El actor y la actriz han hecho públicos dos escritos expresando su
pesar ante el fallecimiento del director catalán, clave en el
lanzamiento de sus carreras. Por CINEMANÍA
La muerte de Bigas Luna el
pasado sábado a los 67 años ha sido un duro golpe para su familia,
también si la entendemos en el sentido amplio de abarcar a todo el cine
español. La desaparición de un cineasta tan auténtico e intransferible
como Bigas Luna ha sido lamentada por cinéfilos de todo el mundo, así
como también, de un modo muy sentido, por dos actores profesionales que
le deben una gran parte de lo que han sido sus carreras.
Javier Bardem debutó en el cine con
Las edades de Lulú (1990) y después volvería a trabajar con Luna en
Jamón, jamón (1992),
Huevos de oro (1993) y
La teta y la luna (1994). Para
Penélope Cruz Las edades de Lulú también
fue importante: se presentó al cásting siendo una adolescente y fue
rechazada. Pero el cineasta se quedó con ella y dos años después la
llamó para
Jamón, jamón, dándole su primera oportunidad en el cine; volvería a dirigirla en
Volavérunt (1999). El matrimonio de actores ha hecho públicos dos textos diciendo adiós a su
"Papá Bigas" que reproducimos a continuación:
Papá Bigas
No
sé qué decir, ni cómo. Y mucho menos escribirlo. A Bigas le debo una
mujer que amo, dos amigos del alma y una carrera que nunca soñé con
poder tener. ¿Qué puedo a?adir al eterno y profundo agradecimiento que
siento hacia él? Sólo el inmenso cariño que siento hacia una persona que
siempre fue noble, libre, buena, amorosa y ligera… ¡Esa ligereza
emocional de Bigas que tanto envidiabamos muchos! Como hombre
inteligente que fue le recuerdo siempre elegir la sonrisa, el amor y un
buen trozo de jamón antes que el drama y la angustia ante cualquier
conflicto. Qué maravilla ese alma liviana con cuerpo de oso… Qué regalo
esa ironía en positivo siempre, esa ausencia de malicia frente a la
vida... Qué lecciones de ética vital cada vez que te miraba en silencio y
sonriente, invitándote a ser feliz por encima de todas las estúpidas y
prescindibles cosas que lo evitan. Un hombre sabio de verdad en la más
sencilla y simple piel, con el paladar más agradecido a los milagros de
la tierra y el mar.
Todavía
recuerdo mi primera caracolada en Barcelona con él. Tras 2 horas, dos
visitas a la cocina y tres cacerolas a rebosar para los dos saqué mi
bandera blanca mientras el reía y me decía..."aaayyy.. Benito.. Hacen
falta muchos huevos de oro para compartir mi mesa…". Desde entonces a
los caracoles sólo los puedo ver en los cuentos.
Penélope,
Jordi y yo vivimos nuestro primer sueño profesional de su mano. Y nos
cuidó con tanto cariño, respeto, apoyo y criterio que hizo que ninguno
de los tres dudásemos en hacer de ésta nuestra profesion. Nos regaló el
placer de soñar despiertos por primera vez, y nos llenó el corazón de
fé, ilusión y amor por nuestro trabajo. A él le debemos el creer que es
posible vivir tu sue?o y la fuerza, la fé para luchar por él.
Para
mi fue como un padre que me llevó de la mano y al que le debo tantas
cosas… Cosas hermosas, buenas, inteligentes... Como reconocer y degustar
cada sabor que te ofrece la vida por muy amargo que sea para digerir
solo aquello que nos pueda alimentar de verdad, y si es posible con un
buen vino. Mi querido Papá Bigas este plato de hoy me es muy difícil de
tragar, la verdad, no sé cómo hacerlo. Lo mojaré con todo mi amor, mi
respeto, mi admiracion y mi eterno agradecimiento por ti. Y te tendré
siempre dentro de mi, alimentándome.
Te quiero mucho. Te agradezco todo. Para siempre mi Papá Bigas.
Javier Bardem
A lo largo de mi carrera he tenido que hacer muchos castings, pero hubo uno que me cambió la vida.
No
sé muy bien qué hacía yo leyendo “Las edades de Lulu” a los 14 años,
pero el caso es que cuando llegó a mis oídos que habría un casting
abierto, allí me presenté sin avisar a nadie.
De
un cuarto salió un señor con cara de pillo. Se llamaba Bigas Luna, y yo
(a escondidas) ya había visto algunas de sus peliculas. Lo primero que
Bigas me preguntó fue mi edad. Le dije que tenía 17 años y él, siempre
con mucha dulzura y sin hacerme sentir mal, se rió en mi cara y me dijo:
"Bueno, no podrás hacer esta película pero te llamaré para otra cuando
seas más mayor".
Yo
me fui a mi casa pensando que, por supuesto, nunca me llamaría, pero
también contenta por el respeto y cariño con el que este señor con pinta
de osito me había tratado.
La gran sorpresa me la llevé casi 3 años más tarde. El teléfono sonó y recibí una llamada que me hizo creer en los milagros.
Bigas se acordaba de mi y queria verme para su siguiente película. La película que me cambió la vida.
Bigas
era un ser realmente especial. Una de las personas más sabias a la hora
de vivir el presente y disfrutar de las cosas pequeñas de la vida.
Cuando estaba con él sentía que se paraba el tiempo. El convertía todos
los momentos en algo especial, original y casi siempre
inolvidable... Una cena, una conversacion, un día en el rodaje, un
viaje… Su universo era lo más lejano a la mediocridad.
Me
siento muy afortunada de haber pasado tiempo con él y de haber podido
admirar de cerca su talento, su humor, su bondad, su maravillosa cabeza…
Bigas
ha sido alguien muy importante para mi. Siempre le estaré agradecida
por muchas cosas y siempre, siempre estará en mi corazón.
Te quiero, amigo Bigas.
Penélope Cruz
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