En CINEMANÍA seguimos adelante con esas listas poco ortodoxas que os ofrecemos siempre al final de cada año. Y, ahora que ya hemos dado la buena cara recordando los filmes más sorprendentes de la temporada, ha llegado la buena hora de mudar el gesto y repartir palos. En esta ocasión, siguiendo nuestra costumbre, vamos a acordarnos de esas películas que nos pusieron la miel en los labios, prometiéndonos un viaje hacia el cielo del séptimo arte (o del palomiteo sin prejuicios) y que, cuando por fin llegaron a las salas, nos hicieron musitar un resignado “Ah, pues vale”. Aquí tenéis las películas más decepcionantes de 2014: si queréis seguir echando bilis, os proponemos un repaso a nuestras listas de 2011, 2012 y 2013.
Noé (Darren Aronofsky)
Lo que prometía: Más majara que nunca, el director de Cisne negro se pone en plan bíblico para desatar sobre nuestras cabezas la ira de Dios, y también la de Russell Crowe. Con la cantidad de historias delirantes incluidas en las Sagradas Escrituras, seguro que le sale una obra maestra.
Lo que nos encontramos: Arrancamos esta lista, para variar, con la película cuyos defectos son a priori más matizables: Noé tiene sus méritos, qué duda cabe, pero su forma de desaprovechar al reparto (ay, Emma Watson, qué poco te luces aquí), el hecho de que el villano Ray Winstone parezca metido en la historia con calzador y la ralentización que sufre su desarrollo en cuanto el patriarca y su familia entran en el Arca nos han llevado a incluirla en nuestra lista de planchazos del año.
Hubiera estado mejor si… Darren hubiera sabido aprovechar el potencial de los gigantescos (y adorables) Nefilim, convirtiendo la película en un Pacific Rim protohistórico y con diluvio.
Agosto (John Wells)
Lo que prometía: ¿Cómo se puede juntar a tantos buenos actores en una sola película? Cualquiera que sea la respuesta, Agosto nos ofrece la posibilidad de disfrutar con los talentos de Ewan McGregor, Julia Roberts, Sam Shepard, Benedict Cumberbatch y la inigualable Meryl Streep. Eso, por mencionar sólo unos pocos nombres. Lo mejor será repantigarse en la butaca y disfrutar del recital…
Lo que nos encontramos: Es cierto que Agosto está basada en una obra teatral ganadora del Pultizer. Pero, aparte de eso, ¿qué virtudes posee su guión para que tantos titanes (y titanas) de la pantalla se decidiesen a darle el sí? Tras ver la película, seguimos sin tener ni idea: en lugar de una sinfonía interpretativa, el filme acabó resultando un drama familiar bastante normalito y con la etiqueta de ‘cebo para los Oscar’ bien pegada en la frente. Algo que se vuelve todavía más sangrante si tenemos en cuenta que, en la temporada de premios, la película de John Wells obtuvo unas cuantas nominaciones… pero más bien pocos trofeos.
Hubiera estado mejor si… Cuando tienes a tanto nombre famoso, la mejor estrategia es la de Polanski en Un dios salvaje: desafiar las expectativas del público asignando a los actores personajes que le dan la vuelta a sus clichés. Pero aquí, desgraciadamente, no hubo ninguna Kate Winslet vomitona.
Jack Ryan: Operación sombra (Kenneth Branagh)
Lo que prometía: Vale que meterse con Ben Affleck está muy visto a estas alturas, y que la película pasó las de Caín en postproducción, pero el caso es que Pánico nuclear resultó una despedida algo indigna para el superagente de Tom Clancy. Unas gotas de sangre nueva resultan lo más indicado para rebootear al personaje, y si dicha sangre está contenida en el cuerpo de Chris Pine, pues casi que mejor.
Lo que nos encontramos: ¿Cómo detectar que a Keira Knightley le importa un pimiento una película? Sencillo: observando la cantidad minutos que la británica pasa con la boca entreabierta y cara de “Pero este tío, ¿qué me está contando?”. Dado que Keira luce dicho rictus en prácticamente todas sus escenas de Jack Ryan, suponemos que ella no creía en absoluto en este filme. Así mismo, a Pine y a Kevin Costner se les ve de un desganado supino, y con razón. Diríase que el único que se tomó en serio su trabajo fue Kenneth Branagh, quien además de ponerse tras la cámara se reservó un interesante papel de villano.
Hubiera estado mejor si… Una de dos: o devolvemos a Ryan a sus orígenes en La caza del Octubre Rojo, pintándole como un cerebrito sin mucho talento para la acción, o le bournizamos del todo convirtiéndole en una máquina de matar. En el thriller de espías, las medias tintas no llevan a ninguna parte.
