Dos académicos confiesan haber votado por '12 años de esclavitud' sin haberla visto para no ser acusados de racistas. ¿Qué dice eso de los premios más importantes de Hollywood, y del criterio con el que se elige a sus ganadores? Por YAGO GARCÍA
Dichos académicos (que, lógicamente, permanecen en el anonimato) admiten que prescindieron de ver el filme de Steve McQueen por considerar que "sería demasiado desagradable". Y señalan que se vieron obligados a votar por la cinta, ganadora a la postre en la categoría reina de los Oscar, "debido a su relevancia social". Así mismo, Los Angeles Times apunta que la campaña promocional de 12 años de esclavitud entre los votantes se apoyó en dicha relevancia, con un eslogan ("Ahora es el momento") que apuntaba directamente a la conciencia de los miembros de la institución. "Esa clase de votos políticamente correctos forman parte del ADN de la Academia", comenta en el reportaje Tony Angellotti, el veterano experto en marketing que diseñó las promociones pre-Oscar de Shakespeare in Love, El indomable Will Hunting y Erin Brockovich, entre muchas otras.
El caso es que, en la gala de los Oscar de este año, el 75 aniversario del estreno de Lo que el viento se llevó (ganadora de ocho premios en 1940) fue ignorado elegantemente: elogiar a una de las mayores apologías fílmicas de la esclavitud parecía fuera de lugar, máxime cuando podía homenajearse a la también mítica (y apolítica) El mago de Oz. También está claro que la Academia esperaba que 12 años... ganase uno de los premios gordos: de ahí que Sidney Poitier, el primer afroamericano ganador del premio al Actor Principal, entregase el trofeo al Mejor Director, y que Will Smith hiciese lo propio con el de Mejor Película. Incluso la presentadora Ellen DeGeneres se permitió una broma sobre todo ello, apuntando que las acusaciones de racismo lloverían sobre la Academia en el caso de que Steve McQueen y su película no saliera del teatro Dolby con uno o varios trofeos a cuestas. Añadiendo a estos datos la confesión de los dos miembros de la Academia, quienes consideraban una injusticia el hecho de que Gravity se quedase sin el premio a Mejor Película tienen un argumento muy valioso.
Por otra parte, a quienes quieran echar pestes sobre el cuerpo de votantes de la Academia, la entrevista a uno de sus miembros (también anónimo) publicada la semana pasada por The Daily Beast les vendrá de perlas. Comentada con sorna por medios como Flavorwire, donde se la calficaba de "terrorífico vistazo al cerebro vacío del votante medio de los Oscar", la charla ofrece el retrato de un sujeto al que la calidad de los trabajos a concurso le importa más bien poco. El entrevistado señala, por ejemplo, que El lobo de Wall Street le pareció "una película sin alma ni ningún personaje con el que te puedas identificar", que el aspecto más llamativo de La gran estafa americana fue que "Amy Adams tiene pocas tetas para llenar ese vestido" o que la clave para llevarse un Oscar no reside en el talento ni en el esfuerzo promocional, sino en "la simpatía". Sin ir más lejos, el académico de marras reconoce haber votado por Alfonso Cuarón como Mejor Director, no porque su labor en Gravity le pareciese extraordinaria, sino porque el cineasta mexicano fue "muy humilde y muy majo" en el almuerzo de los nominados.
Podría decirse que la Academia de Hollywood cuenta con 5.756 miembros en sus filas, y que una muestra de tres personas no es suficiente como para generalizar sobre la actitud de todos ellos. Lo cual sería cierto. Pero también es cierto que las opiniones reflejadas en las entrevistas de Los Angeles Times y de The Daily Beast resultan de lo más impropias, tratándose de personas cuyas decisiones determinan los premios más importantes de la industria estadounidense. Unos premios, además, cuya repercusión en la taquilla de los filmes ganadores sigue siendo importantísima. Tal vez esto debería llevarnos a replantear la expectación que nos causan los Oscar, tanto en sus prolegómenos como en la propia ceremonia.
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