Ayer, 21 de octubre, se celebraba el 30 aniversario del fallecimiento de François Truffaut. En Blogdecine hemos querido, sobre todo un servidor, rendirle homenaje al día siguiente, porque cualquier día es bueno para ponerse a recomendar películas de Truffaut, o revisar alguna.
Crítico, y muy bueno, antes de ser director, el apellido de Truffaut empezó a hacerse conocido en el séptimo arte después de uno de los travellings emocionales —tal y como decía su amigo/némesis Godard— más imponentes que ha dado el cine, el que transcurre en el final de 'Los 400 golpes' ('Les quatre cents coups', 1959), film considerado por muchos como el mejor de su autor, el inicio de la saga Antoine Doinel, que daría para cuatro títulos más.
Enmarcado de lleno en la Nouvelle Vague, afortunadamente se fue distanciando de dicho movimiento, causando el enfado de elitistas, y hasta ese instante amigo suyo, como Jean-Luc Godard. Profundo admirador de cineastas franceses de la talla de Max Ophüls o Jean Renoir, que según él, poseían una forma muy personal de hacer cine, el cine de Truffaut huele a verdad por todos lados, con esa cámara siempre cercana a los personajes, y su peculiar dibujo de situaciones incómodas, siendo muy incisivo y directo con los personajes femeninos.
En Richard Linklater o Martin Scorsese, por poner dos ejemplos conocidos, podemos ver ecos del estilo de un cineasta francés que elevó la categoría de su cine a dónde antes sólo habían soñado llegar. Heredero director de los cineastas clásicos a los que admiraba —entre los que se encuentra Alfred Hitchcock, quien tuvo el placer de concederle entrevistas, recogidas en uno de los mejores libros sobre cine jamás escritos—, su visión sobre el amor y las mujeres permanece como la más certera, al menos para quien esto firma, de todas las vertidas en una gran pantalla.
A Fanny Ardant no se le pueden hacer preguntas sobre Truffaut en una entrevista, pero recomiendo verle hablando de él en algún que otro documental dedicado al director. Hay algo en su forma de hablar, en sus ojos, que sugieren un secreto, algo que hace pensar en Truffaut como alguien único e insustituible, que tal vez sabía algo que los demás desconocían, como la mano que tenía para conocer el universo femenino como pocos.
Un tumor cerebral, sobre el que el propio director no quería ser informado, nos lo arrebató demasiado pronto, con 52 años de edad. Demasiado joven. Sólo nos queda recordarle viendo sus películas las veces que queramos. Yo las tengo absolutamente todas, porque ni una sola me parece mala —lo cual no quiere decir que todas me parezcan geniales—, así que si tuviera que recomendar cinco títulos de una filmografía indispensable y obligada como la de Truffaut, creo que serían los siguientes:
'Jules y Jim' ('Jules et Jim', 1962)
Uno de los triángulos amorosos, muy del gusto de su director, más famosos y prestigiosos de la historia del cine, con los dos personajes masculinos del título enamorados de Jeanne Moreau. Cómo para no estarlo. Muchos seguiríamos a Catherine hasta el fin del mundo, compartiéndola con quien fuese necesario. Real, triste, emocionante y dura. Inolvidable banda sonora de Georges Delerue.
'Fahrenheit 451' (1966)
Tomando como base el relato del gran Ray Bradbury, Truffaut firma su primera película en color y la única de toda su carrera hablada en inglés. El director nunca consideró la ciencia-ficción un género interesante hasta que leyó la obra de Bradbury y durante años luchó para conseguir financiación para este proyecto. Un futuro devastador en el que los bomberos en lugar de apagar fuegos queman libros.
'Besos robados' ('Baisers volés', 1968)
Segunda secuela de la ópera prima de Truffaut, con la que iniciaría la saga de Antoine Doinel adulto y sus desventuras amorosas. De toda la saga, excepcional como pocas —que se lo digan a Linklater, que recurre a ella continuamente en su cine—, me quedo con este título en el que Doinel —Jean-Pierre Léaud, lo que se dice no un buen actor, pero de un carisma arrollador— cae en las redes de ese amor primerizo en sus primeros años de juventud. Atención a la declaración de amor cerca del final por parte de sus desconocido. Para enmarcar.
'La sirena del Mississippi' ('La sirène du Mississipi', 1969)
Si creyéramos que el amor, tal y como ha sido representado infinidad de veces en poemas y películas, no existiese, esta película sería la demostración de lo contrario. En ella un hombre —Belmondo en uno de los mejores papeles de su carrera— cae en las redes de una mujer que hará con él LO QUE QUIERA. Y él, por amor, se dejará. Subversión del Film Noir y maravillosa Catherine Deneuve.
'La noche americana' ('La nuit américaine', 1973)
El reconocimiento por parte de la Academia de Hollywood, que le otorgó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. La lucha de un director por terminar una película, teniendo que lidiar con una crisis personal y demás problemas derivados de la producción. Un manjar para cinéfilos con secuencias inolvidables.
Via:blog de cine
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