Que Daniel Day-Lewis es un crack nadie lo duda, pero, ¿es suficiente para que aguantemos dos horas y media de discurso político sin alma spielbergriana? ¿Se merece Lincoln sus 12 nominaciones al Oscar? Por MARILÓ GARCÍA
1. Un presidente en zapatillas
Daniel Day-Lewis es un pedazo actorazo. Nadie lo pone en duda. Este año lo ha ganado todo interpretando al presidente Lincoln: el Globo de Oro y el BAFTA; los premios del Sindicato de Actores y el National Society; de las críticas de Nueva York, de Washington, de Boston, de Chicago, de Dallas, de Florida, de Kansas, de Las Vegas, de San Diego... Si gana por Lincoln sería su tercer Oscar, tras Mi pie izquierdo y Pozos de ambición, y, si no me equivoco, el primer Oscar que gana un actor interpretando a un presidente. Pasaría a la historia. Pero, ¿su actuación es suficiente para que Lincoln se considere como la mejor película del año? No lo creo. Spielberg muestra a Lincoln como un líder absoluto, un visionario que supo sacar a su país de una de sus mayores crisis, sin embargo, también nos lo dibuja como un marido paciente y un padre con miedo a perder a su hijo en la guerra. Un retrato un tanto sesgado de uno de los personajes más relevantes de la historia americana. Verle en zapatillas choca tanto como los rulos de Tommy Lee Jones.
2. Los rulos de Tommy Lee Jones
De entre todos los premios a los que opta Lincoln destacan las posibilidades de dos secundarios. Por un lado, Sally Field, como Mary Todd, la mujer del presidente, para el que la actriz de Cinco hermanos engordó varios kilos. El sobrepeso de esta veterana actriz no justifica esta nominación (sería su tercer Oscar, el último se lo dieron en 1985, y lograría un pleno: tres de tres, tres Oscar de tres nominaciones). Parece menos discutible la nominación del veterano actor Tommy Lee Jones. Éste sería su segundo Oscar, tras El fugitivo (1994). Interpreta a Thaddeus Stevens y, efectivamente, clava el retrato de este político y orador con gran influencia en la Cámara de Representantes, un radical del partido republicano. Aunque sorprenda así de primeras su físico, con primeros planos de sus enormes ojeras y, especialmente, del pelucón que parece tener vida propia. Sin embargo, Spielberg nos cuela una última escena un tanto naif que a muchos nos ha escamado, una pincelada personal que viene a justificar su talante liberal. Este toque personal de Spielberg está metido con calzador. Porque, por muy Spielberg que seas (ya con War Horse dividió a la crítica) hay detalles como éste que nos hacen preguntarnos: Spielberg, ?sigue siendo el rey Midas?
3. Steven Spielberg, el rey ¿Midas?
Para Lincoln se ha rodeado de su habitual equipo, un equipo que puede ganar premios y arropar la victoria final. La música de John Williams (que lleva sin ganar un Oscar desde 1994 con La lista de Schindler), el montaje de Michael Kahn, el diseño de vestuario de Joanna Johnston, la fotografía de Janusz Kaminski... Spielberg, que acumula en su carrera un total de 15 nominaciones a los Oscar, sin contar su premio Irbing G. Thalberg de 1987, sin embargo, sólo ha ganado la estatuilla como director por La lista de Schinder (1994) y Salvar al soldado Ryan (1999). Sin un Ben Affleck que le haga sombra, Lincoln podría convertirse en su tercer Oscar como director. Otro tema es la película. Antes del argofuckyourself, estaba casi cantado que Spielberg se llevaría su segundo premio. Sorprende que sólo haya ganado mejor película con La lista de Schindler (1994). Pero con Argo, el rey Midas esta vez no lo parece tanto. Veremos si esta edición de los Oscar le vale para algo haber contratado a la mitad de Hollywood. Porque otro de los supuestos puntos en positivo de Lincoln son sus cameos a tutiplén.
4. Cameos a tutiplén: ni que fuera Torrente
Muchos nos hemos aburrido con la árida presentación que nos hace Spielberg sobre el voto más importante en la historia de EE UU: el de la aprobación de una enmienda constitucional para abolir la esclavitud. Es cierto que la poderosa actuación de Daniel Day-Lewis te clava en el asiento y cada vez que sale en pantalla te anima a no bajar la guardia y continuar. Para cuando no está en escena o para cuando comparte secuencias con determinantes diálogos en los que es fácil perderse, Spielberg ha tenido la genial idea torrentiana de contar con un innumerable número de caras conocidas, de cameos inesperados que, en ocasiones, en vez de atrapar nuestra atención provocan el efecto contrario. Estás más atento a por qué te suena determinado actor que a lo que realmente te está contando. David Strathairn, Joseph Gordon-Levitt, el genial James Spader, John Hawkes, Jackie Earle Haley... se unen a Jared Harris, Lee Pace, Michael Stuhlbarg, Julie White... Además, ver a tantas caras conocidas de la televisión te hace imaginarte lo bien que hubiera estado Lincoln como miniserie televisiva, máxime cuando estamos saturados de lincolns.
5. Lincoln hasta en la sopa
La mayoría de la gente tiene en mente una escena: la del asesinato de Lincoln. Por mucho que nos regalen películas y tvmovies eso es lo que perdura en la memoria. El guionista de Munich, Tony Kushner, podría haber partido esas dos horas y media largas en tres episodios para HBO. Spielberg ya tiene mano en series sobre la historia de EE UU y Kushner ya escribió la miniserie Ángeles en América. Sin embargo, nos regalan otra larga película sobre el presidente. Hemos sufrido el Abraham Lincoln: Cazador de vampiros (2012) y nos espera la tvmovie producida por su amigo Tom Hanks. ¿Por qué insistir en este tema, por qué arriesgar tras la dudosa War Horse? Nunca lo sabremos, ni falta que hace. Estamos hartos de Lincoln, y por mucho que nos lo expliquen nunca entenderemos del todo cómo consiguió su gran logro. Y encima, Spielberg, nos deja sin ver cómo fue asesinado el presidente más querido por los americanos. Así, no.
Via:Cinemania
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