Todas estas películas han pasado a los anales del celuloide, y todas ellas fueron rodadas con menos de lo que necesitas para comprarte una casa. Por CINEMANÍA
Pink Flamingos (1972)
Presupuesto: 40.000 euros (ajustados)
Trabajar los días de semana, y rodar sin descanso en sábado y en domingo: esa fue la receta empleada por John Waters y sus colegas a fin de sacar adelante esta película. El contenido escatológico de Pink Flamingos puede llevar a tomarla como una anécdota, pero aun hoy impresiona saber que el presupuesto de Waters no le permitía repetir tomas (lo cual incluye, sí, esa de Divine, el caniche y las cacas), y que, cuando se les acabó la pasta, el equipo se vio obligado a robar material de rodaje. Con los años y las polémicas, esta cinta tan guarra y tan salvaje se convirtió en un éxito underground, sentando las bases de una de las carreras más gamberras del cine.
Garganta profunda (1972)
Presupuesto: 102.182 euros (ajustados)
En comparación con otros títulos de este informe, el filme de Gerard Damiano parece una superproducción. Un poco sui generis, eso sí, porque estamos hablando de una película porno. El impacto de Garganta profunda sobre la cultura popular de EE UU, y del mundo entero si nos apuras, resulta inconcebible en estos días de descargas en internet y parodias jadeantes, pero hay que señalar que la cinta se exhibió en cines convencionales, contando entre sus fans confesos con Truman Capote, Brian De Palma y Jack Nicholson, entre otros. La historia del filme, no obstante, tiene poco de heroica: el productor 'Butchie' Peraino estaba emparentado con la familia mafiosa de los Colombo, que usó la recaudación como un medio para blanquear dinero, mientras que la protagonista Linda Lovelace afirmó años más tarde que había actuado obligada por su marido.
Cabeza borradora (1977)
Presupuesto: 56.400 euros (ajustados)
Si John Waters (que es un bala perdida, y a mucha honra) recurrió al latrocinio para financiar Pink Flamingos, David Lynch también empleó medios poco ortodoxos para sacar adelante esta marcianada en blanco y negro. Sólo que, poco dado a las ilegalidades, el genio de Montana tardó cinco años en rodar Cabeza borradora, apoyándose en trabajos como repartidor de periódicos, asumiendo todas las tareas que le fue posible en la producción (desde la dirección a los efectos especiales) y durmiendo en el plató, algo que le provocaba pesadillas que, fiel a su costumbre, Lynch incluía puntualmente en su libreto. Añadamos a eso los esfuerzos de colegas como Terrence Malick por buscarle un mecenas, sin éxito. La noche de su estreno, Cabeza borradora se proyectó ante un público de 25 espectadores.
La noche de Halloween (1978)
Presupuesto: 851.732 euros (ajustados)
¿En qué se fue la cantidad, casi un millón de dólares de la época, empleada por John Carpenter para esta película? Pues muy sencillo: en comprar un par de cámaras Panavision, a fin de que el producto no le quedase demasiado cutre. Bueno, y también en pagar el sueldo de Donald Pleasance, el único actor de cierto renombre que sale en el reparto: Jamie Lee Curtis, futura estrella, se fue a casa con unos magros 21.000 euros en el bolsillo. Lo cual resulta muy escaso, máxime si consideramos que sus desvelos huyendo del psicópata Michael Myers no sólo inauguraron el género slasher de películas de terror, sino que fueron la médula de la película independiente más rentable de los 70.
Mad Max (1979)
Presupuesto: 917.437 euros (ajustados)
Muchas películas clásicas han partido de coincidencias afortunadas, pero el caso de esta barrabasada australiana bate todos los récords. Para empezar, su director George Miller no tenía formación como cineasta, sino como médico: la idea para el filme se le ocurrió atendiendo a víctimas de accidentes de tráfico en un hospital de Melbourne. Para seguir, su escaso presupuesto le obligó a recurrir a moteros de verdad para los papeles de villanos, lo que redundó en una mayor autenticidad. Y, finalmente, un jovenzuelo llamado Mel Gibson se presentó al casting con la nariz rota y un labio partido (la noche anterior se había batido el cobre en una pelea de bar), lo cual persuadió a los productores de que estaba lo bastante loco como para rodar las escenas de acción sin especialistas. Tal vez por todo ello, Mad Max ostentó durante 20 años el récord Guinness como película más rentable de la historia.
