martes, 21 de octubre de 2014

[Seminci 2014] Magistrales via crucis de Strindberg

La Seminci entronca con sus orígenes como Semana de Cine Religioso y de Valores Humanos con una película capital sobre familia y fundamentalismo religioso
Seminci

Afortunadamente, nunca he vivido la religiosidad y la vida espiritual como una experiencia traumática o impuesta desde fuera, sino como una opción personal que en mi edad adulta debería o no ratificar. Para nosotros, el catolicismo viene determinado por cierta tradición familiar, antes que por el catecismo y los mandamientos divinos que aprendíamos en la escuela (pública, en todo caso), y en las catequesis de Primera Comunión. Algunas de las personas más comprometidas y solidarias que conozco pertenecen a la Compañía de Jesús y con ellos (los jesuitas) aprendí a ejercer el periodismo de cine de manera libre e independiente, crítico en algunos casos con la religión y sus falsos profetas (como lo era aquel personaje magnífico de Robert Mitchum en La noche del cazador). Pero, como confesé en mi primera crónica, soy pucelano de pura cepa, y en esta capital castellana se vacían los cines antes que las iglesias, y las recaudaciones de los cepillos pesan más que esas taquillas abusivamente grabadas con el 21% de IVA por el Estado Español.
Históricamente siempre ha existido una estrecha relación entre la Seminci y la religión, católica fundamentalmente: el Festival se empezó llamando Semana de Cine Religioso de Valladolid (y por el camino, hasta llegar a este Cine de Autor, ha sido Semana de Cine Religioso y de Valores Morales, de Valores Humanos, o Semana de Cine Internacional de Valladolid, a secas). Con el nuevo equipo de programación, que lleva más de cinco años trabajando juntos, se ha recuperado esta idiosincrasia, y esta edición especialmente ha ahondado en una tendencia que en los últimos años también se ha reflejado en la cartelera internacional, y no me estoy refiriendo al resurgir de un cine propagandístico del tipo Encontrarás dragones, representado aquí en España por el director Juan Manuel Cotelo, sino a ese cine que ha existido siempre en el que la religiosidad es menos dogmática y más compleja y se filtra por los poros de cada uno de los fotogramas en las películas de maestros como Rosellini, Bergman, Dreyer, Renoir, Satyahit Ray o Alain Resnais. La sonrisa de mi madre, El gran silencio, De dioses y hombres, Lourdes, Ida, Habemus Papam son películas que persiguen esta tradición y que responden a una creciente demanda de la sociedad en estos tiempos de crisis económica y de valores.
¿De qué se habla en Valladolid hoy?: Del tilt up cenital sobre la lápida de Marguerite en La historia de Marie Heurtin, y que sugiere la intervención de Dios, y del plano de fuga contrapicado contra un cielo amenazante en Camino de la Cruz, que denuncia los riesgos y la intolerancia de toda interpretación estricta de la religión (“todos los caminos conducen a Roma”, intenta hacerle entender uno de los personajes de esta película a la impiadosa madre).
De la gélida recepción de Lucifer, una película que enriquece la oferta de la Sección Oficial, pero cuyo formato de orla circular y su sentido del humor extremadamente bizarro penaliza en Valladolid.
Del Programa Europa Creativa, que sustituirá desde el 2014 al 2020 a los programas Media y Media Mundus, y que contará con un presupuesto de 1.460 millones de euros para ese periodo, lo que supone un aumento del 9% respecto a años anteriores. La responsable de contenidos de la oficina Media España, Marisa Portugués, ha advertido que para la presentación de proyectos no hace falta solo un desarrollo de guión, sino crear un cuerpo con una financiación negociada y ya con la idea de la distribución.
De la distancia sideral entre los 1.460 millones de euros del Programa Europa Creativa y los 250.000 euros que la Junta de Castilla y León dedicó a todas las ayudas del sector cinematográfico durante el pasado curso. Por eso, y para exigir también más transparencia a la hora de conceder estas ayudas, ha surgido la Plataforma Audiovisual de Castilla y León, que se presentó ayer con la intención de aglutinar a productores, realizadores, exhibidores, directores de festivales y docentes, y así permitir que el sector audiovisual de Castilla y León actúe de manera unificada.
