Dos películas imposibles despiertan al público del letargo del lunes: 'The World of Kanako' y 'Realité'
¿De qué se habla en Sitges? Del gusto que da saber que es lunes y que la gente normal tiene cosas que hacer pero nosotros podemos quedarnos aquí viendo más películas, aguantando menos colas y discutiendo sobre chorradas inmensas. También del sueño acumulado, y de cómo las cabezaditas de los primeros días se están convirtiendo ya en siestas totales durante algunas películas. A las 8:30 de la mañana escuché a un espectador diciendo a otro antes de la proyección: “No, no me despiertes esta vez”.
¿Qué has visto? Aunque en el momento en el que escribo esto son las 19:21 y todavía tengo que ver dos o tres películas más, ya tengo material suficiente para decir que el día está siendo muy provechoso. Empiezo con la última, Honeymoon, que es un pedazo de mumblecore con pintitas ci-fi para salir al paso, pero su resolución delata que su directora, la debutante Leigh Janiak, ha visto La invasión de los ladrones de cuerpos y poquito más. Sin embargo, esta historia de una pareja de recién casados en una misteriosa cabaña en el bosque se hace mucho más entretenida porque tiene, vaya, qué gran idea, dos actores buenos como protagonistas. Los televisivos Rose Leslie (Ygritte en Juego de tronos) y Harry Treeadaway (Victor FRankenstein en Penny Dreadful) consiguen engancharte con una historia bastante rutinaria. Sin ellos y la convicción que transmiten hay un momento que sería de gore cómico.
La otra película regulera de la jornada ha sido la alemana Stereo, que empieza prometedora para irse a pique en el momento que intenta explicarse. Va de identidades desdobladas, memorias borradas, pasados inasumibles y esas cosas, pero lo que queda es la sensación de que está más hecha para aparentar que para contar algo. Uno de los productores de la película pedía en la presentación que las distribuidoras españolas la comprasen, pero uno tiene la sensación de que su carrera en nuestras pantallas termina aquí.
Y vamos a por lo gordo, con dos películas unidas por los límites de los sueños. O más bien por cómo los pulverizan. Por un lado en The World of Kanako Tetsuya Nakashima acaba con todo lo que se le pone por delante -géneros, lógicas narrativas, noción del tiempo, convenciones sociales, etc…- para enfangarse en una historia dominada por una adolescente desaparecida; mientras que por el otro Quentin Dupieux, ese que convirtió en protagonista a un neumático con poderes mentales en Rubber, consigue el imposible encuentro de lo lynchiano y lo chanante en Realité, una película en la que uno de sus personajes (inmenso Alain Chabat) reconoce con naturalidad que está viviendo cuatro sueños a la vez. Nolan necesitaría millones para hacerlo realidad; Dupieux sólo una frase. A juzgar por la gente que se amontonaba para votar al final de estas proyecciones, ya tenemos claras favoritas.
¿Con quién has hablado? No hemos intercambiado palabra, pero si compartir carcajadas es comunicación, se puede decir que el actor Carlos Areces -”es la vez que más injustificada está mi invitación; sólo dije un par de frases en Pos Eso, hora y media de trabajo”- y yo hemos establecido una profundísima. Llevamos cuatro películas sentados al lado. Pura casualidad, lo juro.
¿Qué has comido? No quiero nada que vaya con pan, por favor, y lo del desayuno de tres platos ya no cuela: fue una mala idea. Así que hoy doy por iniciada la revolución verde, con una amanida mediterránea y una visita a la frutería de guardia en busca de peras, manzanas y uvas.
¿Qué vas a ver mañana? Marcho a media tarde, que un festival normal significaría ver dos películas como mucho, pero aquí puede dejarte con cinco fácilmente antes de coger el tren. De todos modos, me conformo con disfrutar de Maps to the Stars, la ruta por lo más oscuro y siniestro de Hollywood que guía David Cronenberg.
Via:Cinemania
¿De qué se habla en Sitges? Del gusto que da saber que es lunes y que la gente normal tiene cosas que hacer pero nosotros podemos quedarnos aquí viendo más películas, aguantando menos colas y discutiendo sobre chorradas inmensas. También del sueño acumulado, y de cómo las cabezaditas de los primeros días se están convirtiendo ya en siestas totales durante algunas películas. A las 8:30 de la mañana escuché a un espectador diciendo a otro antes de la proyección: “No, no me despiertes esta vez”.
¿Qué has visto? Aunque en el momento en el que escribo esto son las 19:21 y todavía tengo que ver dos o tres películas más, ya tengo material suficiente para decir que el día está siendo muy provechoso. Empiezo con la última, Honeymoon, que es un pedazo de mumblecore con pintitas ci-fi para salir al paso, pero su resolución delata que su directora, la debutante Leigh Janiak, ha visto La invasión de los ladrones de cuerpos y poquito más. Sin embargo, esta historia de una pareja de recién casados en una misteriosa cabaña en el bosque se hace mucho más entretenida porque tiene, vaya, qué gran idea, dos actores buenos como protagonistas. Los televisivos Rose Leslie (Ygritte en Juego de tronos) y Harry Treeadaway (Victor FRankenstein en Penny Dreadful) consiguen engancharte con una historia bastante rutinaria. Sin ellos y la convicción que transmiten hay un momento que sería de gore cómico.
La otra película regulera de la jornada ha sido la alemana Stereo, que empieza prometedora para irse a pique en el momento que intenta explicarse. Va de identidades desdobladas, memorias borradas, pasados inasumibles y esas cosas, pero lo que queda es la sensación de que está más hecha para aparentar que para contar algo. Uno de los productores de la película pedía en la presentación que las distribuidoras españolas la comprasen, pero uno tiene la sensación de que su carrera en nuestras pantallas termina aquí.
Y vamos a por lo gordo, con dos películas unidas por los límites de los sueños. O más bien por cómo los pulverizan. Por un lado en The World of Kanako Tetsuya Nakashima acaba con todo lo que se le pone por delante -géneros, lógicas narrativas, noción del tiempo, convenciones sociales, etc…- para enfangarse en una historia dominada por una adolescente desaparecida; mientras que por el otro Quentin Dupieux, ese que convirtió en protagonista a un neumático con poderes mentales en Rubber, consigue el imposible encuentro de lo lynchiano y lo chanante en Realité, una película en la que uno de sus personajes (inmenso Alain Chabat) reconoce con naturalidad que está viviendo cuatro sueños a la vez. Nolan necesitaría millones para hacerlo realidad; Dupieux sólo una frase. A juzgar por la gente que se amontonaba para votar al final de estas proyecciones, ya tenemos claras favoritas.
¿Con quién has hablado? No hemos intercambiado palabra, pero si compartir carcajadas es comunicación, se puede decir que el actor Carlos Areces -”es la vez que más injustificada está mi invitación; sólo dije un par de frases en Pos Eso, hora y media de trabajo”- y yo hemos establecido una profundísima. Llevamos cuatro películas sentados al lado. Pura casualidad, lo juro.
¿Qué has comido? No quiero nada que vaya con pan, por favor, y lo del desayuno de tres platos ya no cuela: fue una mala idea. Así que hoy doy por iniciada la revolución verde, con una amanida mediterránea y una visita a la frutería de guardia en busca de peras, manzanas y uvas.
¿Qué vas a ver mañana? Marcho a media tarde, que un festival normal significaría ver dos películas como mucho, pero aquí puede dejarte con cinco fácilmente antes de coger el tren. De todos modos, me conformo con disfrutar de Maps to the Stars, la ruta por lo más oscuro y siniestro de Hollywood que guía David Cronenberg.
Via:Cinemania
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