miércoles, 28 de mayo de 2014

'Descendants': ¿Se han vuelto locos en Disney?

Dirigida por Kenny Ortega ('High School Musical') la nueva apuesta de Disney Channel juntará a los hijos de los grandes villanos del estudio... en un instituto. ¿Padece la casa del Ratón Mickey de una adicción al 'crossover'? Por YAGO GARCÍA

descendants se han vuelto locos en disney?

¿Sabías que Cruella de Vil, Jaffar (el visir malo de Aladdin), Maléfica y la madrastra de Blancanieves y los siete enanitos tuvieron hijos? Nosotros tampoco: es más, la idea de un villano Disney cambiando pañales y envenenando manzanas a la vez nos resulta, como poco, difícil de concebir. Ahora bien, supongamos que estos retoños están ahí, ya hechos unos teenagers. Y que tenemos que sacarles de protagonistas en una película: ¿qué argumento les endosamos? Pues a ver... Podemos hacer que todos vivan en el mismo reino, cuyos monarcas son, para colmo, Bella y un Bestia ya despojado de su pilosidad y sus colmillos. Por supuesto, se trata de unos soberanos justos y benéficos, así que su actitud ante semejantes semillas de maldad es de lo más progre: en lugar de unir "cabezas", "murallas" y "picas" en una misma frase, como haría Tywin Lannister, el rey Bestia y la reina Bella deciden mandar a los chavales al instituto. Un instituto entre cuyos alumnos se cuentan, para colmo, los hijos de Mulan, Aurora (La bella durmiente), Rapunzel y otros héroes de la casa. ¿Qué tal os suena?

A estas alturas, el lector ya tiene que estar negando con la cabeza y pensando algo así como: "Estos de CINEMANÍA se están sobrando con nosotros otra vez". Pero sentimos decepcionarle, porque el párrafo anterior no nace de nuestras mentes calenturientas, sino de los titulares: esa será la premisa de Descendants, el telefilme que Disney Channel anuncia como su gran lanzamiento para 2015. Una producción de imagen real al frente de la cual estará nada menos que Kenny Ortega, el responsable de la saga High School Musical (bueno, y también coreógrafo de Dirty Dancing). Aparte de lo ya dicho, sólo sabemos que el guión de Josann McGibbon y Sarah Parriott (Mujeres desesperadas, Novia a la fuga) será "una comedia contemporánea de acción y aventuras" y que el transcurrir de sus aventuras llevará a los chavales protagonistas a "cuestionar la maldad que siempre ha habitado en sus corazones". Al fin y al cabo, da a entender la última frase, esto sigue siendo Disney.

Entre su premisa y las declaraciones del director creativo Gary Marsh, quien da a entender que Descendants tendrá una ambientación actual (nada de castillos tenebrosos, lo sentimos) lo más fácil es sentenciar que esto huele a despropósito y que Érase una vez ya hay una (y mucho es), pasando acto seguido a preguntarse si Sils Maria tiene ya fecha de estreno en España. Pero quitémonos temporalmente las gafas de pasta, por favor: la luz verde a Descendants nos ha llevado a plantearnos si los mandamases de Disney se han vuelto majaras. O, mejor dicho, si están presentando síntomas de una preocupante adicción al remix y al crossover. 

