“La Fuente te pondrá a prueba, Jack”.Capitán Teague (Keith Richards)
La cuarta jornada de la 64ª edición del certamen cinematográfico más relevante del planeta gira en torno a un producto comercial de la Disney. Así funciona esto, por mucho que lo disfracen. Os puedo asegurar que en los días que llevo en el festival de Cannes nunca había visto tanta gente, tanto movimiento, tanto nerviosismo, tanta locura. Todo porque se proyecta ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’ (‘Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides’) y han venido a presentarla sus protagonistas. No voy a negar que sentía curiosidad por la película, sería hipócrita, y que me encantaría hacerme una foto con Johnny Depp o Geoffrey Rush, pero lo que ha ocurrido aquí es un verdadero disparate. ¿No se trataba de ver buen cine?
Todo resulta mucho más absurdo cuando uno ya ha visto esta aparatosa y tediosa cuarta entrega de ‘Piratas del Caribe’ (se estrena en España el próximo 20 de mayo), que no hace más que confirmar los peores pronósticos. Filmada en 3D (o eso mantienen, pero lo cierto es que hay escenas en 2D que se ven mejor sin esas gafas de sol) y con las grandes novedades de Rob Marshall en la dirección y Penélope Cruz e Ian McShane en el reparto, ‘En mareas misteriosas’ debía hacer olvidar la desastrosa tercera entrega, ‘En el fin del mundo’ (‘Pirates of the Caribbean: At World´s End’), y acercarse más al fresco cine de aventuras con piratas y elementos sobrenaturales que era la primera entrega, ‘La maldición de la perla negra’ (‘Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl’), continuada con fortuna por la espectacular ‘El cofre del hombre muerto’ (‘Pirates of the Caribbean: Dead Man´s Chest’). Sin embargo, la nueva entrega deja la sensación de que la saga está hundida. En lo cinematográfico, claro, porque el éxito de taquilla parece asegurado.
Tras un breve y prescindible prologo ambientado en Cádiz, para presentar a un moribundo Ponce de León y un mapa que marca la localización de la mítica Fuente de la Juventud, ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’ nos traslada a Londres donde el capitán Jack Sparrow (Johnny Depp repitiéndose una vez más, incansable encarnando a esta mezcla de rock star y dibujo animado) está reuniendo una tripulación para salir en busca de la preciada fuente. O eso dicen. En realidad es una mujer de su pasado, Angelica (Penélope Cruz), quien está haciendo tal cosa, pero necesitaba llamar la atención del capitán. Tras tres secuencias de acción (las primeras de una serie que parece interminable, todas igual de torpes, mecánicas y tediosas, repletas de cortes y sin ninguna emoción), Jack se encuentra a bordo del Queen Anne´s Revenge, el barco del legendario Barbanegra (Ian McShane). Sin poder evitarlo, el excapitán de la Perla Negra debe acompañar a Barbanegra y Angelica en una carrera por el formidable tesoro hallado por el conquistador español. Parece increíble, pero esta cosa tiene una duración de 137 minutos, que se hacen eternos.
Ted Elliott y Terry Rossio repiten como guionistas en esta secuela, demostrando que ya no tienen nada que ofrecer a la franquicia, que se quedaron sin ideas. Las situaciones que desarrollan resultan a menudo absurdas, arbitrarias, repetitivas y poco elaboradas, siendo especialmente grave que pese a introducir a un buen número de personajes nuevos, ninguno resulte mínimamente interesante o ingenioso. Ni uno solo. Son todos planos, sin personalidad, monigotes que van de un lado a otro sin que importe en absoluto a dónde ni por qué. La cosa es realmente lamentable cuando resulta que el villano de esta nueva entrega es presentado como el pirata que aterroriza a los piratas, el temible Barbanegra, que además está interpretado por el carismático McShane. Debería ser una gozada para el actor, y éste intenta darle vida, entidad, pero no impone respeto alguno y toma decisiones incomprensibles, impropias del brutal individuo que se supone que es, quedando como el enemigo más flojo de la saga ‘Piratas del Caribe’, por debajo del Davy Jones encarnado por Bill Nighy y el Hector Barbossa que interpreta Geoffrey Rush, uno de los que repiten en esta cuarta parte. Pero el Barbossa de ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’ está tan desdibujado y simplificado que tampoco se anima uno al ver al enorme Rush en pantalla.
