Terminamos nuestro repaso anual con las películas que más han
contribuido a caldear las salas de cine durante estos 12 meses. Por YAGO
GARCÍA
Esto se acaba, señoras y señoras. Y no nos referimos sólo a
2013, aunque queden 10 días (literalmente) para la nochevieja. Nos
referimos a esas listas poco comunes con las que despedimos el año en la
web de CINEMANÍA. Tras haber ajustado cuentas con las películas más decepcionantes y homenajeado a los filmes que nos sorprendieron, para después salpicarnos de sangre con los títulos más violentos de estos doce meses, ¿qué nos queda? Pues un postre de lujo: como no sólo de desnudos femeninos vive el cinéfilo (aunque los hemos tenido, y muy bonitos) nos reservamos el final de este repaso para la lista de películas más sexys. En
algunas, sus actores y actrices lo enseñaban todo, mientras que en
otras el reparto se mostraba más recatado, pero todos estos filmes nos
han dado momentos de singular sensualidad. Que los disfrutéis.
Nos calentó porque... Efectivamente, tenía que estar
aquí. Y también tenía que encabezar nuestra lista: pocas veces ocurre
que una película tan calentorra venga agraciada por una unanimidad
crítica tan positiva (amén de con una Palma de Oro en Cannes) y, además,
dando la talla como drama de rara intensidad sobre un tema que aún (por
desgracia) escuece. Léa Seydoux y Adéle Exarchopoulos las
pasaron canutas rodándola, la autora del cómic tiene graves reparos
hacia el filme y las expertas en la materia no se ponen de acuerdo sobre
su verosimilitud, pero a nosotros La vida de Adèle nos parece
un filme de lo más incitante no sólo por esa escena de sexo tan
maratoniana, sino también por su manera de captar los intríngulis del
primer amor, homo o hetero.
Nos calentó porque... Dice Harmony Korine que
esta película no tiene ninguna lectura moral, sino que viene dada por
una sincera fascinación hacia su mundo playero, drogadicto y
delincuente. La verdad es que no nos fiamos del todo, pero podemos
entenderle: mientras Selena Gomez, pudibunda ella, se resiste a los encantos de la mala vida, el poderío desplegado por Ashley Benson, Vanessa Hudgens y Rachel Korine cuando
se calzan los bikinis y empuñan las armas semiautomáticas basta para
hacernos olvidar las trencitas churretosas y los dientes de oro de ese James Franco al que tan fácil resulta envidiar. Tras ver esta película, es probable que salgas de la sala convertido en fan de Britney Spears: estás avisado.
Nos calentó porque... Algunos sectores del público considerarán la excursión hollywoodiense de Park Chan-wook como
el antídoto de la lujuria, dada su aproximación a las tinieblas del
alma. Aun así, el sector más morboso de nuestra redacción ha hablado, y
debemos hacerle caso. Aparte del carisma del lado oscuro exhibido por Matthew Goode, ciertas manipulaciones digitales realizadas por Mia Wasikowska funcionan mejor como explicación de la dinámica entre el sexo y la muerte que las obras completas de Freud.
Nos calentó porque... En dos palabras: Scarlett Johansson. Y, si esos vocablos no te hace tilín, a ver qué tal lo llevas con estos tres: Joseph Gordon-Levitt. El chico de Looper es
más listo que el hambre, y para su primer filme como autor total ha
aunado su ya considerable poder calentorro con el de una de las actrices
más deseadas del cine moderno, envolviendo a sus personajes respectivos
en un guión cuyo eje es, precisamente, el sexo (y sus inconvenientes, y
sus sucedáneos). Ante semejantes virtudes, ¿quiénes somos nosotros para
resistirnos?
Nos calentó porque... Volvemos a recurrir a la misma argucia del epígrafe anterior: Ryan Gosling y Michelle Williams, juntitos
y dale que te pego. En 2010, cuando esta película se estrenó en EE UU,
se armó una tremolina considerable en torno a su calificación por
edades, debido a las artes lingüísticas (no aplicadas a los idiomas,
precisamente) que el actor exhibe en una escena. Nosotros coincidimos
con Gosling en que dicha polémica revelaba una hipocresía considerable,
no sólo por lo pacatos que se mostraron los censores de la MPAA, sino
también porque un acto realizado con tanta destreza nunca puede ser
obsceno.
Nos calentó porque... A sus años, y con su reputación de artista inaccesible, da gusto ver cómo Philippe Garrel sigue
manteniendo una de las constantes del cine de autor europeo: compaginar
las formas severas (espartanas, incluso) con un subido cociente de
calentura. Por si fuera poco con la presencia de Louis Garrel, hijo del autor y uno de los máximos sex symbols del celuloide francés, el amigo Philippe nos pone en bandeja a esa Monica Bellucci que es todo un regalo para los sentidos. Al menos, para el de la vista.
