'La fiesta de despedida' se convierte en la gran triunfadora de un Palmarés repartido y con alguna sorpresa.
“Por abordar un tema delicado con dignidad y humor, por su
maestría narrativa y por la maravillosa interpretación del elenco de
actores y actrices”, en palabras de un Jurado compuesto por
Bong Joon Ho, Yvonne Blake, Ahmet Boyacioglu, Laurence Kardish,
Alexandra Stewart y Eduardo Rossoff, La fiesta de despedida se ha alzado con el máximo galardón del Festival, la preciada Espiga de Oro a la Mejor Película. Dos de sus actrices protagonistas, Levana Finkelshtein y Aliza Rozen han recibido ex aequo
además el Premio a la Mejor Actriz, por “hacer reír y llorar con sus
maravillosas interpretaciones”. Nada que objetar en una decisión para la
que seguramente mucho ha influido el voto de calidad de Bong Joon Ho
como presidente del Jurado, al ser una película con considerables dosis
de humor negro, pero también de humanidad, y eso que es un homenaje al
derecho de las personas a optar por una muerte digna.
Más previsible fue la concesión de la Espiga de Plata, además del Premio del Jurado Joven y del de la Crítica Internacional (FIPRESCI) para la que probablemente haya sido la mejor película del Festival con permiso de Dos días y una noche de
los Hermanos Dardenne (a la que seguramente le habrá pesado un estreno
casi simultáneo a su paso por el festival) la severa y deslumbrante Camino de la Cruz, del muniqués Dietrich Büggemann, de la que el Jurado Internacional destacó el “narrar con fuerza y originalidad cómo la gracia, la ortodoxia y la trascendencia pueden llegar a matar”.
El Premio al Mejor Director fue para el también director alemán Volker Schlöndorff, presente durante estos días en Valladolid, por su filme Diplomatie,
que narra el duelo estratégico entre un diplomático sueco y un general
nazi que está a punto de dar la orden para destruir París. Precisamente
el actor que interpreta a ese personaje histórico del gobernador nazi
Dietrich Von Choltizt, Niels Arestrup, se alzó merecidamente con el Premio al Mejor Actor, por un papel que lleva representando sobre las tablas en más de 300 programas.
Una de las películas que más gustaron durante el Festival, la norteamericana Whiplash, se llevó el Premio Pilar Miró al Mejor Nuevo Director, para el ex percusionista Damien Chazelle,
por “dirigir una explosión de emociones a través de un montaje conciso y
las maravillosas interpretaciones de los dos protagonistas”. En este
sentido, a nadie le hubiese extrañado un reconomiento mayor para el
trabajo del profesor de música, interpretado por J. K. Simmons.
El premio más sorprendente (aunque no del todo inesperado, vid
crónica de la jornada de ayer) fue el otorgado por las votaciones de los
espectadores a la película británica Nuestro último verano en Escocia, de Guy Jenkin y Andy Hamilton,
un soplo de aire fresco entre tanta gravedad de temas en las películas
de Sección Oficial, del mismo modo que lo fueron otras dos grandes
películas olvidadas del Palmarés, la húngara Parkoló (Parking), y sobretodo la norteamericana Little Feet, cuyas imágenes en 16 mm todavía permanecen en nuestra retina. El de Nuestro último verano… fue
un Premio del Público transparente, que aúna el reconocimiento a la
sensibilidad narrativa y a la vocación popular de sus codirectores.
Sorprende un poco más que el Premio “Miguel Delibes” al Mejor Guión recayera en Kutlug Ataman por Kuzu (El corderito),
no porque no lo mereciera, sino por su competencia con otros libretos
con mejor construcción de diálogos y personajes, como la propia ganadora
de la Espiga de Oro, Diplomatie, Whiplass, Miss Julie (Liv Ullman, como Zhang Yimou, se fueron esta vez de vacío pese a la calidad de sus películas), o la misma película española a concurso, El arca de Noé, de Adán Aliaga y David Varelo. Por esta misma película turco- alemana, el DOP Feza Çaldiran obtuvo el Premio a la Mejor Director de Fotografía.
Estos dos premios pueden leerse también como un reconocimiento a una
cinematografía, la turca, que conmemoraba en Valladolid su primer
centenario de existencia.
Indiscutibles fueron las Espigas de Oro y de Plata para los cortometrajes Simphony nº 42, de Réka Bucsi, y Bad hunter,
de Sahim Omar Kalifa, respectivamente. El primero es un trabajo de fin
de curso rompedor y visionario, incluso en un terreno tan experimental
como el del cine de animación. El del kurdo Omar Kalifa es una fábula
que da vuelta y media al tema de la represión de la mujer en muchos de
los países de Oriente Medio. Y El corredor, de José Luis
Montesinos, ganó merecidamente el premio que le permitirá optar al
European Film Award en representación de España, por una más de las
películas que, de alguna manera, hablaron en esta SEMINCI de esta crisis
económica que nos afecta a todos, pero que no impide que los nuevos
cineastas exhiban una creatividad exultante, a tenor de lo visionado
durante este Festival de Cine.
Y poco más que añadir, queridos cinemaniacos, desde la capital que
parió a Concha Velasco y a Miguel Delibes, y en la que Val del Omar
(otro cineasta visionario como el desconocido director turco Ahmet
Uluçay, a cuya figura nos hemos aproximado esta mañana en una de las
últimas sesiones de Tiempo de Historia) hermanó cine y religiosidad,
tradición y vanguardia en esa Fuego en Castilla que rodó
en el Museo de Escultura de Madera Policromada vallisoletano, con
taconeo del bailaor Vicente Escudero, y que forma parte de esa
imprescindible Trilogía Elemental de España. Esta tarde nos acercaremos a valorar el Primer Premio de la Sección Paralela Punto de Encuentro, que ha recaído en otra película húngara (cinematografía también muy relevante en todas las secciones), como es Utóélet (El más allá), de Virág Zomborácz. Pero esta ya es otra historia…
Via:Cinemania
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