Como mandan los cánones, la SE ha elogiado la contratación de Condon y le han tirado los correspondientes piropos de rigor.
E incluso la propia Stephenie Meyer se ha unido al peloteo, diciendo lo normal en estos casos: que para adaptar al cine esta novela de Meyer hacía falta una mano elegante e inteligente, y Bill era el más idóneo por su talento, inmensa creatividad y sensibilidad sutil; y que estaban muy emocionados por tenerle (eso lo dice Stephenie) y que estaban deseando ver lo que hacía con el material.
Luego Condon, como no, ha correspondido al piropeo declarando que está también emocionado por tener la oportunidad de poner el punto culminante de esta saga en el cine. Que esa última novela es única en su tipo y esperan crear una experiencia cinematográfica sin igual.
Insisto en mi apreciación de que esta franquicia tiene unas características muy identificativas, marcadas desde la película original, y con una referencia potente de la exitosa serie literaria, así que la capacidad de ‘creatividad’ la veo limitada.
Dará juego para pequeñas cositas artísticas, como ha hecho Chris Weitz en la segunda entrega, pero las justas para no dejar de ser un producto fan.
Y con lo de ‘artísticas’ no me refiero al 3D. Porque ya se está especulando con la posibilidad de que las dos cintas en las que supuestamente se dividirá esta última entrega (dicen que todavía se está decidiendo si las dividirán o no) podrían ser rodadas en tres dimensiones.
Sí, lo he dicho bien, rodadas no convertidas. Ejemplo de que la SE querría que esta saga ‘muera ‘ a saco con las botas puestas.
Vía:Tu blog de cineTexto: David Cárdenas
No hay comentarios:
Publicar un comentario