Rosario Dawson Nude - starsandco.frpor kreelin Nos calentó porque... Sí, estamos ante otro filme que ya apareció en nuestra lista de mejores desnudos del año. Pero qué le vamos a hacer: Rosario Dawson es mucha Rosario Dawson, y si Danny Boyle se
ha empeñado en mostrárnosla desde todos los ángulos (incluyendo el
frontal) es obligatorio hacerle un hueco aquí. Desde luego, si os
quejáis es que lo vuestro es puro vicio.
Nos calentó porque... Además de sorprendernos, el
viaje narcotraficante de esta familia postiza nos deparó uno de los
momentos más carnales del año que termina. Porque, si bien llevamos 20
años sabiendo lo mollar que puede ser Jennifer Aniston cuando se pone, el pasmo al verla realizar un striptease que echa chispas (literalmente) fue inevitable. En momentos así, cabe preguntarse si Brad Pitt no sentirá, en ocasiones, un poquito de nostalgia.
Nos calentó porque... Decididamente, los fans de Emma Watson han estado de enhorabuena este año: mientras Juerga hasta el fin nos
mostraba que la ex-chica Potter se las apaña muy bien en pleno
apocalipsis con una pala en la mano, en esta cinta Emma exhibió todo el
poderío de sus formidables 23 años en el contexto de esa institución de
la perversión que es el Rocky Horror Picture Show. Oyéndola hacer playback con ese Touch-A Touch-A Touch-A Touch Me que bordara Susan Sarandon en su día, y con las manos en su sostén, Logan Lerman parecía sentirse muy fuera de lugar: tranquilo, muchacho, nosotros te relevamos cuando quieras.
‘Encontré al diablo’ (‘Akmareul boatda’ Kim
Jee-Woon, 2010) me parece la mejor película de su director, para mí uno
de los menos interesantes realizadores del tan admirado en los últimos
años cine coreano, de hecho es la única película de su filmografía que
me apasiona de verdad, a la que le debo una crítica como dios manda. En
cualquier caso los siempre avispados estadounidenses están pensando en
realizar un remake al que ya se le ha dado luz verde para nuestra
desgracia. Adi Shankar y Spencer Silna, productores de películas como ‘Mátalos suavemente‘ (‘Killing Them Softly’, Andrew Dominik, 2012) y ‘El único superviviente’
(‘Lone Survivor’, Peter Berg, 2013), de próximo estreno, son los que
producirán la película, sobre la que aún no hay ni guionista ni director
asignado.
Según los productores el film no será un remake en toda regla, sino
que tendrá un tratamiento destinado a las audiencias internacionales.
Temible declaración para un proyecto que como muchos pensamos, no
necesita una nueva versión —lo mismo le ocurre a cierta película de Park Chan-wook, pero ya sabemos que el dinero manda—. Hace poco Scott Derrickson
comentaba en su cuenta de Twitter que quiso hacerse con los derechos
del film coreano para el remake. Me imagino la película dirigida por él,
pensando en el único remake que dirigió, y me entran sudores fríos, no
así si pienso en la anterior y posterior a la citada. En cualquier caso
si quieren suavizar el nuevo tratamiento supongo que elegirán a un
director sin personalidad.
Aún quedan meses para que podamos ver la ambiciosa ‘X-Men: Días del futuro pasado’ (‘X-Men: Days of Future Past’, 2014) pero su director, Bryan Singer, ya está preparando la siguiente entrega de la saga mutante. ‘X-Men: Apocalypse’ será el título y ya tiene fijada una fecha para el estreno: 27 de mayo de 2016. Se da por seguro que Singer
volverá a ocuparse de la puesta en escena pero de momento él no lo ha
aclarado. Lo que sí ha confirmado es que está trabajando con tres
profesionales para dar con el guion de ‘X-Men: Apocalypse’.
Se trata de Mike Dougherty, Dan Harris y Simon Kinberg, tres guionistas con experiencia en la franquicia. Los dos primeros colaboraron con Singer
en el libreto de ‘X-Men 2’ (‘X2’, 2003) —también coincidieron en
‘Superman Returns’ (2006)— mientras que el tercero participó en las
historias de ‘X-Men. La decisión final’ (‘X-Men: The Last Stand’, Brett
Ratner, 2006) y ‘X-Men: Días del futuro pasado’. Solo hace un par de
semanas que el cineasta anunció el proyecto, y aún faltan tres años para
el estreno, así que por ahora hay muy poca información oficial. La
única pista que ha querido revelar Singer, aparte del título, es una frase: “Está nevando en Egipto“.