Por una parte, es cierto que la casa de Mickey Mouse y sus cosas gozan ahora de una popularidad más inusitada que nunca, si esto fuera posible: aparte de los datos de taquilla, y de la conversión de las 'princesas Disney' en fetiche pop, con sus pertinentes parodias, deconstrucciones y mutaciones, sólo hay que asomarse a Tumblr para observar cómo su base de fans se mantiene de lo más juvenil. Esta plataforma de microblogging visual, poblada en su mayor parte por menores de 30 años, rebosa de páginas dedicadas a escudriñar los productos del estudio desde todas las ópticas posibles. Y a estos usuarios, educados en una era donde el fan fiction y el fan art combinan personajes a voluntad sin preocuparse de licencias o derechos, una fusión así no les resultará tan chocante como a los veteranos. Puede que las apariciones de Mickey, Donald y Goofy en La sirenita, o de Rapunzel y Flynn (Enredados) en Frozen fueran meros guiños o bromas entre animadores, pero un chaval o una chavala que se entretuvo en su infancia jugando al Kingdom Hearts las ve, sin duda, de una forma muy distinta.
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Los protagonistas de 'Enredados' se dejaron ver en una imagen de 'Frozen'.
Pero, más allá de la hipotética recepción de The Descendants entre la muchachada, cabe otro análisis. Inevitable, además: el comercial. Porque, si bien John Lasseter acabó en su día con aquellas secuelas directas a dvd (algo que siempre le agradeceremos), no hace falta exponerse a la saga de Campanilla o a las noticias sobre el inminente estreno de Maléfica para saber que Disney está encantada de saber que tiene un universo referencial entre manos. "¿Universo referencial"? ¿De qué nos suena eso? Pues, por lo pronto, a nosotros nos evoca dos conceptos: el Universo Marvel y el Universo Expandido de Star Wars. Dos ámbitos creativos que (casualidad, casualidad) también se hallan actualmente en poder del estudio. Parece que el día en el que Stan Lee y Jack Kirby decidieron que Spiderman podía charlar en una azotea con Daredevil, y el momento en el que George Lucas pensó que lo de licenciar cómics y novelas no era mala idea, resultaron ser como la mariposa del cuento: sus repercusiones han acabado causando un huracán en uno de los estudios más poderosos de Hollywood.

Es más: los píngues beneficios obtenidos por las 'películas Marvel' (con Los Vengadores como triunfo absoluto) podrían haber persuadido a Disney de que el futuro está en las franquicias, cuanto más ramificadas mejor. De hecho, una de las primeras decisiones tendentes a dinamizar el estancado universo Star Wars ha sido la de encargar, no sólo más series televisivas, sino también spin offs en pantalla grande como el que dirigirá Gareth Edwards (Monsters, Godzilla). En principio, nada que objetar: como prueban las mejores épocas de Marvel en las viñetas, esta clase de quimeras pueden llevarnos al intercambio de ideas entre creadores, al estímulo y la sorpresa para los fans y al regodeo en esas combinaciones inesperadas que acaban funcionando de rechupete. Pero, claro, siempre hay un "pero".

Y, en este caso, el "pero" es doble: la tendencia de estas maniobras comerciales a la inanidad y el hastío es inevitable con el tiempo. Por no recordar que, en lugar de sobre el papel, el juego combinatorio tiene aquí lugar en un plató poblado por seres humanos (actores, directores, guionistas... ya sabes) que, a la larga, tal vez deseen cambiar de aires y emprender proyectos nuevos. Por otra parte, y aquí llega la segunda objeción, la presión unificadora por parte del estudio tiene un reverso tenebroso muy considerable: que se lo pregunten a Edgar Wright, fugado de Ant-Man tras negarse a tragar con una reescritura de guión impuesta 'desde arriba'. O a ese Joss Whedon que esgrimía un cornetto como gesto de solidaridad hacia su colega, y que podría (se dice) estar perdiendo la paciencia a base de roces con los ejecutivos de turno.

En todo caso, los personajes Disney vienen de un mundo mucho menos autoral (si no eres muy aficionado a la animación, te costará recordar el nombre de un director asociado al estudio) y controlado de forma mucho más férrea, si ello es posible, que el de los superhéroes. Además, la propiedad de los personajes está registrada a nombre del estudio, el cual puede hacer con ellos lo que le dé la realísima gana. Sólo cabe preguntarse si, a fuerza de exprimir este modelo de negocio, la compañía de 'tío Walt' estará a punto de repetir un cuento muy vigente y que, paradojas de la vida, nunca ha sido llevado a la pantalla: el de la gallina de los huevos de oro. O mucho nos equivocamos, o el estreno de Descendants será una buena forma de predecirlo.

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