Fotos cedidas por Thagson Digital Media
En el mundo del séptimo arte, un guión puede llevar a
la gloria o suponer un auténtico fracaso para una película. Lo
confirman directores, críticos de cine y una de las máximas que rigen
dicho universo, aquella que sentencia que un buen guión no garantiza un
buen filme pero es imposible rodar una buena cinta con un libreto
desafortunado.
Esta norma suele estar grabada a fuego en la mente de
los guionistas de cualquier género. Incluso para los escritores de esas
obras que, a pesar de su gran número de espectadores, gozan de una mala
reputación. Nos referimos, claro está, al cine X.
Según los últimos datos de comScore,
España es el sexto país que más porno consume en internet, en parte
gracias a que, desde hace un tiempo, navegar por páginas de
entretenimiento adulto no tiene por qué implicar coste alguno. Hay
multitud de vídeos gratuitos.
Que veamos porno en internet sin pagar ni un euro ha repercutido de forma notable en la industria, que ha respondido ofreciendo a los espectadores películas con algo más de calidad. Un porno alternativo, como lo llama Sandra Torres, productora ejecutiva en la compañía catalana Thagson Digital Media. “Películas con mucho argumento, con unas historias que tienen algo de sentido y con una imagen muy cuidada”.
Según Torres, la mayor parte de las películas que
encontramos en internet se corresponden con lo que el sector llama
películas gonzo, aquellas en donde lo importante es el sexo. A
diferencia del porno alternativo y del resto de cintas, lo fundamental
es resaltar en el guión las escenas sexuales que se van a ver. Los
diálogos se dejan a un lado.
Por el contrario, la nueva ola de películas que nacen con mejor factura para combatir la piratería tienen “un diálogo, un guion, un timeline, tienen las entradas y salidas de cada uno de los actores… lo tienen todo”. Historias sexuales con inicio, nudo y desenlace, que a diferencia de lo que podríamos pensar cuentan con un guión sólido.
En el caso de Thagson, los libretos suelen
elaborarlos actores y actrices que se sumergen en el mundo de la
creación. Una vez que han creado la historia, los directores la envían a
la productora, que se encarga de revisarla y adecuarla al público al
que irá destinada. Como nos explica Torres, se ocupan de dar un poco más
de picante a aquel tipo de escenas que saben que gusta al público.
“Normalmente, este tipo de películas tienen
dos o tres historias que se entrelazan y hay por lo menos cuatro, cinco o
seis personajes que tienen distintas historias de sexo”, señala Torres. “Hay gente a la que le gusta este tipo de sexo alternativo, y que haya una historia es más importante a lo mejor que el sexo en sí”.
Para una película porno, el guión suele tener menos
páginas que en el resto de géneros —Torres señala que en torno a un 10%
menos—, pero resulta más complicado de producir que las escenas gonzo, donde basta con colocar una cámara y un foco en el set de rodaje.
“Evidentemente, el desarrollo de los diálogos
es mucho más corto. Tiene una puesta en escena mucho más corta que una
película convencional porque si no sería mucho más costosa”.
Hay que tener en cuenta que, habitualmente, estas películas no obtienen
tantos beneficios como el resto de filmes porque no pueden promocionarse
de la misma forma que el cine tradicional.
Y a pesar de todo, son películas en las que también
se piensa en la historia que se quiere transmitir. De ahí que la
productora busque guiones con historias creíbles y que transcurran de
una manera natural, con personajes en los que se puedan ver reflejados
los propios espectadores. Sin olvidar, por supuesto, el sexo. Un
sexo bien planteado, que se origina y se desarrolle con naturalidad.
Como la vida misma, vamos
Via:cinemania
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