Los medios apenas hicieron caso, pero la industria del cine X tuvo su celebración anual este sábado en Las Vegas. Te lo contamos (casi) todo sobre los premios AVN. Por YAGO GARCÍA
Estamos hablando de los AVN Awards, los llamados 'Oscar del porno'. Es decir, los premios con los cuales la industria estadounidense del cine X se premia a sí misma. Desde 1984, cuando leyendas como Ginger Lynn y Barbara Dare competían por las categorías mayores, la revista Adult Video News entrega estos trofeos, apodados 'woodies' y que hasta 2010 tuvieron la forma de una bonita estatuilla alada. Por tener, los AVN cuentan con su propio galardón honorífico, llamado Reuben Sturman en honor de un pionero de la industria cuyo periplo vital (incluyendo vínculos con la Mafia y diversos arrestos) daría para un biopic que podría dejar en mantillas a El escándalo de Larry Flint. Además, algo tendrá esta gala cuando la televisan: desde 2008, Showtime (el canal de Californication, mira tú por donde) emite la entrega de los AVN en una versión censurada y en diferido. Quienes quisieron asistir al evento en persona, por otra parte, hubieron de desembolsar un mínimo de 129 euros y un máximo de 1.843 euros (el coste de una mesa para un grupo de 10 personas). El coste por cabeza de la gala de los Globos de Oro, por comparación, fue de 516 euros.
Por lo demás, a los AVN se les ha acusado de emular, de forma incluso servil, a sus respetables primos de Hollywood, sólo que con muchos menos medios y cantidades infinitamente mayores de silicona y bótox. Tal vez los críticos tengan razón: la celebración está precedida por la alfombra roja de rigor, las presentadoras (este año dicho honor recayó sobre Chanel Preston, Samantha Saint yla comediante Rebekah Kochan) son figuras célebres en el mundillo X, y a falta de Baile del Gobernador tiene lugar una fiesta post-gala que ha contado con Jesse Jane como anfitriona de honor. Eso sí, el tono kitsch que envuelve tanto el márketing del evento como su realización, humedades aparte, no evoca esa Babilonia moderna que imaginarán algunos biempensantes, sino más bien a las Showgirls de Paul Verhoeven, con todo lo que eso puede implicar sociológicamente hablando. Y económicamente, también: según datos de Forbes, el cine X movió 11.000 millones de euros en EE UU durante 2013, y el patrimonio de su reina sin corona, Jenna Jameson, asciende a los 22 millones de euros.
Es interesante, por otro lado, comprobar cómo la repercusión de estos premios fuera de la prensa especializada es nula o casi nula. Seamos sinceros: en una industria con una oferta tan amplia, tan veloz en sus fechas de caducidad y tan centrada en cubrir la mayor cantidad de fetiches posible, dudamos que el haber arrasado en los AVN suponga un margen mayor de beneficios para una película, o una prolongación de su vida comercial, aunque quede muy bien en una carátula. Por otra parte, la categoría de Película Más Alquilada resulta un entrañable anacronismo, ahora que el grueso del género habita en internet. El mareante aluvión de nombres y títulos sólo nos ha dado pie a lamentar que Erika Lust no obtuviera ninguno de los cinco premios a los que era candidata (incluyendo Mejor Director, Mejor Película de Habla No Inglesa y Mejor Escena de Sexo Seguro) por Cabaret Desire. Ahora bien: ese mismo vistazo rápido también da como resultado una gran cantidad de nombres femeninos en todos los apartados, no sólo como actrices. Algo que sorprenderá a algunos, pero no a los cinemaníacos que leen habitualmente esta web.
Aun así, los AVN ofrecen carnaza abundante a los periodistas en busca del titular fácil. ¿Ejemplos? A montones, y todos ellos diríase que deliberados por parte de la organización. Sin ir más lejos, nuestros compañeros de Filmdrunk se refocilaron de lo lindo con el premio al Título Más Ingenioso, una auténtica colección de juegos de palabras intraducibles que ganó Cirque du Hole-A (prueba a pronunciarlo en inglés) en dura competencia con Las zorras de Londres se van a caer, Hamburguesas japonesas peludas y cremosas, Mi chocho no se va a lamer él solo o la última entrega de la longeva saga ¡Mira, papá, salgo en una porno!. Así mismo, el lugar que en los Oscar ocupan los filmes de género parece aquí ocupado por las parodias, subgénero que copa las categorías técnicas. Entre las nominadas podemos encontrar versiones sicalípticas de Breaking Bad, The Walking Dead, Sailor Moon, El hombre de acero, Iron Man 3, Grease, Lobezno Inmortal, El llanero solitario... Cuando leemos el título de Justin Beaver Fever, creemos que ya lo hemos visto (casi) todo en esta vida. Hasta que reparamos en El pornopayaso: La parodia. Entonces recapacitamos y damos gracias por que no sea así.
En conjunto, el tinglado de los premios del cine X puede resultar algo deprimente. A través de los documentales centrados en el mundillo porno sabemos que se trata de un ambiente impulsado por los bajos costes, el altísimo ritmo de producción y la precariedad laboral tanto de sus intérpretes (especialmente los masculinos) como de sus equipos técnicos. Por no hablar del coste psicológico padecido por quienes participan en sus producciones, que existe y a veces es altísimo. Pero, en términos generales, este repaso arroja la conclusión de que los AVN recompensan (con mayor o menor merecimiento) a individuos cuyo oficio es hacer películas. Queda a juicio del lector estimar cuánto y en qué estriban las diferencias con esos otros premios que sí salen en los periódicos. Eso, y especular sobre si Lars Von Trier se presentará a la edición del año que viene, aunque a el le cuadre más el Pornfilmfestival de Berlín.
Via:Cinemania
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