Slacker (1990)
Presupuesto: 30.000 euros (ajustados)
Aunque su nombre no es excesivamente popular, Slacker ha quedado como un triunfo en muchos aspectos. Además de haber recaudado 1.300.000 euros en EE UU durante sus primeros meses en cartelera, este filme armado con medios casi artesanales ganó el Premio Especial del Jurado en Sundance, y se convirtió en heraldo del cine indie y enrollado, abriendo el camino para los futuros éxitos de Reservoir Dogs y Clerks. ¿Cómo se llamaba su director? Pues Richard Linklater: exacto, el mismo Linklater de Antes del amanecer y Escuela de rock. Ay, si todos los cineastas fueran así de coherentes al hacerse famosos...
Clerks (1994)
Presupuesto: 31.775 euros (ajustados)
Otra presencia fija en la lista de filmes más rentables de la historia, Clerks no sólo ha pasado a la leyenda por sus buenos resultados financieros y por la calidad de su guión. También son carne de anecdotario los sinsabores que el gordo de Nueva Jersey tuvo que pasar para sacarla adelante, desde vender su colección de cómics hasta rodar de estrangis (y por las noches) en la tienda donde trabajaba. Es sabido que la perseverancia de Smith tuvo su recompensa: el filme se convirtió en un éxito por sorpresa y le permitió encumbrarse como una de las revelaciones de los 90. Ahora bien: de también hemos de culparla por desastres como ¡Vaya par de polis! y, sobre todo, de Clerks II.
El proyecto de la bruja de Blair (1999)
Presupuesto: 25.700 euros (ajustados)
Con el cambio de siglo, llegó la revolución. O, lo que es lo mismo, la película más rentable de la historia hasta la fecha, con 191 millones de euros de recaudación, que dio carta de naturaleza al found footage (la técnica usada por [REC] y Project X, entre otras) en el reino de los blockbusters. Con el paso de los años, la calidad de El proyecto de la bruja de Blair ha pasado a ser algo cuestionable, y su éxito aparece más como fruto de una buena combinación de 'boca oreja' y marketing viral que del talento. Aun así, cualquiera les hubiese dicho a Daniel Myrick y Eduardo Sánchez que ese filme que pensaban vender como un producto para TV acabaría cambiando la historia.
Napoleon Dynamite (2004)
Presupuesto: 363.000 euros (ajustados)
Los hermanos (y mormones) Jerusha y Jared Hess no sólo nos demostraron con este filme que una película de éxito puede contar con un protagonista feo como un pecado. También probaron las ventajas que tiene la tecnología moderna para los cineastas emprendedores: el tándem rodó varias escenas en el sótano de su casa, montó el producto usando un ordenador portátil y se las apañaron para que el rodaje durase sólo 22 días, durante los cuales el actor principal Jon Heder cobró sólo 700 euros. Por suerte, la calidad del filme era inversamente proporcional a su coste y, cuando comenzó a exhibirse en festivales, las distribuidoras más importantes pujaron como locas por llevárselo a casa.
Paranormal Activity (2007)
Presupuesto: 11.562 euros
Si creías que íbamos en broma al afirmar que El proyecto de la bruja de Blair cambió la historia, será mejor que recuerdes el pelotazo pegado por Oren Peli hace cuatro años con esta película. Al igual que en el filme de Myrick y Sanchez, Paranormal Activity fue rodada sin guión y con una sola cámara, pero allí donde sus predecesores habían precisado de 10 intérpretes y un bosque para meternos el miedo en el cuerpo, Peli se las apañó con dos actores y una sola habitación. Con 146 millones de euros recaudados hasta la fecha, Paranormal Activity también se mantuvo apegada a las tradiciones de la serie B en un aspecto más: fue la primera entrega de una saga que, al menos por ahora, parece interminable.
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