Repasamos los elementos obligatorios del cine de institutos norteamericano, por lo general muy alejados de aquello que conocemos. Por JAVIER SÁNCHEZ NAGORE
La popularidad
Cierto es que a nadie le gusta ser madera de colleja, ni aquí ni en Wisconsin. Sin embargo, el concepto de la popularidad adquiere tal relevancia en las películas norteamericanas que lleva al espectador al ojiplatismo más absoluto. En los institutos hollywoodienses no importan las notas, o al menos es raro ver a alguien realmente preocupado por el tema. El único factor decisivo es la popularidad, y será uno de los motores del film, estratificando a los protagonistas por un sistema de castas cuya ruptura en uno u otro sentido en busca del éxito o el amor dará sentido a la trama.
La carta de la universidad
Como decimos, las notas son irrelevantes en la trama, salvo en el momento en que llegan las temidas cartas de las universidades. El protagonista quiere ir a Yale y realmente sabe que va sobrado, pero siempre pide a un compañero que le abra el sobre, provocando momentos de tensión. En el remoto caso de que la universidad molona no quiera al protagonista, lo habitual es que el secundario mencione el nombre de alguna otra facultad de menos relumbrón donde el prota sí ha sido admitido añadiendo un “no está tan mal”.
El quarterback
Personaje clave de la trama de la película, el quarterback (posición más importante en el fútbol americano) del equipo del instituto acostumbra a comenzar la historia en una posición de superioridad que le irá pasando factura con el paso de las escenas. Su actitud es siempre chulesca y su fornido cuerpo atlético le dará manga ancha para aprovecharse del protagonista. Habitualmente siempre camina por el centro del pasillo, secundado por dos o más gregarios (el número cambia según la película, pero nunca es inferior a la pareja), repartiendo collejas o tirando los libros de algún pardillo.
La jefa de animadoras
La réplica femenina del quarterback es la jefa de animadoras. Alzada en la cumbre de la pirámide de la popularidad, la número uno de las cheerleaders puede sin embargo jugar dos roles diferentes. En algunas películas será siempre perversa y acabará superada y humillada por una compañera más sensible, pero en otras ocasiones será el objeto de deseo del protagonista masculino, que conseguirá su amor al final del metraje.
Tanto en un caso como en otro, la jefa de animadoras y el quarterback comienzan inevitablemente la película como pareja. Lo que pase luego... bueno, eso es la magia del cine.
La clase de literatura
Puede que el protagonista sea un genio de las matemáticas y llene tres pizarras con una fórmula para conseguir la fusión fría y de paso dejar en evidencia al profesor. Salvo en ese caso puntual, las clases del instituto serán siempre de literatura, muy participativas, y permitirán al protagonista lucirse con un alarde de profundidad que le hará ganarse una mirada de admiración de la chica. Previamente, el quarterback, recostado en su silla con actitud pasota, habrá hecho un comentario soez tras el cual habrá chocado esos cinco con uno de sus compinches.
Los autores que se estudian en clase de literatura son siempre estadounidenses o, en su defecto, Shakespeare.
El profesor enrollado
Así como el quarterback y la jefa de animadoras forman una sociedad obligatoria, también es inevitable la relación entre la clase de literatura y el profesor enrollado. Éste escribe su nombre con grandes letras en la pizarra en su primera aparición y, aunque los alumnos lo miran con desprecio y cierto pitorreo al principio del curso, terminarán llorando su marcha en junio (siempre tiene que dejar el instituto al final). No en vano, él les ha enseñado a pensar, a saber que hay algo más por debajo de la superficie y no volverán a ser los mismos.
La fiesta en casa
No falla. Siempre hay algún incauto que organiza una fiesta en la casa de sus padres el fin de semana que éstos se van. Esto no es ajeno a la realidad de la juventud en España, aunque por lo general las casas reales suelen ser más modestas. Como no puede ser de otra manera, la fiesta siempre se le va de las manos al organizador, que acaba angustiado recogiendo la vomitona de Johnny o pidiéndole a Jimmy que no salte a la piscina desde el tejado. Inevitablemente, los padres del sufrido anfitrión aparecen en el momento menos oportuno mientras los invitados salen corriendo en paños menores. La selección musical siempre incluye un tema de Blink 182.
Las taquillas
El icono por excelencia del cine de instituto americano. ¿Dónde encerrarían si no los abusones a los miembros del club de ajedrez? ¿Contra qué empujaría el malote al protagonista antes de empezar la pelea? ¿Dónde tendrían su primer encuentro el chico y la chica de diferentes estratos pero destinados a terminar juntos? Las taquillas, los tesoros que ocultan y las fotos que las decoran son un elemento fundamental del género que hoy analizamos por su papel de epicentro social de la vida del instituto.
El coche
Ya seas miembro del equipo de fútbol americano o del club de debate, hay algo que no puede faltarte: el coche. Hasta el último pringado del instituto tiene uno, y por su aspecto se puede adivinar el rango social del propietario. El chico sensible tiene un coche viejo, posiblemente heredado de su padre, en cuyo caso podría tener incluso acabados en madera. El quarterback, sin embargo, posee un todoterreno de gran cilindrada, o un descapotable en su defecto. En cualquiera de los casos, deberá disponer de una parte descubierta donde irán sentados los gregarios cuando se disponen a perpetrar alguna fechoría.
El coche puede utilizarse para llevar a la chica a casa (las chicas no suelen estar motorizadas) o para ir a meter mano a la misma. El buen hacer del protagonista en estos dos cometidos determinará su devenir amoroso.
El baile de fin de curso
Aquí termina invariablemente la historia. Todos los pesares del protagonista tienen un fin concreto que determinará su felicidad durante el resto de la vida: llevar a la chica al baile de fin de curso (puede ser la chica quien tenga que conseguir llevar al chico, pero es menos habitual). Después vendrá la universidad y no se volverán a ver, de modo que esta noche se juega a todo o nada. Una limusina y un traje alquilado son los complementos perfectos para que el chico que hace hora y media parecía un don nadie termine bailando una lenta con la chica más guapa del instituto. Atrás quedaron esas maravillosas clases de literatura, ese viejo Chevy, aquellas fiestas en la piscina, y el quarterback, ese maldito quarterback. ¿Quién rie ahora, eh?
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