Renée Zellweger es la nueva (y más desconcertante) incorporación a la
plantilla de estrellas cuyas caras han quedado irreconocibles tras pasar
por el quirófano.
La reaparición en público de Renée Zellweger tras
unos años retirada de las cámaras está siendo uno de los temas más
comentados de la semana. Quizás más que cualquiera de sus últimas
actuaciones, incluso la galardonada por el Oscar en Cold Mountain. El
desconcierto del público ha sido notorio al ver en la prensa fotos de
la actriz con una cara muy diferente a la que se le recordaba. No era
sólo una cuestión de cambio de look, sino que el paso del bisturí parecía evidente.
En medio de toneladas de texto y columnas a analizar los pormenores
del cambio, denunciar el culto a la eterna juventud que se practica en
Hollywood, especialmente en el caso de las actrices, y diversas
variantes de la polémica hacia uno y otro lado, están las declaraciones
de Zellweger ante el revuelo. “Me alegra que la gente me vea
diferente. Estoy viviendo una vida distinta, alegre y más plena; me
encanta que quizás sea eso lo que se note”, ha dicho en la revista People. Como
es habitual, la actriz ni siquiera menciona el asunto de las
operaciones de cirugía plástica, para confirmarlo o desmentirlo, pero
las desconcertantes evidencias fotográficas inclinan a pensar que los
retoques faciales han existido y han sido severos. Hasta el punto de
que, comparada con su versión anterior, Zellweger parece otra persona
por completo.
Eso sí, aunque la transformación haya pillado a medio mundo con el
pie cambiado, el resultado de la cirugía plástica de Zellweger por lo
menos no pertenece a la constelación de retoques faciales a medio camino
entre lo escalofriante y lo chapucero que han presentado otras
estrellas del séptimo arte tras salir del quirófano. Significativo
resulta el caso de la francesa Emmanuelle Béart, que
después de comprobar el mal resultado final de sus operaciones decidió
encabezar una campaña contra la obsesión por la cirugía plástica y la
demanda de eterna juventud a las mujeres en el mundo del espectáculo.
Estos son otros ejemplos de retoques plásticos e inyecciones masivas de Botox con resultados, como poco, cuestionables.
Mickey Rourke.
Lara Flynn Boyle.
Nikki Cox.
Melanie Griffith.
Jennifer Gray.
Suzanne Somers.
Meg Ryan.
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