El líder sudafricano, que ha fallecido a los 94 años, dejó una
huella profunda en la historia del mundo, y también en la del cine. Por
YAGO GARCÍA
A lo largo de la historia, pocos hombres y mujeres han acumulado más méritos para ser leyendas en vida:
Nelson Rolihlahla Mandela, el abogado y político sudafricano fallecido hoy a los
94 años, pasó
de líder insurgente a preso político (durante dos décadas y media), y
de ahí a convertirse en el primer presidente de su país elegido mediante
sufragio universal. Ganador en 1993 del
Premio Nobel de la Paz (ex aequo con su adversario político
F. W. de Klerk), Mandela
fue una de las pocas personas en ostentar a la vez la estadounidense
Medalla Presidencial de la Libertad y la Orden de Lenin (la más alta
condecoración de la Unión Soviética), todo ello por abanderar una causa
con la que nadie podría negarse a simpatizar: la lucha contra el
apartheid, el sistema de segregación racial mantenido por el gobierno de Sudáfrica hasta su liberación en 1990.
Dotado con un carisma innegable, Mandela continuó con su labor
incluso después de retirarse oficialmente de la política. Y, como
corresponde a un hombre de su talla, dicha actividad halló un eco en
todas las artes, desde la música hasta el cine. De hecho, entre las
películas que denunciaron al apartheid (títulos como
Grita libertad, ¡Bopha! o
Una árida estación blanca) encontramos
algunas en las que figuró como personaje, y un caso en el cual accedió a
ponerse frente a la cámara. Las recordamos a continuación.
Malcolm X (Spike Lee, 1992)
Dos años después de ser liberado, y dos antes de convertirse en
presidente de Sudáfrica, Mandela apareció por primera y única vez en una
película. Su aparición como maestro de escuela en Soweto (el gueto más
conflictivo de Johanesburgo), recitando un discurso del líder
afroamericano, es muy breve, pero queda como uno de los cameos más
inesperados y emocionantes de la historia del cine.
Mandela and de Klerk (J. Sargent, 1997)
Las conversaciones entre Nelson Mandela y
F. W. de Klerk (el
último presidente de la era del apartheid) no sólo acabaron con la
discriminación institucionalizada en Sudáfrica, sino que hicieron a sus
protagonistas merecedores del Premio Nobel. Este telefilme sobre dichos
encuentros sería interesante como documento, pero poco más, de no
deberse a dos factores:
Sidney Poitier, uno de los
referentes de la lucha afroamericana en Hollywood, encarna a Mandela,
mientras que el papel de de Klerk corresponde al mismísimo
Michael Caine. ¿La segunda razón? Pues que
Mandela and de Klerk supuso la reunión de Caine con Joseph Sargent, el cineasta que le dirigió en la muy infame
Tiburón: La venganza.
Drum (Zola Maseko, 2004)
Virtualmente desconocida en Europa, esta película sudafricana cuenta la vida y los padecimientos de
Henry Nxumalo (Taye Diggs),
un periodista negro que denunció el apartheid y que, tras las
inevitables estancias en la cárcel, fue asesinado en circunstancias
misteriosas. Mandela aparece como un personaje secundario, encarnado por
Lindane Nkosi.
Adiós Bafana (Bille August, 2007)
En xhosa, la lengua materna de Mandela, "bafana" significa "muchacho". De modo que
"adiós, muchacho" fueron las palabras con las que el político (aquí,
Dennis Haysbert) se despidió de
James Gregory (Joseph Fiennes),
uno de sus carceleros en la prisión de Pollsmoor. Según nos cuenta este
filme, nominado al Oso de Oro en Berlín, Gregory sabía hablar xhosa, lo
que le llevó a entablar amistad (o, al menos, una relación de respeto
mútuo) con su cautivo. Ojo: la veracidad de las memorias de James
Gregory, en las que se basa
Adiós Bafana, ha sido puesta muy en entredicho.
Superhero Movie (Craig Mazin, 2008)
Es lo que tiene ser un icono internacional: uno se ve como protagonista de
biopics muy halagadores, pero también corre el riesgo de aparecer en un
spoof de esos que surgieron como setas a la sombra de
Scary Movie. En esta película, producida por el trío
Zucker, Abrahams & Zucker (Aterriza como puedas) y en la que aparece
Leslie Nielsen (¡faltaría más!), Mandela es uno de los personajes que sufren las tropelías de unos
X-Men con muy poca gracia.
Invictus (Clint Eastwood, 2009)
Con permiso de
Malcolm X, por razones obvias, esta película
del gran Clint ha quedado como el filme por excelencia sobre Nelson
Mandela. Para empezar, porque nos cuesta imaginarnos a un actor más
adecuado para darle vida que
Morgan Freeman. Y, para
seguir, porque prescinde de darnos la lata con hechos ya sabidos para
ilustrarnos sobre una anécdota fascinante: cómo Mandela persuadió a
François Pienaar (Matt Damon),
capitán de la selección sudafricana de rugby, para que su equipo se
convirtiera en un símbolo de esperanza y unidad nacional tras la
abolición del apartheid. Eastwood ha firmado películas mejores que esta,
pero ninguna otra que nos de tan buen rollo.
Endgame (Pete Travis, 2009)
Estrenada en el mismo año que
Invictus, y comprensiblemente eclipsada por ella, esta cinta del director de
Omagh y
Dredd se centra en las mismas conversaciones de paz que dieron argumento a
Mandela and de Klerk, sólo que obviando los puntos de vista personales y favoreciendo un enfoque de falso documental.
Clarke Peters (The Wire) interpreta a nuestro hombre, pero es
Chiwetel Ejiofor quien se lleva la parte del león encarnando a
Thabo Mbeki, líder del movimiento zulú Inkhata.
Winnie (Darrell Roodt, 2011)
Tan alabada en su momento como execrada después, la ex mujer de
Nelson Mandela es una figura polémica donde las haya. ¿Se merecía pasar a
un segundo plano después de la liberación de su marido? ¿Provocó
disturbios en Sudáfrica con su incendiaria retórica? ¿A qué obedecieron
realmente sus juicios por corrupción y fraude?
Jennifer Hudson (Dreamgirls) se llevó críticas de todo tipo (la mayoría negativas) por encarnar a la joven Winnie Mandela.
Mandela: The Long Walk to Freedom (Justin Chadwick, 2013)
Todavía pendiente de estreno en España, este
biopic de producción británica tiene el ambicioso objetivo de contarnos la carrera política de Mandela
(Idris Elba) desde
sus comienzos como activista clandestino hasta su aclamación como
presidente, pasando por sus años en prisión. Está por verse si el
director de
Las hermanas Bolena reune el talento necesario para una empresa tan monumental.