Uno de los grandes clásicos de cualquier festival son los maratones,
indispensable acudir al menos a uno, y hasta el final, si se quiere
mirar a los ojos de los demás cuando se habla de que se ha estado
en donde se ha estado. Lo malo es que suelen coincidir con la noche. O
lo que es lo mismo, se trata de convalidar horas de sueño, con los
posibles efectos secundarios que eso puede causar. Lo bueno es que, por
lo general, te lo pasas bien, ya sea con o de las películas.
Técnicamente anoche, o técnicamente hoy, no había que dejar pasar la oportunidad de ir a uno de ellos ahora que aún vamos sobrados de fuerzas. La cosa prometía, el resultado no tanto, si bien el milagro de la compañía siempre es un buen aliado de cualquier cinta que no se tome en serio. Y desde luego las tres integrantes del maratón La Noche + Freak no es que se tomen muy en serio… por más que sus resultados disten mucho de ser tomados en serio.
En primer lugar 'Mis peores amigos: Promedio rojo el regreso ', nueva película del chileno Nicolás López que allí estaba para dar la cara. Sin querer dejar de quererlo, el hombre se cascó un monólogo de lo más divertido... que a la postre fue lo mejor de la función: Una comedia prefabricada sin alma ni chispa que se salva, si acaso, por algún guiño freak a la cultura norteamericana o a la presencia del menudo actor español Javier Aller. Parece más una excusa para llevar el product placement a un nivel superior, al de la película-anuncio, y porque me pagan. O porque me pagan.
A continuación la simpática 'Bad Milo', una especie de 'Basket Case' indie americano que se queda en eso mismo, en un producto simpático e inofensivo propicio para ver acompañado... y ya. Mejor sin embargo que la cinta que cerraba el trío, otra comedia fantástica, 'Hell Baby', una tontería a la que por desgracia se le ve el plumero demasiado pronto. Como viene a ocurrir con sagas tan reiterativas como las de 'Scary Movie' al espectador se le pide mucha paciencia para tan pocos chistes realmente acertados, inspirados o graciosos, cualquier término nos vale.
Una ducha, y en marcha otra vez como si la noche hubiera sino un plácido sueño. Café, coca-cola o Red Bull, lo que prefieran, y entramos a la que se supone es la primera del día, en realidad, de nombre 'Magic, Magic', una especie de exploración de la locura que deja al espectador, literalmente, en fuera de juego. Su primera hora resulta de lo más fluida e intrigante, la cual parece no ir a ningún sitio pero que sutilmente nos va introduciendo en un raro, pero malsano y cautivador juego de percepciones. Su último tercio, cuando se quita el cinturón de seguridad, la narración se vuelve tan loca como la protagonista ofreciéndonos un último aliento de indiferencia, lo que lastra considerablemente un filme de buenas maneras.
Y no nos movemos de Chile, a donde se ha ido Eli Roth ha filmar el que tan sólo su cuarto filme, 'The Green Inferno', uno de los títulos más esperados que ha sido recibido con un Auditorio lleno hasta la bandera. Efectivamente, más que actualizar Roth se dedica a reeditar el modelo impuesto en su momento por 'Holocausto caníbal'... aunque ni se trata de un filme brillante ni tan bestia como se podía esperar. Roth, cuyo nombre se encuentra muy por encima de lo demostrado hasta el momento, ofrece una producción convincente, salpicada de detalles de humor y que nunca deja de resultar entretenida, pero no pasa de ser una distracción simpática a la que le falta intensidad y, sobre todo, poner algo más de carne en el asador. Una producción que a pesar de tres o cuatro momentos de una violencia se diría contenida, quién sabe si para facilitar su estreno en cines como el producto mainstream que aspira a ser.
A continuación 'The Jungle', un más que correcto filme "found footage"... algo que hay que coger con pinzas tras el abuso vivido por un formato al que, en este caso, no se le aporta nada. Sesenta minutos de supuesta tensión para que luego, marca de la casa, cuando llega la acción no se vea nada. ¿Recurso de pobres o de torpes? Al final esperas simplemente a que pase lo que tiene que pasar. Abucheada, que ya es raro, por más que su fallo es reincidir punto por punto en las claves de un formato necesitado, esperemos, de Ti West...
