Aunque el Festival de Cannes ha cerrado ya sus puertas hasta el año que viene, con la entrega de la Palma de Oro a la brillante ‘Amour’ de Michael Haneke, os traigo un nuevo artículo donde os voy a hablar de dos películas más que pude ver durante mi estancia en la localidad de la Costa Azul. Son dos propuestas muy diferentes incluidas en la sección “Un certain regard”, que si bien no lograron entrar en el palmarés, creo que os pueden resultar interesantes. Se trata de ‘Antiviral’, la ópera prima de Brandon Cronenberg, y de ‘Elefante blanco’, el séptimo largometraje del argentino Pablo Trapero.
‘Antiviral’
Siendo David Cronenberg uno de los cineastas más fascinantes de las últimas décadas, el debut de su hijo era (al menos para mí) uno de los trabajos más apetecibles de la programación de Cannes 2012. Casualmente, Brandon Cronenberg presentó su primera película, ‘Antiviral’, en la misma edición en la que competía su padre con su último trabajo, la valiente ‘Cosmopolis’; según parece, nunca antes se había dado esta coincidencia, que el festival seleccionara el mismo año las películas de un padre y su hijo. Y curiosamente en ambos trabajos participa la joven canadiense Sarah Gadon, a la que estoy seguro que veremos más a menudo a partir de este año.Cuenta Cronenberg (hijo) que su ópera prima nació a partir de un sueño que tuvo estando enfermo, llegando a obsesionarse con la idea de que en su cuerpo había un virus que procedía de otra persona, habiéndose creado un extraño vínculo entre ellos. A esto añadió su curiosidad por el fanatismo que despiertan algunas celebridades, un fenómeno que llega a provocar situaciones grotescas (tema tratado también en otro título de Cannes, ‘Reality’), y el resultado fue el guion de ‘Antiviral’, una historia ambientada en un futuro cercano donde los fans pagan para contraer enfermedades que han pasado antes por los cuerpos sus famosos favoritos. El protagonista es Syd March, empleado de una clínica que cultiva esas enfermedades; Syd trafica con los valiosos virus, los inyecta en su cuerpo y los vende luego en el mercado negro, pero un día contrae algo nuevo y misterioso que podría acabar con su vida.
Parece una trama ideada por David Cronenberg, desde luego, especialmente en sus comienzos, cuando se ganó la fama de maestro del “body horror”. Brandon también presenta imágenes sangrientas y turbadoras (con cuerpos deformados), personajes indiferentes y cerebrales (y oscuras corporaciones), incluso soluciones narrativas (como un debate televisado donde se habla de los avances biológicos) que podrían haber salido de la mente de su progenitor. El joven realizador, que parece haber heredado igualmente un gusto por la puesta en escena sencilla y elegante, lo achaca a la genética y a la buena relación entre ambos, asegurando que no creció viendo la obra de su padre y no le ha influido directamente. En cualquier caso, abundan los elementos comunes, y resulta divertido comparar ‘Antiviral’ con la obra del director de ‘Videodrome’. Comete Brandon Cronenberg torpezas habituales entre los novatos, quiere abarcar demasiado y lucir ideas e imágenes que considera inspiradas, estirando una película que a veces resulta repetitiva y aburrida. A favor, la jugosa (¿y visionaria?) premisa, el esfuerzo por crear escenas poderosas y el estupendo trabajo del actor protagonista, Caleb Landry Jones, entregado por completo a la primera pesadilla del nuevo Cronenberg. Prometedor debut.
‘Elefante blanco’
Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
(Carlos Múgica)
Dos años después de presentar ‘Carancho’ en la misma sección “Un certain regard”, Trapero regresó al festival de Cannes con ‘Elefante blanco’, en la que vuelve a contar con Ricardo Darín y Martina Gusman (su esposa) como protagonistas. El belga Jérémie Renier, actor fetiche de los hermanos Dardenne, es el tercer intérprete principal del nuevo largometraje del cineasta argentino, que nos sitúa en un barrio de los suburbios de Buenos Aires, donde dos amigos, sacerdotes católicos, y una trabajadora social tratan de ayudar a la gente del lugar, pobre, desesperada y envuelta en violentos conflictos por tráfico de droga. Pero el enfrentamiento con el gobierno, la Iglesia, la policía y las bandas de criminales no serán los únicos obstáculos que deberán superar los protagonistas, cada uno inmerso en su propia crisis personal. El título de la película hace referencia a un monumental edificio abandonado que empezó a construirse a finales de la década de los 30, con la intención de convertirse en el hospital más grande de Latinoamérica.
‘Elefante blanco’ fue una de las mejores películas que vi en Cannes. Una impecable producción (por cierto, con participación española) con sólidas interpretaciones y una espectacular puesta en escena de Pablo Trapero. El realizador no solo logra introducirnos con eficacia y verosimilitud en una peligrosa zona marginal sino que se luce con algunas extensas tomas en momentos cruciales de la historia, como un asalto policial o el rescate de un cadáver. Me recordó a veces a ‘Ciudad de dios’. Sostiene la tensión con pulso firme el argentino, y se apoya en un convincente elenco de actores, algo esencial para dar credibilidad a la narración y que no se pierda el interés por el destino de los personajes. El carismático Darín hace gala una vez más de su talento y versatilidad, Renier se muestra natural y entregado, y Gusman se esfuerza por disimular la simpleza en el retrato del personaje más flojo de los principales, usado de manera más mecánica que los otros dos por el guion, escrito por Trapero, Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Santiago Mitre. Le sobran minutos a la película, que incide demasiado en las mismas ideas y los mismos conflictos, preocupada por transmitir la gravedad de la situación, pero está filmada con coraje y ofrece momentos muy intensos, visual y emocionalmente.
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