Ahora que J. K. Rowling admite que Harry Potter y Hermione deberían haberse casado, nosotros recordamos otras relaciones que lo tenían todo para ser perfectas pero nunca llegaron a cuajar. Por YAGO GARCÍA
Nosotros sabemos que Ron y Hermione fueron una pareja muy querida por muchos seguidores potterianos. Y también que Rowling desafió las expectativas de muchos fans al resolver las subtramas amorosas de esa manera, algo que siempre viene bien. Pero sus declaraciones nos hacen ponernos tiernos al recordar ese beso que se intuía (sin llevarse a cabo, por desgracia para nosotros y Daniel Radcliffe) en la primera entrega de Las reliquias de la Muerte. Nostalgias aparte, lo cierto es que el cine rebosa de personajes que hubiesen formado parejas perfectas, pero que por avatares del destino (o porque los guionistas estaban a otras cosas) nunca llegaron a cuajar. Aquí te ofrecemos 10 ejemplos selectos.
Woody y Bo
Nos quedamos con las ganas en... La trilogía Toy Story (1995-2010)
Hacendosa y dulce, pero también decidida y hábil con el cayado: esta pastorcita de porcelana (que sepamos, la palabra "Lladró" no aparece en ningún punto de su anatomía) era la pareja perfecta para el sheriff más intrépido del cuarto de Andy. Y, según nos dieron a entender los chicos de Pixar en las dos primeras entregas, su pasión era correspondida, por más que ella necesitara pillar desprevenido a ese cowboy tan tímido a fin de disfrutar de un morreo. De ahí que nos enfadásemos mucho cuando, a la altura de Toy Story 3, descubrimos que su destino había sido el mercadillo, y más aún al ver cómo Buzz Lightyear y Jessie acababan la trilogía bailando flamenco. Desde luego, no había derecho.
Andie (Molly Ringwald y Duckie (John Cryer)
Nos quedamos con las ganas en... La chica de rosa (Howard Deutch, 1986)
Hace dos años, Molly Ringwald provocó un supino enfado en los admiradores del cine adolescente y ochentero. Según la actriz pelirroja, ese entrañable freak que tonteaba con la heroína de La chica de rosa era en realidad un chico gay en el armario, con lo cual resultaba de lo más natural que la chica de marras acabase liada con el muy pijo Andrew McCarthy. Algo que no cuela por dos razones: la primera, que el vivaz y excéntrico Duckie (representante, según John Cryer, "de todos los pringaos con pluma que en realidad son heterosexuales") siempre nos caerá mejor que ese veleta con melenita y chaqueta de hombreras. Y la segunda, que él ayudaba a Andie a conquistar a su galán de clase alta pese a estar obviamente colado por ella, un signo de amor verdadero donde los haya. Además, es de dominio público que La chica de rosa se estrenó con esa conclusión (distinto del original) debido a una combinación del veredicto de los preestrenos con las presiones de la propia Ringwald: natural que John Hughes, guionista y productor del filme, la mandase a hacer puñetas en aquel momento.
Elizabeth (Keira Knightley) y Jack Sparrow (Jonny Depp)
Nos quedamos con las ganas en... La primera trilogía Piratas del Caribe (2003-2007)
Sí, sabemos que lo de la hija del gobernador y Will Turner (Orlando Bloom) fue amor a primera vista (o a primer ahogamiento, más bien). Pero contéstanos sinceramente: ¿nunca sentiste las más mínimas ganas de ver a Elizabeth cediendo ante Sparrow y su caída de ojos? Nosotros, la verdad, sí. Junto al bucanero más desvergonzado de los siete mares, la señorita Swann hubiera podido dar rienda suelta a esa tremebunda capitana que lleva dentro, librándose además de los (muy románticos, es cierto) años de espera entre escala y escala del Holandés Errante. Da igual lo que decidiesen los guionistas Ted Elliott y Terry Rossio: aquí tenemos claro a quiénes debería haber casado Geoffrey Rush durante aquella batalla en la cubierta de la Perla Negra.
Ripley (Sigurney Weaver) y Hicks (Michael Biehn)
Nos quedamos con las ganas en... Aliens, el regreso (James Cameron, 1986)
Aquí no estamos especulando ni haciendo cábalas: en un raro momento de romanticismo, Cameron creó a este rudo cabo de los marines coloniales para ser la pareja de la ex primer oficial del Nostromo. Y la verdad es que el chico lo tenía todo para el puesto: matar xenomorfos se le daba estupendamente, era más bruto que un arao (igual que la propia Ripley) y su combinación de dureza, ternura y facilidad para salirse de las normas le hubiese convertido en un estupendo papá adoptivo para la pequeña Newt. Pero los demonios de Hollywood hicieron de las suyas, de modo que Alien 3 (1992) cortó la intuida relación por las bravas. Ahora bien: recordemos que, a decir de buena parte del fandom, Alien Resurrección (1997) ofrecía a Ripley una media naranja con los rasgos de la robota Winona Ryder. Siendo Joss Whedon quien firmaba el guión, la verdad es que nos lo creemos.