Será tónica habitual durante las semanas que nos aproximemos a los clásicos de la factoría Disney,
que en más de una ocasión comience la entrada correspondiente tirando
de recuerdos. A fin de cuentas, como refleja el texto que acompaña mi
perfil, la primera película que acudí a ver al cine con tres años fue ‘El libro de la selva’
(‘The Jungle Book’, Wolfgang Reitherman, 1967), y desde aquel día nunca
he perdonado ninguno de los estrenos que la productora ha ido
acumulando. Así pues, si mi memoria no me falla, la primera vez que tuve
la oportunidad de ver ‘Fantasía’ (‘Fantasia’, VVDD,
1940) estaba ya en el instituto, y un profesor de literatura con el que
tenía muy buena relación me pasó una copia original en VHS aconsejándome que “me olvidara de todo lo que hasta entonces había visto de Walt Disney”.
Dicho consejo me pareció de lo más intrigante ya que —estamos
hablando de 1990-1991— había visto todo aquello que había disponible en
formato doméstico de la compañía de Mickey y con la sorpresa que habían
supuesto los recientes estrenos de ‘La sirenita’ (‘The Little Mermaid’, Ron Clemens y John Musker, 1989) y ‘La bella y la bestia’
(‘Beauty and the Beast’, Gary Trousdale y Kirk Wise, 1991), dudaba
bastante de que la advertencia fuera encaminada a prepararme para algo
muy diferente a lo que consideraba el estándar Disney. ¡Cuan equivocado
estaba!
Amante como siempre he sido de la música clásica, las dos horas que aquella cinta de VHS me tuvo pegado a la pantalla del televisor de casa de mis padres cambiaron ostensiblemente mi modo de entender mucho de lo que llevaba años escuchando,
apercibiéndome gracias a las bellísimas imágenes que el filme ponía en
juego de toda una nueva forma de apreciar tanto las piezas que conforman
una cinta absolutamente fascinante, como las incontables que
conformaban mi ya por aquél entonces nutrida colección de compositores
clásicos.
‘Fantasía’ supuso pues, en lo personal, mucho más de lo que las
palabras de mi antiguo profesor me habían profetizado en cierto modo, y
nunca le estaré lo suficientemente agradecido por haber provocado en
aquél adolescente que era entonces la apertura a toda una nueva forma de
entender el cine por la que, cincuenta años antes, Walt Disney había
apostado de tal manera que el comprensible fracaso en taquilla de la
cinta sumió en una fuerte depresión a un artista que quizás aquí dio las
muestras más inequívocas y categóricas de merecer el apelativo de visionario.
Un sueño
En una profesión que ha sido un interminable viaje de
descubrimientos en los reinos del color, el sonido y al movimiento,
‘Fantasía’ representa nuestra más excitante aventura. Por fin hemos
encontrado una forma para usar en nuestro medio la gran música de todos
los tiempos y el torrente de nuevas ideas que ésta inspira.
Walt Disney
Así se expresaba Walt Disney en el programa de mano que se entregó a
los asistentes de la premiere mundial de ‘Fantasía’ llevada a cabo el 13
de noviembre de 1940 en el Broadway Theater de Nueva York, la misma
sala que, doce años antes, había acogido el estreno de ‘Steamboat Willie’.
Característico de su forma de pensar, la tercera palabra de la cita
deja claro que el cineasta siempre consideró, incluso cuando se le
tachaba de mero “animador” diecisiete años antes, que sus
producciones llegarían a tener algún día la misma clase de galas de
estreno que aquellas destinadas a los filmes de imagen real. Huelga decir que con el arrollador éxito de ‘Blancanieves y los siete enanitos’ (‘Snowhite and the Seven Dwarfs’, David Hand, 1938), Walt había cumplido de sobra su sueño.
Un sueño que ya había crecido sobremanera con el siguiente escalón en las producciones de la compañía —la ya comentada ‘Pinocho’ (‘Pinocchio’, David Hand, 1940)— y que en el filme que hoy nos ocupa iba a encontrar, y de esto no cabe duda alguna, su reflejo más ambicioso; uno que causaría muchísimos quebraderos de cabeza al artista y, como decía antes, dejaría honda huella en su pesar.
