La última es la ópera prima de Virginia Gilbert, cuyo padre es el realizador Brian Gilbert, conocido por dirigir ‘No sin mi hija’ (‘Not Without My Daughter’, 1991). El debut de la escritora y directora se basa en experiencias reales y está dedicada a sus padres. La historia gira en torno a Joseph (James Fox) y Brenda (Brenda Fricker), un veterano matrimonio que cumple su sueño de retirarse a vivir en el sur de Francia.
Han elegido un pequeño pueblo idílico para pasar la última etapa de su existencia, y ella es feliz, o parece estarlo, pero él no. Desde el principio, con una escena cotidiana de desayuno, en la que en lugar de hablar cada uno está con un periódico, Gilbert nos deja claro que su protagonista está insatisfecho con el rumbo que ha tomado su vida. Con ese aburrido oasis de tranquilidad.
Joseph sale y busca a sus iguales pero solo ve a viejos tomando el sol y jugando a la petanca. La cena es siempre la misma en el mismo restaurante, con las mismas bromas de su esposa y el camarero. Toda esta monotonía se rompe la noche en la que ambos conocen a una pareja joven, Suzanne (Natalie Dormer) y Mark (Paul Nicholls). Joseph queda cautivado por la radiante Suzanne y ansía volver a verla…
Atrapado por la rutina
El conflicto está planteado, un hombre de 60 enamorado de una atractiva chica que podría ser su hija y con la que siente joven de nuevo, mientras en casa le espera una rutinaria esposa que no deja de lanzarle reproches. Muy original. En cualquier caso el verdadero problema de ‘A Long Way From Home’ es que tanto el desarrollo de la historia como los personajes, carecen de interés. Todo transcurre de forma convencional y previsible, hay demasiado tópico.Estéticamente es también anodina, carece de imaginación y fuerza. Por su parte, los actores tampoco ayudan, solo Fricker aporta algo único y espontáneo a sus personajes, dotándolo de matices y verosimilitud. Fox se deja llevar por la desgana y la simpleza de su rol. Dormer y Nicholls están nefastos, torpes y forzados, ninguno de sus diálogos suena creíble.
Con este panorama os podéis imaginar que me faltó tiempo para saltar de la butaca y huir de la sala. Tras un café, ya más calmado, reflexionando sobre lo visto, me quedo con el sano interés de la autora por contar una historia personal y sencilla. No abundan las películas que giren en torno a personajes mayores de 60 años y quizá sea ese su público más apropiado, capaz de apreciar el supuesto valor de un film que a mí —salvo por la interpretación de Fricker— me dejó la sensación de estar perdiendo el tiempo.
Via:blog de cine
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