como la breve
intervención de
Channing Tatum, o ese Satán modelado (diríase) a semejanza de
Mark Wahlberg en
Boogie Nights. Lástima que en España
no pudiésemos verla en versión original.
Lo que nos esperábamos: Está claro que los
hermanos Wachowski no tuvieron bastante con la somanta que cayó sobre
Speed Racer. Si no es así, cómo explicar su alianza con el compadre
Tom Tykwer para
ofrecernos esta mastodóntica adaptación literaria, que se adivina tan
llena de pretenciosidad y metraje como falta de interés. Habrá que
llevarse una almohada a la sala...
Lo que nos encontramos: El atlas de las nubes es una película llena de defectos (la trama protagonizada por
Halle Berry como
reportera intrépida es, en general, la más floja del lote), de un
minutaje a todas luces excesivo y cuyas pretensiones se ven venir. Y,
¿sabéis qué? Todo ello constituye parte de su encanto: cual jubilados
empeñados en erigir una catedral gótica a base de mondadientes, Andy,
Lana y Tom se las apañan para que su estructura no se derrumbe en ningún
momento pese a su irregularidad, dejando caer por el camino más de un
momento memorable, y más de dos. Si se consigue conectar con películas
como esta, uno acaba convencido de que la megalomanía puede ser una
virtud.
Lo que nos esperábamos: Secundarios irritantes,
princesitas divinas de la muerte y los inevitables tíos cachas para
salvarlas del malo (o la mala) de turno. Parece que, aunque ahora
John Lasseter esté al mando, todo sigue como siempre en los despachos de
Disney.
Lo que nos encontramos: Está claro que (como ya ocurriera con
Enredados),
Frozen no
renuncia del todo a los tópicos de la casa. Pero, y ahí está lo bueno,
sí da muchos y muy valientes pasos en esa dirección, conjugados además
con un trabajo visual inolvidable y varias canciones carne de karaoke.
La presencia de
Jennifer Lee, primera mujer que dirige
una película del estudio, puede ser una explicación a parte de estos
méritos, pero nosotros aconsejamos olvidar las disquisiciones (
que ya las ha habido) y disfrutar de una magia tan sofisticada como luminosa, así como de las sorpresas que esta lleva aparejadas.
Lo que nos esperábamos: Tirando del habitual y socorrido director de importación
(Tommy Wirkola, el de
Zombis nazis), Hollywood vuelve a adaptar un cuento de hadas de forma 'adulta' y 'rompedora'. Basta con ver el gesto de desgana
lucido por
Jeremy Renner para saber que aquí no nos espera nada bueno.
Lo que nos encontramos: Si los responsables de
Hansel y Gretel... querían
hacer una película con todos los ingredientes para poner a la crítica
en su contra, está claro que lo consiguieron. Ahora bien: esos
ingredientes (básicamente, su desacomplejado recurso al gore, su humor
cafre y su homenaje a los aspectos más violentos del relato original)
son justo los que pueden meterse en el bolsillo a aquellos para quienes
los cines de programa doble y las estanterías menos nobles del videoclub
fueron nidos de sorpresas, y no de bodrios. Si
El ejército de las tinieblas es una de tus películas de cabecera, olvida tus prejuicios y corre a por esta cinta.
Lo que nos esperábamos: Anda, una historia intimista
sobre un chaval que avanza hacia la madurez durante un verano en
familia. ¡Qué original! Y encima salen estrellas de perfil medio
(Steve Carell, Liam Hemsworth) buscando un trabajo fácil y un cheque para cuadrar las facturas. Da pereza sólo con pensarlo.
Lo que nos encontramos: Para empezar, debemos agradecer que el
set de
El camino de vuelta quedase
a un tiro de piedra del pueblo donde Steve Carell pasa las vacaciones
con su familia: gracias a ello, el intérprete aceptó su papel, dándonos
ocasión de disfrutar con uno de esos virajes a lo trágico que tan bien
se le dan. Para seguir, quienes desdeñaron este filme deberían haber
reparado antes en que un tal
Alexander Payne participa en él como guionista. Cuando éramos pequeños, a nosotros nos habría encantado contar con un refugio como el
aquapark regentado por el personaje de Hemsworth.
Lo que nos esperábamos: Ya sabemos que duele, pero hagámonos a la idea: cuando
Giuseppe Tornatore estrena una nueva película, es como cuando ese tío al que adorábamos en nuestra infancia
(Cinema Paradiso) pero que ahora nos parece un plasta anuncia una visita.
Lo que nos encontramos: Vaya, vaya, don Giuseppe: así que tras su apariencia humanista y entrañable se agazapa un discípulo de
Hitchcock dispuesto
a obsequiarnos con obras de alambicada construcción, asfixiante
esteticismo y psicología morbosa... Usted se lo tenía muy calladito,
pero debería haberle dado más cancha a esa faceta suya, sobre todo
cuando esta viene reforzada por un actorazo como
Geoffrey Rush. De
este modo, podríamos asociar su nombre con más filmes como este, que no
sólo se ha ganado críticas inesperadamente positivas, sino que también
aparece como
uno de los sleepers del año en las listas españolas de taquilla.
Lo que nos esperábamos: Será porque aún no hemos podido asumir el trauma de
Ex-posados (2010), pero imaginarnos a
Jennifer Aniston como
stripper y cómplice del traficante de marihuana
Jason Sudeikis se
nos hace muy cuesta arriba. Y no es por nada, pero aunque las premisas
del filme sean sórdidas, se ve venir de lejos que todo acabará en buenos
propósitos y palmaditas en la espalda.
Lo que nos encontramos: ¿Da la talla Aniston como
profesional del desnudo? Ese debate todavía colea en la prensa
estadounidense, pero a nosotros no nos importa un rábano desde que vimos
el antológico baile que se marca la chica de
Friends en esta película. Sumemos a eso la entrañable incompetencia de Sudeikis, la gracia que hace
Emma Roberts (señores, olviden su apellido: esta chica vale muchísimo) cuando le da por ser borde y la capacidad de
Ed Poulter para
convertirse en la percha de los golpes, y tendremos un trabajo que
convence por su modestia. Ah, y el bebé. Cómo olvidarnos del bebé...
Lo que nos esperábamos: Vale, infravalorar la
primera entrega (2009) era fácil, cuando lo cierto es que no estaba nada
mal. Pero no cuela que su premisa de para una secuela: aquí, más que un
banquete, nos espera un empacho.
Lo que nos encontramos: Efectivamente, la primera
Lluvia de albóndigas fue menospreciada en exceso. Y es tristemente probable que eso también ocurra con esta nueva aventura de
Flint Lockwood, lo cual sería una lástima: además de superar técnicamente a su predecesora, y de contar con un libreto mucho más trabajado,
Lluvia de albóndigas 2 oculta en sus fotogramas un alarde de imaginación que emparenta a
Arguiñano con
Félix Rodrígez de la Fuente, y a
Parque Jurásico con
el contenido de tu nevera inmediatamente después de hacer la compra.
Decir que esta película es una delicia no es un juego de palabras, sino
la pura realidad.
Via:Cinemania