La tarde nos depara además un doble encuentro con Johnnie To, un buen amigo de Sitges y sus gentes (y con razón). Primero 'Blind Detective', un curioso híbrido entre el thriller y la comedia romántica programada -a mala leche- por la organización a la hora de comer, con un Andy Lau haciendo de un detective ciego que está continuamente... comiendo. Algo desquiciada y grotesca, pero divertida y efectiva, una mezcla imperfecta y a veces desconcertante que se deja querer por acoso antes que porque funcione, y en donde pesan más sus aciertos que sus desaciertos (como su excesiva duración).
La segunda cita con To se llama 'Drug War', y esta sí es una cita ineludible. En una palabra, IMPRESCINDIBLE. La primera gran película de esta edición de Sitges en donde nos encontramos 105 minutazos de PURO CINE. Un excelente thriller marca de la casa en constante tensión, rodado con mucho nervio y con un final sencillamente BRUTAL. Peliculón con todas las de la ley que se ha ganado una más que merecida ovación.
Entre medias de ambas Terry Gilliam y su 'The Zero Theorem', una ambiciosa producción en pos del ''sentido de la vida'' a la altura del inconsistente genio de Gilliam quién, como suele ser habitual, se queda en ese punto intermedio idóneo para sembrar la discordia entre sus fans y sus detractores. Un filme interesante, no cabe duda, y de lo mejor que ha filmado el ex-Monty Python en años, pero tremendamente irregular, arrítmico y confuso, de un barroquismo excelso formado por ideas en vez de argumento capaz de desquiciar a cualquiera... pero que, resumiendo, viene a ser lo que cabe esperar, tanto para bien como para mal, del bueno de Gilliam. Quien avisa no es traidor.
La noche cae sobre nosotros, y se torna en amenaza, de nombre 'Antisocial', esperpéntica advertencia sobre los peligros de las redes sociales -suponemos- que cae de lleno en lo demencial. El tipo de película que de tan mala te lo pasas teta riéndote de ella; mejor, con una gran mayoría del cine riéndose de ella. El tramo final es de un sinsentido tan arrollador que merece la pena recordar una caca tan (involuntariamente) divertida.
Como broche de plata a una segunda jornada tan intensa, que ya va siendo hora, Sion Sono acude a nuestro rescate con 'Why Don't You Play in Hell?', delirante propuesta que no por casualidad ya ganó el Premio del Público a la Mejor película de medianoche en el último Toronto. Un delirio alocado, violento y decididamente trash muy, muy divertido que mezcla sin ton ni son diferentes géneros y elementos, sin prejuicios, y altamente recomendable para un público que predispuesto a ello se verá muy recompensado.
Técnicamente anoche, o técnicamente hoy, no había que dejar pasar la oportunidad de ir a uno de ellos ahora que aún vamos sobrados de fuerzas. La cosa prometía, el resultado no tanto, si bien el milagro de la compañía siempre es un buen aliado de cualquier cinta que no se tome en serio. Y desde luego las tres integrantes del maratón La Noche + Freak no es que se tomen muy en serio… por más que sus resultados disten mucho de ser tomados en serio.
En primer lugar 'Mis peores amigos: Promedio rojo el regreso ', nueva película del chileno Nicolás López que allí estaba para dar la cara. Sin querer dejar de quererlo, el hombre se cascó un monólogo de lo más divertido... que a la postre fue lo mejor de la función: Una comedia prefabricada sin alma ni chispa que se salva, si acaso, por algún guiño freak a la cultura norteamericana o a la presencia del menudo actor español Javier Aller. Parece más una excusa para llevar el product placement a un nivel superior, al de la película-anuncio, y porque me pagan. O porque me pagan.
A continuación la simpática 'Bad Milo', una especie de 'Basket Case' indie americano que se queda en eso mismo, en un producto simpático e inofensivo propicio para ver acompañado... y ya. Mejor sin embargo que la cinta que cerraba el trío, otra comedia fantástica, 'Hell Baby', una tontería a la que por desgracia se le ve el plumero demasiado pronto. Como viene a ocurrir con sagas tan reiterativas como las de 'Scary Movie' al espectador se le pide mucha paciencia para tan pocos chistes realmente acertados, inspirados o graciosos, cualquier término nos vale.
Una ducha, y en marcha otra vez como si la noche hubiera sino un plácido sueño. Café, coca-cola o Red Bull, lo que prefieran, y entramos a la que se supone es la primera del día, en realidad, de nombre 'Magic, Magic', una especie de exploración de la locura que deja al espectador, literalmente, en fuera de juego. Su primera hora resulta de lo más fluida e intrigante, la cual parece no ir a ningún sitio pero que sutilmente nos va introduciendo en un raro, pero malsano y cautivador juego de percepciones. Su último tercio, cuando se quita el cinturón de seguridad, la narración se vuelve tan loca como la protagonista ofreciéndonos un último aliento de indiferencia, lo que lastra considerablemente un filme de buenas maneras.