Pero antes de que la cinta se estrellara en taquilla en su primer
estreno —‘Fantasía’ ha sido una de las cintas de Disney que más
reposiciones ha conocido, volviendo a poder verse en la gran pantalla en
1946, 56, 63, 69, 77, 82, 85 y 90— la desbordante ilusión con la que
Disney abordó el proyecto, la misma que ponía siempre en cada nueva
producción y que demostraban de forma temprana aquellas míticas
reuniones con su equipo artístico donde “actuaba” para ellos la cinta al
completo, encontró precisa respuesta en la figura de Leopold Stokowski,
el afamado y temperamental director de orquesta —antológico es aquél
capítulo de los ‘Looney Tunes’ en el que Bugs Bunny lo imita— que se
pondría al frente de los muchos arreglos musicales que se efectuaron sobre las piezas que componen este concierto en imágenes que es ‘Fantasía’.
‘Fantasía’, una nueva forma de entender la música y el cine
Lo que van a ver a continuación son los dibujos, imágenes y
narraciones que la música ha inspirado en la imaginación de un grupo de
artistas. En otras palabras, estas no van a ser las interpretaciones de
músicos profesionales (…) Hay tres clases de música en el programa de
‘Fantasía’. En primer lugar tenemos la música que cuenta una historia
completa; luego aquella que, aunque no contiene un argumento específico,
si esboza una serie de imágenes más o menos definidas. Por último
tenemos la tercera clase, aquella que existe simplemente por sí misma
(…) lo que llamamos música absoluta.
Si hay algo que debe quedarle claro a todo aquél que no se haya
atrevido a acercarse nunca a ‘Fantasía’ —y si ese es tú caso no te lo
pienses dos veces y hazte con ella— es que el tercer largometraje salido
de la fértil inventiva de Walt Disney es un experimento de principio a fin que muy poco tiene que ver con las dos cintas que la precedieron y con lo que vendría después:
como decía en el párrafo anterior, ‘Fantasía’ es un concierto en
imágenes y, como tal, todos sus segmentos van respondiendo de forma
íntima a las necesidades marcadas por las piezas que lo componen,
planteando sus ocho “capítulos” retos bien diferenciados tanto para los
artistas que se sentaron hace setenta años delante del tablero de dibujo
como para el público que desde entonces lo ha hecho a este lado de la
pantalla.
Y como prueba de ello, nada mejor que la composición que abre la cinta, una soberbia versión orquestal de la ‘Tocata y Fuga en Re Menor BMW 565’ de Johann Sebastian Bach, nueve minutos de imágenes abstractas que supongo dejarían estupefacto al público
que asistió a la premiere de la cinta en 1940, y para la que Disney
contó con la inestimable —aunque algo problemática— ayuda de Oskar Fischinger,
un cineasta europeo que ya había experimentado con formas no concretas y
fondo musical en varios filmes y cuya intervención fue determinante
para la concreción de la introducción de ‘Fantasía’.
Tras la composición de Bach, el rumbo de las imágenes cambia por
completo de tercio, y nos ofrece los dos segmentos por los que
‘Fantasía’ ha logrado ser más reconocida a lo largo de las décadas, la ‘Suite del Cascanueces’ de Piotr Illyich Tchaikovski —y su icónico baile de las setas— y, por supuesto, ‘El aprendiz de brujo’ de Paul Dukas,
un prodigio de narrativa visual y conjunción entre música e imágenes
que supuso el cambio definitivo en la imagen de Mickey Mouse y con el
que hay que descubrirse el sombrero cada vez que se vuelve a ver,
atesorando momentos de auténtico genio —aquél en que el ratón agarra el
hacha y destroza la escoba es asombroso—.
Generador de gran polémica con la iglesia y de no pocas y airadas disputas entre Stokowski e Igor Stravinski —a colación de las mutilaciones que el primero efectuó sobre la partitura original—, la adaptación del ballet ‘La consagración de la primavera’ que el segundo compuso para el ballet ruso de París es, con sus veintidós minutos, el segmento más largo y la prueba más “dura” que el espectador que se acerque a ‘Fantasía’ deberá soportar:
fascinante de principio a fin, la ambiciosa reinvención de las danzas
con las que Stravinski había imaginado la prehistoria rusa en un relato
que aborda la formación de la vida en la Tierra desde el origen del
universo a la extinción de los dinosaurios es un pasaje intenso pleno de
momentos de esos que quedan en la memoria para siempre —el ataque del
tiranosaurio es asombroso—, pero también es, sin duda alguna, el menos
“amable” de cara a la galería y el que más duras críticas recibió tras
el estreno, ya fuera por la temática elegida, ya por la crudeza
dodecafónica de la genial composición del músico.
