Taylor era lo que yo llamo un actor que cae bien, independientemente de sus cualidades como intérprete. Conectaba enseguida con el público, siendo más que suficiente el carisma con el que dotaba a sus personajes. Empezó con apariciones, algunas no acreditadas, en películas como 'Gigante' ('Giant', George Stevens, 1956), 'Traidor a su patria' ('The Rack', Arnold Laven, 1956), 'El árbol de la vida' ('Raintree County', Edward Dmytryk, 1957) o la maravillosa 'Mesas separadas' ('Separate Tables', Delbert Mann, 1958).
Su gran oportunidad llegó cuando protagonizó el clásico de ciencia-ficción 'El tiempo en sus manos' ('The Time Machine', George pal, 1960), un absoluto disfrute, que en mi caso forma parte fundamental de mi educación cinéfila. Tras ella vino otro clásico, 'Los pájaros' ('The Birds', Alfred Hitchcock, 1962), un éxito monumental que ayudó a aumentar la fama del actor.
Protagonizó otras películas como el film coral 'Hotel internacional' ('The V.I.P.s', Anthony Asquith, 1963), el film de espionaje '36 horas' ('36 Hours', George Seaton, 1964), 'El soñador rebelde' ('Young Cassidy', Jack Cardidd, John Ford, 1965) o el excelente western 'Chuka' (id, Gordon Douglas, 1967).
Su última aparición en cine fue a las órdenes de Quentin Tarantino en 'Malditos bastardos' ('Inglourious Basterds', 2009).
Vía | Variety
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