¿Qué hemos visto?: Miss Julie: la que fuera actriz fetiche de Ingmar Bergman, la también directora Liv Ullman (Encuentros privados, Infiel), a cuya obra la Seminci consagró una retrospectiva en 1998, dirige esta versión del texto de August Strindberg, en lo que es el primer enfoque femenino de la obra original. Jessica Chastain, Colin Farrell y una oronda Samantha Morton dan vida a un perverso triángulo amoroso que implosiona durante una Noche de San Juan, y en la que la lucha de clases y de sexos se manifiesta en su máxima intensidad. Como Diplomacia, la de Liv Ullman es una pieza de cámara, ambientada en una hacienda rural irlandesa de finales del Siglo XIX, más pictórica que teatral, hasta el punto de que su estética desemboca en un homenaje a la Ophelia pintada por John Millais en 1852 (según el artículo del número 53 de la Revista Seminci)
Catorce fueron las estaciones recorridas por Jesucristo durante su camino al Gólgota, como catorce son también los planos secuencia en los que se articula Camino de la Cruz, la película de Dietrich Brüggemann con guión del propio director y de su hermana Anna Brüggemann. En formato superancho, lo que agradecen sobremanera los sentidos gracias a la riqueza compositiva y a la dinámica interna del plano, asistimos al martirio de una niña (como en Camino, de Javier Fesser, pero sin aquel exhibicionismo maniqueísta) inducido por la represión y los dictados de una comunidad ultracatólica. En el primer capítulo de la película, un sacerdote de esta sociedad (Florian Stetter) dirige un grupo de Confirmación, al que asiste María, una adolescente que somete todo lo que piensa y lo que hace a la aprobación de Dios, y que sufre las continuas reprimendas de su severa madre y de sus compañeros de clase. Ella es un Jesucristo en clave femenina, sometida al aplastamiento de quienes piensan que “el ritmo de la percusión y la monotonía del bajo del góspel incitan a cometer actos impuros”. La excepcional película franco-alemana se hizo acreedora de una ovación unánime.
En la Sección Oficial también, pero fuera de concurso, pudo verse una de las últimas películas de Robin Williams, antes de su trágica muerte. The Angriest Man in Brooklyn es una comedia amable sin otro interés que disfrutar de alguno más de los monólogos del histriónico cómico y con la presencia de Mila Kunis.
Dentro de los cortos, Black Tape, parece una pieza de videoactivismo artístico en la que sobre un fondo blanco, antidisturbios y militares se emplean con violencia frente a una serie de ciudadanos y manifestantes, provocando con la repetición en bucle del enfrentamiento una suerte de lienzo abstracto.
¿Qué vino hemos catado?: En el almuerzo, un Vega Sicilia birlado de la bodega de Miss Julie, acompañado de disciplinas y de un lengüetazo al cuero de la bota de Jessica Chastain. Al mediodía, Ribera del Duero Viña Mayor, potente y amplio, como está siendo la programación de la Sección Oficial.
Espigadera: Camino de la Cruz y Miss Julie se convierten en serias aspirantes para el reparto de espigas. La de los Brüggemann puede ponérselo difícil a Dos días, una noche y Jessica Chastain empieza a sonar como Mejor Actriz.
¿Qué nos espera mañana?: Como platos fuertes, la llegada de Imanol Arias para recibir su Espiga Honorífica y la última película de uno de los habituales de este Festival, el director chino de la Quinta Generación Zhang Yimou. La única película española a concurso en la Sección Oficial: El arca de Noé, de Adán Aliaga y David Valero. Y dentro de Punto de Encuentro, Blue Lips, coproduccion hispano- argentina en la que seis directores de distintas ciudades del mundo filman en los San Fermines de Pamplona.

Via:cinemania

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