Compensando en cierto modo la elección con la que finalizaba la
primera parte del programa, y tras la tontada pedagógica de “la banda
sonora”, la segunda mitad de la cinta arranca con el otro segmento de
amplia duración de la cinta, los algo más de veintiún minutos de la ‘Sinfonía nº6 en Fa Mayor Op.68’ de Ludwig Van Beethoven,
conocida también como la ‘Pastoral’, que en manos de los artistas de
Disney se convierte en un paseo bucólico por los paisajes del Olimpo,
poblado éste de criaturas como pegasos, centauros y centaurettes —que
protagonizan el único desnudo frontal de una cinta de la compañía—
sátiros, y dioses como Baco, Vulcano o el propio Zeus. Una nueva maravilla cuyos momentos finales son de una belleza impresionante.
También para aliviar la carga de ‘La consagración de la primavera’
viene a ayudar a la composición de Beethoven la divertídisima ‘Danza de las horas’, extraída de la ópera ‘La Gioconda’ de Amilcare Ponchielli en la que avestruces, hipopótamos, elefantes y cocodrilos ejecutan un ballet lleno de chispa en el que sin duda es el segmento más afín a los cortos del estudio y a esas ‘Silly Simphonies’ que se encuentran en los cimientos que servirían a Walt Disney para construir ‘Fantasía’.
Y llegamos al final con la pieçe de resistance de la función, una doble exquisitez magistral que cierra dos horas de apasionante metraje, y que componen ‘Una noche en el monte pelado’ de Modest Moussorsgsky y el sublime ‘Ave María’ de Franz Schubert:
enlazadas de tal manera que las campanas con las que finaliza la
primera son aquellas que llaman a los fieles a la oración de la segunda,
los casi quince minutos sobre los que se extiende la conclusión de
‘Fantasía’ rozan momentos que van más allá de lo que la palabra puede
expresar, ya sea en esa orgía del mal comandada por Chernobog, un
gigantesco demonio alado que se cuenta como una de los iconos más
potentes de la compañía, ya en la extrema y poética belleza que dimana
de todos y cada uno de los planos del ‘Ave María’.
La elaboración de esta última habla, sin lugar a dudas, del
compromiso que Walt Disney adquirió para con su creación, contando con
el plano secuencia más largo de la historia de la animación para el que
hubo de construirse una nueva cámara multiplano y cuyo rodaje fue una
auténtica odisea que se llevó a cabo durante seis días y seis noches
seguidas con la sola interrupción de las “tres horas que Walt dedicaba
una noche a la semana a jugar al badminton en los estudios” para después
tener que desechar el material filmado y volver a repetir todo un
proceso que, terremoto de por medio, finalizó a tan sólo 24 horas del
estreno de la cinta en Nueva York.
Una ‘Fantasía’ para cada generación
Concebida como ya he dicho antes en forma de concierto visual, la
idea inicial de Disney antes de que la cinta no fuera bien acogida por
el público —cosa que sí pasó, por cierto, en su reestreno de 1956— era
que ‘Fantasía’ se hubiera vuelto a estrenar cada año con nuevas incorporaciones,
mutando así su estructura de forma que cada vez la experiencia fuera
diferente. A tal efecto, y durante la producción del filme, se trabajó
en hasta once secuencias diferentes de las cuales sólo tres llegaron a
completarse, aunque fueron usadas en otras producciones. Acompañando a
estas líneas tenéis una de ellas, el ‘Claro de Luna’ de Claude Debussy, cuya eliminación del montaje final se debió a su evidente parecido con el ‘Ave María’.
Con ‘Pedro y el Lobo’ de Prokofiev y ‘El vuelo del moscardón’ de Rimsky Korsakov viendo la luz en ‘Música maestro’ (‘Make Mine Music’, VVDD, 1946) y ‘Tiempo de melodía’ (‘Melody Time’, VVDD, 1948) respectivamente, en el tintero se quedaron cosas como ‘La cabalgata de las Valkirias’ momento cumbre de ‘Die Walküre’ de Richard Wagner, la bella ‘El cisne de Tuonella’ de Jean Sibelius o el ‘Vals del minuto’ de Frederic Chopin,
piezas todas sumamente atractivas que, de haberse cumplido la voluntad
de Walt Disney, habrían supuesto seguramente una apasionante extensión
de una cinta que, a todas luces, es una de las obras maestras no ya de los estudios, que también, sino de la historia del séptimo arte. Una lástima que tuvierámos que esperar 59 años para que la
productora hiciera honor al legado de su fundador y se atreviera con una
nueva encarnación de ‘Fantasía’. Pero de eso ya hablaremos en unos
meses… Via:blog de cine