Monuments Men (George Clooney)
Lo que prometía: A estas alturas, hay que asumirlo: George Clooney lo tiene todo. Incluido un considerable talento como director, que esta vez le lleva a presentarse por primera vez como actor principal en una cinta con su firma. Considerando los precedentes y añadiendo las presencias de Matt Damon, Cate Blanchett y Bill Murray, habrá que resignarse a la idea de otro películón.
Lo que nos encontramos: Una tragicomedia bélica del montón. Muy del montón. Vamos, que resulta del todo indigna del Clooney actor, y también del Clooney director. Su falta de ambigüedades morales y políticas (pero, ¿de verdad esto lo ha hecho el mismo tío de Los idus de marzo y Buenas noches y buena suerte?) y su ajustada realización convirtieron a Monuments Men en una versión de Malditos bastardos muy, muy light y con obras de arte.
Hubiera estado mejor si… Antes de comenzar el rodaje, George hubiera llamado a sus amiguetes Quentin Tarantino y Steven Soderbergh para visionar juntos unos cuantos clásicos del cine bélico mientras tomaban notas. O si el actor y director hubiera pasado de rodar el filme para concentrarse en planificar su boda.
Annabelle (John R. Leonetti)
Lo que prometía: Siendo Expediente Warren una de las mejores películas de la temporada pasada, hay que darle muchos votos de confianza a su spin off. Aunque James Wan aparezca en ella sólo como productor, seguro que Annabelle consigue conjugar los vértigos satánicos y los terrores cotidianos como su predecesora. Además, ¿has visto el mal rollo que da la muñeca?
Lo que nos encontramos: Lo peor de Annabelle es que recoge los materiales empleados por Wan en sus películas (Expediente Warren, Insidious), como el énfasis en la atmósfera y una soterrada crítica a los EE UU más conservadores, y los recalienta para ofrecer un producto notablemente bajo en octanos terroríficos. Así, el filme acaba por no hacer justicia a dichos elementos, oliendo a producción directa a dvd más que a cadáver en el armario. La muñeca da muy mal rollo, no obstante.
Hubiera estado mejor si… Está claro que James Wan tiene muchísimo talento, pero de sabios es dosificarse: este mismo año, su Insidious 2 también ha dejado indiferente al público. Esperemos que, a pesar de los pesares, Fast & Furious 7 nos devuelva el año que viene al pedazo de cineasta que es.
Al encuentro de Mr. Banks (John Lee Hancock)
Lo que prometía: Aun asumiendo que una película sobre Walt Disney producida por la propia Disney no va a rebosar crítica y mala baba, la conjunción entre Tom Hanks, Emma Thompson y la historia oculta de Mary Poppins tiene todos los números para resultar encantadora. ¿Veremos a la diva inglesa y al hombre de Forrest Gump cantar Supercalifragilísticoespialidoso?
Lo que nos encontramos: Quienes se hacen de cruces ante los biopics de Hollywood tienen en este filme un buen motivo para sus denuestos: no es que Al encuentro de Mr. Banks suavice los hechos registrados, es que directamente los recubre en almíbar, convirtiendo a un tiburón de los negocios en poco menos que un santo cuya bonhomía redime a una escritora con serios problemas emocionales (los cuales, por otra parte, no hacen justicia a los de la auténtica, y muy desquiciada, P. L. Travers). Si el resultado convenciera, esto tendría un pase, pero es que al filme se le ven las cartas en la manga…
Hubiera estado mejor si… ¿Y si Al encuentro de Mr. Banks no hubiese sido una producción Disney? Pues, probablemente, hubiera tenido mucho más fuste… y no hubiera llegado a estrenarse jamás. Miedo nos da pensar en lo que John Lee Hancock puede hacer con The Founder, ese filme sobre la creación de McDonald’s para el cual suena como director.
Lucy (Luc Besson)
Lo que prometía: ¡Por fin! Tras muchos años produciendo películas cuestionables, el director de El quinto elemento vuelve a firmar un trabajo de ciencia-ficción con premisas marcianas y chica estupenda en el papel principal. Y qué chica: una Scarlett Johansson dispuesta a elevar su (de por sí considerable) inteligencia hasta el infinito.
Lo que nos encontramos: Lucy es una película que empieza bien, o muy bien: la imagen megapetarda de la Johansson en sus primeros minutos es inolvidable, y el look asiático de la producción conlleva un considerable atractivo otaku. Pero conforme la historia se desarrolla, y Morgan Freeman comienza a explicarnos todo lo que estamos viendo, las pretensiones se imponen al delirio y el interés va tendiendo a cero. El hecho de que la película esté basada en una falacia científica es irrelevante, y hasta gracioso, pero estos defectos no tienen nada de gracia.
