Cuando los televisores de tubo dominaban la Tierra, ver películas en la cama era una utopía para el común de los mortales. El peso y el volumen de los aparatos, incluso de los más pequeños, les confería un aura de electrodoméstico inamovible similar a la de la nevera o el lavavajillas. Y no digamos si, además, se agregaba al paquete otro trasto aparatoso: el magnetoscopio VHS. De esta manera, si uno carecía de los posibles suficientes como para ponerse una segunda tele en el dormitorio, el lugar natural para el cine en casa era siempre el salón. Pero ahora que contamos con modelos de pantalla plana (mucho más fáciles de transportar e instalar que sus ancestros) y con esos reproductores de DVD y Blu-ray tan finitos y tan ligeros, amén de con ordenadores portátiles y otros dispositivos, el cine en casa ha dejado de ser algo disfrutable exclusivamente desde el sofá, la mecedora o el sillón orejero, y la tentación de contemplar un filme mientras nos arrebujamos en el edredón es más fácil que nunca.
Ahora bien: está claro que ver cine en la cama no es ni ilegal, ni inmoral (dependiendo del título que escojamos, claro) y, a no ser que el espectador o la espectadora se pase el día con las posaderas sobre el colchón, tampoco engorda. Pero, como avisa el viejo dicho, todas las cosas buenas de la vida tienen un precio, y nosotros nos hemos propuesto averiguar cuánto nos cuesta disfrutar de nuestras películas favoritas desde el confort del lecho desde un punto de vista fisiológico. Con ese propósito, CINEMANÍA se ha puesto en contacto con profesionales de la salud para plantearles una pregunta: ¿es sano ver películas en la cama?
“Mejor tumbado que mal sentado”
Nuestro interrogante tiene dos respuestas posibles, y la primera es la que atañe al estado de nuestros músculos y nuestra columna vertebral: justo las partes del cuerpo que más sufren por las malas posturas. Eso es lo que nos cuenta José Santos, secretario general del Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid. “Ver películas en la cama no tiene por qué ser perjudicial, siempre que se adopte la postura adecuada”, avisa este experto. Según Santos, nuestra actitud a la hora de exponernos a la tele en el dormitorio debe tener muy en cuenta el modelo de nuestro aparato, y la posición en la que hayamos decidido colocarlo: “Las pantallas de muchos televisores LCD pueden verse bien desde muchos ángulos, lo cual supone toda una mejora respecto a las teles de tubo o a las pantallas planas más antiguas, que sólo se veían bien si se las miraba de frente”. Esto, señala el fisioterapeuta, permite una mayor libertad al espectador, y le pone más fácil seguir una máxima que debe tenerse siempre en cuenta: “Es mejor estar tumbado que estar mal sentado”. Así mismo, si eres de los que han colgado su televisor en la pared de la alcoba, te convendría medir a qué altura la has puesto: “a veces, la gente las pone demasiado altas”.“El mejor ángulo para ver una pantalla desde la cama es el mismo que seguimos al ponernos delante de un ordenador, o al ver la TV del salón: una posición neutra del cuello y la espalda que no cause esfuerzo en las vértebras, los músculos o los vasos sanguíneos del cuello”, prosigue José Santos. Y es que, si bien las malas posturas son el mayor peligro para el cinéfilo a la bartola (“Sin darnos cuenta, solemos recostarnos curvando la columna vertebral, y eso es algo cómodo, pero no sano”) también existen perjuicios que la mayoría jamás habíamos sospechado. Por ejemplo, ¿sabías que los músculos de tu zona cervical y los de tus ojos comparten la misma red nerviosa? Pues así es. E ignorar eso cuando vemos cine en el dormitorio puede provocarnos achaques bastante molestos.
“Si fatigo los ojos, también fatigo la nuca”, resume José Santos. “Nuestra vista está preparada para la perspectiva horizontal, y el hecho de fijarla estando tumbado hace que el sistema nervioso haga un sobreesfuerzo que puede causar dolor en las cervicales”. Un dolor que se agravará si, en lugar de mirar la pantalla de frente, la observamos desde una posición ladeada. Por otra parte, y aunque no cause ningún daño físico, la postura que escojamos puede tener una consecuencia tan indeseable como es quedarse frito antes de los créditos finales: “El grado de relajación al estar tumbado ralentiza la circulación de la sangre y la actividad nerviosa, por lo que es más fácil dormirse”.
Así pues, ¿cómo debemos colocarnos para ver una película en la cama? Según José Santos, la mejor actitud es la siguiente: “Semiacostados, con la espalda recta bien apoyada en el cabecero, y con una almohada bajo las rodillas, para ayudarnos a tener las piernas un poco flexionadas”. Si esta posición te resulta un poco incómoda al principio, piensa que es natural: según nuestro experto, “hay tanta gente que está acostumbrada a sentarse de forma incorrecta que, cuando adopta una buena postura, se siente rara”.
¿Echar a la ‘tele’ del dormitorio?
Para un fisioterapeuta como José Santos, ver películas en la cama es algo posible siempre que se guarden algunas precauciones. Para el neurofisiólogo Cristian Sánchez, sin embargo, es un camino seguro hacia el insomnio. “Hay que echar a la tele del dormitorio”, asegura este profesional, que trabaja en la clínica Unidad de Ciencias Neurológicas de Madrid. “Una película no es necesariamente el estímulo más perjudicial para el sueño”, precisa, “pero sí puede afectarnos a la hora de dormir bien”. ¿Por qué? Sánchez lo explica: “Antes de irse a dormir, es importante dejar descansar la retina. Y una luz artificial muy directa, como la del televisor, el tablet o la pantalla del ordenador, es lo que peor nos puede venir”. Mientras que la luz solar, prosigue Sánchez, ayuda a regular la producción de melatonina (la hormona que regula nuestros ciclos de sueño y vigilia), las señales luminosas que recibimos al ver un filme en la cama hacen que nuestro cerebro permanezca estimulado y alerta. “Y, si el cerebro está estimulado, no querrá dormir”.Para tranquilidad de los más hipocondríacos, Cristian Sánchez señala que el ritmo interno de las fases del sueño (un proceso muy complejo, durante el cual se producen los sueños… y las pesadillas) no se ve perturbado por una dosis de cine antes de irse a dormir. Lo que debe preocuparnos, insiste, es el efecto que puede surtir esa película en nuestros ritmos diarios. “Es conveniente tener un horario estable, aunque no inflexible: irnos a la cama a horas similares, y despertarnos a horas similares todos los días”, comenta, para después señalar que acostumbrarnos a ver películas en la cama constituye en sí una invitación a dormirse más tarde, con el consiguiente desajuste. Lo que nunca jamás debe hacerse, remacha, es luchar para mantener los ojos abiertos cuando Morfeo comienza a llamar: “Si notas que te entra el sueño, lo mejor es dejar la película para otro día, apagar la luz y dormir”.
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