En 1972, los directores más importantes de Hollywood se reunieron para homenajear a un Luis Buñuel nominado al Oscar. El documental 'Los chicos de la foto' te lo cuenta todo sobre esa instantánea. Y puedes verlo aquí. Por YAGO GARCÍA
¿Cómo de especial puede ser una fotografía? Si esta se toma durante un encuentro casual entre compañeros de trabajo, en principio no mucho. Ahora bien: si en la imagen aparecen nueve de los mayores directores de la historia del cine, entonces la cosa cambia, ¿verdad? Esa es justo la historia que cuenta Los chicos de la foto, el documental de Juan José Aparicio e Iván Reguera que puede verse gratis en internet (nosotros te lo ofrecemos a continuación, sin ir más lejos) y que narra uno de los episodios menos conocidos, y más entrañables, del celuloide: el día de 1972 en el que George Cukor decidió invitar a comer en su mansión a Luis Buñuel, que se encontraba de paso por Los Ángeles.
En realidad, los encuentros entre cineastas en la casa de Cukor eran una cosa habitual. Gran amigo de la vida social, el director de My Fair Lady y Ha nacido una estrella solía celebrar una tertulia anual de viejos amigos en la víspera de los Oscar. Pero aquel año fue especial: Buñuel era candidato a Mejor Película Extranjera (un trofeo que acabaría ganando) gracias a El discreto encanto de la burguesía, y Cukor, un gran admirador suyo, no había conseguido conocerle en persona durante su periplo estadounidense en los años 30. De modo que, además de contactar con el genio de Calanda, el anfitrión tiró de agenda: a su llamada acudieron Alfred Hitchcock, Robert Mulligan, Billy Wilder, William Wyler, Robert Wise, George Stevens, Rouben Mamoulian y un John Ford que, muy anciano ya y aquejado de cáncer, tuvo que abandonar el sarao antes de que el fotógrafo Marv Newton apretase el disparador.
Los chicos de la foto cuenta con un testimonio de primera mano de aquella reunión: Jean-Claude Carriere, el guionista habitual de Buñuel, quien posó también junto al productor Serge Silberman y Rafal Buñuel, hijo del invitado de honor. Por otra parte, a los aficionados también les gustará saber que Carlos Pumares aporta sus conocimientos enciclopédicos (y su talento para las frases lapidarias) a la película. Además, también interviene el crítico Diego Galán, que organizó en 1986 una retrospectiva del mismo título en el Festival de San Sebastián. Durante sus testimonios se deslizan anécdotas como que Billy Wilder, haciendo honor a su fama de borde, se negó siempre a asistir al certamen donostiarra afirmando, según una leyenda, que "todos los que van allí se mueren al poco tiempo".
Ahora bien: hablando de exhibiciones de mala leche, las del propio Buñuel se llevan la palma. Para empezar, el aragonés (que no se pasó por la ceremonia de los Oscar, ¡faltaría más!) tenía una opinión más bien pobre de los colegas que se congregaron para recibirle, y en realidad estaba más interesado en conocer a Fritz Lang, quien se excusó de la reunión por hallarse indispuesto y con el que acabaría entrevistándose al día siguiente. Para colmo, su mayor admirador entre los presentes no era otro que Hitchcock, un director al que el homenajeado tampoco apreciaba en exceso. La mayor buñuelada de todas tuvo lugar cuando John Ford se levantó de la mesa: ante la marcha de su venerable colega, Buñuel musitó un españolísimo "Este se nos va". Suponemos que el mejor resumen de su talante durante la reunión está en el gesto, tirando a reconcentrado, que muestra en la instantánea.
En todo caso, Los chicos de la foto supone una mirada a una imagen excepcional (y a un momento excepcional) que no conviene perder de vista. Y, además, ejerce como complemento perfecto para El banquete de genios, el libro (publicado en 2013) en el que Manuel Hidalgo rememoró el encuentro con ocasión del 30 aniversario de la muerte de Buñuel. Como todo lo que te hemos contado habrá despertado tu curiosidad, lo dejamos por hoy: no te lo pienses dos veces, y dale al play.
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