Aldo Raine (Brad Pitt) y Shosanna (Mélanie Laurent)
Nos quedamos con las ganas en... Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009)
Tal vez estemos tensando la cuerda en exceso, porque el soldado coleccionista de cabelleras (nazis) jamás llegaba a conocer a la proyeccionista judía y vengadora. Pero, si el amigo Quentin se permitió la libertad de mostrarnos a un Hitler tiroteado, nosotros no vamos a ser menos. Por más que el personaje de Pitt pareciese menos interesado en el romance que en grabar esvásticas a punta de machete, mientras la chica malgastaba sus afectos en el soldado alemán de Daniel Brühl, la idea de un feliz matrimonio dedicado a masacrar criminales de guerra mediante métodos crueles a la par que estéticos resulta demasiado tentadora. Al menos, más que esos fanfictions que insisten en emparejar a Aldo Raine con su compañero Donny 'Oso Judío' Horowitz (Eli Roth) y su bate de béisbol. Señalemos que el comentario de Roth al descubrir esto último fue: "Por mí, genial, siempre que el Oso se ponga encima".
Viuda Negra (Scarlett Johansson) y Ojo de Halcón (Jeremy Renner)
Nos quedamos con las ganas en... Los Vengadores (Joss Whedon, 2012)
En los cómics, su medio de origen, la espía y el arquero tuvieron una interesante relación, la cual comenzó cuando ambos eran villanos y se prolongó a través de dimes, diretes y batallas épicas hasta que ella optó por darle achares a Daredevil y él, tras pillarse un rebote de esos que dan mucha vergüenza ajena, acabó matrimoniando con Pájaro Burlón. En la película, en cambio, la cosa acabó resultando muy diferente, y también algo frustrante: que si a mí me da mucha penita que Loki te haya lavado el cerebro, que si yo te confieso mis neuras en la enfermería del Helitransporte, que si cuando llega el momento de comernos un kebab tras la batalla final se nos ve muy arrimados... Pero, lo que es entrar en materia, nada de nada. Y eso que ambos son lo bastante compatibles como para formar una pareja perfecta. Ay, Joss Whedon, cuánto te gusta tenernos en ascuas.
Sarah (Jennifer Connelly) y Jareth (David Bowie)
Nos quedamos con las ganas en... Dentro del laberinto (Jim Henson, 1986)
Sabemos que tú eres una quinceañera y él una criatura milenaria (encarnada, además, por un señor que entonces contaba 39 años). También somos conscientes de que eso de raptar a tu hermano y llevárselo a una dimensión paralela no estuvo demasiado bien, por más que eso te llevase a vivir una aventura inolvidable. Y es de ley admitir que ese vestuario, y ese peinado con sobredosis de laca, resultan todavía más ochenteros que sus canciones, si ello fuera posible. Pero no lo niegues, Sarah: cuando David Bowie te dice "Témeme, ámame, y seré tu esclavo" con cara de cachorrito, soltar ese "¡No tienes poder sobre mi!" que tan épico queda en la pantalla debe resultar muy, muy difícil. En fin, tú te lo pierdes...
Thelma (Geena Davis) y Louise (Susan Sarandon)
Nos quedamos con las ganas en... Thelma & Louise (Ridley Scott, 1991)
Aun a riesgo de soltar una tremenda barbaridad, señalemos que aquí a Ridley Scott y a la guionista Callie Kouri les faltaron redaños. Porque eso de involucrar a sus dos heroínas en un road trip rumbo a la emancipación, culminado con una decisión tan fatalista como romántica, sin hacerlas pasar a mayores tuvo mucho delito. Ni Thelma ni Louise parecen disfrutar especialmente de sus contactos íntimos con los señores (antes de que nadie mencione a Brad Pitt, recordemos que las mujeres bisexuales también existen) y está clarísimo que se entienden entre ellas mejor que muchas parejas hetero. Así pues, ¿tan difícil era hacer que se confesasen su amor antes de precipitarse por el Cañón de Colorado?
Raleigh (Charlie Hunnam) y Mako (Rinko Kikuchi)
Nos quedamos con las ganas en... Pacific Rim (Guillermo Del Toro, 2013)
Al igual que en el ejemplo anterior, aquí apelamos a la benevolencia de los lectores: cuando surgió el debate sobre si el duelo entre monstruos gigantes y robots gigantes era o no machista, uno de los argumentos empleados por sus defensoras fue que la ausencia de un romance claro libraba a Mako Mori de convertirse en un mero sostén romántico para el protagonista. Aun así, nosotros tuvimos que esforzarnos mucho para no gritar lo de "¡Que se besen, que se besen!" cuando vimos a la pareja compartiendo ese (casto) abrazo sobre una lancha en el océano.
Ilsa (Ingrid Bergman) y Rick (Humphrey Bogart)
Nos quedamos con las ganas en... Casablanca (Michael Curtiz, 1942)
El ejemplo definitivo, la más acabada muestra de 'no-pareja' de la historia del cine, se encuentra en este clásico. Porque, si bien es verdad que Rick e Ilsa ya habían pasado a mayores con anterioridad (¿de dónde te crees que viene aquello de "Siempre nos quedará París"?) también lo es que su romance frustrado sigue poniéndonos los ojos húmedos pese a los años. Recuperar a las chica de tus sueños sólo para renunciar a ella en favor de ese pan sin sal que tiene por marido (Paul Henried) es un trago muy amargo, por mucho que el nazi Conrad Veidt esté por fin criando malvas y que Claude Rains (comisario francés, corrupto y entrañable) anuncie el comienzo de una hermosa amistad. Y, pese a todo ello, por aquí nos alegramos de que esa secuela con la que Hollywood nos amenaza de cuando en cuando nunca haya llegado a rodarse.
Via:cinemania
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