El director chino, uno de los habituales del certamen, conmueve con una
crónica familiar que se desarrolla tras la Revolución Cultural.
¿De qué se habla en Valladolid hoy? De la entrega de la Espiga de Honor del festival a Imanol Arias,
naturalmente. En su encuentro previo con la prensa, el actor de Riaño
estuvo locuaz, generoso y agradecido, y dejó multitud de perlas, algunas
de las cuales reproducimos:
— “Me han dado el premio demasiado pronto. Espero no verme Seducido y abandonado” (como cuenta Scorsese en el documental de James Toback).
— “Siempre me consideré un asilvestrado. No he sido un actor del método, pero he probado todos los métodos”.
— “No he sido un gran lector de guiones”.
— “La televisión me parece lenta, me cuesta mucho más entender los tiempos”.
— “José Sacristán es uno de los actores más orgullosos que he conocido y tiene un orgullo muy alentador”.
— “Un galán tiene que tener cara de hambre”.
— “En los años 80 y 90 pasaron muchas cosas buenas para el
cine español, aunque también fue cuando se empezaron a permitir ciertos
vicios como la venta fraudulenta de entradas, el abuso con las
subvenciones, etc.”.
— “Identificando a los culpables y personificando los problemas, no se resuelve el conflicto”.
— “Anacleto (su próxima película) es como si a James Bond le metes en Resacón en Las Vegas”.
— “Los jóvenes no levantan la voz, que es lo que se hacía antes en los rodajes”.
De la rueda de prensa posterior al primer pase de El arca de Noé, la única película española a concurso en esta Sección Oficial, en la que los codirectores Adán Aliaga y David Valero
bromearon acerca de que habían encontrado distribuidor para su
película, y que esta se iba a estrenar con doscientas copias. Más allá
de la dificultad de estrenar un tipo de película que solo puede obtener
respuesta a través del apoyo de influyentes lobbies mediáticos y
culturales (en nuestro país, la definición y el reparto de lo que es
cultura cinematográfica está en pocas manos), se encuentra el hecho de
que los principales festivales de España, en pos de la sostenibilidad
del circuito, han cambiado parcialmente el modelo de selección de las
películas concursantes. Así, a los patrocinios que cubren el agujero
económico que ha dejado la crisis en los organismos públicos, se une la
realidad de que un gran número de las películas que se presentan en
nuestros festivales más reconocidos se encuentran ya licenciadas en
España o, lo que es lo mismo, tienen previsto su estreno comercial en
salas, la mayoría de las veces en fecha inminente. Por lo que el plus de
prestigio, promoción y márketing que implica la selección en alguno de
estos festivales se incorpora a la propia campaña de distribución de la
película. En Valladolid, de las 18 películas que concursan en la Sección
Oficial, solo siete de ellas han llegado al festival sin tener cerrado
un acuerdo de distribución. Incluso en festivales con mercado para
filmes o Sales Office, como es el caso de San Sebastián, la pelea
por el Palmarés muchas veces se libra no solo entre películas, sino
entre modelos de distribución, como fue lo que ocurrió este año entre Magical Girl y La isla mínima, distribuidas por Avalon (cine independiente) y la división española de Warner Bros., respectivamente.
¿Qué hemos visto? Regreso a casa: lo primero que hay que advertir al lector/ espectador, es que no debe confundirse esta película con otra de título similar de Zhang Yimou, la también excelente El camino a casa.
En su último trabajo, el director chino vuelve a trabajar con la que
fuera su musa entre finales de los 80 y las dos décadas siguientes, Gong Li,
y lo hace en una historia intimista en la que se atreve a seguir
hablando de las consecuencias que sobre las familias acarreó la
Revolución Cultural China. En Gui lai (así es el
título original), Gong Li interpreta a Feng, una mujer que tras muchos
años sin saber de su marido, deportado a un campo de prisioneros tras la
delación de su hija, es incapaz de reconocerle cuando este es
rehabilitado y vuelve a casa, debido al deterioro de su memoria. La
película está contada con una sensibilidad extrema (lo que impide que el
espectador se haga preguntas) y fue recibida con una calurosa ovación
por el público, quizás la mayor desde la película de inauguración.
El arca de Noé se parece a Seguridad no garantizada, pero en plan indie
pobre, como la realidad española. Está ambientada en un inminente 2020,
en el que se escucha por la radio a los políticos de ahora alentando
sobre la recuperación económica. El mismo cuento chino para un realidad
palpable de desolación, paro y sexo de extrarradio, del tipo Carlos Reygadas. Pero la película es más optimista que las del mejicano, un poco funambulista diríase incluso (como el cine anterior de Adán Aliaga, el del co-director David Valero
lo desconozco). Porque el “lobo”, el “oso”, y el “avestruz” son
personajes con la melancolía y el encanto suficientes para cambiar la
desoladora percepción del mundo que les rodea, de ahí esas imágenes
volcadas. Pese al interés de la propuesta, el público recibió El arca de Noé
con opiniones enfrentadas. Y quizás para próximas ediciones, uno de los
desafíos del equipo de trabajo del festival sea encontrar películas de
habla hispana que conecten con su público, como ha ocurrido en ediciones
anteriores de Seminci.
Continúa el festival sin desfallecer en su programación de cortos, ayer fue El corredor, de José Luis Montesinos,
otra lectura con mucho humor y ritmo de la crisis que nos asola, y de
cómo los pobres no tienen reparos en aprovecharse de los miserables. Homo, homini, lupus, en fin.
Dentro de la Sección Oficial, se presentó también La tirisia, otra película mejicana, pero por cuestiones de agenda dejaremos su comentario para más adelante.
Y nos asomamos por la sección de documentales del festival, la pionera Tiempo de Historia, para dar un visionado a la francesa Vendages (Vendimia), de Paul Lacoste,
el retrato coral de una cuadrilla de vendimiadores durante el periodo
de recogida en el Sur de Francia. Gracias a la banda sonora de Olivier Cussac
y a una estupenda fotografía, la película puede definirse como un
adagio otoñal protagonizado por temporeros sin horizonte más allá que el
de su propia supervivencia.
¿Qué vino hemos catado? Como el pan y el vino para andar el
camino corre de nuestro bolsillo, un Atalaya D.O. Almansa Garnacha
Tintorera, una de las uvas más difíciles de domar, y de vendimiar
también, ya que los racimos cuelgan a ras de suelo.
Espigadera: Mayúscula sería la sorpresa si El arca de Noé recogiera algún galardón, pero designios más raros se han visto por estos festivales. En cambio, si Regreso a casa obtuviese cualquiera de las espigas principales, no nos extrañaría lo más mínimo, aunque Amor bajo el espino blanco queda muy próxima.
Via:cinemania
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