Hubiera estado mejor si… Para realizar Lucy, Besson parece haberse inspirado mucho en maestros del anime japonés como Katsuhiro Otomo (Akira), Satoshi Kon (Paprika) y Mamoru Oshii (Ghost in the Shell). Si hubiera seguido bien los consejos de esos cineastas, sabría lo valioso que es plantearle enigmas al espectador, en lugar de llevarlo de la manita por un relato trillado.
Drácula: La leyenda jamás contada (Gary Shore)
Lo que prometía: ¡Basta ya de castillos polvorientos y capas forradas de terciopelo rojo! La encarnación del conde transilvano con los rasgos de Luke Evans (El Hobbit) promete ser una versión extendida de ese comienzo medieval, bélico y hemoglobínico con el que nos obsequió Coppola en Drácula de Bram Stoker. En esta ocasión, regaremos las palomitas con un buen RH negativo.
Lo que nos encontramos: Dejemos claro que la nula fidelidad histórica de esta película nos importa muy poco: si quisiéramos aprender sobre la Rumanía medieval nos iríamos a la biblioteca. Lo que sí nos importa es lo acartonado del guión, las cámaras temblonas o los efectos digitales de chichinabo. Cosas todas ellas que impiden resucitar a Drácula transmutado en héroe de acción, como aspiraban los responsables del filme. Si todos los reboots de monstruos clásicos que se preparan actualmente son así, apañados estamos.
Hubiera estado mejor si… En lugar de marearnos con tanto turco empalado y tanto drama familiar, ¿a qué espera Hollywood para adaptar en condiciones la saga de videojuegos Castlevania? Esa es la pregunta que nos viene a la mente tras ver fusilamientos de la misma como esta película o la más salvable Van Helsing.
Transcendence (Wally Pfister)
Lo que prometía: Mucho ojo, Christopher Nolan: mientras tú te preparas para viajar al cosmos en Interstellar, tu director de fotografía favorito debuta como director con una historia sobre inteligencia artificial, transhumanismo y paranoia. Y, además de fichar a Johnny Depp como protagonista, ha fichado a tus queridos Morgan Freeman y Cillian Murphy para darle lustre a la cosa. Cría cuervos…
Lo que nos encontramos: A juzgar por los resultados de Transcendence, Nolan puede descansar tranquilo. Aspirando a jugar la carta de la ciencia-ficción ‘seria’, esa que plantea temas de gran calado sobre la relación entre la humanidad y la tecnología, Wally Pfister ha acabado marcándose un farol de aúpa, máxime en un año en el que han estrenado filmes en España auténticos ases intelectuales del género como Shane Carruth (Upstream Color) y Mike Cahill (Orígenes). En otro orden de cosas, lo sentimos por Morgan Freeman: entre esta película y Lucy, está claro que 2014 no ha sido su año.
Hubiera estado mejor si… En lugar de mirarse tanto en los espejos de Nolan y de Stanley Kubrick, Transcendence hubiera tenido en cuenta otros referentes más gamberros. Por ejemplo, el David Cronenberg de eXistenZ.
Hombres, mujeres & niños (Jason Reitman)
Lo que prometía: Después de un trabajo menor como Una vida en tres días, es el momento de que Jason Reitman vuelva por sus fueros, retomando la soterrada mala uva de Juno, Up in the Air y su debut Gracias por fumar. Aunque esta vez no cuente con George Clooney o con Kate Winslet (pero sí con Adam Sandler: qué cosas), los primeros tráilers de Hombres, mujeres & niños han llevado a comentar que la película será como American Beauty, pero con redes sociales.
Lo que nos encontramos: A diferencia de en sus filmes anteriores, Jason Reitman ha perdido aquí de vista el hecho de que una cosa es la sátira y otra la advertencia santurrona. ¿Que la comunicación a través de internet tiene muchos lados malos? Eso es algo que ya sabíamos, muchas gracias. Y para contárnoslo convendría tener presente eso que tan bien expuso, precisamente, American Beauty: que los personajes en apariencia más estereotipados pueden ser los más interesantes, siempre que uno sepa dotarles con un poco de profundidad.
Hubiera estado mejor si… Reitman se hubiese concentrado más en las posibilidades de su relato como fuente de vergüenza ajena, y menos en sus ambiciones de narrarnos un cuento moral.
Via:blog de cine
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