Ni negros, ni asiáticos, ni hispanos: si las previsiones se cumplen, los
Premios de la Academia tendrán la menor presencia de minorías étnicas
desde los 90.
Que Hollywood sigue siendo racista es algo que ya sabemos gracias a los estudios de rigor. Y que, probablemente, se nos seguirá recordando conforme se acerque el 22 de febrero, la fecha fijada por la Academia de Hollywood para entregar los Oscar 2015. ¿Por
qué? Pues porque, según empiezan a señalar los medios estadounidenses,
la nueva edición de los Premios de la Academia apenas contará con
miembros de minorías étnicas en sus listas de nominados. Es más: de
acuerdo con Vulture, la web de la New York Magazine especializada en cultura pop, las actuales predicciones sobre los candidatos a las estatuillas doradas hacen esperar los Oscar menos diversos racialmente de los últimos 20 años.
Basta con echarle un vistazo a esas predicciones (tal y como las recogimos nosotros la semana pasada)
para darse cuenta de que algo de verdad hay en esta afirmación. A
diferencia de otras ediciones de los Oscar en este siglo, cuando
películas como Criadas y señoras, Precious, Slumdog Millionaire o Ray granjearon nominaciones para actores, actrices o directores alejados del cliché WASP (siglas en inglés de “blanco, anglosajón y protestante”),
los posibles aspirantes a los ‘hombrecitos’ muestran una significativa
uniformidad en lo tocante al color de piel. Vamos, que Benedict Cumberbatch (The Imitation Game), Rosamund Pike (Perdida), Julianne Moore (Still Alice) y
otros intérpretes que arrasan en las quinielas son todos tan blancos
como la leche. Por ahora, el único nombre que se sale de esta norma es
el de Alejandro González Iñárritu, más que probable nominado como Mejor Director por Birdman. Y, poniéndonos escrupulosos, eso no debería colar: como mexicano de origen y crianza, Iñárritu se aleja del cliché “hispanic”, que en puridad debería designar a los estadounidenses de origen latinoamericano.
Según prosigue Vulture y corrobora Slate, las únicas películas que podrían romper este statu quo son dos biopics: Selma, sobre la labor activista de Martin Luther King (David Oyelowo) y Get On Up, la película sobre la vida, los milagros (musicales) y los excesos de un James Brown encarnado por Chadwick Boseman. Aun así, advierte la web, las posibilidades de estos filmes para arañar una candidatura o dos son muy escasas. Por otra parte, Invencible (el segundo trabajo tras la cámara de esa Angelina Jolie cada vez más valorada como directora) podría dotar a la actriz y cantante japonesa Miyavi
con una nominación a Mejor Actriz de Reparto. Aparte de eso, nada de
nada. Una situación que resulta todavía más chocante si consideramos que
los Oscar 2014 supusieron seis nominaciones y tres victorias para una
película con tanta carga étnica como 12 años de esclavitud. Amén, pese a lo ya dicho acerca de Iñárritu, de un galardón que convirtió a Alfonso Cuarón (Gravity) en el primer cineasta mexicano con un ‘hombrecito’ en la estantería
Está claro que ver a la afroamericana Ava DuVernay (máxima responsable de Selma) convirtiéndose en la segunda directora galardonada con un Oscar, tras nada menos que la muy anglosajona y conservadora Kathryn Bigelow (En tierra hostil), provocaría
supinos espasmos en los defensores de lo políticamente correcto. Pero,
aparte de eso, ¿debería importarnos a nosotros? Pues sí: recordemos que
la historia de los Premios de la Academia no se caracteriza precisamente
por su sensibilidad a la hora de abordar cuestiones raciales. El hecho
de que la primera actriz negra en ganar un Oscar, Hattie McDaniel, le debiese el trofeo a su rol como Mammy en Lo que el viento se llevó todavía escuece, por más que la actriz bordase el papel. La imagen pública de Sidney Poitier, ganador como Actor Principal en 1964 por Los lirios del valle, también es aún objeto de controversias por excesivamente saneada. Y el mal trato dispensado por la industria a Dorothy Dandridge (nominada en 1955 por Carmen Jones) indigna
aún a muchos. Lo que se suele olvidar, todo sea dicho, es que estos
actores rompieron barreras. Y que, antes de ellos, el hecho de que la
Academia nominase a un afroamericano, o a cualquier persona no blanca,
era sencillamente impensable.
Por otra parte, cabe señalar un hecho que Awards Daily apunta
con no poca mala baba: dejando aparte su valor a la hora de recompensar
el mérito artístico, los Oscar funcionan estupendamente como baremo de
cómo están las cosas en la industria de Hollywood. Y la resplandeciente
‘blancura’ de las quinielas de este año no apunta a un cambio, o a una
exacerbación de lo ya existente: sólo hace que la cruda realidad, esa realidad según la cual un asiático, un negro o un hispano lo tienen crudísimo para abrirse camino en los estudios,
se note más que de costumbre. Pensemos en esto: ¿cuántas nominaciones a
intérpretes afroamericanos, o a películas protagonizadas por miembros
de minorías étnicas, se han interpretado como concesiones de la Academia
a la corrección política? Seguro que, si haces memoria, se te ocurren
unas cuantas.
La cosa se vuelve más evidente cuando nos alejamos de las categorías
dramáticas (por su propia naturaleza, las más visibles) y nos adentramos
en el resto: en toda la historia de los premios, y refiriéndonos sólo a
afroamericanos, sólo han sido nominados tres directores y tres autores
de guiones originales (el último de estos, John Singleton, por Los chicos del barrio… en
1991), un montador y un director de fotografía. Los profesionales
latinos de Hollywood, por su parte, sólo cuentan con un candidato a la
estatuilla: el director y guionista Gregory Nava, que aspiró a Mejor Guión Original por la muy olvidada El norte en
1984. Estos datos, si bien superficiales, pueden hacer pupa en EE UU,
país condenado por su historia y su demografía a una obsesión por las
cuotas de representatividad. Para el resto del mundo, deberían indicar
cómo el origen social (algo que, en la superpotencia y fuera de ella,
sigue determinado en buena medida por el color de la piel) supone un
obstáculo para el talento. Aparte de confirmar aquello que señala Awards Daily: “A los votantes de los Oscar le gustan las historias con protagonistas blancos, a no ser que las produzca Brad Pitt”. El señor de Jolie, para más INRI, estampa su nombre en los créditos de Selma como productor.
A no ser que Selma, Get On Up o Rosewater (filme que, según Vulture, podría suponerle una nominación como secundaria a la iraní Shohreh Aghdashloo) se
conviertan de golpe en favoritas de la crítica, es poco probable que
estas predicciones cambien. Así pues, los Oscar de 2015 quedarán en el
recuerdo como los más ‘blanqueados’ desde la década de 1990. Como de
costumbre, esto se presta a interpretaciones mucho más complejas de
aquellas a las que podemos llegar aquí. Sólo queda plantearse, al igual
que en otras ocasiones, la pregunta del millón: un análisis similar,
pero aplicado al cine español, ¿qué resultados arrojaría?
Via:cinemania
No hay comentarios:
Publicar un comentario