Respuesta fácil: porque es condenadamente caro. Además, los derechos de
autor han agudizado el ingenio para encontrar sustitutos más
imaginativos.
“Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz”. Una canción
imposible de no reconocer, mientras la tonadilla se reproduce en el
último estante de tu memoria y terminas la estrofa mentalmente —mientras
surge la duda de siempre: ¿es “te deseamos todos” o “te deseamos +
nombre felicitado”; se dice que el dodecafonismo de Schönberg pudo nacer
de este irresoluble dilema—. Teniendo en cuenta la de veces que has
oído y cantado el dichoso tema a lo largo de tu vida y lo enraizadao que
está en todos los segmentos de la cultura popular —según el Guinness de los Récords
es la canción más reconocible del idioma inglés—, igual te has
preguntado más de una vez cómo es que cuando en las películas o en un
episodio prescindible de tu serie favorita se celebra el cumpleaños de
algún personaje casi nunca suele cantarse la canción que nos sabemos
todos.
Las fiestas de cumpleaños en la ficción pueden cumplir todos los
tópicos necesarios en forma de gorros, regalos o tartas con velas, pero
nadie parece conocer la tradición del Cumpleaños feliz y siempre se acaban cantando extrañas variaciones o canciones de felicitación ad
hoc nunca antes escuchadas y sólo conocidas por los personajes del
filme o serie en cuestión. ¿Se trata de una convención narrativa por la
cual la gente del cine de ficción vive en un mundo donde no existe Cumpleaños feliz, igual
que los personajes de las películas de terror nunca han visto una
película de terror? En realidad, existe una explicación más fácil y
directa: es muy caro cantar Cumpleaños feliz en una
película. Así que la mayoría de las veces sale mucho más barato buscar
una alternativa resultona y tachar un gasto superfluo del presupuesto.
No faltan ejemplos de esta estrategia.
Happy Birthday Alternatives in Film and Television from Free Music Archive on Vimeo.
Porque, pese a que siempre la hayas cantado tan alegremente y
prestándole la misma atención que al respirar, resulta que esa
combinación precisa de notas no pertenece al acervo cultural inmemorial,
sino que es una composición relativamente joven y está bien amarrada
por derechos de autor nada complacientes. Por ejemplo, la documentalista
Jennifer Nelson tuvo que pagar 1.500 dólares (1.187
euros) para poder utilizar la canción en la película que estaba
preparando sobre… la historia de Cumpleaños feliz. Aunque la productora pagó, también llevó el caso a los tribunales el año pasado, como informó The Hollywood Reporter, con
la intención de que la canción pasara a dominio público. No obstante,
el juicio sigue pendiente de resolución y de momento es un gigante como Warner Music quien
ostenta sus derechos de reproducción en obras de difusión pública con
ánimo de lucro, aunque la historia de cómo llegó a conseguirlos sea algo
complicada.
Por un lado está la música, obra de las hermanas Mildred Jane Hill y Patty Smith Hill:
una organista y una profesora infantil de Kentucky que en 1893
publicaron un libro de canciones escolares entre las que se encontraba Good Morning to All,
tonadilla destinada a que los alumnos dieran la bienvenida a la
profesora cada día de clase. El tema caló hondo entre la muchachada y
algunos alumnos empezaron a cantarlo en fiestas de cumpleaños, cambiando
la letra por la sencilla felicitación que conocemos hoy. Por cosas de
la viralidad y la transmisión espontánea de memes —que ya existían antes
de internet—, la canción se propagó y empezó a aparecer identificada
como Cumpleaños feliz en libros de partituras de 1912. No fue hasta los años 30 del siglo XX que Jessica Hill, hermana de las autoras, se dio cuenta de que Good Morning to All podía
dar dinero gracias a su expandido uso como canción de cumpleaños en
felicitaciones postales —el primer telegrama cantado de Western Union— y
musicales de Broadway —As Thousands Cheer, de Irving Berlin—. Aunque su demanda para cobrar beneficios retroactivos no llegó a buen puerto, sí se asoció con la editorial musical Clayton F. Summy Company, que publicó la partitura de Happy Birthday (to You) en 1935 registrando su copyright.
En 1942, Patty y Jessica Hill crearon The Hill Foundation, Inc. con la intención de recuperar todos los derechos de Happy Birthday (to You)/Good Morning to All incluso
de las manos de Clayton F. Summy, pero también sin éxito. Debido a las
sucesivas ampliaciones de la ley de protección de derechos de autor en
EE UU esos derechos no caducarán hasta 2030; en el caso de la Unión
Europea la fecha es 2016, 70 años después de la muerte de Patty Hill, la
última autora superviviente. ¿Pero cómo ha acabado la canción en manos
de una megacorporación como la Warner Music Group? Para
hacer más digerible la ristra de adquisiciones y fusiones del
conglomerado multimedia durante las últimas décadas, diremos que la
Clayton F. Summy Company pasó a formar parte de la firma de educación
musical Birchtree, Ltd., que en 1988 fue comprada por Warner. A día de hoy, ellos son los propietarios de los derechos de Cumpleaños feliz, llegando
a embolsarse una cifra estimada en 2 millones de dólares anuales en
licencias de utilización pública —la multa por utilización fraudulenta
puede ascender hasta los 150.000 dólares—.
Así que la próxima vez que escuches Cumpleaños feliz en una película o serie, ten por seguro que sus responsables han pasado por caja. Eso sí, esta complicada situación de copyright deja
la puerta abierta a soluciones creativas, como que los autores decidan
no gastarse el dinero en comprar una canción popular que conoce todo el
mundo sino en un reemplazo. Por ejemplo, Los Simpson se lo pidieron a Michael Jackson; quien, a pesar de todo, tampoco la pudo cantar por obligaciones contractuales. Pero esa es otra historia.
Via:cinemania
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