Por qué en realidad no importa si 'The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro' tiene éxito en taquilla. El dinero para el estudio está en otras partes. Por DANIEL DE PARTEARROYO
Según refleja el mismo texto, el verano de 2013 sólo fue el último escalón de una tendencia que lleva desarrollándose durante los últimos años y no tiene ninguna pinta de cambiar en 2014. La cifra de 18 blockbusters —entendiendo por estos aquellas películas cuya producción supera los 100 millones de dólares de presupuesto— embutidos en unas pocas semanas supuso un aumento del 41% respecto a la media del último decenio. En EE UU fue una temporada en la cual hubo 15 semanas seguidas con al menos un blockbuster de estreno; en cinco de ellas se estrenaron dos. Al parecer, el mercado de espectadores no es capaz de hacer frente a tal saturación de películas-evento empeñadas en vender espectacularidad sin límites y montañas de billetes consumiéndose en una gran pira de explosiones.
En total, los seis grandes estudios de Hollywood se gastaron juntos unos 4.600 millones de dólares en configurar el menú cinematográfico veraniego y terminaron perdiendo 750 millones, un 17% menos de su inversión inicial. No obstante, ese cálculo se basa en una noción que, según explica el mismo estudio, deberíamos tener ya asumido que ha quedado obsoleta: la que decía que para que una película gane dinero debe recaudar su presupuesto más un 38% en cuestión de márketing y promoción. En teoría, a partir de ahí es cuando se podría empezar a hablar de beneficios, pero la realidad es muy distinta. Como indica el siguiente gráfico, aunque el precio de las entradas de cine ha crecido inexorablemente durante los últimos años, el dinero que han tenido que gastar los estudios en proporción por cada una de esas entradas se ha disparado a un ritmo muchísimo mayor.
Es decir, las majors estarían invirtiendo mucho más dinero para ganar menos. Y así pasa, en lo relativo a la exhibición cinematográfica. Pero en el caso de las sagas superheroicas y otras franquicias de éxito, no es que eso importe gran cosa. Es decir, no importa que El hombre de acero no consiguiera compensar en la taquilla norteamericana el dinero invertido en su realización. Incluso dejando a un lado lo recaudado en el resto del planeta, no por eso Warner Bros. iba a dejar de desarrollar los planes de la obligatoria secuela —Batman vs. Superman, todavía sin título oficial—. Lo mismo ocurre este año con dos grandes apuestas en el terreno superheroico, The Amazing Spider-man 2: El poder de Electro y X-Men: Días del futuro pasado. Sony y Fox respectivamente esperan que sean grandes éxitos que abran el camino a la construcción de un universo ramificado y coherente como el de Marvel. Pero, incluso antes de estrenarse, esos filmes ya han cumplido su cometido. Hasta Marvel perdió unos 50 millones de dólares de media por cada película que pavimentó el camino para llegar a Los Vengadores.
¿Quiere eso decir que los estudios están felices tirando su dinero en producir espectáculos pirotécnicos multimillonarios sólo para delinear universos narrativos en los que incrustar futuros taquillazos? Esa es la idea, aunque tiene un error de base: no están tirando ni un céntimo. Todas estas películas dan jugosos beneficios, aunque obviamente no sea a través de la venta de entradas de cine. Según el informe de Ivey Business Review, en 2012 la taquilla representó sólo el 52% de los ingresos de cada película. Un fracaso en taquilla puede formar parte —y lo hace— de una empresa comercial de lo más satisfactoria, porque el dinero está en otra parte. Concretamente, en la "habilitación de una serie de nuevos productos mediáticos que crean una experiencia multimedia continua y cada vez más integrada". No son sólo las ventas previstas en formatos domésticos, streaming y futuras emisiones por televisión, sino las miriadas de licencias de merchandising e infinidad de productos asociados con el universo creativo del filme.
Sólo hay que echarle un vistazo al gráfico que compara las ganancias de las majors —que son pérdidas— con las entradas de cine (línea roja) y las que suman lo obtenido con la llamada explotación secundaria (línea verde), cada vez con más méritos para ser considerada principal.
Es decir, la función principal de The Amazing Spider-Man 2, X-Men: Días del futuro pasado, la nueva versión de Los 4 Fantásticos, los planes de Disney para Star Wars o todas las secuelas de Cars que nos depare el futuro no es tanto vender entradas como mantener la relevancia de sus personajes en el ecosistema cultural, de manera que la venta de los más variados bienes de consumo relacionados con ellos no decaiga. ¿Te planteas qué lugar habrá dado Bryan Singer a Quicksilver en la superpoblada X-Men: Días del futuro pasado? Es una preocupación legítima, pero la verdad es que en Fox eso no importa tanto mientras su inclusión haya propiciado este anuncio de hamburguesas para Carls Jr. Y así con todo.
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