Quiero decir, la película de Orson Welles era una película terriblemente autobiográfica y un ataque, osado, a la figura de William Randolph Hearst. Si uno vuelve a ella, más allá del recuento de técnica, comprobará que lo que a Welles le interesa es el poder que emana Kane/Hearst: el peculiar espectáculo de grandeza y entretenimiento que generan sus propios imperios.
La red social de David Fincher y Aaron Sorkin sobre la vida de Mark Zuckerberg y la gestación de Facebook es, probablemente, la película biográfica más relevante (en términos culturales) que ha producido el Hollywood reciente.
Y es toda una mentira épica. En su ensayo "Generación por qué", la escritora Zadie Smith, quien estuvo en Harvard durante el ascenso del verdadero Zuckerberg, describe las diferencias entre la persona real y el personaje con una brillante analogía: la real era romana, práctica y la cinematográfica era griega y trágica.
El verdadero Zuckerberg, a diferencia de muchos otros sujetos biográficos, está vivo. Bien vivo. Y puede seguirse, si uno tiene tiempo y ganas, su vida y obras porque no han hecho más que empezar. Así que cuando uno acude a cualquier entrevista, comprueba decepcionado que el héroe psicopático y fascinante creado por Jesse Eisenberg es tremendamente irreal y nada tienen que ver con el hombre de habla lenta, agradable y de mirada ausente pero nada amenazadora ni feroz que es el Zuckerberg del que tenemos noticia y testimonio.
Y sin embargo la película funciona.
¿Pero por qué? No dudaremos en responder: la tremebunda dirección de Fincher. Los ajustados y veloces diálogos de Sorkin. Bien, bien. Pero hay algo más ¿y qué es ese algo más? ¿Es una historia universal de traición? Al contrario. Es ofrecer una mirada sobre una generación muy particular y sus hábitos.
En la escena inicial, el Zuckerberg ficcional y sus compinches nerdos crean un borrador de la popular red social bajo una excusa misógina. Al mismo tiempo, pues esto sucede tras una ruptura amorosa, un grupo de chicos populares de Fraternidad celebra una dionisíaca y francamente sensual fiesta llena de drogas y besuqueos.
Mitologías
Hay dos tipos de personas en el universo de Zuckerberg: los que están en la fiesta y los que están en los ordenadores Pero también algo más profundo: también hay muchos tipos de misoginia y uno de ellos está tras los ordenadores frente a los anhelos de una liberación sexual que vemos ahora un pelín más incompleta.La base del guión de Sorkin fue un libro de rumores, prosa aforística y llena de pseudotitulares de Ben Mezrich. En varias entrevistas, Kevin Spacey (productor de la película) y Fincher confiesan su intención clara de hacer algo como 'El Graduado' (The Graduate, 1967) cuando rodaban la película.
Parece evidente, pues, que ni el tono ni las intenciones tendían hacia el documentalismo. Sin embargo, en la estrategia hay algo bastante inteligente.: la idea de crear una narrativa popular que nos sirva como reflejo cultural en vez de una rigurosa factualidad - estrategia nada desdeñable, por otra parte.
La película de Mike Nichols, ambientada por las canciones folk suaves de Paul Simon y Art Garfunkel, y el conflicto, a ratos inverosímil, de un Dustin Hoffman frente a Anne Bancroft y Katharine Ross ejemplificaba perfectamente las posibilidades de un tiempo diferente a éste. Eran los años sesenta, y en los Estados Unidos la liberación sexual se hacía más real y verídica. La película, con su sentido del humor sutil y vibrante, funcionaba, al mismo tiempo, como historia de las fantasías masculinas y como muestra de las fragilidades de la misma condición romántica en un tiempo cambiante.
Fincher usa los ritmos electrónicos de Atticus Ross y Trent Reznor (con la excepción final de los Beatles) y sus hombres tienen también severos problemas con su condición masculina.: su Zuckerberg admira, pero no termina de comprender, al cofundador de Napster Sean Parker, quien tiene un descaro para la fiesta y la diversión ajenos a él. La elección de Justin Timberlake para interpretarlo es totalmente intencional.
El compañero de generación de Zuckerberg, Eduardo Saverin, interpretado por Andrew Garfield, no por menos maniático es menos inepto: resulta un acierto del guionista Sorkin democratizar la torpeza con las mujeres de sus dos héroes.
Parece evidente, pues, que Hollywood es más hábil con un relato mítico que con el verídico.
Pero entonces ¿cuál sería la diferencia entre La Red Social y los biopics cursis de los que hablamos al principio? ¿Son solamente distintos por mi preferencia de uno sobre otros o por una calidad evidente de uno sobre otros? ¿No hay otras razones?
Via:blog de cine
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