Y no nos movemos de Chile, a donde se ha ido Eli Roth ha filmar el que tan sólo su cuarto filme, 'The Green Inferno', uno de los títulos más esperados que ha sido recibido con un Auditorio lleno hasta la bandera. Efectivamente, más que actualizar Roth se dedica a reeditar el modelo impuesto en su momento por 'Holocausto caníbal'... aunque ni se trata de un filme brillante ni tan bestia como se podía esperar. Roth, cuyo nombre se encuentra muy por encima de lo demostrado hasta el momento, ofrece una producción convincente, salpicada de detalles de humor y que nunca deja de resultar entretenida, pero no pasa de ser una distracción simpática a la que le falta intensidad y, sobre todo, poner algo más de carne en el asador. Una producción que a pesar de tres o cuatro momentos de una violencia se diría contenida, quién sabe si para facilitar su estreno en cines como el producto mainstream que aspira a ser.
A continuación 'The Jungle', un más que correcto filme "found footage"... algo que hay que coger con pinzas tras el abuso vivido por un formato al que, en este caso, no se le aporta nada. Sesenta minutos de supuesta tensión para que luego, marca de la casa, cuando llega la acción no se vea nada. ¿Recurso de pobres o de torpes? Al final esperas simplemente a que pase lo que tiene que pasar. Abucheada, que ya es raro, por más que su fallo es reincidir punto por punto en las claves de un formato necesitado, esperemos, de Ti West...
La tarde nos depara además un doble encuentro con Johnnie To, un buen amigo de Sitges y sus gentes (y con razón). Primero 'Blind Detective', un curioso híbrido entre el thriller y la comedia romántica programada -a mala leche- por la organización a la hora de comer, con un Andy Lau haciendo de un detective ciego que está continuamente... comiendo. Algo desquiciada y grotesca, pero divertida y efectiva, una mezcla imperfecta y a veces desconcertante que se deja querer por acoso antes que porque funcione, y en donde pesan más sus aciertos que sus desaciertos (como su excesiva duración).
La segunda cita con To se llama 'Drug War', y esta sí es una cita ineludible. En una palabra, IMPRESCINDIBLE. La primera gran película de esta edición de Sitges en donde nos encontramos 105 minutazos de PURO CINE. Un excelente thriller marca de la casa en constante tensión, rodado con mucho nervio y con un final sencillamente BRUTAL. Peliculón con todas las de la ley que se ha ganado una más que merecida ovación.
Entre medias de ambas Terry Gilliam y su 'The Zero Theorem', una ambiciosa producción en pos del ''sentido de la vida'' a la altura del inconsistente genio de Gilliam quién, como suele ser habitual, se queda en ese punto intermedio idóneo para sembrar la discordia entre sus fans y sus detractores. Un filme interesante, no cabe duda, y de lo mejor que ha filmado el ex-Monty Python en años, pero tremendamente irregular, arrítmico y confuso, de un barroquismo excelso formado por ideas en vez de argumento capaz de desquiciar a cualquiera... pero que, resumiendo, viene a ser lo que cabe esperar, tanto para bien como para mal, del bueno de Gilliam. Quien avisa no es traidor.
La noche cae sobre nosotros, y se torna en amenaza, de nombre 'Antisocial', esperpéntica advertencia sobre los peligros de las redes sociales -suponemos- que cae de lleno en lo demencial. El tipo de película que de tan mala te lo pasas teta riéndote de ella; mejor, con una gran mayoría del cine riéndose de ella. El tramo final es de un sinsentido tan arrollador que merece la pena recordar una caca tan (involuntariamente) divertida.
Como broche de plata a una segunda jornada tan intensa, que ya va siendo hora, Sion Sono acude a nuestro rescate con 'Why Don't You Play in Hell?', delirante propuesta que no por casualidad ya ganó el Premio del Público a la Mejor película de medianoche en el último Toronto. Un delirio alocado, violento y decididamente trash muy, muy divertido que mezcla sin ton ni son diferentes géneros y elementos, sin prejuicios, y altamente recomendable para un público que predispuesto a ello se verá muy recompensado.
Via:el septimo arte
No hay comentarios:
Publicar un comentario