A priori, la idea de incorporar a una pirata despechada con la que Jack pudiera mantener una conflictiva relación parecía que podía dar juego, sobre todo tras el fichaje de Penélope Cruz (que abandonó a Lars Von Trier y su ‘Melancholia’), pero todo se desvanece desde su primer y descafeinado encuentro. No hay química entre los dos actores y tampoco Elliott y Rossio se muestran inspirados construyendo la relación entre los personajes, que ni divierte ni emociona; les habría puesto como tarea visionar varias veces ‘La mujer pirata’ (‘Anne of the Indies’) de Jacques Tourneur. Igualmente forzada, bobalicona y fallida queda la relación entre los personajes que sustituyen a los de Orlando Bloom y Keira Knightley; el debutante Sam Claflin encarna a un misionero con cuerpo de modelo y Astrid Berges-Frisbey (de padre español y madre francesa) a una sirena de buen corazón. Bueno, sirena-vampiro, que los guionistas se han tomado la libertad de renovar a estas criaturas de leyenda, del mismo modo que han creado los zombies musculosos que pueden tomar decisiones. O las cuerdas-serpiente y el napalm pirata. Una cadena de bobadas esta película, sin ningún ritmo, llena de parones y tiempos muertos. Tampoco Hans Zimmer aporta valor a esta mediocre ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’, firmando un acompañamiento musical totalmente rutinario. Lo mejor: el cameo de Judi Dench.
En cuanto a la rueda de prensa (que tuve que ver en un monitor, pues era imposible acceder con una acreditación “de clase media”), estuvo protagonizada por Depp, Cruz, Rush, McShane, Claflin, Berges-Frisbey, Marshall y Jerry Bruckheimer. Como os podéis imaginar, el centro de atención fue el actor fetiche de Tim Burton, y todo consistió en lanzarse grandes elogios unos a otros, alabando el guion, la producción, la dirección, el maquillaje… Resumiendo, en la cuarta entrega de ‘Piratas del Caribe’ están los más geniales profesionales y artistas de la industria. Hasta que uno de ellos haga otra película y entonces los más geniales sean sus nuevos compañeros. En fin, lo esperado, pero no deja de ser triste que ocurra también aquí. Se aseguró que la franquicia seguirá adelante mientras lo pida el público (los productores donarían gustosamente las ganancias, pero tienen que comer) y a Depp le preguntaron en qué consistía ser un buen pirata. “Supongo que debes desear que te disparen. Ignorancia y persistencia…”, respondió a esa pregunta tan inteligente. McShane también bromeó sobre su personaje, diciendo que tenía la espada más grande (ejem) y que nunca hablan de personajes malvados, sino de “personajes complejos”.
A Claflin y Berges-Frisbey se les notó la falta de experiencia y se quedaron sin voz intentando agradecer la ayuda de los compañeros y la presencia en el festival de Cannes. Rush aseguró que el presupuesto de las películas no afecta a su trabajo como intérprete, que participar en ‘El discurso del rey’ o en ‘Piratas del Caribe 4’ es esencialmente lo mismo (y no se partió de risa, demostrando lo gran actor que es). Me gustó lo que respondió Cruz a otra cuestión que era para quitarle la acreditación a quien la “pensó”. Tenía que ver con la búsqueda de la Fuente de la Juventud y el paso del tiempo, y la actriz contestó que no tenía miedo a envejecer, que miraba hacia delante, paso a paso; “quizá porque soy de España, donde se ve de una manera diferente a, por ejemplo, un lugar como Los Angeles”. A eso añadió que ella es y será siempre una actriz española, allá donde vaya, haga lo que haga, y que tiene intención de ser fiel a sus raíces. Y contestó en castellano a una periodista de Radio Nacional que no se atrevió a preguntar en su idioma, balbuceando en un inglés lamentable (y aun así mejor que el mío). Me dieron ganas de aplaudir. Quizá empiezo a sentir morriña…
Juan Luis Caviaro desde Cannes, 14 de mayo de 2011.
Via:blog de cine
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